PALACIO PAZ

Patrimonio arquitectónico
El recorrido por el Palacio Paz, un viaje a la Buenos Aires de 1900
Fue la residencia más grande de la Ciudad. todas sus piezas llegaron de Europa. Y cada salón guarda una historia.
En el inicio de la visita por el Palacio Paz, por Santa Fe 750, un enorme portón de hierro de doble hoja anticipa la grandilocuencia de la construcción. Todo el recorrido se lleva a cabo por el primer piso, lo que se conocía como los salones sociales de la residencia. José C. Paz pertenecía a una familia de terratenientes; fue político y embajador en Francia. Y además periodista y fundador de La Prensa. Para su diario, también proyectó en grande: mandó a construir otro edificio que hoy es un ícono sobre Avenida de Mayo, en donde funciona la Casa de la Cultura de la Ciudad. Los mismos constructores –Carlos Agote y Alberto de Gainza–, luego trabajaron en el palacio de la familia Paz.
Volviendo a los salones, la gente podrá conocer el vestíbulo de recepción; un sitio enmarcado por una espectacular escalera de ingreso y columnas monolíticas (realizadas en una sola pieza con mármoles de diferentes orígenes) con capiteles de bronce. Este vestíbulo da paso a una sala de descanso, que anticipa al gran salón de baile, inspirado en la galería de los espejos del Palacio de Versailles: arañas de bronce con caireles de cristal, parque de roble de Eslavonia, paredes revestidas con boiserie y un palco destinado a la orquesta son algunos de los detalles del salón. “Fueron los primeros en contratar una orquesta de tango. En aquellos años el tango estaba mal visto entre las familias de las clases pudientes, sin embargo cuando el tango se puso de moda en Francia, entonces comenzó a ser aceptado aquí”, contó Merlicco. La orquesta elegida fue la de Francisco Canaro.

Entre el gran comedor de honor –con vistas a un jardín que hoy se ve menguado, pero fue mucho más grande– y este salón de baile, sorprende un corredor revestido integramente en madera de nogal, en el que trabajaron un equipo de ebanistas durante 8 años. Pero quedan más salones para la sorpresa: el de música y canto, acustizado, y el de damas, con una impronta rococó, en donde las mujeres de la casa organizaban meriendas de caridad. Aun quedan dos sitios más por conocer: el gran hall de honor, coronado por una cúpula con vitrales, en donde recibian a los invitados de mayor jerarquía. Y el despacho de José C. Paz. Cuenta la leyenda que el hombre tenía aspiraciones presidenciales; en esos años los presidentes no tenian residencia oficial, y Paz pensó que la suya estaba a la altura. Cosa que nadie puede dudar.

Visitas guiadas pagas

Más allá de la actividad durante la semana francesa, el Palacio Paz sostiene su estructura con los asociados del Círculo Militar (allí funciona un club), el alquiler de sus salones para fiestas y eventos, y las guías. El paseo por la residencia -de casi dos horas de duración- se hace por las áreas sociales del primer piso y el jardín. Las visitas en español son de miércoles a sábados a las 11 y de martes a viernes a las 15. En inglés: martes a las 15,30. El costo es de $150, con algunas bonificaciones: $100 para los residentes y $70 para los jubilados. En la web: www.palaciopaz.com