Massa, entre la generación diezmada y el modelo Formosa
Luciana Vázquez
Ahora que Sergio Massa quedó consagrado como el candidato del kirchnerismo, la operación electoral en marcha apunta a limarle defectos y sumarle virtudes. Una tarea para equilibristas: la Operación Massa está obligada a seducir a quienes le reclaman por izquierda sin descuidar a quienes no le creen por derecha. Ayer, Cristina Kirchner puso manos a la obra. Mientras la vicepresidenta intenta autodisciplinarse y hacer a un costado sus preferencias personales, le da a Massa una mano en lo simbólico y, al mismo tiempo, le pone límites en lo real. Militar es tragar sapos, incluso para Cristina Kirchner.
La líder del kirchnerismo acaba de dejar claro que su candidato presidencial era Eduardo “Wado” de Pedro: “Era nuestro candidato propio si hubiera habido PASO”, precisó sin vueltas en el acto en Aeroparque. Allí, consoló a Wado como si fuera un niño. “No te preocupes. No te preocupes. No te preocupes”, repitió tres veces, para aventar el rechazo que el presidente Alberto Fernández siente con relación a de Pedro. Esa resistencia presidencial impidió que de Pedro fuera el nombre del consenso kirchnerista. Tuvo que ser Massa.
Al fin se entendió el silencio que mantuvo la vicepresidenta en Twitter. La fórmula la dio a conocer la cuenta de Unión por la Patria y no Cristina Kirchner: en 2019, Alberto Fernández fue su decisión, que ahora le pesa. Massa es la decisión del Presidente, los gobernadores y ella misma, pero, en su caso, por fuerza del contexto, la necesidad. En las palabras de Cristina Kirchner de ayer hubo datos concretos del modo en que Massa llegó a quedarse con la fórmula. Nada muy épico.
El Massa presidenciable es un péndulo de sentidos, que va de un extremo al otro. desde el Massa con piel de Wado, en la faceta sensible a los derechos humanos que Cristina Kirchner le permitió inaugurar el acto en Aeroparque, hasta el Massa “promercado”, con el que el ministro de Economía confunde hace años. ¿Qué quiere decir “promercado” cuando se predica junto a Massa? Todo un tema.
El “modelo Formosa” que volvió a triunfar en las elecciones del domingo es uno de los termómetros que hacen dudar del tenor capitalista de Massa. Insfrán marca el ancho de banda para entender dónde quiere ubicarse Massa a la hora de representar una concepción capitalista moderna.
Entre el “modelo Formosa” y la generación diezmada, Massa busca retener a propios y, en una de esas, llevar agua de centro para su molino. En un extremo del kirchnerismo duro y explícito está de Pedro: el delfín de Cristina Kirchner felicitó al gobernador formoseño sin reparos. “Enorme compañero y gran gobernador”, tuiteó. “Garantía de continuidad del modelo formoseño”, subrayó, nada menos. Lo de Massa le siguió de cerca, aunque menos enfático. Felicitó al gobernador: “Por el enorme apoyo de tu provincia y tu elección como gobernador. Trabajemos juntos por lo que falta”, le propuso en Twitter.
Va a tener mucho trabajo Massa en ese sentido. después de 28 años seguidos en el poder, en el “modelo Formosa” el 38% de los hogares no tiene piso de material, el 58% no tiene cloacas y el 97% no tiene gas de red. Los datos los aporta un estudio de Idesa, basado en el Censo 2022.
“Promercado… regulado”
De un lado, la Operación Massa trata de subrayar un carácter caro al kirchnerismo más duro. Tarea difícil: la veta progresista resulta en Massa poco consistente y tardía. del otro lado, la nervadura promercado, el Massa que pretende lucir músculo capitalista, se choca con el espejo de su gestión, que refuerza al máximo los Precios Cuidados para contener artificialmente la inflación, sin éxito, y aumenta la discrecionalidad del Estado en el manejo de la macroeconomía y de la microeconomía empresaria. Más que “promercado”, “promercado regulado”: es la suspicacia que se instala.
Por izquierda, a Massa le es esquiva un aura que lo hermane con las luchas que enamoran al votante duro del kirchnerismo. Su militancia de origen, la Ucedé, un pragmatismo sin poesía y una ambición individual como norte de sus jugadas políticas lo alejan de la romantización de lo colectivo que gusta al kirchnerismo. Por eso la Operación Massa que arrancó ayer. Mientras Néstor Kirchner inauguró su inscripción en una saga histórica de resistencia a la dictadura que le fue ajena con la bajada de un cuadro en la ESMA, Massa cuenta ahora con la ayuda de Cristina Kirchner y del “hijo de la generación diezmada”, de Pedro, para hacerse unr in con cito en esa lucha, aunque llegue muy tarde.
La vicepresidenta estuvo dispuesta a atribuirle a Massa personalmente, no al Gobierno ni al Estado argentino, el rescate de una pieza histórica clave en la memoria histórica de los estragos de la dictadura, el avión Skyvan PA-51 que se usó en los vuelos de la muerte. “El ministro de Economía, @SergioMassa, quien llevó adelante las gestiones internacionales que lo hicieron posible”, tuiteó.
Al mismo tiempo que le habilitó semejante escenario, Cristina Kirchner le marcó la cancha al candidato Massa en tres sentidos. Primero, porque limitó el aporte de Massa en la gesta de la recuperación del avión: una idea de Carlos Zannini originó la movida.
Segundo, porque las palabras que faltaron para explicitar un vínculo profundo de Massa con los derechos humanos, porque no lo hay, sobraron para señalar el vínculo de de Pedro. Cristina Kirchner reforzó su carácter de “hijo de la generación diezmada”: “No viene de la política partidaria. viene de la tragedia de la Argentina”, dijo la vicepresidenta. Massa hizo esfuerzos para hacerse un lugar en esa narrativa. Pero solo pudo apelar al pedigree de su esposa, Malena Galmarini, “su historia personal y familiar” y las lágrimas que la cámara mostró. Su suegro, Fernando Galmarini, tuvo militancia en los convulsionados años 70.
Por último, porque Cristina Kirchner elogió la entrega militante en Agustín Rossi, en daniel Scioli y también de Pedro, “de los poquísimos” que ponen lo colectivo sobre la ambición individual, pero no incluyó en ese listado a Massa.
Por derecha, una lectura se abre camino con más fuerza después del fin de semana. Que con el candidato Massa crece la ilusión de un kirchnerismo –o un peronismo– capitalista. Esa esperanza retoma una expectativa que Massa viene cocinando desde hace años, y que se mantiene en cierto sector de la alta burguesía empresaria argentina. El Massa garante de la ilusión capitalista.
A la “musculatura” con la que ilusionó Juan Manzur en su llegada al gobierno magro de Alberto Fernández, ahora le sigue el carácter “promercado” de Sergio Massa. Como a Manzur, se le elogian a Massa los vínculos con la embajada de Estados Unidos. También, su capacidad de diálogo con inversores de Wall Street. Su pragmatismo para manejar la economía. Pero con esas creencias llega el tsunami de reparos. Un ejercicio de toma y daca en el manejo de los resortes del Estado, con beneficios para capitalistas más amigos. El resultado, un perfil promercado que espanta a los propios y no convence a los ajenos.
Por eso, en el plano de lo real, Massa quedó condicionado. La vicepresidenta abre paraguas para el futuro con una lista de impronta kirchnerista dura para diputados y senadores. de ser presidente, Massa deberá negociar con legisladores de kirchnerismo indiscutido. Ahí manda Máximo Kirchner. Y en pleno acto en Aeroparque, Cristina Kirchner le dejó claro cuál es su teoría sobre la inflación y dónde Massa deberá presionar: la ganancia récord de los empresarios. Citó un paper del FMI recién publicado: “Europe’s inflation outlook depends on how corporate profits absorb wage gains”. No aclaró que las conclusiones del FMI se refieren a la inflación en Europa, no en la Argentina.
Casi sin quererlo, Cristina Kirchner mostró más abiertamente la carta de su desconfianza con relación a Massa. Contó, risueña, un rasgo personal de Massa: que ante cada acción política, plantea una apuesta: “Cada cosa que le digo me dice te apuesto esto, te apuesto lo otro, te apuesto un costillar”, dijo la vicepresidenta. Buscó encontrar el lado positivo: para ganar, hay que apostar, sostuvo. Pero antes se le había escapado una palabra para definir a Massa: “vos sos medio fullero che”, le dijo. “Fullero, el que hace trampas en el juego o astucias para engañar”, según la Real Academia Española. Massa empieza a pagar los costos de su victoria
El desafío de Massa es seducir a quienes le reclaman por izquierda, sin descuidar a quienes no le creen por derecha
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