Cinco series sobre “género”
La peregrina 1 temporada Disponible en Flow
Basada en la novela escrita por los alemanes Iny Klocke y Elmar Wohlrath –quienes se esconden bajo el seudónimo de Iny Lorentz– esta miniserie de dos episodios transcurre en el siglo XIV y gira en torno a un próspero mercader de Ulm pide que su corazón sea enterrado en Santiago de Compostela. Luego de su muerte, su hijo Otfried se niega a cumplir el pedido y entonces la misión recaerá en su hija Tilla. Con un impecable diseño de producción, la ficción resulta un relato ideal para aquellos que gustan de los cuentos medievales en los que la gesta del héroe –de la heroína en este caso– está cruzada por temas religiosos, la libertad y hasta el romance. Tilla (Josepine Preuss), comienza siendo apenas un peón en manos de su ambicioso hermano, quien la obliga a casarse y cuando el matrimonio termina en tragedia se convierte en su perseguidor.
Curon 1 temporada Disponible en Netflix
Como sucedía en la noruega Ragnarok, en esta serie italiana los secretos del pasado y un regreso al pueblo natal se combinarán con una trama llena de misterio, fantasía y mucho terror. Aquí, Anna junto a sus mellizos Mauro y Daria, deja Milán escapando de su esposo violento y decide regresar a su pueblo natal. Anna apenas recuerda una pesadilla sobre la noche en la que murió su madre de manera violenta y sigue sin entender por qué su padre la hizo abandonar el lugar. Algo siniestro ocurre allí y el origen de todo parece estar en la torre de la iglesia, que quedó casi sumergida en el lago del lugar. Entre el extraño comportamiento de su madre y su abuelo y los descubrimientos que los mellizos empiezan a hacer sobre el pasado de su familia, la ficción utiliza los elementos del terror para contar una historia sobre las deudas del pasado y sus consecuencias.
Sanctuary 1 temporada Disponible en Directv Go
Aunque esta serie de nueve episodios transcurre en Italia y está hablada en inglés, en realidad se trata de una producción sueca basada en la novela de la autora Marie Hermansson. Una representante algo oblicua del exitoso scandinoir, esta ficción gira en torno a Helen –Hel para sus escasos amigos–, y para su hermana gemela Siri. Distanciadas por circunstancias que se irán explicando con el correr de los capítulos, las gemelas se reencuentran por pedido de Siri, quien invita a Helen a visitarla a Himmelstal, una clínica de rehabilitación en los Alpes italianos. Aunque en un principio la protagonista no parece muy convencida, finalmente decide viajar. Una vez en el lugar se encuentra con un paisaje paradisíaco, “el valle del cielo”, según la traducción al castellano, que demasiado pronto se revela bastante más cercano al infierno.
La heredera 1 temporada
Disponible en Amazon Prime Video
Gracias a las plataformas del streaming, la posibilidad de ver ficciones de todo el mundo dejó de ser un evento esporádico sujeto a los caprichos de los programadores de la TV. Ante la multiplicación de bocas de expendio de contenido, los orígenes de las series son cada vez más variados. Así, algo perdida entre la oferta aparece esta serie ucraniana que se suma al renovado interés por las historias de la Unión Soviética y el imperio ruso. En este caso, la acción transcurre en la actualidad y gira en torno a Sofia, una estudiante de arqueología que trabaja en una suerte de parque de diversiones dedicado a los monarcas zaristas. Todas las tardes, la chica se disfraza de princesa para que los visitantes. Ese disfraz probará ser algo más que una farsa cuando una poderosa familia muestre interés en ella y en la posibilidad de que sea la última descendiente de un linaje real.
Una última pregunta con Frank Elsner 1 temporada Disponible en Netflix
No hace falta saber quién es Frank Elsner para darse cuenta de su habilidad para hacer entrevistas. El veterano conductor televisivo alemán es una leyenda viva de la TV en ese país y en Europa, donde durante años su programa de los sábados
Wetten dass.? (“¿Qué apostás?”), fue uno de los más vistos del continente. Casi retirado, a los 78 años Elsner decidió grabar esta serie de entrevistas para Netflix en la que él y su invitado charlan con la comodidad que sus años frente a las cámaras le permiten crear. Curioso, amable pero nunca concesivo, el periodista logra esquivar la liviandad aun cuando esté hablando con el actor Daniel Brühl sobre sus experiencias en Hollywood. Su habilidad hace que, por ejemplo, del elogio pase a la pregunta difícil sobre las varias películas que el actor filmó con producción de Harvey Weinstein.
Policial sólido y muy entretenido
M. S.
(Balle Perdue, Francia/2020). Dirección: Guillaume Pierret. Elenco:alban
Lenoir, Nicolas Duvauchelle, Ramzy Bedia. disponible en: Netflix.
La bala perdida es una grata e inesperada sorpresa en el proceloso mar de los lanzamientos de Netflix. Lanzada sin el despliegue y el ruido de marketing de otras novedades de la plataforma se encaramó muy rápido al tope de la lista de títulos más populares . Desde ese lugar debe corregir ante todo un equívoco: ser presentada y vista como la versión francesa de Rápidos y furiosos .
Esa confusión podría corregirse con el tiempo si esta promisoria aparición encuentra tiempo y espacio para seguir a través de secuelas que ya empiezan a insinuarse. Es cierto que podría haber un par de puntos en común entre la exitosa saga automovilística de Hollywood y una producción francesa bastante más modesta, por momentos casi artesanal en su concepción, por más que veamos aquí también unos cuantos coches destruidos en frenéticas persecuciones callejeras. Bien mirada, la trama de La bala perdida es propia de un policial clase B. A Lino, un experto mecánico, y a su hermano menor sale muy mal el plan que elaboraron para robar joyas con un auto “preparado”. La máquina se pasó de revoluciones y Lino (Alban Lenoir, una especie de Jason Statham francés) termina en la cárcel. Hasta que el jefe de una brigada antidrogas lo recluta para asistir a la policía desde su especialidad. Al lacónico Lino le agrada ese trabajo como potencial camino redentor y de a poco va asimilándose con ese nuevo mundo. Pero las cuentas pendientes de ese fallido golpe se mezclan con una trama de corrupción policial y Lino se ve arrastrado por esos planes.La trama avanza sin desmayos, con letra concisa, escenas que nunca duran más que lo justo y personajes con motivaciones claras. Las precisas secuencias de acción están muy bien diseñadas y hay alguna, como la extensa pelea cuerpo a cuerpo entre Lino y varios adversarios en una seccional de policía, que roza la excelencia. En el medio están en tensión los temas de siempre (lealtades, traiciones, ambiciones, afectos genuinos) que cuando están expuestos con convicción y sin énfasis funcionan. Basta un ejemplo: nunca se nos muestra el momento del flechazo entre Lino y una de las integrantes de la brigada policial. Pero ante la primera pista ya podemos reconstruir sin necesidad de explicación alguna toda esa conexión.
Por allí aparece algún exceso de imitación de los clisés hollywoodenses ya impuestos en el género, pero esa apelación a las fórmulas convive con giros y expresiones genuinamente francesas que le dan al cuadro un matiz distinto al habitual. Y con la duración justa: 90 minutos bien aprovechados y muy entretenidos.
Un tiempo oscuro que parece repetirse
(Balle Perdue, Francia/2020). Dirección: Guillaume Pierret. Elenco:alban
Lenoir, Nicolas Duvauchelle, Ramzy Bedia. disponible en: Netflix.
La bala perdida es una grata e inesperada sorpresa en el proceloso mar de los lanzamientos de Netflix. Lanzada sin el despliegue y el ruido de marketing de otras novedades de la plataforma se encaramó muy rápido al tope de la lista de títulos más populares . Desde ese lugar debe corregir ante todo un equívoco: ser presentada y vista como la versión francesa de Rápidos y furiosos .
Esa confusión podría corregirse con el tiempo si esta promisoria aparición encuentra tiempo y espacio para seguir a través de secuelas que ya empiezan a insinuarse. Es cierto que podría haber un par de puntos en común entre la exitosa saga automovilística de Hollywood y una producción francesa bastante más modesta, por momentos casi artesanal en su concepción, por más que veamos aquí también unos cuantos coches destruidos en frenéticas persecuciones callejeras. Bien mirada, la trama de La bala perdida es propia de un policial clase B. A Lino, un experto mecánico, y a su hermano menor sale muy mal el plan que elaboraron para robar joyas con un auto “preparado”. La máquina se pasó de revoluciones y Lino (Alban Lenoir, una especie de Jason Statham francés) termina en la cárcel. Hasta que el jefe de una brigada antidrogas lo recluta para asistir a la policía desde su especialidad. Al lacónico Lino le agrada ese trabajo como potencial camino redentor y de a poco va asimilándose con ese nuevo mundo. Pero las cuentas pendientes de ese fallido golpe se mezclan con una trama de corrupción policial y Lino se ve arrastrado por esos planes.La trama avanza sin desmayos, con letra concisa, escenas que nunca duran más que lo justo y personajes con motivaciones claras. Las precisas secuencias de acción están muy bien diseñadas y hay alguna, como la extensa pelea cuerpo a cuerpo entre Lino y varios adversarios en una seccional de policía, que roza la excelencia. En el medio están en tensión los temas de siempre (lealtades, traiciones, ambiciones, afectos genuinos) que cuando están expuestos con convicción y sin énfasis funcionan. Basta un ejemplo: nunca se nos muestra el momento del flechazo entre Lino y una de las integrantes de la brigada policial. Pero ante la primera pista ya podemos reconstruir sin necesidad de explicación alguna toda esa conexión.
Por allí aparece algún exceso de imitación de los clisés hollywoodenses ya impuestos en el género, pero esa apelación a las fórmulas convive con giros y expresiones genuinamente francesas que le dan al cuadro un matiz distinto al habitual. Y con la duración justa: 90 minutos bien aprovechados y muy entretenidos.
Un tiempo oscuro que parece repetirse
P. V. P.
(Estados Unidos/ 2020). Creadores:
Ron Fitzgerald y Rolin Jones. elenco: Matthew Rhys, John Lithgow. disponible en: HBO y HBO Go.
El célebre abogado literario creado por Erle Stanley Gardner fue uno de los primeros adalides del policial de procedimiento. Abogado astuto y perspicaz para detectar la culpabilidad, lograba demostrar la inocencia de sus clientes hallando el rostro oculto de todo asesino. Ahora, en manos de los creadores Ron Fitzgerald y Rolin Jones), Perry Mason (Matthew Rhys) es un detective privado en la Los Ángeles de los años 30, una especie de antecedente del Philip Marlowe de Raymond Chandler, menos cínico pero más amargado.
Perseguidor de maridos infieles y furtivo fotógrafo de estrellas en pecado, Mason es marginal en todos los sentidos, en sus ideales perdidos, en sus amores vacíos, en su relación con un mundo que le devuelve su peor cara. Su vida está llena de sombras –las heridas de la Primera Guerra, la separación de su hijo, la herencia de un padre granjero que naufraga en la pobreza y el abandono–, las mismas que pueblan ese amles biente de plena Depresión y desazón moral.
Afirmada en una estética embriagante y una consistente reconstrucción de época, la Perry Mason de HBO es menos un homenaje a la narrativa de detectives que una reflexión sobre un tiempo oscuro que parece repetirse, un regreso sin gloria que resulta irremediable. En las primeras escenas vemos a una pareja recibir el cadáver de su pequeño hijo como signo de una aparente traición; detrás están los tentáculos de un culto misterioso, la corrupción de la policía de Los Ángeles, el dinero y la extorsión. Mason trabaja junto al abogado E. B. Jonathan (John Lithgow) para descubrir la verdad, revelando en sus fotografías lo que no se ve a simple vista, visitando los pasillos de la morgue, batallando con sus propios fantasmas. Y ese mundo recuerda demasiado al pérfido antro de la Barrio Chino de Robert Towne y Roman Polanski, esa del horror oculto tras la inocencia.
En la vocación de hacer del estilo su distinción, la serie se refugia en convenciones narrativas y actuaciones estelares. Rhys resulta el rostro perfecto para este Mason sucio y desencantado; Lithgow, la justa silueta de un abogado que combina oportunismo y dedicación, y Tatiana Maslany el asomo de un enigma detrás de esa líder venerada, de ese cuadro colgado en las paredes para su adoración.
Al mismo tiempo, Perry Mason ofrece el reverso de los policiales de policías, con un protagonista que desnuda el racismo y la incompetencia de las fuerzas de seguridad, al igual que su complicidad con el crimen, en un momento en el que esa discusión está en el centro del debate público.
Parodia con mucha música y corazón
(Estados Unidos/ 2020). Creadores:
Ron Fitzgerald y Rolin Jones. elenco: Matthew Rhys, John Lithgow. disponible en: HBO y HBO Go.
El célebre abogado literario creado por Erle Stanley Gardner fue uno de los primeros adalides del policial de procedimiento. Abogado astuto y perspicaz para detectar la culpabilidad, lograba demostrar la inocencia de sus clientes hallando el rostro oculto de todo asesino. Ahora, en manos de los creadores Ron Fitzgerald y Rolin Jones), Perry Mason (Matthew Rhys) es un detective privado en la Los Ángeles de los años 30, una especie de antecedente del Philip Marlowe de Raymond Chandler, menos cínico pero más amargado.
Perseguidor de maridos infieles y furtivo fotógrafo de estrellas en pecado, Mason es marginal en todos los sentidos, en sus ideales perdidos, en sus amores vacíos, en su relación con un mundo que le devuelve su peor cara. Su vida está llena de sombras –las heridas de la Primera Guerra, la separación de su hijo, la herencia de un padre granjero que naufraga en la pobreza y el abandono–, las mismas que pueblan ese amles biente de plena Depresión y desazón moral.
Afirmada en una estética embriagante y una consistente reconstrucción de época, la Perry Mason de HBO es menos un homenaje a la narrativa de detectives que una reflexión sobre un tiempo oscuro que parece repetirse, un regreso sin gloria que resulta irremediable. En las primeras escenas vemos a una pareja recibir el cadáver de su pequeño hijo como signo de una aparente traición; detrás están los tentáculos de un culto misterioso, la corrupción de la policía de Los Ángeles, el dinero y la extorsión. Mason trabaja junto al abogado E. B. Jonathan (John Lithgow) para descubrir la verdad, revelando en sus fotografías lo que no se ve a simple vista, visitando los pasillos de la morgue, batallando con sus propios fantasmas. Y ese mundo recuerda demasiado al pérfido antro de la Barrio Chino de Robert Towne y Roman Polanski, esa del horror oculto tras la inocencia.
En la vocación de hacer del estilo su distinción, la serie se refugia en convenciones narrativas y actuaciones estelares. Rhys resulta el rostro perfecto para este Mason sucio y desencantado; Lithgow, la justa silueta de un abogado que combina oportunismo y dedicación, y Tatiana Maslany el asomo de un enigma detrás de esa líder venerada, de ese cuadro colgado en las paredes para su adoración.
Al mismo tiempo, Perry Mason ofrece el reverso de los policiales de policías, con un protagonista que desnuda el racismo y la incompetencia de las fuerzas de seguridad, al igual que su complicidad con el crimen, en un momento en el que esa discusión está en el centro del debate público.
Parodia con mucha música y corazón
M. F. M.
(Eurovision song contest: the story of fire saga, ee.uu. / 2020) dirección: David Dobkin. elenco: Will Ferrell, Rachel Mcadams, Pierce Brosnan, Dan Stevens. disponible en: Netflix
Eurovisión: la historia de Fire Saga es a la vez parodia, musical y romántica. Ante todo es una comedia y como tal no siempre funciona, en especial cuando recae en chistes fáciles. Sin embargo, tiene un arma infalible en sus protagonistas, Will Ferrell y Rachel Mcadams, el primero por su capacidad como comediante y la segunda por otorgarle humanidad y corazón a una película cuya premisa puede calificarse como burlona.
El kitsch del concurso musical de Eurovisión es el centro de los chistes en este film que tiene como protagonistas a Lars (Ferrell), un hombre que, desde que era chico sueña con ganar el premio mayor de ese certamen para Islandia y Sigrit (Mcadams), su compañera de banda, una cantante talentosa, que lo ama y quiere ayudarlo a cumplir su sueño. Por una serie de circunstancias extraordinarias, su banda clasifica para participar de Eurovisión. Ambos parten a Edimburgo en un viaje que los obligará a confrontar sus problemas y deseos.
Hay algunos momentos humorísticos brillantes, muy a tono con el estilo de Ferrell, quien escribió el guion junto a su habitual colaborador, Andrew Steele. Pero no son la mayoría y la sensación final es que la película se hubiese beneficiado de una duración menor y una edición más ajustada.
Reírse de Eurovisión parece tarea fácil, por su estética desmesurada y canciones cursis. El gran acierto del film es que no quedarse en esa intención paródica inicial, pero tampoco abandonarla. Esta parodia es también una celebración de los artistas, resumida en una escena con estrellas verdaderas del concurso haciendo un delicioso popurrí, y también de los fans que hicieron de este festival, que existe desde la década del 50, un evento importante. Los números musicales, que ocupan gran parte de la película, son tanto comedia como retrato amoroso.
Ni esto, ni el impacto visual de la película, serían suficiente sin el excelente trabajo de los actores, en especial de Dan Stevens (Downton Abbey), que resulta una revelación cómica en el papel de un cantante ruso extravagante y cargado de energía sexual. Pero, sobre todo por Rachel Mcadams, la actriz ideal para revelar las profundidades de un personaje que podría ser solo un chiste y un interés romántico, pero gracias a ella se convierte en el anclaje de la película.
Algunos films de este estilo sufren por ser sólo una caricatura pero Eurovisión: la historia de Fire Saga, lo evita entregándose a una forma de parodia con algo de ingenuo entusiasmo y mucho corazón.
N. T.
(Eurovision song contest: the story of fire saga, ee.uu. / 2020) dirección: David Dobkin. elenco: Will Ferrell, Rachel Mcadams, Pierce Brosnan, Dan Stevens. disponible en: Netflix
Eurovisión: la historia de Fire Saga es a la vez parodia, musical y romántica. Ante todo es una comedia y como tal no siempre funciona, en especial cuando recae en chistes fáciles. Sin embargo, tiene un arma infalible en sus protagonistas, Will Ferrell y Rachel Mcadams, el primero por su capacidad como comediante y la segunda por otorgarle humanidad y corazón a una película cuya premisa puede calificarse como burlona.
El kitsch del concurso musical de Eurovisión es el centro de los chistes en este film que tiene como protagonistas a Lars (Ferrell), un hombre que, desde que era chico sueña con ganar el premio mayor de ese certamen para Islandia y Sigrit (Mcadams), su compañera de banda, una cantante talentosa, que lo ama y quiere ayudarlo a cumplir su sueño. Por una serie de circunstancias extraordinarias, su banda clasifica para participar de Eurovisión. Ambos parten a Edimburgo en un viaje que los obligará a confrontar sus problemas y deseos.
Hay algunos momentos humorísticos brillantes, muy a tono con el estilo de Ferrell, quien escribió el guion junto a su habitual colaborador, Andrew Steele. Pero no son la mayoría y la sensación final es que la película se hubiese beneficiado de una duración menor y una edición más ajustada.
Reírse de Eurovisión parece tarea fácil, por su estética desmesurada y canciones cursis. El gran acierto del film es que no quedarse en esa intención paródica inicial, pero tampoco abandonarla. Esta parodia es también una celebración de los artistas, resumida en una escena con estrellas verdaderas del concurso haciendo un delicioso popurrí, y también de los fans que hicieron de este festival, que existe desde la década del 50, un evento importante. Los números musicales, que ocupan gran parte de la película, son tanto comedia como retrato amoroso.
Ni esto, ni el impacto visual de la película, serían suficiente sin el excelente trabajo de los actores, en especial de Dan Stevens (Downton Abbey), que resulta una revelación cómica en el papel de un cantante ruso extravagante y cargado de energía sexual. Pero, sobre todo por Rachel Mcadams, la actriz ideal para revelar las profundidades de un personaje que podría ser solo un chiste y un interés romántico, pero gracias a ella se convierte en el anclaje de la película.
Algunos films de este estilo sufren por ser sólo una caricatura pero Eurovisión: la historia de Fire Saga, lo evita entregándose a una forma de parodia con algo de ingenuo entusiasmo y mucho corazón.
N. T.
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