Conflicto de pareja: cuando uno quiere casarse y el otro no
Es importante tener en algún momento de la relación una conversación sobre las expectativas de cada integrante
Mariana Israel | Ilustración Javier Joaquín
Si la otra persona está diciendo que no y explicando sus motivos, habrá que decidir si podemos lidiar con eso a futuro, sin convertirlo en un reproche constante”
Mariana Kersz
◗ Licenciada en Psicología
◗ Especialista en parejas de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana
◗ Especialista en terapia de pareja sistémica y contextual
◗ Conferencista y autora de Un viaje al placer (Urano, 2020) y Placer sin medidas (Urano, 2023)
Al momento de proyectarse a futuro, no siempre los miembros de una pareja quieren lo mismo. Ceder y hacer acuerdos es parte de la solución, si el plan es seguir juntos.
El casamiento suele ser un punto de conflicto en estos tiempos. Ya no aparece como un mandato social y, por lo tanto, las parejas son más libres para decidir si quieren dar el paso. El problema surge cuando uno lo desea y el otro no. “Son situaciones tensas en las cuales alguno de los dos termina cediendo”, afirma Mariana Kersz, psicóloga especialista en parejas. Una comunicación asertiva sobre los deseos y temores de cada uno, desde la empatía, va a ser crucial para poner las cartas sobre la mesa y tomar una determinación.
–¿Cuáles pueden ser las razones del “no me quiero casar”?
–A veces, es miedo al compromiso a largo plazo. El casamiento sigue muy teñido socialmente por el “se terminó tu vida”, esto es “para siempre” o “pasaste a tener un dueño o dueña”. Pero las cosas no son así. Podrán cambiar las prioridades, las responsabilidades, pero no vas a dejar de ser la persona que sos.
–¿Sigue existiendo un mandato social para casarse?
–Hace algunos años te diría que sí, pero ya no se ven esos casos. Las parejas en general optan por convivir primero y la decisión de casarse surge naturalmente.
–¿Qué sucede si uno quiere dar el paso, pero su pareja se niega?
–Recomendaría analizar la proyección de la pareja a futuro. ¿Cuán hablado está el tema? ¿Cómo es la respuesta del otro? Una cosa es que diga que en este momento no está para dar ese paso, pero que no lo descarta a futuro, y otra muy distinta es que haya tenido una experiencia previa negativa y no quiera volver a pasar por lo mismo. Si la otra persona está diciendo que no y explicando sus motivos, habrá que decidir si podemos lidiar con eso a futuro o no, sin convertirlo en un reproche constante. Querer imponer nuestra voluntad a toda costa puede dificultar mucho la relación. A veces, el otro accede no porque realmente quiera, sino por presión. Pero, ¿hasta cuándo se va a sostener el vínculo si no es un deseo genuino?
–Del otro lado, ¿cómo responder al “o nos casamos o nos separamos”?
–Lo ideal es buscar puntos intermedios de acuerdo: “Quizás este año sea un no, pero podemos volver a hablarlo en seis meses para ver dónde estamos, cómo estamos”. Quien decide no casarse pero tiene interés en continuar, también tendrá que ceder. Un primer paso puede ser la convivencia. Tampoco es positivo que la decisión termine siendo: “Nos casamos para que dejes de insistir con este tema”.
–¿Cuándo considerar la posibilidad de separarse?
–Cuando los planes de vida son tan diferentes que es imposible conciliarlos y no hay chances de llegar a un acuerdo, entonces tendrán que tomar una decisión que contemple los proyectos individuales de ambos. Hay que ver cuánto y qué tolera cada uno. La ruptura es difícil, claro, porque es la caída de una ilusión y duele. Pero peor es sostener un proyecto inexistente “en nombre del amor”. A veces, el amor romántico, ese amor “Disney” para toda la vida, puede contaminar las relaciones. Pensamos que el amor tiene que ser suficiente y poder con todo, y no siempre es así. Tal vez necesitamos más compromiso, más diálogo y llegar a puntos de acuerdo.
–¿Cómo y cuándo hablar con una pareja sobre las expectativas personales en torno del matrimonio?
–Lo ideal no es saturar al otro de información desde el primer día, pero en cuanto empezamos a percibir lo que nos pasa, lo que creemos necesitar, es positivo comunicarlo. Por ejemplo, si ya sabemos que no queremos casarnos nunca, es importante compartirlo con la otra persona y evaluar si le estamos haciendo un bien. Darle opciones al otro para que nos elija conscientemente, con todas las cartas sobre la mesa. Nuestra pareja no tendría que estar adivinando nuestras expectativas del futuro.
–¿Cómo puede ayudar la terapia de parejas?
–Los terapeutas oficiamos como un tercer ojo alejado de las individualidades. Intentamos ayudar para que logren esos puntos de acuerdo, que no siempre son alcanzables, pero les enseñamos a escucharse activamente y a aprender a resolver los conflictos. El terapeuta funciona como un árbitro ante las aguas divididas de la pareja.
–¿Cómo se aborda este dilema en terapia?
–Lo primero que se analiza es cómo se comunica la pareja y su manera histórica de relacionarse. Algunos llegan al borde de la separación, entonces indago en cómo fue el proceso, cómo nació la necesidad de un miembro de la pareja de cambiar las cosas, qué lo llevó a querer casarse o convivir y cómo lo comunicó. Es muy importante cómo comunicamos nuestras necesidades y deseos, y cómo los recibimos. Algunas parejas son explosivas y se dicen todo, pero de manera agresiva. Otras, esconden bajo la alfombra los conflictos. El modo particular de comunicación y diálogo en torno del tema va a ser crucial para arribar a una solución.
–¿Cómo atravesar esta situación si la intención es seguir juntos?
–Para poder llegar a acuerdos, primero es clave el diálogo. Una comunicación asertiva, desde la empatía, con responsabilidad y respeto, a partir del entendimiento de la historia de cada uno, del contexto sociocultural, del camino recorrido, la religión y, también, las creencias irracionales como “no me caso porque pierdo mi libertad”, “me da miedo casarme porque a fulanito le fue mal”, “casarme me da seguridad de que vas a estar conmigo toda la vida”. Hay que escucharse, y escuchar las fantasías y temores del otro en torno del tema. Poner todo sobre la mesa y no tomar decisiones intempestivas. Tampoco hay que dejarse llevar por opiniones ajenas; la pareja es de a dos.
Si la otra persona está diciendo que no y explicando sus motivos, habrá que decidir si podemos lidiar con eso a futuro, sin convertirlo en un reproche constante”
Mariana Kersz
◗ Licenciada en Psicología
◗ Especialista en parejas de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana
◗ Especialista en terapia de pareja sistémica y contextual
◗ Conferencista y autora de Un viaje al placer (Urano, 2020) y Placer sin medidas (Urano, 2023)
Al momento de proyectarse a futuro, no siempre los miembros de una pareja quieren lo mismo. Ceder y hacer acuerdos es parte de la solución, si el plan es seguir juntos.
El casamiento suele ser un punto de conflicto en estos tiempos. Ya no aparece como un mandato social y, por lo tanto, las parejas son más libres para decidir si quieren dar el paso. El problema surge cuando uno lo desea y el otro no. “Son situaciones tensas en las cuales alguno de los dos termina cediendo”, afirma Mariana Kersz, psicóloga especialista en parejas. Una comunicación asertiva sobre los deseos y temores de cada uno, desde la empatía, va a ser crucial para poner las cartas sobre la mesa y tomar una determinación.
–¿Cuáles pueden ser las razones del “no me quiero casar”?
–A veces, es miedo al compromiso a largo plazo. El casamiento sigue muy teñido socialmente por el “se terminó tu vida”, esto es “para siempre” o “pasaste a tener un dueño o dueña”. Pero las cosas no son así. Podrán cambiar las prioridades, las responsabilidades, pero no vas a dejar de ser la persona que sos.
–¿Sigue existiendo un mandato social para casarse?
–Hace algunos años te diría que sí, pero ya no se ven esos casos. Las parejas en general optan por convivir primero y la decisión de casarse surge naturalmente.
–¿Qué sucede si uno quiere dar el paso, pero su pareja se niega?
–Recomendaría analizar la proyección de la pareja a futuro. ¿Cuán hablado está el tema? ¿Cómo es la respuesta del otro? Una cosa es que diga que en este momento no está para dar ese paso, pero que no lo descarta a futuro, y otra muy distinta es que haya tenido una experiencia previa negativa y no quiera volver a pasar por lo mismo. Si la otra persona está diciendo que no y explicando sus motivos, habrá que decidir si podemos lidiar con eso a futuro o no, sin convertirlo en un reproche constante. Querer imponer nuestra voluntad a toda costa puede dificultar mucho la relación. A veces, el otro accede no porque realmente quiera, sino por presión. Pero, ¿hasta cuándo se va a sostener el vínculo si no es un deseo genuino?
–Del otro lado, ¿cómo responder al “o nos casamos o nos separamos”?
–Lo ideal es buscar puntos intermedios de acuerdo: “Quizás este año sea un no, pero podemos volver a hablarlo en seis meses para ver dónde estamos, cómo estamos”. Quien decide no casarse pero tiene interés en continuar, también tendrá que ceder. Un primer paso puede ser la convivencia. Tampoco es positivo que la decisión termine siendo: “Nos casamos para que dejes de insistir con este tema”.
–¿Cuándo considerar la posibilidad de separarse?
–Cuando los planes de vida son tan diferentes que es imposible conciliarlos y no hay chances de llegar a un acuerdo, entonces tendrán que tomar una decisión que contemple los proyectos individuales de ambos. Hay que ver cuánto y qué tolera cada uno. La ruptura es difícil, claro, porque es la caída de una ilusión y duele. Pero peor es sostener un proyecto inexistente “en nombre del amor”. A veces, el amor romántico, ese amor “Disney” para toda la vida, puede contaminar las relaciones. Pensamos que el amor tiene que ser suficiente y poder con todo, y no siempre es así. Tal vez necesitamos más compromiso, más diálogo y llegar a puntos de acuerdo.
–¿Cómo y cuándo hablar con una pareja sobre las expectativas personales en torno del matrimonio?
–Lo ideal no es saturar al otro de información desde el primer día, pero en cuanto empezamos a percibir lo que nos pasa, lo que creemos necesitar, es positivo comunicarlo. Por ejemplo, si ya sabemos que no queremos casarnos nunca, es importante compartirlo con la otra persona y evaluar si le estamos haciendo un bien. Darle opciones al otro para que nos elija conscientemente, con todas las cartas sobre la mesa. Nuestra pareja no tendría que estar adivinando nuestras expectativas del futuro.
–¿Cómo puede ayudar la terapia de parejas?
–Los terapeutas oficiamos como un tercer ojo alejado de las individualidades. Intentamos ayudar para que logren esos puntos de acuerdo, que no siempre son alcanzables, pero les enseñamos a escucharse activamente y a aprender a resolver los conflictos. El terapeuta funciona como un árbitro ante las aguas divididas de la pareja.
–¿Cómo se aborda este dilema en terapia?
–Lo primero que se analiza es cómo se comunica la pareja y su manera histórica de relacionarse. Algunos llegan al borde de la separación, entonces indago en cómo fue el proceso, cómo nació la necesidad de un miembro de la pareja de cambiar las cosas, qué lo llevó a querer casarse o convivir y cómo lo comunicó. Es muy importante cómo comunicamos nuestras necesidades y deseos, y cómo los recibimos. Algunas parejas son explosivas y se dicen todo, pero de manera agresiva. Otras, esconden bajo la alfombra los conflictos. El modo particular de comunicación y diálogo en torno del tema va a ser crucial para arribar a una solución.
–¿Cómo atravesar esta situación si la intención es seguir juntos?
–Para poder llegar a acuerdos, primero es clave el diálogo. Una comunicación asertiva, desde la empatía, con responsabilidad y respeto, a partir del entendimiento de la historia de cada uno, del contexto sociocultural, del camino recorrido, la religión y, también, las creencias irracionales como “no me caso porque pierdo mi libertad”, “me da miedo casarme porque a fulanito le fue mal”, “casarme me da seguridad de que vas a estar conmigo toda la vida”. Hay que escucharse, y escuchar las fantasías y temores del otro en torno del tema. Poner todo sobre la mesa y no tomar decisiones intempestivas. Tampoco hay que dejarse llevar por opiniones ajenas; la pareja es de a dos.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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