Libros para conocer a José Saramago
Una selección de títulos imprescindibles del autor portugués
Hijo de campesinos y autodidacta, luego de haber abandonado los estudios secundarios porque necesitaba trabajar,
el premio Nobel portugués se consagró a la literatura después de los cincuenta años.
Su obra celebra la belleza de su tierra y la sensualidad de su gente,
pero también interroga de manera crítica la historia de Portugal
en busca de las claves que explican la parábola de una nación que pasó de ser un imperio a quedar relegada dentro del propio continente europeo.
Se cumple una década de la muerte de José Saramago : releerlo es el mejor homenaje.
Memorial del convento
La publicó a los sesenta años, y es una de sus mejores novelas, junto con El año de la muerte de Ricardo Reis y El evangelio según Jesucristo. Protagonizada por el padre Bartolomeu, Baltasar y Blimunda, recrea en forma fantástica la monumental construcción de un convento, una basílica y un palacio en la ciudad de Mafra, en el siglo XVIII. Fue convertida en la ópera Blimunda por el compositor italiano Azio Corghi y, poco antes de morir, Federico Fellini confesó que era el único libro que le hubiera gustado filmar.
Todos los nombres
Narra la historia kafkiana de un don José sin apellido, gris empleado de la burocracia, que trabaja en la oficina donde se registran todos los nacimientos y defunciones. En la narración, los personajes se empeñan vanamente en eliminar de sus vidas cualquier indicio de la muerte que, marea suave y poderosa, vuelve una y otra vez a mezclarse con los asuntos de los vivos.
El año de la muerte de Ricardo Reis
Uno de los heterónimos de Fernando Pessoa dialoga con el fantasma del propio poeta portugués. Corre el año 1935, Pessoa acaba de morir y se avecinan meses que serán cruciales en la vida de Europa y, como reflejo, en el resto del mundo. Al tono melancólico que se espera de la conversación entre una tenue criatura de ficción y un espíritu, se suma la nostalgia de la despedida anticipada porque, como el título lo indica, no falta mucho para la partida definitiva de Reis.
Cuadernos de Lanzarote
Los diarios del escritor abundan en reflexiones y recuerdos, aun humorísticos, como el que explica su apellido: "Saramago no era el apellido de mi familia, sólo el apodo; yendo mi padre a declararen el registro civil el nacimiento de su hijo sucedió que el empleado estaba borracho, que por su propia iniciativa, y sin que mi padre se diese cuenta del fraude, añadió Saramago al simple nombre que yo debía llevar, que era José de Sousa. Suerte mía fue la de no haber nacido en cualquiera de las familias de Azinhaga que, por aquel tiempo y por muchos años más, ostentaban los arrasadores y obscenos apodos de Pichatada, Culorroto y Caralhana."
El evangelio según Jesucristo
Piedra de escándalo que determinó el exilio del escritor en España, cuando el gobierno de Portugal vetó la presentación del libro al premio Literario Europeo. En viaje a las raíces de la cultura occidental, Saramago da su punto de vista sobre los hechos narrados en los Evangelios. Sobre la fe, dijo: "Nunca recibí educación religiosa, en mi familia eran todos campesinos, muy descuidados de la idea de Dios. Soy lo que llamo un ateo tranquilo. Para mí, Dios sólo existe en la persona que cree en él y entonces tengo que aceptar su existencia en esa persona, peor no fuera de ella, ni que me impongan reglas de conducta que me resultan ajenas. Creo que en esto, como en el resto de las relaciones humanas, la clave es el respeto".
Memorial del convento
La publicó a los sesenta años, y es una de sus mejores novelas, junto con El año de la muerte de Ricardo Reis y El evangelio según Jesucristo. Protagonizada por el padre Bartolomeu, Baltasar y Blimunda, recrea en forma fantástica la monumental construcción de un convento, una basílica y un palacio en la ciudad de Mafra, en el siglo XVIII. Fue convertida en la ópera Blimunda por el compositor italiano Azio Corghi y, poco antes de morir, Federico Fellini confesó que era el único libro que le hubiera gustado filmar.
Todos los nombres
Narra la historia kafkiana de un don José sin apellido, gris empleado de la burocracia, que trabaja en la oficina donde se registran todos los nacimientos y defunciones. En la narración, los personajes se empeñan vanamente en eliminar de sus vidas cualquier indicio de la muerte que, marea suave y poderosa, vuelve una y otra vez a mezclarse con los asuntos de los vivos.
El año de la muerte de Ricardo Reis
Uno de los heterónimos de Fernando Pessoa dialoga con el fantasma del propio poeta portugués. Corre el año 1935, Pessoa acaba de morir y se avecinan meses que serán cruciales en la vida de Europa y, como reflejo, en el resto del mundo. Al tono melancólico que se espera de la conversación entre una tenue criatura de ficción y un espíritu, se suma la nostalgia de la despedida anticipada porque, como el título lo indica, no falta mucho para la partida definitiva de Reis.
Cuadernos de Lanzarote
Los diarios del escritor abundan en reflexiones y recuerdos, aun humorísticos, como el que explica su apellido: "Saramago no era el apellido de mi familia, sólo el apodo; yendo mi padre a declararen el registro civil el nacimiento de su hijo sucedió que el empleado estaba borracho, que por su propia iniciativa, y sin que mi padre se diese cuenta del fraude, añadió Saramago al simple nombre que yo debía llevar, que era José de Sousa. Suerte mía fue la de no haber nacido en cualquiera de las familias de Azinhaga que, por aquel tiempo y por muchos años más, ostentaban los arrasadores y obscenos apodos de Pichatada, Culorroto y Caralhana."
El evangelio según Jesucristo
Piedra de escándalo que determinó el exilio del escritor en España, cuando el gobierno de Portugal vetó la presentación del libro al premio Literario Europeo. En viaje a las raíces de la cultura occidental, Saramago da su punto de vista sobre los hechos narrados en los Evangelios. Sobre la fe, dijo: "Nunca recibí educación religiosa, en mi familia eran todos campesinos, muy descuidados de la idea de Dios. Soy lo que llamo un ateo tranquilo. Para mí, Dios sólo existe en la persona que cree en él y entonces tengo que aceptar su existencia en esa persona, peor no fuera de ella, ni que me impongan reglas de conducta que me resultan ajenas. Creo que en esto, como en el resto de las relaciones humanas, la clave es el respeto".
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