martes, 17 de abril de 2018

CHIMENTOS CULTURALES



Era una oportunidad única: pintar un mural en el Rockefeller Center, corazón de una de las principales capitales del arte del mundo. Única, sobre todo, porque el encargo fue realizado por la familia Rockefeller, ícono del capitalismo, a
Diego Rivera, uno de los grandes maestros del muralismo mexicano, abiertamente comprometido con el comunismo.
El artista comenzó a trabajar en el proyecto a principios de 1933, dos años después de haber exhibido una retrospectiva en el MoMA. Había presentado un boceto del mural, por el que cobraría 21.500 dólares, y acordó terminar en tres meses lo que prometió sería su "mejor obra hasta el momento". El hombre en la encrucijada representaba el conflicto entre la lucha de clases, la opresión y la guerra, de un lado, y la paz, la cooperación y la solidaridad, del otro. En el centro de la escena, alusiones al uso de la ciencia y la tecnología para beneficio de todos insinuaban una mirada optimista respecto del futuro.
Nada más lejano. El final anunciado llegó cuando Rivera decidió agregar a último momento el retrato de Lenin estrechando las manos de un grupo de obreros. Ante el reclamo de sus mecenas se negó a modificar la obra, que sería destruida poco después.

Obviamente, el artista doblaría su apuesta. Recreó el mural en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México, con los retratos de varios líderes comunistas y el de John D. Rockefeller Jr. tomando un martini con mujeres en un casino, en clara representación de los vicios del capitalismo. La llamó El hombre controlador del universo.
¿Quién permitió semejante escándalo, de repercusión internacional? El talón de Aquiles de uno de los hombres más poderosos del mundo se llamaba Abby. Coleccionista y cofundadora del Museo de Arte Moderno de Nueva York, la esposa de John D. Rockefeller Jr. no solo le había comprado a Rivera pinturas, dibujos y acuarelas; también impulsó su retrospectiva en el MoMA en 1931, un honor que solo se había concedido hasta entonces al pintor francés Henri Matisse. Rivera trabajó hasta último minuto para esa muestra, que marcaría su consagración en Estados Unidos.

A bordo del barco a vapor en el que viajó a Nueva York con Frida Kahlo pintó Los rivales, obra encargada por Abby, quien la conservó aun después del conflicto familiar por el mural y se la cedería una década más tarde como regalo de bodas a su hijo David. Sin la carga política de los proyectos del artista para el espacio público, esta pintura que evocaba una festividad tradicional de México no perturbaba la tranquilidad del living de la casa de los Rockefeller en Maine. Un año después de la muerte de David, el mes próximo será subastada por Christie's con una base estimada entre 5 y 7 millones de dólares.
Baile en Tehuantepec, una obra similar realizada por Rivera en 1928 que compartió la misma exposición del MoMA, se convirtió en 2016 en la más cara de la historia del arte latinoamericano, cuando Eduardo Costantini pagó por ella 15,7 millones de dólares. Con el valor agregado de haber integrado en 1950 el envío de México a la Bienal de Venecia, llegó a la Argentina tras una gira internacional como parte de la muestra México Moderno. Vanguardia y revolución, exhibida hasta semanas atrás en el Malba.
Maestro del timing, Costantini anunció esta compra durante la 25a edición de arteBA, mientras decenas de coleccionistas y curadores de varios países visitaban Buenos Aires y el Museo Nacional de Bellas Artes exhibía Orozco, Rivera, Siqueiros. La exposición pendiente y la conexión Sur.

El furor por México continuó in crescendo en los últimos tiempos a nivel mundial. Sobre todo en Hollywood, bastión de resistencia anti -Trump. Después de que el arte del país vecino ocupara un rol protagónico durante meses en Pacific Standard Time LA/LA, ambicioso proyecto impulsado por la Fundación Getty, la cultura mexicana conquistó semanas atrás la gala de los premios Oscar, donde Coco ganó el premio a la mejor película animada. El broche de oro fue el reciente lanzamiento de la "Barbie Frida Kahlo", en ocasión del Día Internacional de la Mujer, que indignó a los familiares y fans de la artista.
El conflicto, una vez más, estaba anunciado.

C. CH.

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