jueves, 8 de octubre de 2020

DE ECONOMÍA Y DÓLARES




El apoyo del círculo rojo está, pero falla la política

Florencia Donovan
Banco Central 
Los bancos son los primeros en enterarse cuando los signos vitales de la economía flaquean. No por nada algunos banqueros se pusieron de acuerdo en los últimos días para hacerle llegar al Banco Central (BCRA) un mensaje: los controles cambiarios ya no son suficientes, hay que pensar en un plan B.
Lo hicieron de manera informal y por teléfono a distintos miembros de la mesa chica del Banco, incluyendo al propio presidente de la entidad, Miguel Ángel Pesce. Los banqueros les sugirieron liberar el mercado de dólar ahorro, para así al menos descomprimir uno de los canales de mayor tensión cambiaria. La idea sería al menos poder comprar y vender billetes a un precio libre en el ámbito del sistema bancario.
Quedaría el mercado mayorista, con intervención del Banco Central, para las transacciones comerciales. "Esto tendría dos ventajas -explica el presidente de un banco líder-. Primero, ayudaría a que los dólares se queden dentro del sistema financiero y, por ende, en las reservas del Banco Central. Y el segundo tema es que evitaría la fuga de miles de millones de pesos y de dólares al circuito informal. Hoy estamos impulsando a muchos al mercado negro, aunque en el Central niegan su existencia", se lamentó.
En rigor, no sería otra cosa que un desdoblamiento cambiario, aunque en este caso "disfrazado" en principio sólo de un mercado libre de dólar ahorro dentro del sistema financiero. Entre los banqueros que respaldan la iniciativa reconocen que, de funcionar, la idea sería luego ir incorporando ítems, como los consumos con tarjeta de crédito en el exterior o incluso los dólares del turismo.
"Tal como estamos hoy, si se siguen perdiendo reservas el Banco Central va a tener que ir corriéndose y restringiendo donde está la demanda de dólares: los consumos con tarjeta, el turismo y, en última instancia, las importaciones, no importa ya si son de insumos o de bienes terminados", vaticinó.
La del desdoblamiento es una idea que ya se discutió, y mucho, dentro del equipo económico. Fue por semanas motivo de enfrentamiento entre el ministro Martín Guzmán y Pesce, quien rechazó la idea desde el primer momento. Pero los banqueros no pierden la esperanza de poder reflotarla. Temen que lo que viene, si no, será peor. Aunque no terminan de saber cuánto poder de decisión tienen sus interlocutores. La falta de una línea clara de acción es uno de los grandes problemas del Gobierno.
Ya entre los empresarios no se escuchan tanto críticas, sino que hay desazón. El chat "Nuestra Voz", que en su momento supo tener gran actividad, está silenciado. Hay alguna que otra arenga sobre temas judiciales, pero no hay discusiones de fondo ni vocación por generar propuestas. Alberto Fernández, de la mano de Gustavo Béliz, buscó mostrarse activo la semana pasada ante un puñado de empresarios -como el presidente de la UIA, Miguel Acevedo-, a quienes les pidió que lo ayuden a mejorar su imagen ante el llamado círculo rojo. En privado, los hombres y mujeres de negocios mantienen sus reparos intactos. Quieren ayudar, pero no saben cómo.
Parte del desánimo corporativo reside en que ya nadie cree que el Presidente podrá diferenciarse de su vice, que tiene una agenda muy distinta de la que reclama la economía argentina. Más aun, para muchos ya no queda claro ahora quién necesita a quién. La mayoría de las encuestas recientes refleja que el Presidente perdió gran parte del capital que había acumulado a comienzos de su gestión, mientras que Cristina Kirchner mantiene su poder territorial -a través de la Anses, el PAMI y otros organismos-, peso provincial -sobre todo con el gobierno bonaerense- y una masa de legisladores propios capaces de torcer cualquier gestión.
Tampoco hay esperanzas de que los gobernadores peronistas adquieran un peso relativo mayor en las decisiones. El recrudecimiento de la pandemia y las penurias económicas los tienen, una vez más, comiendo de la mano de la administración central.
Cerca de Fernández no pocos colaboradores creen que sería conveniente oxigenar el gabinete. Hay figuras que siempre suenan entre los suplentes y que en las últimas semanas comenzaron con un fino trabajo para reconstruir su imagen como voceros oficiales: Aníbal Fernández y el porteño Leandro Santoro son dos ejemplos. Pero cualquier cambio será sólo cosmético, si no incluye un cambio en el equipo económico, algo que por ahora se descarta en la Rosada.
Pese al cepo recargado y las últimas medidas cambiarias, la salida de dólares es permanente.
El problema ya no reside tanto en la fuga de depósitos (ni en las consecuencias de un sistema bancario cada vez más chico y con menos posibilidades de dar crédito). En algún punto, es algo que los banqueros casi dan por descontado y con lo que ya aprendieron a convivir a los golpes. El problema, coinciden los empresarios, es que en el Gobierno parecería haber poco margen de reacción.
Hay mucho voluntarismo, pero falta pragmatismo. La estrategia del Presidente de dilatar las definiciones sale caro en una economía que ya está jugando en tiempo suplementario. Es estéril lanzar medidas que se quedan a medio camino. Ninguna de las anunciadas en la última semana apunta a la cuestión de fondo ni alcanza para acotar la brecha cambiaria, que ya supera el 90 por ciento.
Entre las empresas constructoras, por caso, sólo creen que podría tener algo de impacto la posibilidad de diferir el impuesto a las Ganancias sobre los terrenos que se aporten para obras. El resto de las medidas sólo generan desconcierto. Desde antes de la pandemia venían trabajando con el Gobierno en la "Mesa de la Vivienda". Nada de lo que se vino charlando en los últimos ocho meses en esa mesa llegó a la carpeta que presentó Guzmán la semana pasada.
En privado, los grandes jugadores de la industria se lamentan que la incertidumbre económica es tal que ni siquiera se está pudiendo aprovechar el bajo costo de la construcción, que es hoy un 60% más bajo que el de hace un año. "Los grandes proyectos de Puerto Madero y Catalinas II, que habían arrancado y habían llamado a los mejores arquitectos como Rafael Vignoli, se enterraron. Ahora probablemente también se argentinicen y se transformen en algo más mediocre", se lamentó el CEO de una de las empresas más grandes del rubro.
Los empresarios le reconocen al equipo económico buenas intenciones y destacan el sentido de las últimas medidas lanzadas para fomentar la oferta de divisas -sobre todo para un gobierno que los tiene acostumbrados a una política del garrote-, pero también ven que no son suficientes para revertir la profunda crisis de confianza que hay en el mercado.
Es un diagnóstico que comparten incluso quienes forman parte del riñón de Alberto Fernández, que horas antes de que se presentaran formalmente ya anticipaban desde uno de los despachos en Casa Rosada: "Con la brecha cambiaria que hay, no va a cambiar nada que bajen tres puntos las retenciones". No hace falta ser economista para advertirlo, el ala política lo tenía bien claro desde antes de que se conociera la reacción del agro frente a los anuncios. En el campo no descartan, en ese sentido, que una vez que pase la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), que llega mañana al país, y vuelvan a convocarlos, busquen revisar la norma.
La visita del FMI será el primer acercamiento de los técnicos a la realidad argentina. Pero en rigor, se tratará sólo de una "staff visit", tal como se define en los manuales del organismo, y no de una visita negociadora. La negociación propiamente dicha se intentará dilatar hasta que se conozca el resultado de la elección presidencial de Estados Unidos, el 3 de noviembre. Se sabe que la administración Fernández tiene sus fichas puestas en el candidato opositor a Donald Trump.
De todas formas, no hay que ver en el FMI el salvavidas que ayudará a la Argentina a mantenerse a flote hasta marzo, que es cuando empezarían a volver a ingresar los dólares del campo. Ya no hay margen para que la Argentina haga uso de los dólares que no llegaron a desembolsarse del acuerdo firmado por la gestión de Mauricio Macri. Ese acuerdo está dado de baja formalmente. Tampoco debe esperar el Gobierno que sea el círculo rojo quien lo salve. El apoyo del círculo rojo está, lo que falta es política

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