El nuevo Ubuntu, un rescate ideal en tiempos de teletrabajo
A causa del confinamiento y la explosión del teletrabajo, la computadora personal (en general, hoy, una notebook) volvió a cobrar protagonismo. En ciertos casos, las compañías proveyeron los equipos. En otros, hubo que comprarlos. Pero muchas personas desempolvaron la vieja notebook, vieron si arrancaba y, de ser así, descubrieron una triste verdad. El sistema operativo, un XP o un Windows 7, estaba discontinuado.
La solución de Microsoft es la de pasar a Windows 10. ¿Cómo? Comprando un equipo nuevo o una licencia de Windows 10, cuyos precios en la Argentina van de 9000 a 20.000 pesos, redondeando y según la versión. Pero a no desesperar. Mark Shuttleworth, el fundador de Canonical, la compañía detrás de Ubuntu, logró su cometido. Linux es hoy más fácil de instalar y al menos tan fácil de usar como Windows. Es verdad, como me decía por teléfono un querido amigo mío el otro día, que Windows es más fácil de configurar. Pero en el 90% de los casos es posible hacer con Linux lo mismo que con Windows; de hecho, si Windows es en muchas instancias más fácil de configurar se debe esencialmente a que es más popular.
En el otro rincón, con una participación en el mercado hogareño mucho menor, están Linux en general y Ubuntu en particular, gratis y libres. Eso significa que podés instalarlo en cualquiera de esas notebooks algo pasadas de moda y, si el hardware anda, darles una segunda oportunidad. O una tercera, ya verán.
Pues bien, en abril, justo en medio de la pandemia, salió la nueva versión de Ubuntu con soporte de largo plazo (o LTS, por sus siglas en inglés), la
20.04. Eso significa que no vas a tener que cambiar de versión del sistema operativo durante los próximos cinco años. ¿Y después, hay que pagar? No, tampoco.
Como saben los que me siguen, escribí reseñas de casi todas las ediciones importantes de Ubuntu desde, al menos, 2008 (el sistema nació en
2004). En el caso de la 20.04, me ahorraré el listado de nuevas características, que puede consultarse en el sitio del sistema (https://ubuntu.com).
Lo que hice esta vez, en cambio, fue simular la situación en la que alguien debe volver a la vida una notebook añosa e instalarle un nuevo sistema. En este caso, Ubuntu 20.04 (aunque podría ser otro Linux). Como en algunos sitios recomendaban no actualizar desde una versión anterior a la 20.04, sino instalar desde cero, hice exactamente lo opuesto. Salvo en un par de máquinas, todas las demás pasaron por el proceso de actualización, y sin novedad.
El nuevo Ubuntu podría resumirse así: arranca más rápido, es un poco más lindo y (como es usual, convengamos) resultó muy confiable. Instaló rapidísimo (20 minutos) en una ultrabook con disco de estado sólido (SSD, por sus siglas en inglés), a pesar de sus varios años de trajinar. E instaló lentísimo en una máquina más nueva, pero con disco duro mecánico de baja calidad, lo que es lógico. Todo el proceso llevó una hora y media. Es una cantidad de tiempo inaceptable, pero eso no significa que la instalación o la actualización fallaron, sino que nos hemos ido acostumbrando a las velocidades de los SSD, y los discos duros económicos, como el de esa notebook, resultan intolerables.
Linux es en general muy austero en memoria, y aunque Ubuntu no es una edición light para máquinas con poca RAM, la 20.04 utilizó entre 750 y 800 MB en ralentí (sin nada corriendo, salvo el sistema y sus servicios). Eso es una mejora respecto de la edición anterior (la 19.10) y es mucho menos que un Windows 10, que anda en los 2 a 2,5 GB de uso de RAM en ralentí.
El tema memoria viene siendo objeto de discusión desde que empecé a escribir sobre tecnología, y eso fue hace muchos años. Pero el hecho es que Windows consume más RAM que Linux, y por eso resulta poco probable que en un equipo con varios años (digamos, con 4 GB de RAM) funcione bien. Con Linux en general y con Ubuntu en particular ocurre lo contrario. Aquí tengo una vieja máquina de escritorio con 2 GB que anda perfectamente bien para ver cine con un Ubuntu 16.04, otra LTS que seguirá en su puesto hasta al menos 2021. Esa PC debe tener no menos de 13 años.
En mis pruebas, la 20.04 marchó sin inconvenientes y con algo más de agilidad (eso se debe a un número de variables, pero se siente especialmente en la nueva versión de Gnome) en equipos con mucha biografía. Aunque parece difícil de creer, porque hasta un smartphone hoy tiene más RAM, el sistema también anduvo bien en una Dell Inspiron de 2008 (sí, 2008) con 2 GB de memoria. Cierto es, sin embagro, que ese equipo tuvo una intervención de mi parte, cuando le transplanté el SSD de una notebook que había fallado.
En total, si no querés o no podés invertir dinero, Ubuntu 20.04 es una excelente solución para salir del paso, y tal vez adoptar Linux.
A. T.
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