viernes, 23 de junio de 2023

Cecilia Strzyzowski. Historia íntima de la joven que soñaba con ser bailarina


Cecilia Strzyzowski. Historia íntima de la joven que soñaba con ser bailarina


Nicolás Cassese Mercedes Flores, la tía abuela, en el cuarto de Cecilia en su casa
“S i estuviera acá se reiría de su propia muerte”, afirma Gloria Romero sobre su hija, Cecilia Strzyzowski, la joven cuya desaparición y presunto asesinato conmueve a esta provincia. “‘Qué pelotuda que fui, cómo pude haber caído en esa trampa’, diría Cecilia”, sigue Gloria con el descaro que le otorga su condición de madre doliente. El humor negro es hereditario. Lo tiene Gloria y lo tenía –acá todos utilizan el pasado para referirse a ella– Cecilia.
Bailarina, loquita linda, jocosa, payasa, maternal, una nenota carente de calle, soñadora, intensa, amante de las películas románticas, de Flash y de la serie The Big Bang
Theory, una adulta con alma de chiquita... Así describen a Cecilia la tríada de mujeres que fueron su círculo íntimo y con las que
habló ayer para tratar de entender la nacion quién era la joven de 28 años que todos dan por muerta, pero cuyos restos se siguen buscando. Todas coinciden en retratarla como una apasionada mientras repasan los álbumes de fotos familiares. En muchas de las imágenes ella aparece bailando, la forma que eligió desde chiquita para expresarse. Estudiaba danza artística y también había incursionado en yoga.
Ese trío está encabezado por Gloria, la jefa de la familia y cabeza de la rebelión civil que, sin buscarlo de manera explícita, ya le arrebató las elecciones del domingo pasado a Jorge Capitanich, el gobernador y, hasta el momento, hombre fuerte de la provincia. A Gloria la secunda su hija Ángela, de 26 años, la hermana menor de Cecilia, que contiene y acompaña. Mercedes Flores, la tía abuela y segunda madre de las chicas, completa el núcleo íntimo.
No abundan los hombres en ese círculo. El marido de Cecilia, César Sena, de 19 años, está preso y es el principal sospechoso de su desaparición. Y el padre de las chicas, Miguel Ángel Strzyzowski, “se fue a comprar cigarrillos y nunca volvió”, explican en la familia. Gloria se divorció de él cuando Cecilia era muy chica y dice que nunca se ocupó de sus hijas. “Un borracho y golpeador”, lo describe Mercedes, la tía abuela. Las tres mujeres están en una guardia permanente desde el 5 de junio a eso de la 20.30, cuando, según el relato de la madre, dos hombres que no conocía se presentaron en su casa para decirle que sabían que algo malo le había pasado a su hija y que los Sena eran responsables. Cecilia se había ido cuatro días antes con su pareja, César Sena, para embarcarse en un supuesto viaje a Ushuaia que nunca ocurrió.
La advertencia de estos hombres misteriosos –Gloria dice que uno se presentó como suboficial Toledo, pero que jamás volvió a saber de él– fue el inicio de un calvario de llamadas a Cecilia, que nunca le contestó, y a César, que le mintió diciéndole que su hija se había ido a Buenos Aires.
La denuncia que Gloria hizo al día siguiente disparó una secuencia judicial que, al momento, tiene como principales implicados a César y a sus padres, Emerenciano Sena y Marcela Acuña, sospechados de, al menos, ocultar el cuerpo y esconder pruebas, aunque hay quienes le atribuyen a Acuña una responsabilidad mayor. Los tres están detenidos, al igual que varios de sus empleados.
Emerenciano Sena es el piquetero más poderoso de la provincia. Junto a su mujer, lidera una organización social bautizada con su nombre. Su influencia creció de manera notable con la llegada de Capitanich al gobierno provincial, en 2007. El matrimonio Sena-Acuña figuraba en una boleta colectora del gobernador para las elecciones primarias que se celebraron el domingo pasado en Chaco. Él iba a competir para legislador provincial y ella, para intendenta de Resistencia, pero la lista fue dada de baja cuando el escándalo explotó. Esto no alcanzó para impedir que Capitanich perdiera las elecciones.
Además de los encarcelamientos para el clan Sena, la denuncia de Gloria generó una serie de rastrillajes para tratar de encontrar el cuerpo de Cecilia, que sigue sin aparecer.
Hasta ayer no había otro rastro que una valija con rueditas y ropa quemada. También encontraron anillos y cadenitas. La evidencia es analizada para determinar si pertenecían a Cecilia. Fuentes cercanas a la familia afirman que sí. El martes, sin embargo, la causa dio un vuelco ante la aparición de huesos triturados y un dije con forma de cruz en un rastrillaje policial en el río Tragadero. El dije también sería de Cecilia.
“Lo llevaba puesto el día que se fue y no se lo sacaba ni para bañarse”, señala Mercedes sobre el dije apenas escucha la noticia en la televisión de la casa humilde que compartía con Cecilia y César. Había sido un regalo de su hermana Ángela.
Mercedes fue la última de la familia que la vio con vida. La despedida fue el jueves 1º de junio a las 23, cuando César la pasó a buscar en su camioneta Toyota Hilux. “Abrazame fuerte y dame muchos besos”, relata Mercedes que le dijo Cecilia. El supuesto viaje que encaraba a Tierra del Fuego la inquietaba.
En esos días, sigue Mercedes, su sobrina estaba temerosa por el vuelo en avión. “Se va a caer y me voy a morir triturada”, le expresó Cecilia. “Tenía una premonición sobre su propia muerte”, remata la tía abuela.
La casa que Mercedes compartía con Cecilia y César queda luego de una larga avenida en la que se cruzan caballos y motos de baja cilindrada. Son unos pocos kilómetros, pero un universo de distancia de la céntrica plaza 25 de Mayo, con equipamiento urbano que compite con el de cualquier plaza porteña.
En el barrio de Mercedes, llamado 500 Viviendas, hay pavimento y carteles agradeciéndole a Coqui, como todos, amigos y enemigos, llaman aquí a Capitanich. Las casas son humildes, pero de material. La de Mercedes es fácil de ubicar: tiene una camioneta de Gendarmería custodiando la entrada, un desfile de periodistas y una jauría de seis perros, la debilidad de Cecilia.
Según Mercedes, la pareja se instaló en su vivienda porque la madre de César no aceptó a Cecilia como nuera. “Quería que fuera piquetera y usara una remera del Che Guevara”, dice. Imposibilitado de acceder a los beneficios de su clan familiar, César se mudó con Cecilia a un pequeño cuarto al fondo de la casa de Mercedes, con pintura azul descascarada y un baño minúsculo, que se conserva tal cual lo dejaron el 1º de junio.
En una repisa hay una colección de los libros que leía Cecilia. Muchos de ellos sobre empoderamiento femenino, como Decididas, de María Florencia Freijo, y Recupera tu poder, de Rut Nieve. En otro estante están los apuntes con los que César estudiaba para maestro mayor de obras y algunas muestras de la relación en apariencia amable y carente de conflictos que, según su tía y su madre, mantenía la pareja. Allí descansan un ramo de flores falsas, un globo con forma de corazón y una nota amorosa de César a Cecilia. “Vamos por más aventuras”, escribió. El único elemento discordante era el arma que él dejaba sobre su mesa de luz.
A Mercedes, César le generó algunas sospechas, pero nada grave. Le creyó cuando le dijo que era arquitecto y que tenía 27 años, apenas lo presentó Cecilia, después de haberlo conocido en diciembre de 2021 a través de Tinder, donde también mentía sobre su edad y ocupación. A los pocos meses, en agosto de 2022, se casaron por civil, sin la presencia de los padres del novio. Al tiempo iniciaron el trámite de divorcio por motivos que no terminan de quedar claros.
Cuando Mercedes repasa las actitudes de César, identifica comportamientos aniñados. Cada tanto dejaba de bañarse, por ejemplo, y Cecilia lo amenazaba: “Si no te bañás, te voy a mandar a dormir con los perros”. El planteo no llegaba a una discusión: Cecilia tenía demasiado buen carácter como para entrar en conflicto. “Se la pasaba con los auriculares, bailando por la casa”, indica Mercedes. A quien no quiere ni un poco es a Acuña, la madre de César. “Cecilia le hizo una torta para su cumpleaños, le debería haber puesto cianuro”, señala.
El vínculo de Cecilia con los suegros es uno de los focos de los investigadores. Se sabe que la joven fue empleada del centro de salud de Emerenciano y que colaboró en las redes sociales de los Sena para la campaña. En enero de 2023, comenzó a manejar junto a César el bar El Gato Negro, cuyo alquiler pagaba el clan piquetero. Gloria, la madre, también deposita su inquina en Acuña y recuerda a César como un novio posesivo, pero no violento. Le chequeaba el WhatsApp a su hija. Sin embargo, un amigo aportó en los últimos días un chat en el que ella relataba un episodio violento de mayo pasado. “El duelo voy a empezar cuando los culpables estén condenados. Recién ahí voy a llorar”, afirma a horas de que encontraran en un río restos que podrían ser de su hija.

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