jueves, 25 de junio de 2020

LA OPINIÓN DE PABLO SIRVÉN,


El regreso de Mauricio Macri
Iluminar bien para evitar el incendio, por Pablo Sirvén - Cuarto Poder
Pablo Sirvén
Se acerca el momento en que Mauricio Macri regrese al ruedo público. Transcurrieron seis meses desde que expiró naturalmente su gobierno (el primero en 91 años que cumplió todo su mandato sin anomalías de fraude, abruptas interrupciones militares o renuncias) y el silencio persistente del expresidente hizo pensar a muchos que había elegido apartarse de la política definitivamente. Nada más lejos de eso. Por de pronto está escribiendo un libro sobre su gestión, con la colaboración de Pablo Avelluto y Hernán Iglesias Illa. La próxima primavera, al parecer, llegará con lluvia de libros cambiemitas. Al de María Eugenia Vidal, ya adelantado por esta columna hace dos semanas, también se agregará otro de Marcos Peña, al que Macri sigue teniendo en altísima consideración.
En la casa de Acassuso que alquiló Juliana Awada, y que el exmandatario conoció el día en que se mudaron, empiezan a sucederse con más frecuencia contactos personales reservados que se suman a las videoconferencias mediante las cuales sigue permanentemente conectado con la dirigencia de la principal fuerza opositora.
Salvo mínimas excepciones –la filtración de un videíto, esporádicos tuits, su firma al pie de algún documento y la declaración conjunta con Elisa Carrió–, Macri sigue callado. Un silencio que, lejos de ser tomado como un aporte a no poner trabas en el camino del nuevo gobierno, empezó a inquietar a la dirigencia del Frente de Todos, que busca a toda costa subirlo otra vez al centro del ring para confrontar con él. Como eso no ha ocurrido, los funcionarios más notables lo mencionan cada vez más seguido no solo para recordar notables errores voluntarios e involuntarios de su gestión, sino también para proponer ejercicios de ucronía que generalmente comienzan con la expresión “que hubiera pasado si Macri siguiera en el poder con…” y aquí va, a continuación, el tema que se le quiera endilgar. Puede ser, tan pronto, el default virtual con los acreedores que el presidente actual insiste en encajarle (como si de haber ganado Juntos por el Cambio no hubiera contado con las mismas, o más, contemplaciones por parte del FMI que las concedidas hasta ahora a la presente administración). Aunque, por lo general, en lo que más suelen insistir, con virulenta intensidad en las redes sociales, es en repetir qué hubiera sucedido si Macri siguiera gobernando ahora, en plena pandemia. Habría hecho algo similar a lo dispuesto en Uruguay por su presidente, Luis Lacalle Pou, y una “cuarentena en el momento correcto”, indican quienes lo frecuentan.
El último en volver a machacar por ese lado fue el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, al aventurar que habría sido una “catástrofe”, recibió como respuesta un comunicado de Pro titulado “Un ejercicio de historia contrafáctica”, con nueve puntos concretos, el último de los cuales dice: “Habría tenido una oposición política mucho menos constructiva que la actual”.
Eso es lo que ahora Macri tiene en claro: el talón de Aquiles de su gobierno fue no contar con mayorías legislativas propias, pero confía en que en las elecciones del año próximo, la oposición avanzará hacia ese objetivo y ganará en 2023. En lo personal, ese año está tan lejos como la luna, suele decir. ¿Y 2021 cuán lejos está? “Como Alaska”, bromea cuando lo apuran los más cercanos con respecto a los comicios de medio término. ¿Acaso, con las causas recientemente abiertas por presunto espionaje, y otras que seguramente vendrán, no necesitaría asegurarse fueros, tal como hizo Cristina Kirchner, en 2017, lo que impidió que se efectivizara la prisión que le pidió un par de veces el extinto juez Claudio Bonadio?
En esa materia prefiere respaldarse en la solidez profesional del exfiscal Pablo Lanusse, que se acaba de sumar a su equipo de abogados. “Hay una persecución judicial puesta en escena a través de los habituales melodramas mediáticos de Cristina Kirchner”, le dijo Lanusse a Joaquín Morales Solá, en su programa de TN. ¿El lawfare también sería aplicable a Macri o su agitación discrecional lo administra a gusto la expresidenta solo para ella y sus amigos?
En este sentido, Macri piensa que ha comenzado una dramática cuenta regresiva de noventa días para resistir una ofensiva muy fuerte del ultrakirchnerismo, tiempo en el que estará en juego el futuro de la República. La tesis es que la vicepresidenta, con tantas causas judiciales abiertas en su contra, no puede darse el lujo de que vuelvan las derrotas electorales que sufrió cada dos años desde 2013 y cuya racha recién pudo cortar en 2019. No quiere reflejarse en los espejos de Rafael Correa y Evo Morales y, por lo tanto, arremeterá lo más posible en estos meses. “No tiene plan B; tiene que romper el sistema”, elucubran cerca de Macri. Pero en el búnker del expresidente hay optimismo: cuanto más groseros son los embates desde el poder, más cohesión manifiesta su coalición.“Se va acercando el momento de salir a fortalecer la unidad del espacio y los nuevos liderazgos”, arriesgan desde allí. Hay ruido de motores en marcha. Y no solo los del “banderazo”.
El expresidente prepara un libro y abandonará su silencio. Piensa que vienen tres meses claves

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