Economía y elecciones: de Alfonsín y Menem a Alberto Fernández
Fue un financiero y político suizo del siglo XVIII. En tres ocasiones fue el encargado de las finanzas del rey francés Luis XVI. Opinaba que el Estado debía tener un papel activo en lo económico y social.
Juan Carlos de Pablo
Jacques Necker Banquero 1732–1804
Mucha gente desea que los políticos sean estadistas, que los empresarios no sean egoístas y que los deportistas practiquen el fair play.
En el primer caso la idea es que cuando actúen no piensen en las próximas elecciones, sino en las próximas generaciones. A la luz de la realidad económica actual, y dado que en el segundo semestre de 2021 el presidente de la Nación rendirá su “primer examen electoral”; ¿qué cabe esperar que haga, no en el sentido de la esperanza, sino en el de las expectativas? ¿Tendrá en cuenta lo que hicieron Raúl Ricardo Alfonsín y Carlos Saúl Menem?
Al respecto conversé con el suizo Jacques Necker (1732–1804), exitoso banquero que en 1772 se retiró de los negocios. Al año siguiente publicó y un
Elogio de Jean Baptiste Colbert,
Par de años más tarde Ensayo acerca de la legislación y el comercio de granos,en el que denunció la libertad de comercio que propugnaban los fisiócratas. La obra fue un éxito editorial, porque apareció en el momento en que Anne Robert Jacques Turgot enfrentaba la denominada “guerra de la harina”.
–En tres ocasiones usted ocupó la cartera económica de Francia, un récord que en la Argentina comparte con Federico Pinedo, Juan José Romero y Jorge H. Wehbe. ¿Qué recuerda de tales experiencias?
–Me hice cargo de tamaña responsabilidad bajo el reinado de Luis XVI, a partir de 1776, de 1788 y de 1789, es decir, en circunstancias difíciles y dramáticas. La muerte del sucesor de Turgot me brindó una oportunidad. En 1776 fui nombrado consejero de finanzas y director general del Tesoro real, por la necesidad de financiar la guerra de la independencia de Estados Unidos. De inmediato reforcé el poder de la inspección general de finanzas, conseguí que disminuyera la arbitrariedad y traté de que el funcionamiento del Estado fuera trasparente. Cuando en la primavera de 1781 se tramó una conspiración para apartarme del poder, renuncié y me fui a Suiza.
–Pero la historia no terminó allí.
–Así es. Tras el fracaso del experimento financiero implementado por Charles Alexandre, vizconde de Calonne, la monarquía se encontraba en bancarrota y la necesidad de encontrar fondos obligó a volver a llamarme. El 25 de agosto de 1788 fui nombrado director general de Finanzas. Esta nueva posición, junto a las circunstancias en que se desenvolvía el país, me permitieron desempeñar un papel político de primer orden. Frente a una importante escasez de trigo, prohibí su exportación, así como la compra de granos fuera de los mercados. Ordené importar grano, otorgué subsidios a los importadores y a las autoridades policiales les otorgué el poder necesario para aprovisionar los mercados. El rey me despidió el 11 de julio de 1789, ordenándome que abandonara Francia en secreto, trasladándome a Bruselas y luego a Basilea.
–No por mucho tiempo…
–Efectivamente, el 16 de julio, es decir, 5 días después de haberme echado, Luis XVI se vio obligado a convocarme nuevamente. Me opuse a la Asamblea Constituyente, y en especial a Honoré Gabriel Riquetti, conde de Mirabeau. Los diputados rechazaron mis propuestas, mientras que yo me opuse a la financiación del déficit con la emisión de asignados. Renuncié el 3 de setiembre de 1790, retirándome una vez más a Suiza, donde seguí escribiendo hasta mi fallecimiento. –El presidente Fernández, en materia económica, tiene que lidiar con la herencia que recibió del presidente Mauricio Macri, con los efectos producidos por los primeros meses de su gestión y con las implicancias económicas del coronavirus. ¿Le parece que encima dedique algunas de sus energías para ver cómo encara la elección de fines de 2021?
–No juzgo cómo administra su tiempo el primer mandatario, pero en la medida en que esté pensando en la próxima elección de medio período, debería tener presente las experiencias protagonizadas por Alfonsín y por Menem.
–Refrésqueme la memoria.
–Alfonsín comenzó su gestión el 10 de diciembre de 1983, con Bernardo Grinspun como ministro de Economía. Menem comenzó la suya el 8 de julio de 1989, con Miguel Roig a cargo de la cartera económica. Para lo que voy a decir corresponde agregar que Roig falleció 6 días después de haber asumido, fue reemplazado por Néstor Mario Rapanelli, y éste por Antonio Erman González.
–¿Y entonces?
–Alfonsín enfrentaba la primera elección de medio período a fines de
1985; Menem, en algún momento de 1991. Ambos presidentes entendieron que la situación económica iba a constituir un pasivo en el plano electoral y actuaron en consecuencia.
–¿Qué hicieron?
–Alfonsín reemplazó a Grinspun por Juan Vital Sourrouille, en tanto que Menem reemplazó a González por Domingo Felipe Cavallo. El primero lanzó el plan Austral a mediados de 1985; el segundo, el de Convertibilidad en abril de 1991. No digo que fue la única causa, pero ciertamente que los éxitos iniciales de ambos programas contribuyeron a las respectivas victorias electorales.
–¿Fue solo un cambio de nombres?
–El cambio de nombres permitió recuperar la credibilidad en el Gobierno, sin lo cual, como bien enfatiza Guillermo Antonio Roberto Calvo, es imposible lograr buenos resultados económicos. Sobre esto hay un aspecto que vale la pena enfatizar.
–¿Cuál es?
–La recuperación de la credibilidad o, si se prefiere, un cambio en el “régimen” económico, diferencia entre un salto único en el nivel general de los precios y una hiperinflación. Tanto en el plan Austral como en la Convertibilidad, antes del lanzamiento aumentó el ritmo devaluatorio, se actualizaron las tarifas de los servicios públicos, se rescataron títulos emitidos por el Estado nacional.
–Las denominadas medidas previas.
–Denominación de los historiadores, porque en su momento a muchos les hicieron pensar que las autoridades se habían vuelto locas. Pero lo importante fue que, tanto en 1985 como en 1991, esas medidas no generaron una hiperinflación, porque en el lanzamiento mismo de los correspondientes programas quedó claro que dichas medidas estaban al servicio de un plan económico que quería cortar con el pasado, ubicando las variables en valores realistas.
–¿Qué tiene que ver esto con el aquí y ahora?
–Mucho. A medida que los argentinos recuperen la normalidad encontrarán que tienen muchos pesos y pocos bienes. Más allá de la reactivación económica, habrá un impacto sobre precios. La credibilidad que entonces genere el equipo económico determinará si ustedes sufrirán un aumento único en el nivel general de los precios, o una nueva hiperinflación.
–¿Está usted presionando al Presidente Fernández para que cambie su gabinete económico?
–La decisión de modificar su gabinete pertenece exclusivamente al primer mandatario, así que no lo estoy presionando. Solo sugiero que la historia es muy ilustrativa al respecto.
–Don Jacques, muchas gracias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.