Las múltiples versiones de Clorindo Testa, a un siglo de su nacimiento
Clorindo Testa en su estudio, siempre muy concentrado en su trabajo; parecía serio pero tenía un gran sentido del humor
Tres películas abordan diversas facetas del arquitecto y artista, fallecido hace una década
Celina Chatruc
Que se ponía los anteojos sobre la frente, “como si fueran una vincha”. Que usaba saco y mocasines incluso cuando iba a la playa. Que tomaba un Negroni cada sábado en el Plaza Hotel, “con la misma regularidad con la que otra gente va a misa”. Y que “había en él una cierta cualidad de profunda elegancia, de amable desdén, de restarle un poco de importancia a todo”.
Esa es gran parte de la información que ofrece Mariano Llinás sobre Clorindo Testa, más de 70 minutos después del inicio de la película que lleva el nombre del célebre arquitecto y artista. Un título que puede inducir a confusión, porque lo que se proyecta los domingos en el Malba dista mucho de ser un documental que recorre la vida y obra de aquel hombre nacido hace casi un siglo en Nápoles y fallecido en Buenos Aires hace una década.
Trailer de la película Clorindo Testa, de Mariano Llinás
El film producido por El Pampero Cine y premiado en el Bafici es una versión muy libre sobre su espíritu y su vínculo con Julio Llinás, difunto padre de Mariano –y de Verónica, la actriz–, además de escritor, crítico de arte, publicista y poeta. Es, también, un recurso para leer entrelíneas el libro que escribió este último sobre el legado creativo de su amigo, una excusa para abordar la historia de un país y una suerte de autorretrato del director. “Después de ver la película, siento que sé más de vos que de Clorindo y de Julio”, le dijo a Llinás una de las asistentes a la función especial para invitados realizada días atrás en la Fundación Andreani. Fue esta institución, con sede en una antigua casona de La Boca remodelada por Testa, la que encargó el proyecto audiovisual y le dio total autonomía para hacer una obra “de autor”.
“Hay algo forzado en la película, como si estuvieras jugando a ser tu papá”, dice frente a cámara la actriz y guionista Laura Paredes, al interpretarse a ella misma como pareja de Mariano. Y madre del hijo de ambos, al que llamaron Pedro Clorindo por sugerencia de la abuela paterna. Esa aproximación lúdica, de hecho, es una clave de este relato.
El director Mariano Llinás con el libro que escribió su padre sobre Clorindo Testa
“Para mí, Clorindo aparece bastante de una manera que muy pocos pueden mostrar –opina Llinás en diálogo con la nacion–. Todo lo que cualquiera puede contar, no está: la película decide evocarlo de una manera personal, no cuenta su biografía. Refleja cierto espíritu de humorista, de alguien que no se toma las cosas muy en serio”.
Una forma que encontró el director para revelar esa faceta de la personalidad del artista es llevar a analizar con la historiadora del arte Gabriela Siracusano una pintura de Clorindo que conserva su madre. Esta “aproximación novedosa” a su obra, como él la define, consistió en someterla a “las leyes de la química, la investigación y el microscopio”. Lo que obtuvo fueron “rastros secretos” en los que reconoció gestos de su padre y de su amigo.
La sede de Fundación Andreani, remodelada por Clorindo Testa
En la citada función privada que se realizó en Fundación Andreani, el director reconoció que “los espectadores se dividen en dos: a los que les gusta la escena del cuadro y a los que no”. Entre los primeros se cuenta Joaquina, la hija de Clorindo, quien identificó en esa escena la “falta de solemnidad” de su padre con la obra, esa actitud desapegada y generosa de “dejar que las cosas sean”.
“La película tiene mucho humor, a papá le hubiera gustado por eso”, dijo esta última, impulsora junto a su madre de la Fundación Clorindo Testa. La institución encargó a su vez un documental cuyo primer avance sería difundido el 10 de diciembre próximo, cuando se cumpla el centenario del nacimiento del polifacético creador. Se estrenará en los meses siguientes, en el marco de actividades organizadas para homenajearlo. De hecho, en el film que se proyecta en el Malba puede verse cómo Llinás se reúne con Ezequiel Hilbert, un primo lejano suyo a quien le encomendaron la tarea.
Clorindo Testa pintando, en uno de los videos de Hilbert
“La propuesta narrativa tiene que ver con paisajes muy presentes en su obra, como las curvas de la montaña que separa Benevento de Nápoles”, anticipa Hilbert, que viajará en septiembre con Joaquina a varias ciudades de Italia. Antes recorrerán Santa Rosa y la costa atlántica, para registrar parte del legado arquitectónico del hombre que participó de la creación de edificios emblemáticos como la Biblioteca Nacional, el Banco de Londres, el Hospital Naval y el Centro Cultural Recoleta.
“La idea es que se vea el contraste entre los dos Clorindos: el del brutalismo y el hormigón, y el del color y las formas. Pero me interesa que no haya explicaciones, sino más acción y emoción”, agrega este director y productor audiovisual, antes de mencionar como ejemplo su despedida final. “Las imágenes de sus amigos y colegas, reunidos tras su muerte en 2013 en la Sociedad Central de Arquitectos, son suficientes –opina–. No hace falta que te digan que lo querían mucho”.
Clorindo Testa con el típico gesto que hacía con la mano, los anteojos sobre la frente, el trago en mano y sus máscaras africanas
Para él también fue alguien muy especial. A los 17 años, vivía en Misiones y no sabía qué estudiar. Se decidió por Arquitectura tras asistir a una charla de Testa en Posadas. Y si bien no terminó la carrera, se especializó en realizar documentales sobre el tema. La Fundación Clorindo Testa le encargó tres videos centrados en otras tantas facetas de la misma persona –arquitecto, pintor y humanista–, para recibir visitas en su estudio de Santa Fe y Callao.
“Soy alguien que pinta, que dibuja, que hace algunos edificios y que acompaña el paso del tiempo, nada más”, sostiene con humildad en uno de ellos el ganador del Primer Premio Nacional de Pintura del Banco Central, el otorgado por el Instituto Torcuato Di Tella y dos Konex de Platino, entre muchos otros, algunos de los cuales usaba para sostener su colección de máscaras africanas. El mismo que nunca dejó de bocetar construcciones monumentales con marcadores de colores, y que evitó todos los encasillamientos al incursionar en el arte abstracto, el informalismo y el arte conceptual.
Clorindo Testa en la pileta de la casa que diseñó para Josefina Robirosa y Jorge Michel en Lomas de San Isidro
Captura de pantalla de la película Catálogo para una familia, de Iair Michel Attías
En otra película estrenada este año en el Bafici –Catálogo para una familia, de Iair Michel Attías– puede verse La Celeste, casa-taller que diseñó para los artistas Josefina Robirosa y Jorge Michel en Lomas de San Isidro. Se lo ve allí dirigir la obra en 1968, y más tarde disfrutar de un día de sol en la pileta con otros grandes talentos como Jorge de la Vega, Rómulo Macciò, Luis F. Benedit, Roberto Aizenberg, Oscar Araiz, Renata Schussheim y Marilú Marini. Fumando y conversando relajado en traje de baño, muy alejado de la imagen del hombre formal que llegaba a la playa con saco y mocasines.
En otra película estrenada este año en el Bafici –Catálogo para una familia, de Iair Michel Attías– puede verse La Celeste, casa-taller que diseñó para los artistas Josefina Robirosa y Jorge Michel en Lomas de San Isidro. Se lo ve allí dirigir la obra en 1968, y más tarde disfrutar de un día de sol en la pileta con otros grandes talentos como Jorge de la Vega, Rómulo Macciò, Luis F. Benedit, Roberto Aizenberg, Oscar Araiz, Renata Schussheim y Marilú Marini. Fumando y conversando relajado en traje de baño, muy alejado de la imagen del hombre formal que llegaba a la playa con saco y mocasines.
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