La nueva etapa de PRO y la coalición opositora tras el gesto de Macri
Mariana Gené y Gabriel Vommaro, con flamante libro, analizan el futuro de JXC
ALESSANDRO CURRARINO
Los investigadores del Conicet Mariana Gené y Gabriel Vommaro acaban de publicar El sueño intacto de la centroderecha (Siglo XXI), en el que analizan la construcción de la coalición Juntos por el Cambio, su ascenso al poder liderada por Mauricio Macri, su experiencia en el gobierno y cuál puede ser su futuro como representante de una parte importante del electorado.
Poco después de la aparición del libro, Macri dio a conocer su decisión de renunciar a la carrera presidencial, lo que simplificó la oferta electoral de JXC y abrió una incógnita sobre la continuidad del Pro tras el corrimiento de su creador y líder indiscutido.
–¿Qué visión tienen de la renuncia de Macri, cómo encaja con el análisis que hacen en el libro?
GV: El Pro es un partido creado en torno a la figura de Macri, con un diseño de poder centralizado e informal, que le da un gran margen de maniobra. La derrota de 2019 abre una nueva situación en Pro y en la coalición. Hasta allí Macri era el líder indiscutido de Cambiemos. Y casi ninguna decisión de gobierno fue consultada con sus socios antes de ser tomada. Eso cambia a partir de la derrota, porque se abre la lucha por la sucesión y aparecen Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich como competidores. Macri estaba administrando su salida, controlando lo más que podía ese corrimiento, antes de que lo corran. Creo que el anuncio era esperado en términos de contenido. Es una decisión poco inesperada, bastante bien administrada por Macri. Y despeja los términos de la competencia.
–¿Piensan que el Pro sobrevivirá a Macri, que durará décadas, como la UCR y el PJ?
MG: Es difícil hacer futurología, pero sin dudas por todo lo que trabajamos en el libro sobre la expansión en la ciudad y hacia el interior, parece que tiene varios elementos para superar la prueba de la salida de Macri, para ser un partido institucionalizado, con líneas internas y otros mecanismos de toma de decisiones, lo que implica una nueva época. Hay elementos que hacen pensar así: triunfos electorales, cuadros intermedios, militantes y una base electoral.
–¿Y Juntos por el Cambio como coalición?
GV: Por ahora parece haber pocos incentivos para que se rompa; se consolidó un electorado en torno a la coalición. Los radicales en parte pusieron a sus votantes, es muy difícil que ahora los abandonen. La lógica bicoalicional hace que las coaliciones funcionen en espejo. Mientras se mantenga una tiene incentivos la otra para mantenerse unida, a pesar de los problemas internos, a pesar de que diriman sus diferencias a cielo abierto.
–¿Es el Pro un partido más coherente ideológicamente, de centroderecha, que el peronismo o el radicalismo?
MG: Sin duda, por ser un partido más joven es menos heterogéneo, si bien se nutrió de cuadros de orígenes diferentes, como radicales, peronistas, cuadros de ONG y empresarios, lo cierto es que es un partido que se volvió cada vez más homogéneo en términos programáticos. Las discusiones internas de una posible siguiente gestión no son en torno al programa, sino más bien de estrategia, de tiempos, de negociación y alianzas. Esa gran heterogeneidad que cobijan el PJ y la UCR está mucho menos presente en el PRO.
–¿Qué papel ocupará Macri en un hipotético gobierno de JXC?
MG: Por las señales que dio hasta ahora, parece que tiene vocación de incidir en la agenda de gobierno por la experiencia que le dio ser presidente, es el único de la coalición.
–¿La Argentina puede entrar en un ciclo de coincidencias básicas entre líderes de centro?
¿Puede convertirse el peronismo en un partido de centroizquierda o seguirá en su versión populista?
GV: Creo que las dos cosas son ciertas. El peronismo pos 2003 hizo un giro hacia la izquierda en términos de programa en DDHH, cultura, género, que no eran parte de su ideario, sobre todo en los 90. Además generó una coalición sociopolítica. Y en 2008 hubo un giro al populismo. Es posible que haya una competencia entre centroizquierda y centroderecha sin una mirada tan negativa y tanta animadversión, incluidos los votantes. En Estados Unidos hubo algo parecido, los partidos se homogeneizaron bastante y se separaron más entre sí, y lo mismo los votantes. La particularidad argentina es que esa polarización se imprime en la polarización peronismo-antiperonismo. Es más difícil de desarmar, porque es un compuesto de cuestiones culturales complejas.
–Ustedes son contundentes en el subtítulo del libro al decir que el gobierno de Macri fracasó. ¿Le ven algún aspecto positivo?
MG: Por supuesto, el título sintetiza una parte. Y tiene un carácter provocador. El fracaso tiene que ver con los niveles de inflación y endeudamiento y la promesa de solucionar temas económicos que se agravaron, como la pobreza. También con la incapacidad de conseguir la reelección y la dificultad de hacer avanzar una política reformista. Pero sí hay éxitos, como la consolidación de esta coalición electoral y del electorado. La constitución de un electorado movilizado, que muestra la metamorfosis de Macri, de la gestión de los problemas a una posición de líder, que se consolidó con las marchas del “sí se puede”. Otro de los logros fue haber llegado al final del mandato. Sin duda hay distintos logros que el libro reconoce y por eso se toma en serio al actor. –¿Qué diferenció al Pro de otros terceros partidos como la UCD, el PI o el Frente Grande?
GV: Este año sale un libro que escribí comparando el derrotero de Pro con Recrear, con un candidato, Ricardo López Murphy, que hace una muy buena elección presidencial en 2003, que parecía hacer de Recrear la gran promesa de la centroderecha. Pero el Pro hizo tres cosas bien que Recrear hizo de modo deficiente: la primera es una apuesta programática innovadora. El discurso de López Murphy era un discurso conservador. Este cambio le permitió a Pro acercarse al votante medio, al centro político. Hubo un desmarcamiento de los guiños ideológicos clásicos de los partidos conservadores en pos de una fuerza muy pragmática, de la solución de problemas prácticos. Una segunda cuestión fue que el Pro invirtió en algún tipo de organización que lo conectara con el electorado. Es un partido fuertemente informal pero que no renunció del todo a tener un aparato propio. Lo ayudó mucho la ciudad de Buenos Aires, pero también la idea de crear organizaciones parapartidarias como las fundaciones G25 y Pensar, que acercaron al Pro a su núcleo electoral y que le permitieron reclutar cuadros y asignarles una tarea, una función dentro de la vida política. Por último, el Pro se ubicó claramente en el polo no peronista, antikirchnerista, y usó inteligentemente la idea de crear una salida a la “amenaza kirchnerista” o “populista”.
–La irrupción de Javier Milei parece haber convalidado el discurso liberal. Parecería que dejó de ser mala palabra ser liberal o de derecha en la Argentina.
MG: Sí, es algo a lo que aludimos en el libro. En 2015 había opciones a la derecha de JXC, pero ahora el fenómeno libertario expandió el campo semántico y hay mucho más espacio para consignas más claras. La agenda económica, que en 2015 estaba escondida, ahora está mucho más clara. Y la experiencia de gobierno hace más claro el programa. Sin duda la emergencia de la derecha radical habilita un discurso mucho más explícito. Habilita ese liberalismo económico de Macri, lo legitima y lo vuelve más abierto.
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