domingo, 5 de febrero de 2023

EN HONOR A UN GRAN ARTISTA....PACO RABANNE


1934-2023 
Paco Rabanne. EL DISEÑADOR FUTURISTA
Murió a los 88 años, en Francia, donde residía desde su infancia; dueño de un estilo singular, también innovó en perfumes 1934-2023
—sociedad
Dueño de un estilo vanguardista, el modisto español, que saltó a la fama en 1966 con “12 vestidos imposibles de llevar”, innovó en ropa y en perfumes.
Al diseñador español Paco Rabanne, que ha fallecido ayer en Portsall (Francia) a los 88 años, le interesaba ante todo la idea del futuro. La colección que lo lanzó a la fama en 1966 ni siquiera era tal. Aquellos “Doce vestidos imposibles de llevar” elaborados con materiales contemporáneos sustituían el tejido por mallas de eslabones de metal o plástico y ni siquiera eran sencillos de portar, pero introducían en la moda nociones más cercanas al diseño industrial o la arquitectura de su tiempo. Eran ensayos, proyectos en el sentido original de la palabra, que rompían con el culto a lo textil que había marcado a la generación anterior, la de Dior, Balenciaga y, en menor medida, Yves Saint Laurent.
Rabanne, como Courrèges o Pierre Cardin, pertenecía a un grupo de diseñadores deslumbrados con la carrera espacial que en aquellos años fogueaba el cuadrilátero simbólico de la Guerra Fría. Poco importaba que sus innovaciones parecieran imposibles: en la década que culminó con el hombre en la Luna, los límites parecían siempre provisionales. Rabanne llegó a la moda como agente provocador: Gabrielle Chanel decía que no era diseñador, sino metalúrgico. A él mismo le gustaba recordar que su primera vocación había sido la arquitectura.
En los 60, Rabanne era un joven embarcado en una búsqueda que le llevó a afrancesar su apellido para abrirse paso en París, en aquellos años la indiscutida capital mundial de la moda. Francisco Rabaneda Cuervo había nacido en Pasaia (Gipuzkoa) en 1934 y no tuvo una infancia sencilla. Su padre, andaluz, era general del ejército leal a la República. Su madre, vasca, fue miembro de la dirección del Partido Comunista de España (PCE). Tras el fusilamiento del padre, en 1937, la familia se mudó a Francia. Allí, estudió Arquitectura en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes y comenzó a elaborar piezas de bisutería con Rhodoïd, un material transparente cuyas piezas unía con eslabones o cadenas. Así accedió a talleres de prestigio como los de Dior, Givenchy o Balenciaga, con quien su madre había trabajado en San Sebastián antes de la Guerra Civil.
La presentación de sus primeras colecciones coincidió con un momento de transición en la moda. La alta costura, el modelo dominante hasta entonces, comenzaba a ceder espacio al prêt à porter, que trajo consigo un rejuvenecimiento de la industria y una liberación de su lenguaje
Paco Rabanne ultimando detalles de su colección primavera-verano 1999, en París
expresivo. La moda, por primera vez, podía jugar con lo imposible, que se plasmaba en colecciones espectaculares y oníricas –por ejemplo, las fantasías exóticas e historicistas de Saint Laurent o Valentino— y en nuevas formas que evocaban las obsesiones de la juventud –la minifalda, el rock, lo andrógino– y los avances tecnológicos. Los diseñadores de la era espacial vistieron a las mujeres como tripulantes de naves espaciales. No es casualidad que una de las creaciones más radicales de Rabanne fuese el vestuario de
Barbarella (1968), la comedia erótica de ciencia ficción dirigida por Roger Vadim. En aquella película, Jane Fonda era una heroína que perdía la ropa al final de cada aventura, con la consiguiente necesidad de improvisar un modelo en cada episodio. Este despliegue de vestuario puede verse hoy como una antología estética del Rabanne de la época: técnico y futurista, pero también sensual, irreverente y rockero, capaz de convertir la moda en ropa y en entretenimiento al mismo tiempo.
Sus siguientes colecciones mantuvieron ese mismo camino, cultivando una estética menos purista y más en contacto con la calle que otros compañeros de generación. Las filmaciones de la época plasman la audacia de sus modelos, vestidas como gladiadoras con prendas ajustadas y faldas de acentos metálicos que se bamboleaban al ritmo de la música. Por otro, recreándose en experimentos formales, materiales insólitos y declaraciones de intenciones que apuntalaban su fama de enfant terrible y le valían la simpatía de excéntricos tan geniales como Salvador Dalí. Si la moda de Rabanne era combustible para la prensa y la televisión, el motor económico del negocio era su división de perfumes.
No fue un caso aislado en una época en que muchos diseñadores establecieron acuerdos con empresas para desarrollar cosméticos o complementos bajo licencia, pero sí es uno de los más exitosos. En los 60, Antonio y Mariano Puig, la segunda generación familiar al frente de la empresa de perfumes, firmaron una colaboración con Rabanne que se tradujo en perfumes tan innovadores como Calandre (1969), cuya inspiración era un encuentro sexual en el capó de un coche en un bosque mediterráneo. En 1973 le siguió Paco Rabanne Pour Homme, cuyo icónico frasco verde pino ha sido una presencia habitual para varias generaciones de hombres. En un mercado dominado por perfumes más o menos aspiracionales y con vocación de elegancia, la modernidad y la rebeldía de los de Rabanne abrían el camino a fórmulas menos encorsetadas. Su éxito fue tal que, en 1986, Puig adquirió toda su marca, que a finales de los 90 y ya en el siglo XXI firmó superventas del sector como XS, 1 Million o Invictus.
Rabanne presentó colecciones de alta costura hasta 1999. Entonces Puig optó por poner término a esta actividad por sus elevados costos, y el diseñador pasó a supervisar las colecciones de prêt à porter y a ocuparse de la serie de perfumes. En 2011 Puig decidió relanzar las líneas de moda de Paco Rabanne, primero con los diseñadores Manish Arora y Lydia Maurer, y desde 2013 bajo la dirección creativa de Julien Dossena, que revitalizó el prêt à porter de la casa y afianzó su peso absoluto en la moda internacional y en el entorno empresarial de Puig. “Su gran personalidad transmitió, a través de una estética única, su visión atrevida, revolucionaria y provocadora del mundo de la moda. Seguirá siendo una importante fuente de inspiración para los equipos de moda y fragancias de Puig”, declaró ayer Marc Puig, presidente ejecutivo del grupo.
La muerte de Rabanne, premio nacional de Diseño de Moda en 2010 por “su innovación y su aportación a todos los ámbitos de la cultura del siglo XX”, sucede años después de su retiro de la escena mediática, donde protagonizó polémicas por su interpretación de Nostradamus, y de los círculos de la moda, que paradójicamente acabaron asumiendo muchos de los principios que él defendió en los idealistas años 60.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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