sábado, 19 de septiembre de 2020

GRANDES VIDAS PARA LEER


Grandes vidas para leer de principio a fin, sin remordimientos
La biografía y la autobiografía son una especialidad difícil que, en buenas manos, puede lograr retratos superlativos: aquí una selección que incluye a figuras como , Nelson Mandela, Audrey Hepburn,  Gabriel García Márquez....
Hay una sola razón, de tener en cuenta el último siglo y medio, por la que podría colocarse en el mismo estante a Sigmund Freud, Marie Curie, Hipólito Yrigoyen, Vivian Leigh y Elvis Presley. Coinciden en que a todos les dedicaron no una sino varias biografías. También se podría sumar a Isadora Duncan, Charles Chaplin, Jean-paul Sartre y –más recientemente– Woody Allen. Hayan sido o vayan a ser objeto de una, los últimos prefirieron ganarle de mano a la pluma ajena y escribir su propia versión de sí mismos: una autobiografía.
Leer vidas ajenas –las cuenten los protagonistas o las refieran otros– es una de las actividades más antiguas de que se tengan noticias, por más que pueda causar algún pudor o remordimiento: en los tiempos de Plutarco (Vidas paralelas) estaba dedicado a personajes legendarios de tan ilustres. En el siglo de Samuel Johnson, a eruditos pintorescos como él. En la era romántica a vidas heroicas y aventureras. El espectro se amplió con los siglos y hoy casi cualquier personaje más o menos secundario puede tener su propia historia impresa, algo que en apariencia promete más duración que los 15 minutos de fama anunciados por Andy Warhol.
La biografía es una especialidad difícil: está condenada a entregar siempre un retrato y un carácter apenas provisionales. La mejor prueba es que son pocas las que superan la erosión del tiempo. Si de personajes históricos se trata (ya sea George Washington, María Antonieta o Manuel Belgrano) se suele reincidir con nuevos libros. No solo debido a nuevos datos e investigaciones, sino también por simples cuestiones estilísticas. Por eso también convienen las que van a fondo, en contenido sobre el personaje y sobre su contexto,
Obras biográficas superlativas (y autobiográficas) existen en casi todos los órdenes. Las hay de grandes filósofos (la de Ludwig Wittgenstein que escribió Ray Monk). Hay formidables biografías de cineastas (Hitchcock, de Donald Spoto). De revolucionarios rusos (Trotski, de Robert Service). De científicos (cualquiera sobre Alain Turing). La lista es interminable, pero hay una categoría que se impone de manera especial.
“La vida de un artista se diferencia de la vida de otras personas –escribió Richard Ellmann en James
Joyce, la biografía que le dedicó al escritor irlandés– en que los acontecimientos van convirtiéndose en recursos artísticos desde el momento mismo en que captan su atención. En lugar de permitir que cada día, al ser sobrepasado por el siguiente, caiga en una memoria imprecisa, remodela las experiencias que lo han modelado a él”.
Quizás sea por la dificultad que implica narrar esas vidas –no más interesantes que otras, pero entregadas sí a ese ejercicio misterioso– que las obras que en el género han hecho escuela tengan como protagonistas a escritores y artistas: el volumen que George Painter le dedicó a Marcel Proust, los dos que Brian Boyd hizo sobre Vladimir Nabokov o los varios que necesitó Leon Edel para retratar a Henry James son simples obras maestras.
De prisionero a estadista

La sonrisa de Mandela (Debate) John Carlin


Pocas figuras políticas fueron más admiradas a escala planetaria que Nelson Mandela. Terminó siendo el más respetado de los presidentes sudafricanos, pero antes de eso sufrió por décadas, en carne propia, la represión y las cárceles del apartheid. El multifacético John Carlin retrata cuatro años centrales de esa vida, esa abrupta conversión de prisionero a estadista, que conoció de primera mano en su calidad de corresponsal. La sonrisa de Mandela es una épica, pero de batallas morales y políticas, encarnadas en una figura que tenía como principal meta la concordia y la reconciliación de una sociedad partida en dos.
Claroscuros de Hollywood


Audrey Hepburn. La biografía (Debolsillo) Donald Spoto

La belleza frágil de la heroína de Breakfast at Tiffany’s (Muñequita de lujo) emanaba de una mujer atravesada por una fragilidad no necesariamente glamorosa: tal es la idea que se desprende de la biografía de Audrey Hepburn escrita por Donald Spoto. “Fue una persona extremadamente tímida, insegura y confundida, marcada por la tragedia de la guerra, el abandono de su padre y la incapacidad de transmisión emocional de su madre”, explica el autor de una obra donde las luces de Hollywood conviven con el desamparo amoroso y la búsqueda de sentido que Hepburn encontraría, finalmente, en el trabajo junto a Unicef.

Recuerdos de Gabo
Vivir para contarla (Sudamericana) Gabriel García Márquez



En 2002, doce años antes de su muerte, el premio Nobel colombiano publicó este largo relato de casi 600 páginas que constituye la primera parte de sus memorias, las que corresponden a los tiempos de su infancia y juventud. “Porque la vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo recuerda para contarla”. Este libro es, literalmente, la novela de la vida de Gabriel García Márquez, pero conforme en ella va apareciendo su obra –Macondo, el Coronel, los tiempos del cólera o una muerte anunciada– se vuelve una guía de lectura complementaria para volver sobre todo lo demás.

La otra cara de un tenista
Open (Duomo) Andre Agassi


Las autobiografías de deportistas suelen ser un vehículo para que el lector se sienta más cerca de su ídolo. El relato que hace de su vida Andre Agassi en Open explora, en cambio, un aspecto inesperado. “Odio el tenis, lo detesto con una oscura y secreta pasión”, dice el Kid de Las Vegas para contar el lado B del éxito: desde la infancia en manos de un padre autoritario hasta su torturado paso por el circuito, en el que llegó a ostentar el top del ranking. El tono, a pesar de sus angustias, no carece de humor, hay revelaciones de una franqueza que se agradece y también lugar para la redención, que en su caso tiene nombre: Steffi Graf.

Allen, controversias mediante
A propósito de nada (Alianza) Woody Allen


Más allá del contenido, la mera existencia de este libro encendió la polémica sobre las memorias del cineasta de Nueva York. La autobiografía de Woody Allen, guionista antes que realizador, repara con detalle en la escritura profesional y se detiene en su vínculo con las mujeres. Pero sacando la sección dedicada a Farrow –un cuarto del texto está dedicado a las acusaciones por abuso–, “es posible leer el texto como la secuencia de créditos de su vida”. Como concluye Hernán Ferreirós en su reseña para la nacion, “probablemente el libro resulte de mayor interés para aquellos más atraídos por la chismografía que por el cine de Allen”.
Perfil de un visionario


Steve Jobs. La biografía (Debate) Walter Isaacson

El periodista Walter Isaacson realizó un ajustado retrato de Steve Jobs, a partir de las múltiples entrevistas que les hizo a lo largo de dos años a él y a personas de su entorno. Isaacson comenzó a trabajar en el libro en 2009 con la anuencia de Jobs, que ya cursaba el cáncer de páncreas que lo llevaría a la muerte dos años después. Sin caer en complacencias, Steve Jobs. La Biografía construye un retrato donde asoman las luces y las sombras del fundador de Apple: su compleja personalidad, pero también la creatividad e intuición que plasmó en emprendimientos destinados a cambiar el vínculo entre el gran público y la tecnología.

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