Por la veda, solo hablaré bien de los candidatos
— por Carlos M. Reymundo Roberts
Desde muy chica, Patricia Bullrich se soñó presidenta; pobre, los desvelos que habrá padecido
Qué problema esto de escribir un día de veda política. ¡Con las barbaridades que pensaba decir! Pero me parece bien, porque se trata de dejar en paz al electorado, que por estas horas medita su decisión a la luz del rico caudal de propuestas que recibió durante la campaña. Imagino incluso que muchos estarán tan concentrados en ese análisis que hasta se olvidarán de ir a votar. Mi contribución al clima de serena reflexión será serenarme y reflexionar antes de teclear cada palabra. Haré algo más. Me propongo aportar información sobre los principales candidatos a presidente, en el mejor de los tonos y sin el típico mal espíritu de las columnas políticas hegemónicas. Información que ponga de relieve atributos de los postulantes en los que no se suele reparar. No me costó tanto encontrarlos; apenas unos meses.
Primero, Massita. Si me estiro es porque sería irresponsable rematar en pocas líneas su dilatada trayectoria y el programa que lo acompaña. En sus años mozos fue mozo en la Ucedé: atendía todas las mesas. Después migró al peronismo, tránsito no exento de espinas: nadie pasa sin heridas de abrazar el capitalismo a combatir el capital. Ya entonces mostraba una cintura prodigiosa, flexibilidad conceptual y un camión de mudanzas en la puerta de su casa. En una autobiografía que quiere escribir contará lo que disfrutaban con Malena en los bailes de Carnaval: era el único que llevaba, escondidas, siete máscaras. “Sergio Tomás –protestaba ella, disfrazada de reina–, nunca sé ni quién sos ni dónde estás”.
Ya más maduro, su ubicuidad le haría vivir nuevas peripecias: kirchnerista, antikirchnerista, kirchnerista. Como amo las simetrías, este simpático capicúa está lejos de molestarme. Llamo búsqueda lo que otros consideran ventajismo. Además, siempre pisa tierra firme: soldado en el apogeo de Néstor y Cristina, opositor en su caída y otra vez mejor empleado del holding hotelero en la vuelta a la Casa Rosada. Supo ponerse a disposición de Macri en la campaña triunfal de 2015, y Macri lo rechazó porque es un desconfiado. A ver, lejos de mí recomendarlo como amigo o para compartirle un secreto; es Massita. Uh, perdón, prometí no sembrar cizaña. Retomo. Hay muchos motivos para votarlo mañana y también en octubre. Expresa al peronismo productivista del interior, del interior del conurbano norte, de Tigre, tierra fértil en countries, barrios cerrados e islas; sabe lo que es luchar contra la inflación, sabe lo que es perder, sabe que ahí debe estar alguien que sepa; tiene amigos poderosos en Washington, le hablan en inglés, él no caza one, pero hay que ver lo poderosos que son; el país necesita dólares y Massita en apenas un año ha robustecido como nunca sus posiciones en dólares; la inversión que hizo recientemente para adquirir un gran establecimiento agropecuario en San Andrés de Giles habla de su compromiso con el sector económico más dinámico de la Argentina; en la intimidad dice que se propone “terminar con 20 años de kirchnerismo”, misión que Alberto, por falta de tiempo, no está pudiendo completar; y lo más importante: hay que hacerlo presidente para que se haga cargo de la pesada herencia que deja el ministro de Economía.
Larreta es otro de espléndida foja, con rumbo inverso al de Sergio Tomás: fue del peronismo al liberalismo, del PJ a Pro. A mitad de camino se cruzaron, y desde entonces su vínculo es motivo de polémicas: para algunos, son “amigos”; para otros, “muy amigos”. De aquella experiencia en el campo popular a Horacio le quedó la vocación de poder (quiero decir: de servicio) que conduce sus acciones. Es un hacedor: hace metrobuses, bicisendas, y hace lo que haga falta para ser presidente. Políticamente es “Larreta”, pero su apellido completo es Rodríguez Larreta Díaz Alberdi Leloir; la cuna ya le indicaba un destino de masas.
Como es sabido, Pato Bullrich, “la Piba”, viajó hacia los confines del universo ideológico: de aquella militancia en la JP filomontonera a esta derecha liberal. En el largo trayecto mantuvo su esencia: el espíritu combativo. Yo la quiero mucho, pero jamás se me ocurriría llevarle la contra: “Claro que sí, Patricia”; “lo que vos mandes, Patricia”. Caminó mucho, tiene calle, y tiene avenidas; en su apellido, tres: Bullrich Luro Pueyrredón. Desde chica se soñó presidenta. Qué piba esta: los desvelos que habrá padecido.
De Milei quiero destacar algo que se malinterpretó: el derecho de admisión de 30.000 dólares que exigía para integrar sus listas. Nos escandalizamos, pero es un crack: el primer político que consigue hacerles garpar a los políticos. También es lógico que quiera cerrar el Banco Central: si dolariza, ahí tiene que funcionar una sede de la Fed, la Reserva Federal gringa. Milei movilizó a la juventud más angustiada. ¿Logrará movilizarla para que vaya a votar? ¡Correla con los perros, Javier!
Por el crimen de Morena no hubo cierres de campaña; cierres en los que nos iban a explicar cómo se combate la inseguridad.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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