miércoles, 31 de octubre de 2018
LA PÁGINA DEL MORDAZ,
LOS BURGUESES DE CALAIS
La ciudad de Calais, por ser la que más próxima se encuentra de la costa inglesa de Dover, es hoy día la vía de comunicación más importante entre Francia e Inglaterra, mediante los ferris y el túnel bajo el Canal de la Mancha. Sin embrago, si nos remontamos al siglo XIV el flujo de personas era unidireccional. Quienes venían en barco desde Dover no perseguían intenciones comerciales ni turísticas, llegaban a las costas de Francia con propósitos de invasión.
Para el rey Eduardo III de Inglaterra, el puerto de Calais era un sitio estratégico en esa parte del mar del Norte que se estrechaba a tal punto que con un buen catalejo, podían verse los blancos acantilados de la costa opuesta. Así comenzó la guerra de los 100 años que tuvo a la ciudad como epicentro. Contaba con imponentes murallas y las fuerzas de Eduardo III intentaron penetrarlas repetidas veces, pero no lo lograban. Finalmente, el rey decidió asediarla hasta que la población se entregara acuciada por el hambre.
Aquí comienza la historia de “Los Burgueses de Calais”. La gran mayoría de los turistas en viaje hacia Inglaterra, no suelen detenerse en esta ciudad, pero quien lo haga, forzosamente ingresará a la plaza central donde se encuentra la intendencia llamada por los franceses Hotel de Ville. En el medio del parque encontrará una curiosa escultura que se yergue sobre un modesto pedestal.
Los burgueses de Calais. Por Auguste Rodin.
La componen seis figuras humanas de tamaño natural, están juntos, pero no lo están. Cada uno divaga con la mirada perdida en diferentes direcciones, algunos con gesto de resolución, otros parecen apáticos o angustiados y no hay diferencias jerárquicas en el grupo. Dos de ellos se inclinan cabizbajos, otros tienen la cabeza erguida y hay quien se tapa el rostro con las manos ante la fatalidad del destino que les espera.
Detalle
Todos visten harapos y uno de ellos lleva las llaves de la ciudad. August Rodin fue el creador de esta obra fascinante y maravillosa que fue inaugurada a fines del siglo XIX y rompe con todos los moldes del clasicismo escultórico.
Detalle
Retrocedamos ahora al siglo XIV donde el Concejo de la ciudad y los vecinos pidieron pactar la rendición, porque la falta de alimentos se había vuelto insostenible. En respuesta, Eduardo III amenazó con arrasarla a menos que seis vecinos se humillen ante su presencia, vestidos de harapos, descalzos y con sogas de ahorcado al cuello.
El alcalde de la ciudad Jean de Vienne, mediante un bando, informó al pueblo, reunido en la plaza, de la decisión del monarca inglés. ¿Quiénes estarían dispuestos a sacrificar su vida para que se levantara el sitio? Eustache de Saint Pierre, hombre de edad avanzada y probablemente el más rico comerciante de Calais, se adelantó unos pasos y aceptó la dura oferta. Dirigiéndose al alcalde exclamó con voz firme y potente:
─Monsieur, sería una gran desgracia permitir que el pueblo muera de hambre y sed si podemos encontrar una alternativa. Estoy convencido de que cumpliría la voluntad de mi Dios si me ofreciera por estas personas y me entregara así como el primero en salir descalzo y con la cabeza descubierta, vestido en camisa y con una soga alrededor de mi cuello y me entregara a la voluntad del rey inglés.
En pocos instantes otros cinco le siguieron y, de acuerdo con las condiciones impuestas, se encaminaron hacia el campamento inglés y se postraron ante el rey que los contempló silencioso durante un tiempo que a los seis desdichados les debió parecer eterno.
Finalmente se paró y dio la orden de que los ahorcaran. Uno de los caballeros de la corte le suplicó al rey que los perdonara, alegando el argumento de que si así lo hacía sería visto como el noble gesto de un monarca benévolo y justo, mientras que si los condenaba, sería tildado como un hombre cruel que hacía ahorcar a seis nobles, quienes por su propia voluntad, mostraron coraje y grandeza al salvar a los habitantes de Calais.
La ira del rey aumentó ante la actitud del cortesano y le ordenó que se retirara de la sala. Entonces su esposa, Felipa de Henao, se le acercó llorando y suplicó:
─Mi buen señor, desde que crucé el mar con gran peligro para encontrarme con vos, nunca os he pedido un favor. Ahora os pido, como la más humilde de las ofrendas, por el Hijo y la Santa Madre y por vuestro amor a mí, respete la vida de estos seis hombres.
El rey la miró en silencio y desconcertado. Era muy difícil contradecir a la reina quien en ausencia de su esposo en varias oportunidades había actuado como regente, lo había acompañado en sus expediciones a Escocia, Francia y Flandes y además, por su espíritu bondadoso, era muy popular entre el pueblo.
Luego de una breve reflexión, Eduardo III respondió:
─Oh, Milady, deseo que estuvierais en algún otro lugar que no éste. Me habéis suplicado de tal forma que no puedo negarme: Os los entrego, haced con ellos lo que queráis.
Felipa ordenó que les retiraran las sogas y los llevó a sus aposentos, donde les ofreció ropajes y una cena. Luego los proveyó de dinero y los condujo fuera del campamento inglés y a la libertad.En 1884 la municipalidad de Calais retomó un proyecto que se había gestado varias décadas atrás: la creación del monumento como homenaje a Eustache de Saint Pierre y los ciudadanos ilustres. El encargo de ejecutar la obra recayó sobre Auguste Rodin, cuya reputación como el mejor escultor de Francia era incuestionable.
Los Burgueses de Calais fue una de las esculturas más queridas por Rodin, junto con El beso y El pensador. Durante varios años realizó numerosos bocetos. En su estudio surgían y desaparecían maquetas de terracota y yeso. Ante su mirada crítica desfilaban modelos semidesnudos cubiertos de harapos a quienes les hacía adoptar gestos y posiciones, por momentos separados y por momentos reunidos. Finalmente consiguió plasmar, no cuerpos humanos en su realismo anatómico, sino seres conflictuados por la emoción de un triste desenlace.
Rodin, tras descartar el típico monumento con un gran pedestal, optó por situar a los personajes sobre una mínima peana triangular, casi a la altura del espectador, lo que les daba más humanidad.
En ésta, como en el resto de sus creaciones se evidencia cómo el artista se distanció del neoclasicismo escultórico, mientras se acercaba a la pintura de sus coetáneos: los impresionistas.
A semejanza de lo ocurrido con los impresionistas, la escultura de Rodin no fue adecuadamente comprendida por la sociedad francesa que siempre tuvo un espíritu conservador, pero con el tiempo fue ampliamente aceptada.
En julio de 2008 se exhibió en el Museo de Arte Decorativo de Buenos Aires una muestra de 70 obras de Rodin y entre ellas figuraba una copia de Los burgueses de Calais. Tuvimos la suerte de contemplarla girando alrededor de la escultura para apreciar, los gestos posiciones y actitudes de los seis personajes que aparentan ser mendigos, infelices y desventurados, pero al conocer la historia, mágicamente se transformaron en superhombres.
Comentario de Los burgueses de Calais de Rodin. arte Torreherberos.08/05/2011. http://artetorreherberos.blogspot.com.ar/2011/05/comentario-de-los-burgueses-de-calais.html
Exponen importantes obras de Auguste Rodin en Buenos Aires. Clarín, 11/07/2008.
Burgueses de Calais, Rodin. La Guía Arte 23/05/2015.
Los burgueses de Calais. Testigos de la Historia. Arel.Arte 21/10/2016.
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