jueves, 2 de julio de 2020
EDITORIALES,
Salud mental en la cuarentena más prolongada del mundo
La degradación del estado psicológico de la población por los efectos que conlleva el aislamiento social impone un plan de contención en esta materia
Urge encontrar modelos de atención en el ámbito de la salud mental, tanto presenciales como virtuales, para dar respuesta a casos de depresión, ansiedad y estrés
El sano estado de equilibrio entre una persona y su entorno, que incluye su bienestar emocional, psicológico y social, se ha visto por cierto alterado con la llegada del Covid-19. Casi el 70% de los argentinos experimentaban malestar psicológico cuando apenas llevaban transcurridos 50 días de aislamiento social preventivo y obligatorio, de acuerdo con el informe sobre salud mental en cuarentena elaborado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Según el informe, hecho a partir de una encuesta online entre 2490 personas de los principales centros urbanos del país, se observaba entonces ya más del doble de sintomatología psicológica clínica que en la primera semana de aislamiento.
Sobre todo en la Capital Federal y en el conurbano bonaerense, lugares en los que la cuarentena se acerca ya a los cien días –un número récord en el mundo–, las consecuencias de la falta de actividad fuera de los hogares, la incertidumbre laboral y, sobre todo, el impacto que provoca la falta de contacto real con el entorno más querido se agigantan y tienden a agravarse con el transcurso de los días.
El servicio de salud de la ciudad de Buenos Aires, que recibe cada año cerca de 4000 llamadas de personas que solicitan asistencia psicológica gratuita, recibió unas 2500 solo en los primeros dos meses de aislamiento social preventivo y obligatorio.
Se observa un aumento significativo en el peligro de trastorno mental a medida que pasan los días. Mientras su prevalencia era de 4,8% a los siete días de cuarentena, este porcentaje aumentó a 5,7% al acercarnos a los dos meses. “Eso significa que alrededor de cinco de cada 100 personas registran sintomatología clínicamente significativa”, refiere el estudio.
Se vio con preocupación cómo se incrementó el uso de medicación sin prescripción médica del 10,5% al 13,5%, así como también el consumo de alcohol, del 8,1% al 11,5%. Mientras que la consulta psicológica pasó del 4,8% al 7,8%, la conversación con confidentes creció alrededor de un 5%.
Más del 76% de los encuestados manifiestan que padecen alteraciones del sueño, la más frecuente de ellas, el insomnio. En la misma línea, el 44,4% afirmó que su vida sexual es nada o poco satisfactoria, aunque este porcentaje prácticamente no muestra variación respecto del inicio de la cuarentena, como tampoco el 80% que dice que empeoró.
“Los síntomas psicológicos clínicos se incrementan significativamente de acuerdo con la duración de la cuarentena. La muestra a los 50-55 días presenta más del doble de síntomas que la realizada a los 7-11 días. El impacto psicológico requiere intervenciones que abarquen toda la población afectada por la cuarentena y la pandemia”, establece el informe.
Desde la Facultad de Psicología, observan que tanto al inicio como ya avanzado el aislamiento “los adultos jóvenes reportan más sintomatología que los mayores. Una línea de explicación es que las personas de menor edad afrontan mayores motivos de estrés, característicos del ciclo vital: incertidumbre en cuanto a vivienda, inserción profesional y laboral, parejas menos consolidadas, embarazos, hijos pequeños”.
Los profesionales vinculan esto también con que los niveles de pobreza son más altos entre los adultos jóvenes argentinos, quienes, por lo tanto, son más vulnerables, presentan mayor inestabilidad laboral y menores recursos en general, lo cual puede también derivar en episodios de violencia doméstica y de género.
Por todo esto, es indispensable mejorar el acceso de la población a intervenciones psicológicas. En este sentido, se valoran los servicios gratuitos y online que están brindando instituciones como, justamente, la Facultad de Psicología de la UBA, ya que muchos ciudadanos expresan que la falta de cobertura médica, los problemas económicos y la suspensión parcial de los servicios de salud mental dificultan encontrar una asistencia adecuada.
Dentro del estudio, incluso, se hace mención de la necesidad de “establecer el grado de apoyo psicológico y su accesibilidad para el personal médico de primera línea, ya que es el que más riesgo presenta de sufrir las secuelas psicológicas”. Subraya, además, que son quienes más discriminación suelen padecer por parte de sus conciudadanos, tristes situaciones que hemos condenado también desde estas columnas.
En este doloroso y exigente escenario que plantea la pandemia urge evaluar y encontrar modelos de atención en el ámbito de la salud mental, tanto presenciales como virtuales, para dar respuesta a una población jaqueada peligrosamente por depresión, ansiedad y estrés. Autoridades de la Asociación Psicoanalítica Argentina citadas por Le Monde destacaron que el estado psicológico de la población “se ha degradado sensiblemente” y subrayaron la difícil situación que viven niños y jóvenes confinados.
Un plan de contención en salud mental resulta impostergable tanto para el presente como de cara ala pos pan de mi a, especialmente en virtud de que los efectos económicos de la crisis sanitaria golpean cada vez más fuerte con graves consecuencias también en este plano.
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