martes, 1 de agosto de 2023
ENCONTRARON EL PERRO DEL DESCUARTIZADO Y EL ESCENARIO
Encontraron al perro del empresario descuartizado
Una mujer lo halló, publicó la foto en las redes sociales y un amigo de la víctima lo reconoció
Gabriel Di NicolaLa víctima y su perro
Kupper, el bulldog francés de Fernando Pérez Algaba, el empresario asesinado y descuartizado, fue encontrado en el barrio porteño de Villa Lugano por una vecina, que difundió su hallazgo en redes sociales.
“Un amigo de Pérez Algaba reconoció al perro por la publicación, lo fue a buscar y se lo llevó a Pilar, donde vive. Ayer [por anteayer] lo entregó a las autoridades de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) de Lomas de Zamora. El perro quedó allí”, dijo a una la nacion calificada fuente judicial.
Ahora, los investigadores del equipo que lidera el fiscal de Lomas de Zamora Marcelo Domínguez intentan rastrear cómo llegó el perro de la víctima a Villa Lugano.
En el departamento que alquilaba, en el partido de Ituzaingó, se secuestró un certificado de su psiquiatra en el que se consignaba que Pérez Algaba tenía un cuadro depresivo y de ansiedad. En ese informe se aconsejaba que viajara con su perro, explicaron, en su momento, fuentes de la investigación.
El hallazgo de Kupper fue publicado en el grupo de Facebook llamado “Animales de Villa Lugano (perdidos y encontrados)”. Según consta en la publicación, fue encontrado anteayer, a las 19. En uno de los comentarios se puede leer: “Ya lo fue a buscar la familia, está recontento”. En otro dice: “¿No es el perro que buscan del chico que mataron [Pérez Algaba]?”.
Como publicó según la autopsia, Pérez Algaba, de 41 años, habría sido asesinado entre el 18 y el 20 de este mes. El martes 18 se reunió en la zona de General Rodríguez con Maximiliano Pilepich y Manuel Vargas, quienes le habrían entregado 75.000 dólares, según declararon ambos ante los investigadores judiciales.
Los testimonios de Pilepich y Vargas habrían concluido en forma coincidente: ambos abandonaron la zona y Pérez Algaba se quedó en el lugar, solo y con los dólares en su poder. Contaron que el hombre, que hacía negocios con criptomonedas, avisó que “alguien” pasaría a buscarlo. El domingo 23 se encontró la primera parte de sus restos en un arroyo de Lomas de Zamora
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Populismo penal: cuando lo que impera es la ley del más fuerte
Daniela Wachauf
Las cárceles son espacios de violencia, corrupción y violación sistemática de los derechos humanos, caracterizadas por el hacinamiento, hecho que en sí mismo constituye una de las principales violaciones de los derechos de las personas privadas de libertad y del personal penitenciario.
La situación de las prisiones en Latinoamérica no ha mejorado en los últimos años y tiende a agravarse por diferentes factores, entre ellos, el “populismo penal”: el endurecimiento de medidas penales para afrontar la inseguridad, impunidad y corrupción, sin atender las causas reales, como la pobreza, desigualdad social, entre otras, según señala Manuel Jorge Carreón Perea, especialista en Derechos.
“El número de motines que en los últimos años se han dado en prisiones en la región son producto de la inestabilidad y falta de control por parte de las autoridades”, explica.
Elba Jiménez, experta en Derecho internacional de los Derechos Humanos, sostiene que el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, es el reflejo de una política de criminalización en contra de sujetos que el Estado considera violentos: los declara enemigos, son perseguidos y detenidos. En algunos casos, las motivaciones son de carácter político.
Sin embargo, lamenta, Bukele es solo una fotografía de lo que ocurre en otros países, como Haití, Cuba, Guatemala. “Tristemente, ante una estigmatización y criminalización de las personas, no se piensa en meterlos en la cárcel para reinsertarlos… es para aislarlos, según proteger a la sociedad de esta población y eso justifica violentar las Reglas Mandela” sobre el tratamiento de reclusos, detalla Jiménez. Estas reglas refieren que los presos deben tener uniformes, ropa de cama suficiente y tres comidas al día, de acuerdo a sus necesidades.
Lo que ocurre, advierte, es que bajo el argumento de que la persona privada de la libertad cometió un delito se la priva de sus derechos.
Carreón añade otro factor: no existen programas penitenciarios a largo plazo, dado que se buscan solventar problemáticas del momento conforme a lo que resulta más mediático y no acorde con planes y programas definidos. Resalta que el trato inhumano a las personas privadas de la libertad las coloca en una situación de vulnerabilidad extrema.
Rubén Ortega Montes, analista en seguridad, advierte que el crecimiento de la delincuencia organizada les ha dado a las bandas poder al interior de las prisiones, donde la mayoría de las veces existe un gobierno interno paralelo al institucional y oficial. El autogobierno, asegura, impone sus cuotas en trabajo, dinero, especie y servicios. Aparte, estos cabecillas de prisión tienen la comunicación con las estructuras delincuenciales que se encuentran libres en las calles.
“Con ello se convierten las cárceles en palacios blindados y enrejados que protegen a algunas figuras de alto rango”, enfatiza.
En lugar de rehabilitación o reinserción social, los directores de los penales se conforman con tener el supuesto control a través del líder de las áreas distintas de los penales, a través de la corrupción, señala
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