domingo, 11 de febrero de 2024

SALUD MENTAL Y LECTURA




Disolver la angustia. Su cuerpo le dio una señal de alarma: “Hay que transformar el vacío en un motor creativo y vital”
Ezequiel Starobinsky, El arte de disolver la angustia
Ezequiel Starobinsky en su nuevo libro, El arte de disolver la angustia, ofrece diferentes herramientas para aprender a manejar esta emoción omnipresente en los seres humanos
Constanza Bengochea
Ezequiel Starobinsky (44) todavía recuerda el día que su cuerpo le dijo basta. Fue una noche de 2007, volviendo a su casa después de una jornada movida en su oficina del banco, cuando se descompensó en el subte. “Es un lugar muy estresante, una picadora de carne, pero había trabajado mucho para llegar a ese puesto en finanzas, en la mesa de dinero, así que no estaba en mis planes renunciar e irme a vivir a la India”, explica. En cambio, decidió encontrar la forma de armonizar el trabajo con su vida. Así comenzó lo que él denomina “una búsqueda espiritual”. Y lo logró.
“Fue un camino larguísimo. Durante muchos años me dediqué a hacer cursos de autoconocimiento y meditación en la escuela El Arte de Vivir, hasta que empecé a juntar las partes. Hoy soy gerente y me enorgullece saber que, en el ámbito laboral, fomenté vínculos más colaborativos y mi liderazgo es inspiracional y no autoritario”, explica Ezequiel, que además de ser economista se dedica a la capacitación y consultoría en temas relativos a la toma de decisiones. En su recorrido, comenzó a dictar cursos y escribió varios libros de autoayuda, el último de los cuales es El arte de disolver la angustia. Allí, propone prácticas para alejar esa sensación y poder “transformar el vacío en un motor creativo y vital”.
–Ezequiel, ¿cómo definirías la angustia?
–Hay varios tipos de angustias. Están las que son emocionales, estas son puntuales y tienen una causa específica, por ejemplo, la angustia por la pérdida de un ser querido, la soledad; mientras que existen otras que son estructurales, pueden ser un patrón de la personalidad, por ejemplo alguien muy autoexigente, o aquellas relacionadas con algún tipo de temor que uno arrastra desde la infancia.
Según Starobinsky todos atravesamos, en algún momento, diferentes formas de la angustia.

–¿Y puede evitarse?
–Existen mecanismos adictivos para tapar la angustia como cuando comemos tres porciones de torta o nos pasamos horas scrolleando las redes sociales; también entra en esta categoría la gente que se abruma con las noticias o eso de buscar estar todo el tiempo ocupado, y ni hablar de adicciones más complicadas, como el alcohol. Estas conductas generan dopamina y si bien dan una sensación de satisfacción es a corto plazo, porque eso se termina rápido y necesitamos más. Lo bueno sería cambiarlas por actividades sublimatorias de la angustia, como una buena caminata, cantar, hacer yoga, respiración, meditar, leer, hacer algo de arte o involucrarse en algo social y conectarse con los demás, porque son actividades que a la larga generan una satisfacción mayor, no esporádica.
–Entonces, es importante rever los mecanismos con los que combatimos la angustia.
–Pasar de la escapatoria a la sublimación es un primer paso para ganarle. Si te sentís angustiado y, en lugar de comerte media heladera, optás por una buena caminata con música, es un punto para vos. Claro que esto es una condición necesaria, pero no suficiente.
–Cada vez se escuchan más casos de gente que sufre ataques de pánico, ¿están relacionados con la angustia?
–Hay una parte de la mente que no consigue distinguir realidad de fantasía, por eso las películas de terror nos dan miedo, aunque sabemos que la sangre es ketchup. En estos casos pasa algo parecido, hay una parte de la mente que tiene un terror imaginario que no logra distinguir, alguien que sufre un ataque, por ejemplo, piensa que en algún momento va a dejar de respirar. Si bien hay que ver cada caso, en general suceden cuando la mente se va mucho al futuro, pienso demasiado en lo que puede pasar conmigo, con mi familia, con mi salud, con mi carrera... y uno queda atrapado en un círculo vicioso del que hay que salir porque si no termina en los ataques. Hay que bajarle carga al futuro. Casi todas las corrientes filosóficas coinciden en la importancia de estar conectado con el aquí y ahora y que muchísimo de lo que nos preocupa es producto de la imaginación. La gran mayoría de las personas se preocupan por cosas que, en un 95 por ciento de los casos, nunca suceden. Si uno piensa en las cosas que le preocupaban hace 10 años se va a dar cuenta de que no pasaron o se resolvieron solas.
El autor invita realizar actividades sublimatorias de la angustia, como una buena caminata, cantar, hacer yoga, respiración, meditar, leer, hacer algo de arte o involucrarse en algo social y conectarse con los demás, porque son actividades que a la larga generan una satisfacción mayor

–El temor a la soledad también es abordado en tu libro.
–En este mundo de redes sociales, que parece que tenemos un millón de amigos, creo que es muy positivo, cada tanto, pasar un tiempo solo y en silencio. Si te llevás bien con vos mismo, si sabés que podés estar bien solo, los vínculos que construyas con los demás van a ser desde un lugar más genuino que si buscás vincularte para no sentirte solo o tener aprobación. Hay muchos, en especial entre los 20 y los 30, que siempre están cambiando de pareja porque no pueden estar solos, pero construyen sobre el fango. Si uno tiene que estar todo el tiempo con gente para no sentirse solo no va a poder crecer nunca, tiene que atravesarlo. Es lo que plantea Erich Fromm [autor de El miedo a la libertad]: la libertad de la soledad.
–En el libro sostenés que “el vacío es inevitable y la angustia es opcional”, pero ¿cómo se explica el vacío?
–El vacío es algo más relacionado con lo filosófico, mientras la angustia, con la emoción. En la segunda parte del libro, que es más espiritual, hablo sobre la importancia de amigarse con el vacío. A nivel cuántico, dentro de un átomo, todo es vacío: nadie se escapa de esa realidad, todo –por muy sólido que parezca– es transitorio y, sin embargo, uno queda atrapado, buscando la seguridad en cosas externas. Para la filosofía antigua eso es un sueño porque siempre uno va a querer más, entonces la idea es romper con esa mirada o por lo menos darse cuenta de que es una ilusión porque si tengo un deseo y se cumple, soy feliz pero por un ratito, luego voy a querer otra cosa. Por eso propongo amigarnos con el vacío en la vida, abrazarlo. En definitiva, el vacío es existencial y la angustia es existencialista.
–¿Cómo convivimos con el vacío existencial?
–Cuando uno logra regular estos temas que generan angustia, una vez que los tiene identificados y aprende a manejarlos, llega mejor posicionado a responder preguntas más profundas, como ¿cuál es el sentido de la vida? o ¿cuál es el sentido de mi vida? Lo que propongo es imaginar la vida como una vasija, pero para poner agua adentro, es decir, llenarla de contenido, debe estar vacía y limpia de angustias y fantasmas. Luego aparecen el Karma y el Dharma, el ikigai como una herramienta muy poderosa. Pero es muy importante estar limpio de las angustias, correr toda la maleza que hay en el camino

Ezequiel Starobinsky nació en Buenos Aires en 1979 y se recibió con honores en la carrera de Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente, se dedica a la capacitación y consultoría en temas relativos a la toma de decisiones, inteligencia emocional, finanzas e inversiones.

–¿Cómo funcionan estas herramientas?
–El Karma y el Dharma nos llevan a responder dos preguntas muy poderosas: qué viniste a aprender y qué viniste a dar al mundo. Saber que estamos en el mundo por algo da mucho sentido a la vida. Para el Dharma hay que profundizar en los dones y capacidades que cada uno tiene para compartir con los demás porque, por ejemplo, un gran cantante lírico que no canta nunca, a la larga, en algún lado del inconsciente, siente ese dolor. Y el Karma se relaciona con lo que vinimos a aprender, por ejemplo, ser menos ansiosos. La meditación, la psicología y el yoga, todo eso ayuda. En el libro, también propongo realizar una bitácora porque escribir ayuda mucho y se puede empezar con preguntas o afirmaciones más puntuales como “¿qué me gustaría mejorar?” o “este año me gustaría pasar más tiempo con mis hijos conectado al cien por ciento” o “no voy a enroscarme tanto cuando a mi jefe me diga tal cosa”. Se trata de ir de lo puntual a lo general, para llegar a la respuesta de manera indirecta. Parece algo sencillo, pero pocos lo hacen.
–¿Hacer un stop y una auto observación ?
–Sí, es importantísimo. Cuando uno lo hace, se da cuenta de que la vida te propone situaciones y personas que te llevan a trabajar esos puntos oscuros que tenés que trabajar, está armado el escenario. Esperar a estar mal para hacer cosas que a uno le hagan bien es un mal negocio. Hay que empezar a hacer las cosas que nos hacen bien cuando estamos bien. A veces me encuentro con gente que me dice “no necesito meditar, estoy bien” y yo pienso: “bueno, si meditás vas a estar mejor”.
–¿Quién debería leer este libro?
–No es un libro para gente que esté mal, es un libro para todos los que quieran profundizar en su propia personalidad, para los que buscan estar mejor. No es necesariamente para alguien que sienta angustia, aunque más de la mitad de las personas, en algún momento, la sentimos.
El arte de disolver la angustia, de Ezequiel Starobinsky, editorial Grijalbo (Penguin Random House)

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