También en Claro Video y en Google Play Películas puede disfrutarse del gran villano que personifica Matthau en Charada (1963), de Stanley Donen, con Cary Grant y Audrey Hepburn. De todas las películas que compartió con Jack Lemmon sólo está disponible en HBO Go y Movistar Play Discordias a la carta (Grumpier Old Men, 1995), estrenada en la Argentina como Dos viejos más gruñones.
Walter Matthau. El centenario del cómico con cara de gruñón
Fue uno de los grandes comediantes de Hollywood y se consagró con films como Extraña pareja, Primera plana y Flor de cactus
Matthau, caminando por Broadway, con Jack Lemmon en Extraña pareja
“Era tan gracioso que me hizo gritar de risa. Pensé que debía contratar a ese tipo porque era muy interesante”, dijo Billy Wilder en 1954, cuando estaba buscando actor para el papel masculino protagónico de una de sus grandes comedias, La comezón del séptimo año (The Seven Years Itch), junto a Marilyn Monroe. El nombre en cuestión era el de Walter Matthau, cuyo centenario se cumple este 1° de octubre. Había nacido ese día de 1920 con un nombre casi imposible de pronunciar en un primer intento: Walter Matuschanskavasky.
Como quedó registrado en la historia, Wilder cambió de idea. Llegó a la conclusión, según se cuenta en la monumental biografía sobre el director escrita por Ed Sikov, que necesitaba para ese papel a una figura más conocida y no al alto y desgarbado intérprete, hasta allí completamente novato en el cine, que se estaba abriendo camino y ganándose rápidamente un nombre en el mundo teatral de Broadway. Ya mostraba talento para moverse entre el drama y la comedia, algo que su carrera en el cine demostraría luego con creces.
La historia también anota que Wilder no se olvidó de Matthau. Todo lo contrario. Lo tuvo en cuenta una década más tarde, cuando ya tenía un recorrido consolidado en la pantalla grande, para convertirse en el director que mejor sacó provecho de su extraordinaria química actoral con Jack Lemmon. De las once apariciones que el dúo tuvo en el cine, Wilder dirigió Por dinero casi todo (The Fortune Cookie, 1966), seguramente la mejor de todas, y después Primera plana (Front Page, 1974) y Compadres (Buddy Buddy, 1981).
Con esta última película Wilder se despidió del cine, pero no de la amistad de Matthau, que cultivó hasta el final. “Walter y yo somos muy amigos –contó el director en 1990–. Nos vemos dos veces por semana. A menudo también se reúne con nosotros Jack Lemmon. Los dos son inseparables. Es imposible no ser amigo de Walter”.
A Matthau lo recordamos sobre todo como un comediante excepcional. Sus rasgos típicos y sus dotes magníficas para el género quedaron plasmadas en Extraña pareja (The Odd Couple, 1968), de Gene Saks, clásico entre los clásicos más allá de la propia trama de la película. Si alcanzó esa estatura fue porque funcionó como punto de partida de un dúo que, con el tiempo, alcanzó la perfección y estuvo a la altura de las mejores parejas de la historia del cine. Allí, Lemmon era el puntilloso y obsesivo maniático del orden y la limpieza, y frente a él Matthau aparecía como su huraña contrafigura, alguien que despreciaba la formalidad al punto de irritarse tanto con esas actitudes que se sentía casi obligado a hacer lo contrario.
Con esta última película Wilder se despidió del cine, pero no de la amistad de Matthau, que cultivó hasta el final. “Walter y yo somos muy amigos –contó el director en 1990–. Nos vemos dos veces por semana. A menudo también se reúne con nosotros Jack Lemmon. Los dos son inseparables. Es imposible no ser amigo de Walter”.
A Matthau lo recordamos sobre todo como un comediante excepcional. Sus rasgos típicos y sus dotes magníficas para el género quedaron plasmadas en Extraña pareja (The Odd Couple, 1968), de Gene Saks, clásico entre los clásicos más allá de la propia trama de la película. Si alcanzó esa estatura fue porque funcionó como punto de partida de un dúo que, con el tiempo, alcanzó la perfección y estuvo a la altura de las mejores parejas de la historia del cine. Allí, Lemmon era el puntilloso y obsesivo maniático del orden y la limpieza, y frente a él Matthau aparecía como su huraña contrafigura, alguien que despreciaba la formalidad al punto de irritarse tanto con esas actitudes que se sentía casi obligado a hacer lo contrario.
En ese último punto, Matthau se encontró siempre más cómodo. Su personaje más característico era el del tipo con cara avinagrada, protestón, vivillo o sinvergüenza que hacía salir detrás de su máscara de eterno enojado un sentido del humor constante. Con Lemmon actuaban de memoria, como si uno se las ingeniara para darle el pie al otro y dejara el espacio libre para su lucimiento. Así funcionaban con sus temperamentos complementarios. Uno, más histriónico y bufón. El otro, mucho más serio, refunfuñando todo el tiempo.
“Tenía una cara que parecía una cama sin hacer”, dijo un ocurrente sobre Matthau y lo describió mejor que nadie. Completaba su atuendo natural con un andar siempre desgarbado, los movimientos a veces ampulosos de su corpulenta figura
Tuvo gran prestigio en el teatro y encarnó a un gran villano en el film Charada
(medía casi 1,90 metros), un rostro cada vez más marcado por las arrugas y un vozarrón que no tardaba en hacerse oír. Nunca buscó una identidad como actor cómico. En realidad, llegó hasta allí a partir de la sólida formación dramática adquirida en el teatro, ámbito al que llegó desde chico, desarrolló en la escuela secundaria y nunca más abandonó.
De hecho, en su caso todo comenzó en la infancia dura de familias de inmigrantes (en este caso rusos de origen judío) como la suya. Su padre, un comerciante muy empobrecido instalado en el Lower East Side de
Nueva York, abandonó a su familia cuando el futuro astro de Hollywood apenas tenía tres años. Matthau contó una vez que vivió su infancia como una “pesadilla espantosa”. Su primer trabajo fue a los 11 años, vendiendo gaseosas en los entreactos de las funciones de un teatro judío de la Segunda Avenida. Hizo de todo antes de ser actor: limpió pisos, cargó bolsas de cemento, fue entrenador de boxeo de la policía, guardaparque y profesor de gimnasia antes de alistarse en la Fuerza Aérea y desempeñarse como oficial de radio en la Segunda Guerra Mundial.
Formado en la Nueva Escuela de Arte Dramático, llegó al teatro y tras un paso ascendente por los escenarios de Broadway (en los que debutó a los 28 años en una puesta de Ana de los mil días, como parte de un elenco encabezado por Rex Harrison) llegó al cine de la mano de Burt Lancaster, que le dio su primer papel en Hombre hasta el fin (The Kentuckian, 1955). Un año antes, como dijimos, ya estaba en el ojo de Billy Wilder.
Ese acercamiento a Wilder, más el éxito de Extraña pareja y, sobre todo, el colosal dúo con Jack Lemmon, cambiaron para siempre en los años 60 la perspectiva de una carrera que tenía para Matthau destino cierto de villano en películas de género. Charada fue una de sus apariciones más logradas en ese tiempo. Cuenta la historia que Lemmon y Matthau se conocieron a principios de los años 60 por azar en un restaurante. Matthau estaba saboreando un bocadillo y vio a Lemmon sentarse y pedir al mismo tiempo gambas fritas y un chocolate helado. Medio en broma y medio en serio le reprochó la elección y a partir de ese episodio digno de un paso de comedia comenzó un vínculo inseparable.
Ese acercamiento a Wilder, más el éxito de Extraña pareja y, sobre todo, el colosal dúo con Jack Lemmon, cambiaron para siempre en los años 60 la perspectiva de una carrera que tenía para Matthau destino cierto de villano en películas de género. Charada fue una de sus apariciones más logradas en ese tiempo. Cuenta la historia que Lemmon y Matthau se conocieron a principios de los años 60 por azar en un restaurante. Matthau estaba saboreando un bocadillo y vio a Lemmon sentarse y pedir al mismo tiempo gambas fritas y un chocolate helado. Medio en broma y medio en serio le reprochó la elección y a partir de ese episodio digno de un paso de comedia comenzó un vínculo inseparable.
Matthau ganó el Oscar a mejor actor de reparto en Por dinero casi todo y su popularidad creció junto con el premio en otros papeles destacados de aquéllos años 60 y 70. Así llegaron Flor de cactus, Hotel de lujo (Plaza Suite), La pareja despareja, California suite y otras comedias destacadas, algunas de las cuales lo convirtieron en uno de los mejores intérpretes del universo de Neil Simon.
También se lució en grandes papeles dramáticos y films de temática policial: El hombre que burló a la mafia, La captura del Pelham 1, 2, 3; Asesinato en masa.
Retomó más adelante su feliz encuentro con Lemmon en películas con mucha menos chispa que en los tiempos de Wilder, iniciada con Dos viejos gruñones y una rápida secuela. Y también protagonizó otras apariciones curiosas como en Piratas, de Roman Polanski; El diablito (vestido de sacerdote y a las órdenes de un joven Roberto Benigni), y un papel clave en JFK, de Oliver Stone. Ya en los años 90 se divirtió mucho interpretando a Albert Einstein en Fórmula para el amor y fue la víctima de las andanzas de Daniel, el travieso, una película que no estaba a la altura de su prestigio. Su último gran papel lo tuvo en Yo no soy Rappaport (I’m Not Rappaport, 1996), la película que fue adaptada entre nosotros por Juan José Campanella para el teatro y se convirtió en Parque Lezama.
También se lució en grandes papeles dramáticos y films de temática policial: El hombre que burló a la mafia, La captura del Pelham 1, 2, 3; Asesinato en masa.
Retomó más adelante su feliz encuentro con Lemmon en películas con mucha menos chispa que en los tiempos de Wilder, iniciada con Dos viejos gruñones y una rápida secuela. Y también protagonizó otras apariciones curiosas como en Piratas, de Roman Polanski; El diablito (vestido de sacerdote y a las órdenes de un joven Roberto Benigni), y un papel clave en JFK, de Oliver Stone. Ya en los años 90 se divirtió mucho interpretando a Albert Einstein en Fórmula para el amor y fue la víctima de las andanzas de Daniel, el travieso, una película que no estaba a la altura de su prestigio. Su último gran papel lo tuvo en Yo no soy Rappaport (I’m Not Rappaport, 1996), la película que fue adaptada entre nosotros por Juan José Campanella para el teatro y se convirtió en Parque Lezama.
Tenía que seguir trabajando sin parar, porque le gustaba actuar más que cualquier otra cosa en la vida y también porque tenía que hacer frente a las millonarias deudas que dejaba su incontenible adicción al juego. Se cuenta que llegó a perder hasta cinco millones de dólares en apuestas.
Wilder reveló en su autobiografía Nadie es perfecto que Matthau era impasible e inescrutable cuando jugaba. Lo hizo con un ejemplo: “Una vez se paró en mi casa delante de un cuadro de Klee y me preguntó cuánto me ha costado. Después, meneando la cabeza, pensó en voz alta: ‘¡Dios mío, qué despilfarro! ¡Qué tarde emocionante podría haberse organizado con todo ese dinero en las carreras de caballos!’”.
Fanático de la música de Mozart (“Beethoven para él ya era como heavy metal”, reflexionó Wilder), también tenía pocas pulgas con algunos compañeros de elenco. Sin ir más lejos, se llevó muy mal con Barbra Streisand durante el rodaje de Hello, Dolly! Y nunca lo ocultó. En un momento le dijo a varios periodistas: “Me encantaría trabajar con ella otra vez en algo más apropiado. Macbeth, por ejemplo”.
Sus problemas de salud fueron constantes y quedaron definitivamente a la vista en el último rodaje que protagonizó, el del padre lleno de achaques de la comedia No nos dejes colgadas, con Diane Keaton, Meg Ryan y Lisa Kudrow. Un diagnóstico de cáncer de colon y una neumonía agravaron un cuadro de dolencias que venían desde lejos y tenían que ver en buena medida con sus excesos gastronómicos. No pudo ver la película terminada. Murió de un infarto el 1° de julio de 2000. Tenía 79 años.
Matthau en streaming
No es mucho lo que puede hacer el streaming local para un recorrido por la carrera de Walter Matthau en el cine. No están ni Extraña pareja ni Por dinero casi todo, las dos apariciones que definieron para siempre su mejor perfil de comediante. De sus grandes papeles protagónicos, solo el ya clásico musical Hello Dolly! (1969), está disponible en Claro Video y en Google Play Películas.
También en Claro Video y en Google Play Películas puede disfrutarse del gran villano que personifica Matthau en Charada (1963), de Stanley Donen, con Cary Grant y Audrey Hepburn. De todas las películas que compartió con Jack Lemmon sólo está disponible en HBO Go y Movistar Play Discordias a la carta (Grumpier Old Men, 1995), estrenada en la Argentina como Dos viejos más gruñones.
Wilder reveló en su autobiografía Nadie es perfecto que Matthau era impasible e inescrutable cuando jugaba. Lo hizo con un ejemplo: “Una vez se paró en mi casa delante de un cuadro de Klee y me preguntó cuánto me ha costado. Después, meneando la cabeza, pensó en voz alta: ‘¡Dios mío, qué despilfarro! ¡Qué tarde emocionante podría haberse organizado con todo ese dinero en las carreras de caballos!’”.
Fanático de la música de Mozart (“Beethoven para él ya era como heavy metal”, reflexionó Wilder), también tenía pocas pulgas con algunos compañeros de elenco. Sin ir más lejos, se llevó muy mal con Barbra Streisand durante el rodaje de Hello, Dolly! Y nunca lo ocultó. En un momento le dijo a varios periodistas: “Me encantaría trabajar con ella otra vez en algo más apropiado. Macbeth, por ejemplo”.
Sus problemas de salud fueron constantes y quedaron definitivamente a la vista en el último rodaje que protagonizó, el del padre lleno de achaques de la comedia No nos dejes colgadas, con Diane Keaton, Meg Ryan y Lisa Kudrow. Un diagnóstico de cáncer de colon y una neumonía agravaron un cuadro de dolencias que venían desde lejos y tenían que ver en buena medida con sus excesos gastronómicos. No pudo ver la película terminada. Murió de un infarto el 1° de julio de 2000. Tenía 79 años.
Matthau en streaming
No es mucho lo que puede hacer el streaming local para un recorrido por la carrera de Walter Matthau en el cine. No están ni Extraña pareja ni Por dinero casi todo, las dos apariciones que definieron para siempre su mejor perfil de comediante. De sus grandes papeles protagónicos, solo el ya clásico musical Hello Dolly! (1969), está disponible en Claro Video y en Google Play Películas.
También en Claro Video y en Google Play Películas puede disfrutarse del gran villano que personifica Matthau en Charada (1963), de Stanley Donen, con Cary Grant y Audrey Hepburn. De todas las películas que compartió con Jack Lemmon sólo está disponible en HBO Go y Movistar Play Discordias a la carta (Grumpier Old Men, 1995), estrenada en la Argentina como Dos viejos más gruñones.
Y el catálogo de esas dos mismas plataformas incluye Daniel el Travieso (Dennis the Menace, 1993). Finalmente,
su breve pero destacada aparición en JFK, de Oliver Stone, está en Amazon Prime Video y Movistar Play.
Pocos de sus films se pueden ver en las plataformas de streaming locales
Pocos de sus films se pueden ver en las plataformas de streaming locales
M. S
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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