De qué hablamos cuando hablamos de amor virtual
V. B.
Tu cruz en el cielo del desierto Carolina Sanín Blatt & ríos 228 páginas $ 890
En la distancia las palabras ocupan el lugar del cuerpo amado. Ese sentimiento es mayor todavía si nace en las redes y crece a lo largo del tiempo a través de mensajes, tuits y videollamadas, pero el otro siempre se mantiene lejos.
La colombiana Carolina Sanín (Bogotá, 1973), podría decirse, tocó, acarició y quiso con locura a través de las palabras. Solo que el lenguaje, estando ella en Bogotá y él en China, no fue suficiente. La experiencia terminó finalmente mal, pero se volvió la punta del hilo que la autora de Los niños y Somos luces abismales teje en Tu cruz en el cielo desierto para desenredar la madeja de una de las preguntas más antiguas: ¿de que hablamos cuando hablamos de amor?
Ni novela romántica, ni drama nostálgico, el relato de Tu cruz en el desierto avanza entre la relación a distancia que la autora establece con un escritor chileno al que conoció en Twitter y el ensayo personal. Sanín interroga la experiencia de amar sin haber encontrado en persona, ni siquiera una vez, a ese otro que imagina a medida que se escriben. ¿De qué se alimenta el amor cuando no tiene cuerpo? ¿Es posible amar sin tacto? Con una escritura que es pura potencia, la escritora desarticula las vivencias y busca transformarlas en un saber que tenga sentido más allá de sí misma.
Las anécdotas de los encuentros fallidos que figuran en el libro son excusas para indagar en las ideas que le despiertan y en los relatos de la literatura que mejor cuentan el amor, de la Biblia a Romeo y Julieta. La autora ahonda en esas historias conocidas para obtener en ellas resonancias que las acercan a la experiencia contemporánea.
La asociación entre el libro de Sanín y el célebre, inclasificable ensayo Fragmentos de un discurso amoroso del francés Roland Barthes es inevitable. Ambos parten de un fracaso sentimental para volver a pensar los modelos que surgen de la literatura, y, de esa manera, reformular la materia del lenguaje amoroso, una lengua que hoy aparece asfixiada por los lugares comunes, la ubicuidad de las imágenes y el individualismo extremo. Son palabras nacidas para el encuentro que, paradójicamente, encarnan en el lenguaje de la soledad.
La distancia es el cristal que vuelve visibles los ecos de este afecto general. Cerca o más lejos, ¿hay otro impulso más fuerte que el deseo para salir de uno mismo y llegar a otro? “Decir mi dolor, que es el pobre anacrónico dolor de las mujeres a quienes se les ha hecho creer palabras de amor para que olviden la verdad única del amor callante”, escribe Sanín para describir la ausencia, el desamor y el vacío de sentido. Los nuevos rituales de ese acto de fe se pueden seguir descubriendo en el poder de las palabras, como aspira a mostrar con su historia íntima Tu cruz en el cielo desierto.
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