Ganar por poco, un desafío para la gobernabilidad de 2024
Luciana Vázquez
El domingo hubo dos noticias para Juntos por el Cambio, una buena y la otra no tanto. La buena noticia es doble: Ignacio Torres ganó la elección de gobernador en Chubut y, finalmente, la oposición logró desplazar al peronismo del poder. La mala es que ganó por poco, demasiado poco. Las encuestas inflaron expectativas opositoras con un pronóstico de triunfo de JxC de casi nueve puntos de ventaja sobre el candidato kirchnerista. La realidad fue menos espectacular: la victoria opositora fue prácticamente un empate técnico, con una diferencia de apenas 1,6 puntos sobre Juan Pablo Luque, el candidato de la continuidad perokirchnerista. El tema no es menor. Por supuesto que para una fuerza política el primer objetivo es ganar una elección. En ese aspecto, con un punto alcanza. El problema es que una victoria tan acotada presentará todo un desafío para un futuro gobierno opositor que quiere desbloquear realmente la marcha de la Argentina. Ante la dureza de un kirchnerismo relegado a la oposición, la legitimidad de los votos no puede dejar lugar a dudas. El principio que dice que el poder ordena al peronismo tiene una contracara: que solo una derrota contundente puede ordenar al kirchnerismo en su etapa opositora.
En el caso de JxC, el triunfo del domingo no logra disipar una preocupación de la oposición: cómo puede ser que la ciudadanía no condene con más vigor al oficialismo provincial y al legado de crisis profundas que deja la gestión saliente del gobernador Mario Arcioni. Esa conducta electoral preocupa a la oposición y le pone presión a la elección nacional: si la ciudadanía se comporta igual en la elección presidencial, el resultado entraña mayor incertidumbre. Ganar es el objetivo, pero ganar por poco no es lo mismo que ganar por mucho.
En ese sentido, el caso de Chubut aporta a tres preguntas claves que atraviesan la elección presidencial de este año. La primera, si el kirchnerismo, con el ministro candidato Sergio Massa, será derrotado en las urnas. La segunda, el tamaño de esa derrota. Y el lado B de esa pregunta conduce al tercer interrogante, que es doble: si efectivamente la oposición encarnada por JxC ganará la presidencia y, si gana, cuál será el tamaño de su victoria.
Está claro que el triunfo del domingo, aunque ajustadísimo, mostró una competitividad que JxC no tuvo en 2019. Es decir, para la oposición, hay un balance positivo posible: que se quedaron con la victoria y que desplazaron al peronismo del poder provincial de Chubut. Pero para la oposición ganar no es el único gran tema de estas elecciones. El otro gran tema es ganar por mucho. El objetivo no solo es el triunfo, sino la gobernabilidad, y una gobernabilidad sostenible a lo largo de todo un mandato presidencial. Un horizonte muy exigente.
Hay una versión nueva de gradualismo o shock del lado opositor. El triunfo en Chubut le muestra a la oposición un futuro de consolidación gradual. El problema es para una eventual próxima gestión necesita un shock de legitimidad a partir de un triunfo indudable.
Si efectivamente se da el triunfo de JxC en la próxima elección presidencial, la cuestión es qué matriz de triunfo va a reproducir. ¿Seguirá el modelo Santa Fe, con un triunfo contundente de JxC, donde la crisis total, incluyendo la expansión del narco, arrinconó definitivamente al kirchnerismo? ¿O va a reproducir la lógica electoral de un Chubut en crisis en donde, sin embargo, el candidato oficialista no recibió una condena impactante?
La situación crítica de Chubut creó expectativas en la oposición. Los indicadores de la gestión de Arcioni dieron sustento a la posibilidad de una derrota sin vueltas. En el segundo semestre de 2022, en los principales aglomerados urbanos de Chubut que mide el Indec, la pobreza tuvo un crecimiento preocupante en comparación con el primer semestre. En Comodoro Rivadavia-Rada Tilly, la pobreza pasó del 25,6 al 27,2 por ciento. Y en Rawson-Trelew pasó del 33,7 al 40,9 por ciento. La crisis educativa también marcó la gestión provincial de los últimos años.
La presencia de Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich el domingo en Chubut fue una señal de las esperanzas acumuladas en torno a un posible triunfo contundente. Las encuestas confirmaban esa ilusión. La encuestadora Trespuntozero, de Shila Vilker, había pronosticado un triunfo electoral de Torres, por 38,5 por ciento, y una derrota de Luque, que se quedaría apenas con el 29,7%. La intención de votos por espacio también alimentaba ese sueño opositor: JxC mostraba una intención de voto del 33,5 por ciento, mientras que el Frente Arriba Chubut apenas alcanzaba el 23,9 por ciento, es decir, una brecha de casi 10 puntos a favor de JxC. La diferencia pronosticada quedó a años luz de la diferencia que se dio el domingo.
El “si no es todo, es nada” lleva la marca de identidad de Bullrich. Pero lo cierto es que en JxC, en general, hay una coincidencia con relación al objetivo de un próximo gobierno: la necesidad de un reformismo estructural que cambie la lógica productiva, política y social de la Argentina de una vez y para siempre. La diferencias está en el cómo, si se hace con la intransigencia de Bullrich o con el consensualismo de Larreta. Pero lo central es que JxC apunta a un proceso de cambios muy de fondo.
Si la oposición gana como ganó en Chubut, ese objetivo enfrentará desafíos difíciles. Si gana como en Santa Fe en las PASO, tendrá un camino más allanado. La crisis económica es contundente, pero todavía no está claro cómo impactará en el voto. La ciencia política se sorprende ante un oficialismo que cree tener chances en medio de una gestión económica que hace agua por todos lados y un candidato con altísima imagen negativa. El patrón repetido de derrotas oficialistas a partir del cruce de esas dos variables en el pasado todavía no está tan claro en este presente.
La estrechez del triunfo de JxC del domingo es una noticia inquietante no solo para la oposición. También para la ambición presidencial de Sergio Massa. En su caso, la elección de Chubut es doblemente inquietante. Por un lado, muestra una consolidación gradual de JxC que siembra cada día más preocupación en el cuartel general de Unión por la Patria. Es cierto que el candidato perokirchnerista perdió por poco, pero la comparación relevante está con la elección de Arcioni en 2019. Eran los días en que se hablaba del nacimiento del “arcionismo” en Chubut. El contraste con 2019 es lapidario: “Nace el arcionismo” fue el título de un trabajo del think tank Cippec de aquel año, donde analizaba los resultados de las distintas elecciones provinciales. El triunfo de Arcioni en las PASO fue otra muestra de la consolidación de los oficialismos provinciales en aquel momento. Cuatro años después, en comparación, el resultado es raquítico. Y más aún porque el perokirchnerismo fue unido y perdió un 40 por ciento de votos. En 2019, los dos candidatos del oficialismo obtuvieron casi el 75 por ciento de los sufragios.
Lo que queda claro es que el perokirchnerismo está declinando en provincias claves. Lo que no está tan claro es si la escala de esa declinación es suficiente para garantizar la gobernabilidad de una eventual presidencia de JxC.
Por otro lado, la derrota de Chubut lo interpela a Massa personalmente como candidato. En 2019, para Massa, el triunfo de Arcioni también fue su triunfo. Que en estas elecciones Arcioni tuviera que conformarse con una candidatura al Parlasur es la medida de la pérdida de su capital político e, indirectamente, un cuestionamiento a su referente nacional, el ministro candidato.
Se sabe: los resultados electorales de las provincias no anticipan linealmente resultados a nivel nacional. Sin embargo, sí permiten, al menos, poner en duda y relativizar algunas expectativas lineales de triunfos que también se hacen a nivel nacional para la elección presidencial. Por ejemplo, que la crudeza de una crisis económica y social lleva directamente a un solo resultado posible, la derrota contundente del oficialismo en el poder. Chubut mostró que esa conclusión no es necesariamente destino.
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Cuadernos: un peritaje confirmó enmiendas, pero no afecta la prueba
Fueron realizadas por Jorge Bacigalupo, un amigo de Centeno; la fiscal denunció un intento por debilitar la causa
Martínez de Giorgi
Un peritaje caligráfico oficial estableció que un amigo de Oscar Centeno fue quien realizó enmiendas y sobrescrituras en algunos de los “cuadernos de las coimas” donde el exchofer del ministerio de Planificación Federal registró los viajes en los que se retiraban sobornos pagados por empresarios a funcionarios del kirchnerismo, que luego eran trasladados a dependencias públicas y casas particulares, como el departamento que ocupaba Cristina Kirchner en Recoleta.
A pesar de estas enmiendas realizadas con líquido corrector, la Justicia convalidó con fallos de la Cámara Federal y de la Cámara de Casación la validez de los cuadernos como prueba, ya que, por un lado, otras anotaciones confirman la información cuestionada y, por otro lado, el propio Centeno reconoció esos cuadernos como de su autoría.
Quien realizó estas sobrescrituras fue Jorge Bacigalupo, un policía retirado de 77 años que tuvo en su poder los cuadernos de Centeno durante un tiempo y fue quien los entregó El peritaje se realizó a instancias del empresario Armando Loson, cuyo nombre y la dirección de su empresa aparecen alterados y con sobrescrituras en tres de los cuadernos.
Loson denunció estas sobrescrituras en una causa paralela al expediente principal, que ya está elevado a juicio oral y público en el tribunal oral federal N°7, aún a la espera una fecha de inicio. Se trata de un megaproceso con más de 150 imputados empresarios y funcionarios, donde Cristina Kirchner es la principal acusada como jefa de una asociación ilícita.
La denuncia de Loson encontró cabida en el juez Marcelo Martínez de Giorgi, que avanzó con peritajes que determinaron que había sobrescrituras. El juez determinó que no habían sido realizadas por Centeno, ni por su mujer, Hilda Horowitz, y mandó allanar la casa de Bacigalupo para secuestrar un cuerpo de escritura indubitado y compararlo con los cuadernos, con el fin de determinar si fue él quien los enmendó. Además, se llevó teléfonos celulares y computadoras, que ahora ordenó abrir para conocer su contenido.
Los peritajes realizados por la policía federal determinaron que debajo de las sobrescrituras había otras palabras como “Marcelo”, en lugar de “Armando”, por Loson, o “Alem 855”, en referencia a la dirección de su empresa. También hay una enmienda en relación a Gerardo Ferreyra, dueño de Electroingeniería, que estuvo preso por el caso y es uno de los acusados.
En lo que a Ferreyra respecta, por ejemplo, “la leyenda ‘Sr’ subyacente ha sido reemplazada mediante agregados de trazos y enmiendas por la contemporánea ‘Ing’”, dice el peritaje oficial.
El trabajo fue firmado por el comisario Alejandro Matías Centofanti, jefe de la División Escopometría, la inspectora Analía Noemí Ojeda y los peritos de parte Guillermo Latour, Gastón Latour y Jorge Baz.
La fiscal de juicio del caso de los cuadernos, Fabiana León, viene señalando que esta causa paralela abierta por Loson y a la que el juez Martínez de Giorgi le dio aire, es parte de un ataque político que busca debilitar la prueba para que el caso central no llegue a juicio. León sostuvo en un dictamen de marzo pasado que hay una embestida política y judicial contra las evidencias.
Bacigalupo trabajó 40 años en una remisería y fue quien le entregó al periodista de la nacion Diego Cabot los cuadernos de las coimas, en enero de 2018. Esos documentos, corroborados por un equipo periodístico de este medio e investigados por la Justicia, fueron la base de la causa en que terminaron siendo procesados y elevados a juicio la vicepresidenta Cristina Kirchner, algunos de sus ministros, casi un centenar de empresarios y otros exfuncionarios acusados de pagar y recibir coimas para mantener los contratos con el Estado.
La Cámara Federal porteña respaldó la validez de los cuadernos como prueba y rechazó la pretensión de Loson de declararla nula, a pesar de que se detectaron estas alteraciones. Los camaristas Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi confirmaron que la acusación contra el empresario Loson debe seguir adelante hasta el juicio oral y rechazaron el planteo de nulidad.
La pretensión de la defensa apuntaba a la declaración de nulidad de las anotaciones referidas a Loson en su conjunto y no solo de las palabras alteradas. Dijeron los jueces que esta discusión debe darse en el juicio oral.
Sostuvieron que el contenido registrado en los ocho cuadernos (que comprenden de 2005 a 2010 y de 2013 a 2015) fue oportunamente ratificado por Centeno, quien se desempeñó como chofer de Roberto Baratta, exfuncionario del exministro Julio De Vido.
El tribunal le dio la razón al juez de la causa, Julián Ercolini. Al rechazar el planteo de Loson en noviembre pasado, Ercolini sostuvo que “aun prescindiendo de las palabras que habrían sido alteradas, las anotaciones conservaban en lo sustancial su sentido”.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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