PALACIO SCHÖNBRUNN
La inesperada muerte de Sisí
Elisabeth Amalie Eugenie Herzogin in Bayern (Sisí) encontró la muerte a orillas del lago Lernan, en Ginebra a manos del anarquista Luigi Lucheni, quien aprovechó el inesperado encuentro con la emperatriz de Austria, para clavarle un estilete en el pecho. Horas después fallecía esta hija del Duque de Baviera que había cautivado a Francisco José I de Austria. Su belleza legendaria, los enfrentamientos con su familia política por la frecuente desatención de la estricta etiqueta de la Corte y el tristemente célebre asunto de los "amantes de Mayerlng" con la muerte de su hijo Rodolfo, la había alejado de su marido y el rigor de su suegra. Vagando por el mundo en busca de la paz que la vida le había negado, encontró la muerte a manos de este anarquista italiano que no tenía en sus cálculos asesinarla. Sisí encarna el mito de las princesas rebeldes que rechazan el protocolo real para llevar adelante una vida de plebeya.
Sisí y Francisco José se casaron el 24 de abril de 1854 en la Iglesia de los Agustinos de Viena.
Desde un primer momento Sisí chocó con la rigurosidad impuesta por su suegra, que instaba a que la educación de sus hijos quedara en mano de tutor, circunstancia que, si bien era común entre la monarquía europea, no había sido la forma poco ortodoxa en la que Elizabeth había sido educada por su padre. El enfrentamiento hizo eclosión cuando la emperatriz insistió en llevar a sus hijas a una visita a Hungría, a pesar de la prohibición de la Archiduquesa Sofía. Durante el viaje, una de ellas muere por una diarrea, circunstancia que sume a Elizabeth en una depresión que marcaría su carácter y enfriaría la relación con su marido.
Francisco José y Sisí.
Sisí solo pudo criar a la menor de sus hijas, María Valeria, a quien llamaban despectivamente en la Corte “la niña húngara”, por rumorearse que había sido fruto de una relación impropia con el conde Gyula Andrássy.
Oprimida por la rígida etiqueta de la Corte, la intromisión de su suegra en la educación de sus hijos y la muerte de su hijo Rodolfo en extrañas circunstancias junto a su amante, la baronesa maría Vetsera, Sisí se alejó de su marido y de allí en más vistió de negro, impidiendo que fuese retratada para no evidenciar su deterioro físico, viajando a distintos lugares y especialmente al palacio que había construido en la isla griega de Corfú.
Curiosamente, la relación epistolar entre los conyugues se hizo más frecuente y cariñosa a pesar de las desavenencias, la distancia y los amantes que tanto Francisco como Sisí tuvieron durante ese tiempo.
Probablemente Elisabeth haya padecido una anorexia nerviosa, caracterizada por una dieta estricta, largas caminatas que extenuaban a las damas de compañía y horas pasadas en el gimnasio que había construido en el Palacio Schönbrunn. Por esta razón le habían prescripto cocaína (como se usaba antiguamente a forma de estimulante). Al parecer, la ingesta de esta droga, más su mala nutrición llevó a la caída de sus dientes, razón por la cual no sonreía en público.
Su vida tan particular, entre cuento de hadas y las desgracias que la rodearon (la muerte en un incendio de su hermana, la suerte aciaga de su cuñado en México, la locura de su cuñada, las muertes de sus hijos, etc.) fueron fuente de inspiración de libros, películas y musicales donde exaltan la figura de esta mujer de legendaria belleza y singular personalidad que encontró inesperadamente la muerte en Ginebra.
Al ser condenado Luigi Lucheni, el juez le dijo: “Habéis asesinado a una mujer desdichada”, a lo que Luigi contestó: “Creí haber matado a una mujer que vivía con un lujo obsceno…” Distintas formas de ver la existencia ajena.
O. L. M.
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