Microcréditos: crece el número de emprendedores, pero aún es pequeño
Josimar García Tapia, en su bicicletería del barrio Los Piletones C
En la Argentina hay 81.000 beneficiarios y la mayoría son mujeres de barrios vulnerables; sin embargo, quedan 4.000.000 de posibles prestatarios excluidos del sistema financiero
En el barrio de Virreyes, en San Fernando, Ramona Cabrera, de 56 años, se convirtió en una emprendedora que deleita a sus vecinos con empanadas y porciones de locro. Hace una década, tomó un crédito de 1000 pesos en Nuestras Huellas -una asociación civil que acompaña a mujeres emprendedoras- y hoy su familia entera se mantiene con su proyecto.
Actualmente existen en la Argentina 81.000 prestatarios activos de microcréditos, más del doble que hace diez años. Los datos se desprenden del último informe realizado por la Red Argentina de Instituciones de Microcrédito (Radim) junto a Foncap, empresa privada con participación estatal del Ministerio de Finanzas de la Nación dedicada a lograr la inclusión financiera.
Sin embargo, desde ambas organizaciones afirman que el alcance todavía es pequeño. De hecho, sostienen que hay en el país 4.000.000 de microempresarios excluidos financieramente.
Según los especialistas, para llegar a quienes más lo necesitan se requiere generar una cultura que impulse las microfinanzas y una mayor articulación entre actores claves (desde el Estado hasta organizaciones de la sociedad civil).
"El motivo por el que hay tantas personas excluidas del sistema financiero es una combinación compleja de diversas causas. Podemos resaltar la falta de avales crediticios de las personas y el poco interés histórico de los bancos por atender a los microempresarios", explica el gerente general de Foncap, Federico Wainhaus.
En esta misma línea, Julián Costábile, coordinador general de la Comisión Nacional de Microcréditos (Conami) del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, destaca que tenemos un contexto económico y productivo diferente al de los países vecinos donde el modelo está más desarrollado. Por este motivo, "no se puede aplicar el mismo modelo para la inclusión financiera".
Wainhaus enumera otras trabas que hacen que no hayan crecido al mismo ritmo que en otros países de América Latina. "La Argentina cuenta con muy bajo nivel de educación y cultura financiera en la población. Por otro lado, se nota una falta de profesionalización en el sector", afirma. "Por último -agrega-, las personas necesitan contar con información más confiable para tomar decisiones".
Ganas de crecer
La mayoría de los usuarios de los microcréditos son personas de bajos recursos que hacen changas, tienen emprendimientos informales y no cumplen con los requisitos para poder acceder a los bancos tradicionales. Para ellos, esta modalidad de préstamo es la única forma en la que pueden tener una pequeña inyección de capital.
Esta situación de desigualdad es la que detectó, en 1974, el ganador del Premio Nobel Muhammad Yunus, quien tuvo la idea de combatir la pobreza en su Bangladesh natal a través de pequeños préstamos a mujeres de bajos recursos para que pudieran desarrollar sus proyectos y mejorar su calidad de vida. Así fue como fundó la organización Grameen, cuyo modelo fue replicado en todo el mundo.
En nuestro país, los microcréditos tuvieron un boom en 2000 y hoy son varias las organizaciones que siguen trabajando en esta línea. "Las instituciones de microfinanzas basan su evaluación en otros aspectos no formales de la persona y de su reputación para evaluar su riesgo. Además, luego de otorgarle un préstamo, acompañan al prestatario durante la utilización del dinero en su emprendimiento", explica Wainhaus.
Ramona Cabrera vende empanadas y otras comidas caseras
Costábile también pone el foco en la importancia del rol que cumplen las ONG en llevar adelante la inclusión financiera. "El microcrédito no es solo dar plata. Es importante brindar acompañamiento y capacitación", resalta.
En la Argentina existen 56 organizaciones dedicadas a esta tarea y casi todas reciben algún tipo de ayuda del Estado, como financiamiento, subsidios, asistencia y capacitación. La devolución de los préstamos permite sostener los fondos y que más emprendedores accedan al beneficio.
Inicialmente, los montos de dinero entregados oscilan entre los 8000 y 30.000 pesos. El tope máximo que fija la ley de promoción del microcrédito para el desarrollo de la economía social 26.117 es de 12 salarios mínimos ($114.000).
En el mundo, más del 70% de los tomadores de microcréditos son mujeres, y lo mismo sucede en la Argentina. Nicolás Xanthopoulos, coordinador general de Sumatoria (una plataforma de crowdfunding que conecta microemprendedores que necesitan capital para desarrollar su emprendimiento), explica que en este contexto millones de mujeres en todo el mundo encuentran en pequeñas unidades productivas, comerciales o de servicios (que en la mayoría de los casos se ejercen desde sus hogares) una herramienta necesaria para complementar tareas domésticas.
"Esta discriminación positiva está respaldada por una cantidad de estudios que demuestran que es más beneficioso prestarle dinero a una mujer, ya que el hombre generalmente suele utilizar sus ingresos de forma más egoísta, mientas que la mujer suele hacerlo pensando más en sus familias, sus hijos y su entorno, destinando los ingresos a bienes y servicios indispensables como alimentación y educación, entre otros", argumenta Xanthopoulos. Y agrega: "De esta forma, el empoderamiento femenino genera un efecto cascada que impacta económica y socialmente de forma positiva en la familia, en la comunidad y la economía en su conjunto".
Un premio para ideas con impacto
Hasta el 7 de julio, microemprendedores, organizaciones sociales que trabajan con microfinanzas y jóvenes de entre 18 y 29 años que desarrollan soluciones a problemas sociales podrán inscribirse al premio Propulsar, una iniciativa de Citi Argentina, Fundación Avina Argentina y Fundación La Nación. Inscripciones ingresando enwww.propulsar.com.ar.
Dónde buscar apoyo y asesoramiento
1 Radim
Promueve la articulación entre las instituciones de microfinanzas y su participación mediante propuestas al Estado y a la sociedad civil www.reddemicrocredito.org
2 Foncap
Da apoyo financiero, servicios de fortalecimiento organizacional e impulsa la innovación de las instituciones de microfinanzas www.foncap.com.ar
3 Avanzar
Impulsa el desarrollo de los sectores vulnerables facilitándoles el acceso a microcréditos y capacitaciones gratuitas y abiertas al público www.avanzar.org.ar
4 Mujeres 2000
Trabajan en barrios vulnerables de la zona norte del Gran Buenos Aires, impulsando iniciativas de mujeres, jóvenes y familias www.mujeres2000.org.ar
5 Sumatoria
Es un sitio de crowdfunding que conecta a microemprendedores con quienes quieran darles una oportunidad con un aporte reembolsable www.sumatoria.org
Josimar García Tapia: "Mi negocio avanzó y tengo clientes en toda la Capital Federal"
Josimar García Tapia, en su bicicletería del barrio Los Piletones
Es dueño de una bicicletería en Los Piletones y la mayoría de las ventas las hace por Internet; los préstamos le permitieron invertir en infraestructura
La Bicicletería Janer nació hace 10 años, y de la mano de microcréditos fue creciendo cada vez más. El negocio pasó los límites del barrio Los Piletones y Josimar García Tapia, su fundador, reparte sus bicicletas por toda la Capital Federal. Actualmente, realiza arreglos, venta directa y comercio de partes. Uno de los pilares de su emprendimiento es la venta por Internet.
Josimar, de 31 años, vive a diez cuadras de su negocio, con su pareja y sus dos hijos. Tiene su propio local, donde trabaja de lunes a sábados. Él atiende a los clientes y se encarga de los repartos.
"En 2010, un conocido me sugirió que me conectara con la organización Avanzar para tomar un crédito. Cuando saqué el primero, no tenía mucho conocimiento sobre los préstamos, pero siempre me arriesgué a todo", confiesa el bicicletero. "Luego, fui sacando dos créditos por año para invertir en infraestructura, hacer arreglos o mantener el auto que uso para hacer las entregas", recuerda.
Cuando Avanzar lanzó un curso de venta por Internet, Josimar se anotó. Eso lo ayudó a que su emprendimiento creciera por fuera del barrio. Hoy, hace publicidad en redes sociales para conseguir nuevos clientes y las ventas las concreta con el celular. "Tengo un negocio en un barrio al que la mayoría de los clientes no quieren entrar. Por eso la venta por Internet me ayudó bastante: no hace falta que vengan hasta acá, ya que la entrega la hago yo con mi auto", explica.
Como la mayoría de los compradores querían utilizar tarjetas de crédito, Josimar tuvo que buscar alternativas. Actualmente, cuenta con Mercadopago en su celular y así garantiza las ventas.
Un impulso fundamental
Lo que más vende son bicicletas nuevas, pero también otras que él mismo fabrica de cero. A partir del diseño de la "tricibike", una bici con tres ruedas pensada especialmente para chicos con movilidad reducida, Josimar fue reconocido, en 2016, como microemprendedor del año en los premios Propulsar (organizados por banco Citi, Fundación Avina y Fundación La Nación).
"Me dieron dinero para que pudiera seguir desarrollando el emprendimiento. Además, parte del premio consistía en un viaje a México, donde me capacité en microfinanzas", cuenta orgulloso.
Entre las dificultades que debió afrontar, resalta: "Tuve que meterme en un mundo que desconocía. Pasé del monotributo a ser responsable inscripto. Eso requirió mucho más compromiso, y también más gasto". Y aunque no es fácil, se tiene fe: "Estoy apretado, pero voy a salir adelante. Desde que saqué el primer crédito todo fue muy bien. Ellos me apoyaron y me orientan mucho"
.Ramona Cabrera vende empanadas y otras comidas caseras
Le gustaba mucho cocinar y empezó haciendo empanadas; hoy vende 15 docenas por semana y tiene un servicio de catering junto a su familia
Ramona Cabrera confiesa que antes de conocer a Nuestras Huellas era "muy reacia a los créditos". "Temía deber y no poder pagar. No quería quedar mal con nadie. Cuando me surgió la posibilidad de emprender, me asesoré bien al respecto", relata la mujer, a quien le gustaba mucho cocinar y empezó haciendo empanadas.
Fui devolviendo en cuotas cada 15 días. Con ese dinero fui comprando mis herramientas de trabajo: una freidora, un horno grande y un freezer", cuenta.
Regularmente, vende en el barrio 15 docenas de empanadas por semana. Pero para las fechas patrias, como el 25 de Mayo, reparte 100 docenas y 200 porciones de locro.
"Yo no trabajaba porque mi marido me decía que podía bancarme. Hoy para mí es un placer generar mi propia plata. Me hace sentir viva", destaca. Actualmente, su esposo la acompaña mucho en el emprendimiento: "Me dice que es impresionante todo lo que generé con mi trabajo".
Asumir desafíos
En una oportunidad, una señora le preguntó a Ramona si le podía hacer el catering para la fiesta de 15 de su hija. Ella aceptó y, a partir de ese momento, asumió el nuevo desafío: "Una vez que la gente fue probando, me recomendaron en el barrio y así aumentó el trabajo".
Los ayudantes son sus cinco hijos, tres yernos y cinco nietos. En los eventos grandes en San Fernando, se distribuye las tareas con su familia: ella hace el relleno, las hijas arman el repulgue y otro hijo sale a vender. Cuando ofrecen catering, el marido es el parrillero y los hijos son los mozos.
"Yo creo que el emprendimiento viene creciendo solo. Cuando lo hacés bien y presentás buena mercadería, crece de boca en boca", enfatiza Ramona.
Ella forma parte del Banco Comunal El Ceibal, que comenzó hace nueve años. Allí, las socias reciben préstamos para invertir en sus emprendimientos y ahorran para luego otorgar ellas mismas créditos a sus vecinos y conocidos. La buena relación entre las integrantes del banco es una de las claves que explican su larga trayectoria.
Cada dos semanas, se reúnen para realizar la gestión del "banquito", como lo llaman sus integrantes. En esas oportunidades, los coordinadores de bancos comunales, miembros del equipo de Nuestras Huellas, las visitan.
Ramona sueña en grande. A futuro, le gustaría crear un comedor para los chicos de su barrio, ya que muchos solo reciben el almuerzo en el colegio y eso, según afirma, no la deja tranquila.
Le gustaba mucho cocinar y empezó haciendo empanadas; hoy vende 15 docenas por semana y tiene un servicio de catering junto a su familia
Ramona Cabrera confiesa que antes de conocer a Nuestras Huellas era "muy reacia a los créditos". "Temía deber y no poder pagar. No quería quedar mal con nadie. Cuando me surgió la posibilidad de emprender, me asesoré bien al respecto", relata la mujer, a quien le gustaba mucho cocinar y empezó haciendo empanadas.
Fui devolviendo en cuotas cada 15 días. Con ese dinero fui comprando mis herramientas de trabajo: una freidora, un horno grande y un freezer", cuenta.
Regularmente, vende en el barrio 15 docenas de empanadas por semana. Pero para las fechas patrias, como el 25 de Mayo, reparte 100 docenas y 200 porciones de locro.
"Yo no trabajaba porque mi marido me decía que podía bancarme. Hoy para mí es un placer generar mi propia plata. Me hace sentir viva", destaca. Actualmente, su esposo la acompaña mucho en el emprendimiento: "Me dice que es impresionante todo lo que generé con mi trabajo".
Asumir desafíos
En una oportunidad, una señora le preguntó a Ramona si le podía hacer el catering para la fiesta de 15 de su hija. Ella aceptó y, a partir de ese momento, asumió el nuevo desafío: "Una vez que la gente fue probando, me recomendaron en el barrio y así aumentó el trabajo".
Los ayudantes son sus cinco hijos, tres yernos y cinco nietos. En los eventos grandes en San Fernando, se distribuye las tareas con su familia: ella hace el relleno, las hijas arman el repulgue y otro hijo sale a vender. Cuando ofrecen catering, el marido es el parrillero y los hijos son los mozos.
"Yo creo que el emprendimiento viene creciendo solo. Cuando lo hacés bien y presentás buena mercadería, crece de boca en boca", enfatiza Ramona.
Ella forma parte del Banco Comunal El Ceibal, que comenzó hace nueve años. Allí, las socias reciben préstamos para invertir en sus emprendimientos y ahorran para luego otorgar ellas mismas créditos a sus vecinos y conocidos. La buena relación entre las integrantes del banco es una de las claves que explican su larga trayectoria.
Cada dos semanas, se reúnen para realizar la gestión del "banquito", como lo llaman sus integrantes. En esas oportunidades, los coordinadores de bancos comunales, miembros del equipo de Nuestras Huellas, las visitan.
Ramona sueña en grande. A futuro, le gustaría crear un comedor para los chicos de su barrio, ya que muchos solo reciben el almuerzo en el colegio y eso, según afirma, no la deja tranquila.
F. T.
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