La frantumaglia, de Elena Ferrante
Una autora secreta, en clave personal
El misterio en torno a la identidad de los autores que deciden no darse a conocer o que optan por adoptar un seudónimo para resguardarse ha conducido inexorablemente a la voraz vehemencia del periodismo por tratar de descubrir quién se encuentra detrás de estos enigmas.
En el caso de la italiana Elena Ferrante, autora de la celebrada tetralogía Dos amigas, fue gracias a La frantumaglia. Un viaje por la escritura que el periodista italiano Claudio Gatti obtuvo la información que le permitió reunir los datos para deducir, a través de las cuentas bancarias de una editorial y de operaciones inmobiliarias realizadas por Ferrante, que detrás del seudónimo se ocultaría la traductora Anita Raja, esposa del escritor Domenico Starnone. Terrible paradoja, ya que en La frantumaglia la autora hace esfuerzos denodados por justificar y defender a capa y espada lo que ella considera que no es anonimato, puesto que sus libros están firmados, sino solo ausencia.
Al comienzo del libro, los editores de Ferrante explican que La frantumaglia se gestó con la finalidad de satisfacer la enorme curiosidad del público. Para lograrlo, han recopilado, con el expreso consentimiento de la autora, todas las entrevistas que ha brindado a los medios a través de correo electrónico y han transcripto los mails que la autora ha intercambiado con ellos a lo largo de veinte años. Además, han titulado el libro con aquella palabra que explica la fuente de donde la autora extrae el material para construir sus personajes y sus historias. Explica Elena Ferrante: "Mi madre me ha dejado un término en su dialecto que usaba para decir cómo se sentía cuando era arrastrada en direcciones opuestas por impresiones contradictorias que la herían.Frantumaglia era la palabra para un malestar que se refería a una multitud de cosas heterogéneas en la cabeza, detritos en el agua limosa del cerebro. La frantumaglia [?] era el origen de todos los sufrimientos no atribuibles a una única razón evidente".
En las entrevistas, no hay una sola en la que los periodistas no aborden el tema de la identidad. Ferrante, como respuesta, esgrime que en un comienzo se trató de mera timidez, pero que a partir del éxito de sus textos decidió que estos debían hablar por sí mismos y no contaminarse con la presencia del autor. Hace alusión a su deseo frenético de intangibilidad, y critica a los medios y a las editoriales por su afán de pretender que el autor se convierta en una mercancía, al igual que sus libros. Incluso arremete contra aquellos libros mediocres o malos de autores que por tener fama mediática merecen mayor atención que los libros de calidad de aquellos que no la tienen. Conclusión: ella no está en venta.
Zanjada la cuestión de la identidad, La frantumaglia ofrece un recorrido por su proceso creativo. Como todas sus respuestas son escritas, Ferrante se explaya en cada una de ellas para brindar minuciosas explicaciones de cómo ha construido toda su obra -las tres novelas reunidas en Crónicas del desamor, más la saga Dos amigas-, concentrándose en la caracterización de cada uno de sus personajes y explicando sus decisiones respecto del proceder de cada una de las mujeres que construye. Adopta una firme postura ante lo que ella considera que es la ficción literaria: urdir mentiras que digan siempre la verdad, a diferencia de la vida: en la vida es imprescindible mentir para sobrevivir, mientras que en la ficción literaria hay que ser sinceros hasta lo insostenible. Y lo ilustra incluyendo extensas y muy interesantes escenas que recortó de sus libros por considerar que no respondían a esta premisa.
La frantumaglia fue concebido como "un libro para acompañar sus libros" y, precisamente por eso, esta travesía por su escritura poco sentido va a tener para aquellos que no han leído su obra, ya que las precisiones que ofrece sobre el proceso creativo están ligadas casi exclusivamente a todas sus novelas. Novelas que una vez concluido este volumen salen fortalecidas, porque cada una de sus apreciaciones no hace más que agrandarlas no solo por la información extra que proporciona, sino también por el enorme respeto que la autora tiene por sus lectores, que la lleva a brindarles una intimidad sobre su escritura mucho más enriquecedora que cualquier dato sobre su identidad. "Solo en la escritura el lector debe encontrar al escritor", postula Ferrante y en La frantumaglia lo demuestra.
La frantumaglia
Por Elena Ferrante
Lumen. Trad.: Celia Filipetto. 444 páginas$ 399
M. J. R. M.
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