martes, 1 de agosto de 2023

LA PÁGINA DEL DR. JUAN CARLOS DE PABLO


¿Qué hará el próximo gobierno con los acreedores del Estado?
Ni el FMI ni los tenedores de títulos públicos esperan que los funcionarios actuales destinen parte de los recursos fiscales a reducir las deudas con ellos, pero, ¿qué podrían esperar de quienes gestionen a partir de diciembre?

Juan Carlos de Pablo
La relación de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional es siempre tema de controversia entre los políticos
Ni los tenedores de títulos públicos ni el FMI esperan que el actual gobierno destine alguna porción de la recaudación impositiva a disminuir la deuda con ellos. Es lógico. Pero, ¿qué deberían esperar del gobierno que comenzará el 10 de diciembre próximo? Puedo estar mal informado, pero no conozco ninguna agrupación política que, dentro de su plataforma electoral, anuncie que pagará las deudas públicas con el esfuerzo de los argentinos. ¿Y entonces?




Al respecto, conversé con el inglés John Christopher Roderick Dow (1916-1998), quien trabajó en cuatro instituciones, participando en el núcleo de investigaciones, asesoramiento y políticas prácticas: la Sección Económica, dependiente de la tesorería de su país; el Banco de Inglaterra; la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y el Instituto para la Investigación Económica y Social.

–¿Qué fue la Sección Económica, fundada en 1941?


–Alexander Kirkland Cairncross y Nita Watts reseñaron la actividad de la institución. En sus palabras: “Fue el primer grupo de economistas profesionales que trabajó con dedicación exclusiva dando asesoría gubernamental en Inglaterra, muy probablemente en cualquier país. No tenía el monopolio del asesoramiento, pero ocupaba un lugar central y sus puntos de vista eran muy tenidos en cuenta. La mitad de la tarea consistía en posicionar un problema antes de que lo hicieran los demás, y posicionarlo antes de que se convirtiera en agudo”. La oficina fue presidida por Lionel Robbins, James Edward Meade y Robert Hall.

–¿Cuál fue su experiencia y cuál fue su aporte en esa repartición?


–Ingresé en 1945. Nadie tenía experiencia, el know how sencillamente no existía. El propio accionar creó una práctica que se aplicó durante tres décadas, consistente en vigilar de manera continua la marcha de la economía, prestándoles mucha atención a las cuentas nacionales, desarrollando reglas, pero también “evaluación” para plantear los diagnósticos. Con respecto a mi aporte, Andrew Britton apunta correctamente que se trató de una labor de equipo, y que fui partidario de ubicarme cerca de la acción, es decir, que me involucré en el proceso de formulación de las políticas públicas, no siendo simplemente comentarista. En la obra de Cairncross y Watts aparezco citado 24 veces.

–¿Es cierto, como dice Bismarck, que los dichos de las campañas electorales no ofrecen pistas concretas referidas al accionar que desarrollará quien gane las próximas elecciones presidenciales?


–Así es. Ustedes, argentinos, siempre creen que son únicos, y en este caso idealizan las campañas electorales que se realizan en otros países, o añoran cómo se realizaban en otros tiempos. De Pablo, cuando usted llegó a la edad de votar, los partidos políticos publicaban las plataformas electorales, sesudos y detallados documentos escritos. Que, por supuesto, solo Dios sabe en qué medida se llevaron a la práctica. Durante la campaña electoral, Arturo Frondizi anunció lo que haría en materia petrolera, y Arturo Umberto Illia, que anularía los contratos petroleros. Hoy estamos en otro mundo, y no solo en la Argentina.

–Entiendo. De cualquier manera, noto que ninguno de los candidatos que tienen mayores probabilidades de ocupar el sillón de Rivadavia hace campaña sobre la base de que, con esfuerzo local, habrán de honrar en tiempo y forma las deudas con los tenedores de títulos públicos y el FMI.


–Hacen bien. Porque tal promesa, además de hacerle perder votos, tampoco sería creíble.

–Pero, entonces, ¿qué deben esperar del próximo gobierno los acreedores del Estado?

–Civilización en las formas, más que diferencias significativas de contenido.

–¿Lo aceptarán?

–¿Qué remedio les queda? Más allá de que ensayen una retórica contundente, que será respondida de manera no menos contundente, por la porción estrictamente política de las autoridades.

–Tomemos el caso del FMI.

–El préstamo de 2018 surgió de un acuerdo político, y el acuerdo de 2022 se basó en que no había negociación de dinero fresco en danza, sino un ejercicio de contabilidad creativa. Porque, convengamos que el balance del FMI con el principal deudor incobrable es un papelón; que una institución como el Fondo no resuelva el tema y envíe a la Argentina a la categoría de incobrable, y mucho que la eche de la institución. Así que estamos delante de años de un minué, a la espera de un milagro.

–¿De qué habla?

–La Argentina es miembro del Fondo desde 1956, y en dos oportunidades canceló la totalidad de la deuda que tenía con el organismo. Sin esfuerzo local, sino aprovechando circunstancias excepcionales y transitorias. Si el precio internacional de la soja se multiplicara por 10, de repente ustedes nuevamente se pueden sacar de encima al FMI.

–¿Y en el caso de los tenedores de títulos públicos?

–No soy un experto en cuestiones financieras, pero quizás la experiencia de Inglaterra sirva. En mi país los reyes eran deficitarios, porque tenían que financiar guerras, palacios, amantes, etcétera. Una vez, los acreedores se reunieron con uno de los soberanos y le propusieron consolidar la deuda en una perpetuidad, es decir, con un bono en el cual el capital no se pagara nunca, pero que sí se abonaran los intereses. Así nacieron los “consols”, es decir, los bonos consolidados, con un rendimiento de 3% anual. Lo más probable es que, con características ajustadas al tiempo y al espacio, entre el futuro gobierno argentino y los tenedores de títulos públicos ocurra algo parecido.

–Entiendo, pero, en estas condiciones difícilmente se reabran los mercados financieros.

–Buen punto, pero al respecto me gustaría plantear una cuestión, y espero que nadie se ofenda…

–Adelante, cualquier cosa yo lo defiendo.

–Me pregunto qué apuro debería tener el próximo gobierno para la referida apertura.

–¿Cómo dice eso, con la escasez de dólares que tiene la Argentina?

–Me preocupa el destino de los fondos frescos, el capital financiero de corto plazo que recibiría el próximo gobierno si resultara creíble. La historia argentina es contundente al respecto: una inyección de fondos financieros frescos retrasa los ajustes que todo el mundo dice que son necesarios, y coloca una espada de Damocles para el momento en que dichos fondos, de la noche a la mañana, decidan retirarse. Le digo más…

–¿Más todavía?

–Si el próximo gobierno es muy creíble, la cuestión no será si John Smith enviará sus ahorros para ser depositados en un banco de su país, sino la reacción de los argentinos, que tienen tantos dólares fuera del sistema financiero (en su mayoría, dentro del sistema impositivo), como para tirar abajo el precio del dólar.

–¿Esos son sus pronósticos?

–No hago pronósticos, pero les focalizo la mente a quienes tienen que adoptar decisiones.

–Don John, muchas gracias.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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