jueves, 23 de febrero de 2023

VAMOS AL TEATRO


Roberto Peloni ofrece una clase magistral de actuación en El brote, un unipersonal que pone la lupa en el trabajo interpretativo del actor
Carlos PachecoRoberto Peloni siempre sorprende
AUTOR Y DIRECTOR: Emiliano Dionisi. intérprete: Roberto Peloni. sala:Teatro del Pueblo, Lavalle 3636. funciones: lunes, a las 21. duración: 70’.
Emiliano Dionisi y Roberto Peloni conocen muy bien el ambiente en el que se mueven y las circunstancias que deben atravesar los intérpretes. El espectador solo reconoce en el producto terminado –la obra, la historia que se cuenta– los valores o no de la producción en cuestión. Pero nunca tiene la posibilidad de tomar contacto con la realidad de un actor o actriz que, siendo miembro de una compañía, acepta ponerse en la piel de ciertos personajes, comprender sus motivaciones, sus derroteros dentro de la acción; compartir los ensayos con sus compañeros, seguir las indicaciones de un director o directora con quien puede tener ciertas diferencias creativas.
En El brote se presenta de manera siempre intensa ese proceso de trabajo. En este caso es narrado por un actor (Peloni) que ansía ser reconocido porque está convencido de que sus cualidades interpretativas están a la altura de obtener un protagónico o, por lo menos, tiene la capacidad necesaria para recrear un personaje de mayor envergadura. Alguien que le permita desplegar su capacidad técnica de manera integral.
Mientras el protagonista va compartiendo con los espectadores algunos momentos de unos ensayos y hasta instantes precisos de algunas funciones o unas giras, simultáneamente, irá cuestionando la labor de sus compañeros, del director y hasta la resolución de una puesta en escena que no logrará convencer al público.
A medida que avanza el espectáculo, el intérprete en la ficción va perdiendo algo de su integridad. Quiere recrear a unos personajes, pero no se lo permiten, y ellos se van apoderando de él casi sin que se dé cuenta. Siguiendo cierto planteo pirandelliano, descubre que en esa necesidad de ser “uno, ninguno y cien mil” pierde el eje de su personalidad. Su verdadero ser se quiebra, pero, aun así, no puede dejar de sentir que solo el teatro le da la posibilidad de existir y su pelea no se detendrá, ni aun cuando la ira se apodere de él y termine dirigiendo en una sala nada convencional en la que la violencia es moneda corriente. La experiencia posee una muy destacada dramaturgia de Emiliano Dionisi, que como un notable orfebre va creando una filigrana, un entramado de situaciones con los acontecimientos que padece el protagonista. Ese material dramatúrgico no puede tener mejor interlocutor que Roberto Peloni, un actor que puede jugar con unos delicados registros físicos y vocales y proyectar sobre la platea un imaginario que le posibilitará al espectador entrar y salir de las múltiples situaciones que recrea. Ficción y realidad parecerían confundirse en algún momento. Pero Dionisi, en tanto director, sabe cuál es el límite ideal al que debe llevar a Peloni para convertir a El brote en un acto extremadamente poético, profundo, conmovedor y de una belleza creativa en la que la iluminación de Agnese Lozupone hace un notable aporte

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