Mitre, estadista nacional porteño
Alejandro Poli Gonzalvo
Bartolomé Mitre fue el paradigma de estadista argentino del siglo XIX. Como militar peleó en batallas decisivas de 1838 a 1868, que consolidaron la unión y la organización nacional: Cagancha, Arroyo Grande, el sitio de Montevideo, Caseros, el sitio de Buenos Aires, Cepeda, Pavón y en los esteros paraguayos. Como hombre del naciente Estado argentino, pactó con Urquiza después de Pavón para asegurar la unión nacional al amparo de la Constitución del 53. Compartió la emigración en Bolivia y Chile junto a sus compañeros de generación (1846-1851). Fue gobernador de Buenos Aires (1860-1863). A cargo de la primera presidencia constitucional (1862-1868), puso en marcha el proyecto del progreso argentino y tuvo energías para promover en soledad el afianzamiento de las prácticas democráticas (revolución de 1874).
Fue senador nacional (en 1868 y 1894), diputado nacional (en 1878), diplomático ante Brasil y Paraguay (1872-1873), fundador de los periódicos Los Debates (primera etapa, abril-junio de 1852; y segunda etapa, mayo 1857-febrero 1858) y LA NACION, el de mayor prestigio del país (4 de enero de 1870), orador calificado en los debates constituyentes provinciales de 1854, 1860 y 1870, mediador en la rendición de Buenos Aires (1880), primer orador en el mitin del Frontón en el que la Unión Cívica reúne toda la oposición al presidente Juárez Celman (abril de 1890), acuerdista con Roca en 1891. En su calidad de intelectual, escribió poesía, teatro, incontables artículos periodísticos, cimentó la ciencia histórica con sus ejemplares biografías, realizó traducciones de obras clásicas y fue autor de arengas encendidas. Mitre fue una figura referente de la política y la cultura hasta su muerte, en 1906.
Al asumir la presidencia en 1862, Mitre abre el cauce fecundo que recorrerán todos sus sucesores hasta 1930. Las condiciones en que se hallaba la República eran precarias. El tesoro estaba exhausto, las deudas eran cuantiosas, era necesario organizar los tres poderes nacionales, disponer de edificios para alojarlos separadamente de las autoridades provinciales, solucionar la cuestión de la residencia de las autoridades nacionales en la ciudad de Buenos Aires, reorganizar el ejército y poner al día los sueldos, crear las estructuras mínimas de la administración pública nacional, y en añadidura a esta tarea de proporciones colosales, impulsar el programa básico de su generación: educación, inmigración, inversiones extranjeras, ferrocarriles, ocupación de tierras. En el contexto de alzamientos constantes en las provincias y de la extenuante guerra del Paraguay, todo estaba por hacerse. Una valorización de la obra gubernamental de Mitre que soslaye su punto de origen no le hará suficiente justicia.
Un capítulo esencial de la trayectoria histórica de Mitre es su relación con la prensa argentina, indisolublemente unida a la fundación del diario LA NACION. Sin embargo, en estas páginas recordamos un antecedente ilustre, que también se debió a su pasión por el periodismo: Los Debates.
Tras su triunfo en Caseros el 3 de febrero de 1852, Urquiza impuso su poder a la ciudad de Buenos Aires, que en una primera instancia lo toleró por haber derrotado a Rosas, pero pronto comenzó a mostrar que no compartía sus planes políticos. En la ciudad renacía el espíritu liberal, perseguido implacablemente en tiempos del caudillo punzó. Una manifestación de ese renacer fue la aparición del periódico Los Debates, cuyo primer número salió a la luz el 1º de abril de ese año y apenas sobrevivió hasta el mes de junio. A pesar de ello, Los Debates hicieron un importante aporte a la visión del futuro que se plasmaría en la Constitución de 1853.
En el primer número, Mitre temáticamente retorna a los ideales de Mayo y enumera los principios del Partido de la Libertad, el primer partido argentino que de modo consciente se lanza a la lucha política con un programa liberal. El Partido de la Libertad es el heredero de la gesta de Moreno: "Tal es la tradición de Mayo en toda su pureza, tal el programa de aquella gran revolución formulado por su ilustre apóstol". Mitre cree que esa tradición fue eclipsada en el año 20 y recuerda los nombres de Lavalle, Paz, Lamadrid, Marco Avellaneda, Castelli, Cramer y otros "que han rendido noblemente su vida, fieles al dogma, a la bandera, a la tradición de Mayo".
Esta es la tradición que invocan Los Debates al proponer en su primer número el programa político del Partido de la Libertad, que propende: "1º) A la organización nacional por medio de un congreso constituyente; 2º) Al establecimiento del sufragio directo universal, conquistado ya en la práctica; 3º) A la consolidación de la libertad de imprenta, poniéndosele por límite la inviolabilidad de la vida privada; 4º) A la conquista del derecho de reunión, que no es sino la libertad de la palabra hablada; 5º) A la realidad del sufragio por medio de la independencia del voto del ciudadano y la renovación periódica de los representantes elegidos por la voluntad de la mayoría; 6º) A la reforma de la ley de imprenta y de elecciones. En una palabra, propenderemos al triunfo definitivo de la democracia, que es el gobierno de todos y para todos".
El programa del Partido de la Libertad es la síntesis fiel del progresismo democrático que anhelaba Echeverría para superar el antagonismo estéril de unitarios y federales. Mitre ha sido testigo calificado de las luchas civiles entre unitarios y federales, y ha abrevado en el pensamiento de los hombres del 37, pero por sobre todo cree en el papel revolucionario de Buenos Aires y en que la provincia será, inexorablemente, la llave de la unidad nacional. Mitre tiene la privilegiada condición de ser el único porteño en la constelación de figuras nacionales de primer rango de su época. En abril de 1852, varios meses antes de que los porteños protagonicen la revolución antiurquicista del 11 de septiembre, previamente a la jura de la Constitución de 1853, Mitre sabe que será un estadista nacional porteño. Y que su causa política será la defensa de la libertad y de la República.
Miembro del Club Político Argentino
Al asumir la presidencia en 1862, Mitre abre el cauce fecundo que recorrerán todos sus sucesores hasta 1930. Las condiciones en que se hallaba la República eran precarias. El tesoro estaba exhausto, las deudas eran cuantiosas, era necesario organizar los tres poderes nacionales, disponer de edificios para alojarlos separadamente de las autoridades provinciales, solucionar la cuestión de la residencia de las autoridades nacionales en la ciudad de Buenos Aires, reorganizar el ejército y poner al día los sueldos, crear las estructuras mínimas de la administración pública nacional, y en añadidura a esta tarea de proporciones colosales, impulsar el programa básico de su generación: educación, inmigración, inversiones extranjeras, ferrocarriles, ocupación de tierras. En el contexto de alzamientos constantes en las provincias y de la extenuante guerra del Paraguay, todo estaba por hacerse. Una valorización de la obra gubernamental de Mitre que soslaye su punto de origen no le hará suficiente justicia.
Un capítulo esencial de la trayectoria histórica de Mitre es su relación con la prensa argentina, indisolublemente unida a la fundación del diario LA NACION. Sin embargo, en estas páginas recordamos un antecedente ilustre, que también se debió a su pasión por el periodismo: Los Debates.
Tras su triunfo en Caseros el 3 de febrero de 1852, Urquiza impuso su poder a la ciudad de Buenos Aires, que en una primera instancia lo toleró por haber derrotado a Rosas, pero pronto comenzó a mostrar que no compartía sus planes políticos. En la ciudad renacía el espíritu liberal, perseguido implacablemente en tiempos del caudillo punzó. Una manifestación de ese renacer fue la aparición del periódico Los Debates, cuyo primer número salió a la luz el 1º de abril de ese año y apenas sobrevivió hasta el mes de junio. A pesar de ello, Los Debates hicieron un importante aporte a la visión del futuro que se plasmaría en la Constitución de 1853.
En el primer número, Mitre temáticamente retorna a los ideales de Mayo y enumera los principios del Partido de la Libertad, el primer partido argentino que de modo consciente se lanza a la lucha política con un programa liberal. El Partido de la Libertad es el heredero de la gesta de Moreno: "Tal es la tradición de Mayo en toda su pureza, tal el programa de aquella gran revolución formulado por su ilustre apóstol". Mitre cree que esa tradición fue eclipsada en el año 20 y recuerda los nombres de Lavalle, Paz, Lamadrid, Marco Avellaneda, Castelli, Cramer y otros "que han rendido noblemente su vida, fieles al dogma, a la bandera, a la tradición de Mayo".
Esta es la tradición que invocan Los Debates al proponer en su primer número el programa político del Partido de la Libertad, que propende: "1º) A la organización nacional por medio de un congreso constituyente; 2º) Al establecimiento del sufragio directo universal, conquistado ya en la práctica; 3º) A la consolidación de la libertad de imprenta, poniéndosele por límite la inviolabilidad de la vida privada; 4º) A la conquista del derecho de reunión, que no es sino la libertad de la palabra hablada; 5º) A la realidad del sufragio por medio de la independencia del voto del ciudadano y la renovación periódica de los representantes elegidos por la voluntad de la mayoría; 6º) A la reforma de la ley de imprenta y de elecciones. En una palabra, propenderemos al triunfo definitivo de la democracia, que es el gobierno de todos y para todos".
El programa del Partido de la Libertad es la síntesis fiel del progresismo democrático que anhelaba Echeverría para superar el antagonismo estéril de unitarios y federales. Mitre ha sido testigo calificado de las luchas civiles entre unitarios y federales, y ha abrevado en el pensamiento de los hombres del 37, pero por sobre todo cree en el papel revolucionario de Buenos Aires y en que la provincia será, inexorablemente, la llave de la unidad nacional. Mitre tiene la privilegiada condición de ser el único porteño en la constelación de figuras nacionales de primer rango de su época. En abril de 1852, varios meses antes de que los porteños protagonicen la revolución antiurquicista del 11 de septiembre, previamente a la jura de la Constitución de 1853, Mitre sabe que será un estadista nacional porteño. Y que su causa política será la defensa de la libertad y de la República.
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