viernes, 12 de octubre de 2018

LOS BELLOS ÁRBOLES DE MI CIUDAD


Florecieron los lapachos y la Ciudad empieza a teñirse con los colores de sus árboles
El más simbólico es “el de Ezcurra”, en Figueroa Alcorta y Mariscal Ramón Castilla, que anuncia la llegada oficial de la primavera.



El "lapacho de Ezcurra", en Figueroa Alcorta y Mariscal Ramon Castilla, que según la leyenda anuncia la llegada oficial de la primavera.
En la esquina de Figueroa Alcorta y Mariscal Ramón Castilla, en Palermo, un lapacho florece. No es uno más. Es "el" lapacho. Con los años se ha transformado en una suerte de símbolo y cada año, cuando explota cargado de flores color rosa, se transforma en la confirmación oficial de que la primavera ha llegado. Y después de un invierno largo e intenso, esta fue especialmente esperada.

Al lapacho de Figueroa Alcorta y Mariscal Castilla lo plantó el paisajista Martín Ezcurra
Cuenta la leyenda que alguna vez el historiador Félix Luna -maravillado por la copa de ese lapacho- se preguntó quién lo había plantado. "Mi madre habló con él y le contó que fue mi padre, por eso Luna lo bautizó 'El lapacho de Ezcurra' y para la familia siempre ha sido un orgullo", le cuenta Diana Ezcurra a Clarín.

Diana recuerda que su padre, paisajista, “plantó muchísimos lapachos en jardines privados y en estancias, le encantaban. En general, le gustaban los árboles del norte del país, que además se adaptaron maravillosamente a la Ciudad. Plantó también palos borrachos en Plaza San Martín (Retiro). Y lapachos en los jardines de la Embajada Británica, en el Hospital Rivadavia y en el Yacht Club de San Fernando. Los plantaba en grupos de seis o siete árboles, porque así también se protegen entre ellos del frío y de las inclemencias", detalló.

El lapacho inicia el calendario escalonado de floraciones de los árboles
Cuenta Diana, quien también se dedicó al paisajismo, que "la gente que me conoce pasa frente a ese lapacho y me manda fotos. 'Mirá, floreció', me dicen. Cada año es volver a recordar a mi padre en estas fechas y el trabajo de paisajismo que hizo a lo largo de su vida. Y siempre me pregunto cómo se le ocurrió plantarlo ahí, porque es un lugar chiquito, casi un cantero. Sin embargo se adaptó muy bien, le da el sol de la mañana y resiste estoico la polución. Sigue en pie, divino. Fue una genialidad porque a esa esquina le da una impronta especial”.

El "Lapacho de Ezcurra" es el más conocido, pero también se los puede encontrar en distintas avenidas, como la 9 de Julio.
Don Martín Ezcurra formó parte del estudio de paisajismo Neira & Ezcurra, con el que trabajó en una gran cantidad de jardines y estancias. Se estima que habría plantado este lapacho entre las décadas del 30 y el 40.
Por estos días, todos los lapachos de la Ciudad ya están en flor. Y las redes sociales se llenaron de fotos de estos árboles. Además del famoso, plantado por Ezcurra, se pueden encontrar otros sobre la 9 de Julio, en las avenidas de muchos barrios porteños y, por supuesto, en los Bosques de Palermo.

La flor del lapacho es rosa
Este árbol es uno los que integran la paleta de colores que caracteriza a Buenos Aires y en la que tanto tuvo que ver el paisajista francés Carlos Thays. Como Director de Paseos de la Ciudad durante 30 años, logró diseñar un plan muy ambicioso. Plantó mayormente cinco especies de árboles con floraciones escalonadas y de distintos colores: lapachos(rosas, en septiembre), ceibos (rojas, en octubre), jacarandás (lilas, en noviembre), tipas (amarillas, en diciembre) y palos borrachos (hay varias especies, que florecen en diferentes momentos del año y con colores variados).


"Esta floración es milagro de la naturaleza y del artista que fue Carlos Thays. Fue él quien supo reconocer, como nadie, el valor de la flora autóctona, la estudió y la aclimató a la Ciudad. Pero no se quedó sólo con eso. Como buen ambientalista que fue, entendió que la flora es diversa y que su utilización debe incluir lo local y lo universal, por eso mezcló y plantó tanto lo propio como lo ajeno. Thays tuvo la aptitud de pensar a futuro, nos legó la felicidad de disfrutar de su obra, por eso debemos retribuirle respetándola", entiende Sonia Berjman, quien publicó varios libros sobre el paisajista francés y es una de las personas que más ha estudiado y documentado su trabajo en Buenos Aires.

Para noviembre se espera la floración de los jacarandás, con sus tonos lilas.

Estas floraciones se repiten todos los años, aunque muchas veces se han visto alteradas por diferentes factores: el cambio climático -por ejemplo inviernos muy cálidos- o incluso, un virus, como ocurrió con los jacarandás en 2015, que se quedaron sin hojas y no florecieron

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