jueves, 1 de junio de 2023

JUSTICIA Y FÚTBOL Y RACISMO


Derechos humanos y corrupción
Mario Fernández

El lema de los derechos humanos, en la esfera política, se ha convertido, en la órbita judicial, en el telón de fondo de las causas por delitos de lesa humanidad y cada vez más en una cortina de humo frente a las causas por corrupción. Esa particular simbiosis de la realidad nos ha empujado hacia adelante y hacia atrás, respectivamente, en términos de memoria, verdad y justicia. En ambos casos fue el Poder Judicial el que desveló hasta los ínfimos detalles de lo que fue la represión ilegal de la última dictadura militar, y también lo que se dio en llamar un “esquema de corrupción en la primera línea del Estado”. En ambas temáticas resta mucho por hacer, y para el porvenir vale tener en cuenta algunas observaciones claves que nos han dejado estas difíciles experiencias.
Una es que la inicial insuficiencia del sistema de justicia para abordar el juzgamiento de delitos a escala y con anclaje en el aparato estatal, sean de lesa o de corrupción, no ha enervado la posterior resiliencia del Poder Judicial para superar los obstáculos que se le presentaron para hacer justicia. Otra es que el objetivo central de esos procesos judiciales debe estar centrado en dar a cada uno lo suyo, de cara a los victimarios pero sin olvidar a las víctimas, y a toda la sociedad, por la influencia que tiene el pasado sobre nuestro presente y por la importante incidencia que tendrá el hoy sobre el mañana.
La última, que el uso de aquella insuficiencia y aquella importancia para justificar desplazamientos y sostenimientos (o aun nombramientos) de jueces y fiscales, corriendo a “ajenos” y proyectando o preservando a “propios”, no logró modificar la esencial independencia del Poder Judicial en su conjunto. Al respecto, vale la pena señalar que somos conscientes de haber visto, no una sino varias veces, arremeter políticamente contra funcionarios judiciales probos por vía de denuncias y sumarios bajo el improbado e ignominioso estigma de “obstaculizadores” de las causas de lesa humanidad (casualmente en momentos en que también avanzaban en causas de corrupción), y en paralelo, de haber escuchado a magistrados vinculados (por la opinión pública y el sentido común) con sectores de la política sospechados –cuando no condenados– por corrupción, defenderse con éxito siempre alegando su “avance” en las causas de derechos humanos.
Todo esto no debe llevarnos a aceptar lo inaceptable y que las causas “de lesa” o de corrupción se banalicen como instrumentos de la política: bajo ningún concepto debemos dejar que el derecho se tuerza al son de lo que una parte nos presente como “políticamente correcto” y aceptar que los derechos humanos sean usados como coartada argumentativa para avanzar de cualquier forma contra los señalados como “enemigos” de esa parte, y tampoco que sean usados como justificación de hechos cuestionables –la corrupción es uno, también violatorio de los derechos humanos– perpetrados por quienes se dicen “amigos” de esa parte. Debemos ser, antes que nada, prudentes, pues lo peor que puede pasarnos es que estas materias, si son politizadas, se conviertan en una asignatura “especial” donde ser “imputado” o “víctima” en una causa, o ser señalado como “obstaculizador” o “garante” de su avance, sin importar las circunstancias en que ello se produce, lleve en forma lineal hacia perjuicios o ventajas inmerecidos, alejados de toda razón y justicia.
La cuestión de los derechos humanos no debe ser una mera simplificación de la realidad y el derecho penal, sino que debe ser considerada un aspecto “complejizante”, y a la vez imprescindible, que sería prudente mantener alejado de la política, y sobre todo de la corrupción, para no banalizar una cuestión que nos demandó sangre, sudor y lágrimas.


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Fútbol y racismo

En un condenable hecho registrado en la liga española de fútbol, el jugador brasileño de Real Madrid Vinicius Jr. fue insultado y tildado de “mono” por hinchas de Valencia durante un partido disputa do dos domingos atrás en el estadio de este último club. La reacción violenta del futbolista mereció su expulsión, aunque luego fue dejada sin efecto por el Comité de Competición.
Real Madrid denunció que los órganos responsables no toman las medidas con la contundencia y premura necesarias para combatir a “estas lacras que son el racismo, la xenofobia y el odio” cuando las señales de alarma hace ya tiempo que suenan. Diez serían ya las denuncias presentadas por este club que solo fueron archivadas.
Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), admitió: “Mientras haya un solo aficionado, un solo indeseable o grupo de indeseables, que insulte por condición sexual, por color de piel o credo, tenemos un grave problema”. La RFEF instó a la Comisión Antiviolencia y al Comité de Competición a decretar sin dilaciones sanciones como cierres de tribunas y de estadios ante situaciones de este tenor. Por su parte, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, agregó que “no hay lugar para el racismo en el fútbol ni en la sociedad”, al igual que Alejandro Domínguez, de la Conmebol. El reconocido director técnico Josep Guardiola fue lapidario e instó a aprender de los británicos a la hora de sancionar estas actitudes.
Mientras Valencia condenó los hechos y anunció que expulsará “de por vida” a los responsables, el jugador afectado analiza dejar la liga española antes de la finalización de su contrato, en 2027.
Las canchas de fútbol se convirtieron en espacio de expresión de valores racistas muchas veces enquistados en grupos de ultraderecha. En el pasado, futbolistas como Jadon Sancho, Marcus Rashford, Bukayo Saka, Samuel Eto’o y otros han sido también estigmatizados.
Entre nosotros, Racing Club recibió una multa de 100.000 dólares de la Conmebol por insultos racistas de su hinchada en el partido ante Flamengo del 4 de mayo pasado. También, tras el partido entre Gimnasia y Esgrima La Plata e Independiente Santa Fe de Colombia por la Copa Sudamericana disputado en nuestro país días atrás, el jugador colombiano Hugo Rodallega denunció entre lágrimas que los rivales lo llamaron “mono” y “negro”.
Los actos de xenofobia o racismo deben condenarse ejemplificadoramente. Los estadios no pueden ser un espacio para cánticos fascistas o nazis. Para que el fútbol, como cualquier fiesta deportiva, no pierda su valioso brillo, debe estar signado por la tolerancia y el respeto, al tiempo que debe aprovecharse la tecnología con el fin de identificar y condenar a quienes recurren a la violencia, tanto física como verbal.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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