Hace un tiempo publique en este lugar una nota en donde alertaba sobre los movimientos neo nazis en Alemania y el problema que representaba la consolidación parlamentaria de la derecha.
Las protestas que se realizaron esta semana conducidas por la extrema derecha en la ciudad de Chemnitz en Sajonia debido al asesinato de un alemán de origen cubano a mano de dos inmigrantes uno de Siria y otro de Irak, han sido la excusa perfecta para encender la mecha en contra de la Canciller Merkel, al hacerla responsable de los hechos, por la acogida de más de 1.000.000 de inmigrantes.
Cuando ingresan a un país tal cantidad de extranjeros es lógico que se mezclen entre ellos algunas manzanas podridas, pero nunca lo serán todas, como plantean los extremistas de derecha. En esa ciudad, los neo nazis tuvieron un 29 % de votos en la última elección.
La historia de la presencia de la extrema derecha en Chemnitz no es nueva, durante la I GM en sus cercanías se levanto un inmenso campo de prisioneros y durante la II GM la empresa de automóviles AUDI monto una fabrica para emplear mano de obra esclava. En las cuatro décadas que vivió bajo el dominio del comunismo desde 1953 a 1999, la ciudad se llamo Karl Marx y 29 años después de la caída del Muro de Berlín que implico la desaparición de la Republica Democrática Alemana (RDA) y el inicio del arduo proceso de reunificación del país, en una nueva Alemania, bajo el modelo capitalista que había aplicado la Republica Federal de Alemania (RFA), pero el germen del autoritarismo del viejo sistema comunista se fue nutriendo del atávico nacionalismo alemán y se generó nueva serpiente que no pudo ser controlada.
Era tanto lo que había que hacer que el gobierno Alemán se aboco a hacer lo que mejor sabia, ponerse a trabajar y no pensar mucho en el futuro, la idea rectora era, que si se trabajaba con ahincó, las cosas se enderezarían por si solas, pero fue un grave error, porque el ofidio se nutrió de las viejas ideas, las mezclo de una manera ecléctica y dio a luz un nuevo modelo de nacionalismo alemán, tan complicado como aquel que ensombreció al país y a Europa.
En la Alemania del Este, (RDA), los habitantes tienen aun hoy un fuerte sentimiento de inferioridad frente a los habitantes de la ex RFA, además esas poblaciones siempre fueron muy homogéneas culturalmente por tanto ven a los inmigrantes con suma desconfianza. Son sapos de otro charco que no tienen que hacer nada en su país, no hablan su idioma, no respetan su cultura, sino que pretenden que los Alemanes respeten la suya y que además los ayuden a salir adelante.
El error del gobierno de Merkel fue ser practico y servirse de las viejas instalaciones desactivadas de la RDA, que fueron reacondicionadas rápidamente y poner allí a la masa de inmigrantes del oriente medio que llegaban al país, escapando de la locura homicida de sus países de origen.
Fue una solución hábil, pero infantil, pero como todas las cosas que se hacen sin pensar mucho en las ulterioridades, suelen originar problemas más graves de lo que pretendían solucionar. Esas zonas de la RDA, tenían ese evidente sentimiento de inferioridad, que aun está latente, el cual se agravó por el hecho de sentirse usados y hechos a un lado por el exitoso gobierno de la canciller Merkel, que de acuerdo a su peculiar razonamiento gobierna mas pensando más en la RFA que en la vieja RDA y ellos son ciudadanos alemanes de segunda categoria.
El error fue no considerar las consecuencias de mezclar poblaciones que no tenían un pensamiento de tolerancia consolidado, de modo que el conflicto estaba servido.
La derecha anti sistema hace el único juego que conoce, que es exacerbar el miedo y la insatisfacción síquica de la poblaciones que son permeables al nacionalismo radicalizado, al principio su estrategia comunicacional se enfoco hacia las personas mayores que habían vivido gran parte de su vida en el autoritarismo de la RDA y luego, una vez que habían logrado consolidar esa masa crítica de simpatizantes/adherentes se dedicaron en cuerpo y alma a ampliarlo para extender su influencia hacia la mente y los corazones de las nuevas generaciones que no vivieron esa historia, pero que son muy influenciables por sus vivencias de niños.
Sus políticas de odio no pueden, ni deberían tener espacio para difundir sus ideas, pero eso implica llevar adelante una política de control que el actual gobierno de Alemania no está en condiciones de llevar adelante.
El desafío de la democracia alemana y de su pueblo será poner su mejor esfuerzo por evitar repetir nuevamente la historia y espero desde lo profundo de mi corazón que lo logren…
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