domingo, 25 de febrero de 2024

DOCUMENTOS


Las cartas de Mama Antula, joyas de “la primera escritora argentina”
El corpus de la santa argentina ronda las 350 epístolas y es un “tesoro” de valor literario, además de histórico; el día que se enfrentó a un tigre y otras anécdotas curiosas
Virginia MejíaLa mayor parte de las cartas de la santa se conserva en el Archivo del Estado de Roma
Las 350 misivas, descriptas como “un tesoro literario”, revelan su faceta intelectual e ilustrada.
María Antonia de la Paz y Figueroa, Mama Antula, es conocida por las virtudes religiosas que recientemente la elevaron a santa; sin embargo, desarrolló también una faceta intelectual menos conocida en el género epistolar. “Es la primera escritora del Río de la Plata”, asegura el expresidente de la Academia Argentina de Letras Pedro Luis Barcia, quien investigó la correspondencia de esta mujer audaz e ilustrada, misivas que eran esperadas con gran interés por sus amigos y personajes europeos como Catalina II de Rusia.
Según Barcia, el corpus de la santiagueña, que rondaría las 350 cartas, es un “tesoro” de valor literario y de fuerte contenido histórico, donde relata sus luchas por difundir los Ejercicios Espirituales de los jesuitas. Pero también revela coloridas anécdotas de su peregrinar, como cuando se enfrentó a un tigre o produjo un estallido de pólvora frente a las narices del virrey. “No registra repeticiones ni tropiezos tan frecuentes en el género epistolar de imperitos. Llama la atención su decir llano, fácil y sin afectación. La prosa es de tono familiar, espontánea, sin recovecos sintácticos, fresca, decantada y fluida. Esto, junto a su sentido informativo, la hace apetecible a los europeos. No realiza muchas citas, nunca se mete en ‘bachillerías’, como diría la santa de Ávila”, señala.
“La correspondencia, adjunta a la Positio de su canonización, debe ser considerada la literatura epistolar originaria más importante, sino la más antigua de nuestro país. La beata sería la primera escritora de la Argentina, pero a su muerte, en 1779, no existíamos en tanto Estado moderno”. Estos conceptos fueron lanzados por el erudito hace casi un cuarto de siglo, durante las Jornadas de Literatura Colonial del Cono Sur de la Universidad Católica Argentina. Entonces tenía una cátedra de Literatura Argentina en la Universidad de La Plata y se sorprendió al estudiar las cartas. Su intención fue situar el corpus epistolar en el marco de la literatura argentina previo a 1810 fundamentando la sugerencia del padre Pedro Grenón SJ, en una línea de 1919: “Merecería ser incorporada a nuestra literatura”.
Mama Antula nació en 1730 y recibió esmerada educación, con acceso a la lectura desde muy chica. Fue clave para preservar la práctica de los Ejercicios Espirituales tras la expulsión de los jesuitas de las Américas en 1767. En Buenos Aires fundó la Santa Casa de Ejercicios Espirituales. El papa Francisco, un jesuita devoto de su figura, la canonizó el 9 de este mes, convirtiéndola en la primera santa del país.
De la Paz y Figueroa hablaba español y quechua (de ahí Mama Antula). Mantenía fluida correspondencia: con el padre jesuita Gaspar Juárez, santiagueño como ella, exiliado en Europa; con el fraile Julián Perdriel, un sacerdote dominico, su confesor a la hora de morir; y con su secretario Ambrosio Funes, hermano del célebre Deán Funes, ambos actores de la Revolución de Mayo de 1810. Catalina de Rusia leía correspondencia de la beata, aunque no estaba dirigida especialmente a ella, aclara el profesor. Los textos le llegaban traducidos al ruso y al francés. Tenían en la misma misión, luchar por la obra de los jesuitas.
La beata es además la primera autora en la literatura nacional sobre la cual, en vida, se escribe una biografía junto a una selección de sus escritos. Se trata de El estandarte de la mujer fuerte en nuestros días,de autor anónimo. El título no es exagerado para Barcia, ella es comparable a las varonas bíblicas, que reencarnaban en ella en su presente. Luego, especialmente a partir del 1900, se comienzan a conocerse otras biografías sobre su figura, algunas un poco noveladas. Poco a poco van saliendo a la luz también algunos textos de su autoría.
“Su feminismo es de sólida base religiosa y de firme sentido proyectual: lo que propone lo hace”, afirma. Llamaba la atención por su altura, que superaba el metro ochenta; envuelta en una capa negra, se apoyaba en un alto báculo con una cruz. Cuando, junto a sus compañeras, entra a pie en Buenos Aires, debido a su aspecto particular los chicos le tiraban bolas de barro y le decían “bruja”. Algunos creían que era un jesuita disfrazado de mujer.
Perlas y perlitas
“Con un manojo de estas anécdotas encerradas en las cartas podría armarse unas ‘Florecillas de Mama Antula’, asegura Barcia, que cuenta algunas de esas historias. Una es su encuentro con un tigre: durante un viaje en Tucumán, atravesando descalza las sierras, se topan con un grandísimo tigre, cerrándoles el paso. Sus compañeras retrocedieron aterradas, pero la beata muy serena, oró a la Virgen Dolorosa, y siguió avanzando con la cruz en la mano. La fiera se retiró con la cabeza baja.
En otra misiva le pide a Juárez un Niño Manuelito para colgarse del cuello. Era una imagen de siete centímetros de un niño Jesús adormecido sobre una cruz. Llama la atención el detalle y la precisión con la que explica las características del objeto. Además de Manuelito, tuvo devoción por Nuestra Señora de los Dolores a quien mencionaba como “la Abadesa” de la Casa de Ejercicios Espirituales. “Vayan a pedírselo a la Abadesa”, repetía cuando faltaba alimento o le contaban sus penas.
Un día, cuando fue a pedirle permiso al Virrey para realizar los Ejercicios y se produjo un estallido de pólvora. Gracias a ese misterioso hecho el hombre decidió autorizarla.
La mayor parte de las epístolas de la santa se conserva en el Archivo del Estado de Roma. Las que originariamente se encontraban en la Casa de Ejercicios Espirituales se trasladaron a la curia metropolitana para preservarlas, pero en 1955 la iglesia y la correspondencia se incendiaron. Por eso no hay un inventario completo de todos los textos, advierte Graciela Río, titular de la causa de canonización. También aclara que no se han encontrado aún misivas recibidas. “Lo interesante es que el caso no está cerrado”, dice Río, que estudia y difunde la obra de la beata. La santa mandó escritos a todo el mundo. “No sería descabellado que un descendiente de un destinatario todavía tenga en su poder epístolas de la santa”


Pedro Luis Barcia. “Tiene una vivacidad expresiva infrecuente”
El investigador pone en contexto la valiosa correspondencia

Pedro Luis Barcia

–¿Quién fue la primera en atreverse a “hablar” en una carta?
–Isabel de Guevara, que vino con Pedro de Mendoza y hace en una misiva una defensa de los derechos de la mujer, algo atípico en esa época. Le escribe a Juana la Loca (de mujer a mujer) para que le otorguen un terreno y un conjunto de indios a su cargo. Es atinada la pregunta en el sentido de “hablar” ya que ella, ágrafa, le dicta a un escribano quien resguarda los rasgos orales de la mujer.
–¿Existe un caso anterior y similar al de Mama Antula?
–Sí, el de la mendocina Antonia Monclá y Santander de Estrada, autora de plurales epístolas. Radicada en Mendoza, las agavilló en un libro potencial y las envió a España para su edición. El legajo se perdió en el viaje. La obra de esta epistológrafa está hoy desaparecida. Hubiera sido nuestra primera escritora del Plata.
–¿Por qué considera la obra de María Antonia “un tesoro”?
–Ninguna escritora ni escritor nacido en el Plata logró la difusión mundial que alcanzaron sus cartas, no solo traducidas al francés, italiano, inglés y al alemán, sino al latín, al ruso y otras lenguas. Esta situación no puede exhibirla escritor argentino alguno, no ya del período hispánico, sino hasta entrado el siglo XIX, con Domingo Faustino Sarmiento.
–¿Su correspondencia revela intimidades de la vida cotidiana en el Virreinato?
–Tuvo contacto con la nobleza y con el virrey, pero evita entrar en detalles. Por ejemplo, no cuenta su dura pelea con las autoridades para difundir los ejercicios espirituales. Relata sus logros, pero no los trámites duros. Evitó todo lo que fuera conflicto.
–¿Cómo clasificaría sus textos?
–Era culta, manejaba la jerga judicial, en la que redacta sus pedidos, solicitudes de permiso de construcción, etcétera. Por otro, sus cartas son de una vivacidad expresiva infrecuente. La tercera modalidad es la lengua hablada, que se expresa en su testamento dictado de viva voz en su lecho, con rasgos de oralidad propios en épocas en que la literatura era convencional, “escrita”.

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