La cara menos conocida de Pessoa
LETEO
TRAD. ESTEBAN TORRE
158 PAG
690$
La obra inagotable de Fernando Pessoa (1888-1935), casi un continente en el mapa de la literatura universal, continúa deparando sorpresas. Esta vez reluce bajo la forma canónica del soneto de corte shakespereano, que el autor cultivó durante su juventud en Durban, cuando Sudáfrica estaba bajo dominio de los colonizadores ingleses. allí el joven portugués recibió una educación británica, leyó en idioma original al Bardo de Avon, a Milton, a Donne, a Keats, a Tennyson, hizo traducciones y escribió sonetos. Excepto Mensaje, los únicos libros que Pessoa publicó en vida fueron escritos en inglés. Entre ellos se destaca 35 Sonnets, que esta edición bilingüe recupera en la versión al español de Esteban Torre, autor también del prólogo. para el catedrático sevillano, los sonetos contienen, en germen, “todo el drama pessoano: la dialéctica del sueño y la realidad, del pensamiento y la acción, del pensar y el ver; o la vida como sueño, el misterio del mundo, las máscaras del alma”.
A la distancia entre seres humanos, Pessoa añadía otra aún más insondable: la que existe entre cada uno y su propio ser. “Somos sueños del propio entendimiento/ y sueños de otros sueños de los otros”, se lee en el Soneto i. para sortear ese abismo, y en una lógica del colmo que años después resultó tan productiva en la creación de heterónimos, el poeta aspira a forjar individualidades en serie. así comienza el Soneto Viii: “Un sinfín de caretas y antifaces/ enmascara la faz del alma, y, cuando/ –por diversión– se quita los disfraces/ ¿sabes si es ella lo que estás mirando?”. confinado en la casa del espíritu desde la adolescencia, y sin forzar las reglas retóricas de esa composición poética de catorce versos endecasílabos distribuidos en cuartetos y tercetos, Pessoa cultivaba una subjetividad excéntrica.
La obra inagotable de Fernando Pessoa (1888-1935), casi un continente en el mapa de la literatura universal, continúa deparando sorpresas. Esta vez reluce bajo la forma canónica del soneto de corte shakespereano, que el autor cultivó durante su juventud en Durban, cuando Sudáfrica estaba bajo dominio de los colonizadores ingleses. allí el joven portugués recibió una educación británica, leyó en idioma original al Bardo de Avon, a Milton, a Donne, a Keats, a Tennyson, hizo traducciones y escribió sonetos. Excepto Mensaje, los únicos libros que Pessoa publicó en vida fueron escritos en inglés. Entre ellos se destaca 35 Sonnets, que esta edición bilingüe recupera en la versión al español de Esteban Torre, autor también del prólogo. para el catedrático sevillano, los sonetos contienen, en germen, “todo el drama pessoano: la dialéctica del sueño y la realidad, del pensamiento y la acción, del pensar y el ver; o la vida como sueño, el misterio del mundo, las máscaras del alma”.
A la distancia entre seres humanos, Pessoa añadía otra aún más insondable: la que existe entre cada uno y su propio ser. “Somos sueños del propio entendimiento/ y sueños de otros sueños de los otros”, se lee en el Soneto i. para sortear ese abismo, y en una lógica del colmo que años después resultó tan productiva en la creación de heterónimos, el poeta aspira a forjar individualidades en serie. así comienza el Soneto Viii: “Un sinfín de caretas y antifaces/ enmascara la faz del alma, y, cuando/ –por diversión– se quita los disfraces/ ¿sabes si es ella lo que estás mirando?”. confinado en la casa del espíritu desde la adolescencia, y sin forzar las reglas retóricas de esa composición poética de catorce versos endecasílabos distribuidos en cuartetos y tercetos, Pessoa cultivaba una subjetividad excéntrica.
Si bien sus sonetos respetan la temática de los poetas metafísicos ingleses, surge en algunos una primera persona contradictoria, reconocible en su obra posterior: “yo quiero amar, odiar, pero, alejada/ del sentimiento, la razón pretende/ pensar en un sentir a su medida”. páginas después, el primer cuarteto del Soneto XXX se hace eco de esa inquietud (con más inquietud): “Yo no sé qué verdades nos ofrece/ este triste mentir de nuestra vida,/ o si será una planta que florece/ hacia una realidad desconocida”.
Además de una “cronofotografía” del autor, se incluye “Hacia una teoría de la heteronimia”, donde pessoa define el recurso que supo encumbrar.
D. G.
Además de una “cronofotografía” del autor, se incluye “Hacia una teoría de la heteronimia”, donde pessoa define el recurso que supo encumbrar.
D. G.
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