lunes, 20 de febrero de 2023

LAS PALABRAS


Cristina y los siete enanitos
Graciela Guadalupe
De haber vivido los hermanos Grimm en este siglo, Blancanieves no hubiera sido perseguida por su madrastra, sino por el lawfare; los enanitos deberían haber sido llamados “personas no altas” por exigencia del Inadi y ninguno de los siete hubiera tenido que lamentarse de que la doncella les invadiera el bosque y les comiera sus alimentos, porque con dos jubilaciones de privilegio le hubiera alcanzado a la protagonista del cuento para pedir un delivery del sushi más caro, acompañado por contenedores llenos de helado Rapanui.
A Charles Perrault le hubiera pasado lo mismo. Caperucita no habría corrido riesgos durante el trayecto porque los piqueteros nunca la habrían dejado pasar. Ni siquiera habría salido a la calle por los cortes de luz y porque, con una inflación del 94,8%, no le hubiera alcanzado a su mamá para llenarle la canastita con comida. La abuela seguramente no estaría en casa, sino también en la calle, manifestándose para que el Estado acate el juicio que le ganó a la Anses, pero que no le pagan porque Alberto, que venía a meterse en la boca del lobo para limarle los colmillos, invitó a las fieras a una mesa partidaria para que dejaran de limarlo a él.
Ya lo dijo el celebérrimo canciller Santiago Cafiero: “El peor peronismo es el de la obediencia, ese peronismo te achica”. Y lo suscribió el también funcionario Fernando “Chino” Navarro después de haber escuchado a “Alberto el contradictorio” decir que no le iba a dedicar ni un segundo a la interna de su frente político: “Parecemos niños gritando en el patio”, protestó Navarro.
En tanto el Chivo Rossi jugaba a la rayuela saltando de puesto en puesto sin que le fuera bien en ninguno, la pequeña Donda sacaba provecho de la larga trenza de las Rapunzel, de las que alardeaba que venía a ayudar, para pegar el salto bien lejos y asumir en un cargo de nombre tan ampuloso como inespecífico en el reino bonaerense del principal súbdito de Blancanieves.
Los 80 días de la vuelta al mundo de Julio Verne hubieran empalidecido frente a los casi 80 años de un peronismo con muchas rutas entrecruzadas, pero siempre con el mismo objetivo: mantener el poder a como dé lugar.
La ventaja del oficialismo es que la vereda de enfrente sigue estando llena de Narcisos mirándose en el espejo: una parva de egos encendidos que no asustan ni al afilador de dientes ni a los lobos desdentados. Y así nos va: literatura infantil mata relato.
“El peor peronismo es el de la obediencia, ese peronismo te achica.”
(De Santiago Cafiero.)

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