Esta noche es noche buena y mañana es navidad le gustaba decir a mi papá. Recuerdo que lo decía todo el tiempo a pesar de que nunca fue muy religioso o católico practicante, pero conforme crecimos y llegaban los nietos se lo veía más contento con esa frase pues era el momento de vernos. Lamentablemente una de las crueldades que tiene el mundo moderno es que conforme vamos creciendo vamos formando nuestras propias familias y comenzamos poco a poco a alejarnos de nuestra familia original. Los compromisos de la navidad con los amigos, con nuestra familia política, con nuestras nuevas familias que vamos formando hacen que poco a poco vayamos perdiendo el tiempo que disponemos para estar con nuestros padres. Peor aún en el caso de los que hemos emigrado de nuestros países de origen esta época es particularmente dura pues es una época muy costosa para viajar, las vacaciones en el hemisferio norte son relativamente cortas lo cual hacen prácticamente imposible el planificar para tener unas vacaciones en nuestros países de origen, toda una odisea o una actividad sumamente onerosa, para hacer cada año. Pensaba en esto y otras cosas hace unos días en que meditaba sobre que escribir esta semana, normalmente escribo cosas políticas, de economía o política pública, y no quería escribir al respecto pues creo que es momento de dejar de lado, aunque sea por unos días estos comentarios y enfocarnos en el milagro de la navidad, lamentablemente el tema político y social está presente hasta el último minuto, hasta el mismo día de navidad. Lo vimos hace unos días horrorizados cuando un carro manejado por un fanático atropello sin piedad y con mucha maldad a una multitud de gente en un mercado navideño de Magdeburg, Alemania, causando cientos de heridos y varios muertos. Da coraje ver que estas cosas pasen, más aún cuando se trata de festividades religiosas que son parte del legado cultural de occidente. El problema no está solo en el fanatismo religioso del conductor, si no de los medios de comunicación que en un principio decían que era un simpatizante neonazi, para más tarde revelarse que el fanático no era más que un fanático religioso musulmán, que había, supuestamente, abjurado de su fe y se había declarado ateo y víctima de persecución religiosa para lograr un asilo con bases humanitarias. No tardaron los antiinmigrantes en decir que la culpa era de los inmigrantes en general pues es más fácil generalizar y etiquetar que pensar que el problema en realidad está en que ni siquiera se atendió a los requerimientos de extradición del gobierno de su país de origen y que los burócratas alemanes, criminalmente fueron capaces de cerrar los ojos ante la realidad, con tal de avanzar una agenda política. Una total falta de responsabilidad de parte de quienes ignoraron la evidencia y el trasfondo criminal de este sujeto que era reclamado por su país de origen. Tan criminales son los fanáticos religiosos, como lo son los políticos fanáticos con agenda ideológica que ignoran la realidad de aquellos quienes cometen crímenes. La intolerancia y el fanatismo religioso y los políticos que no cumplen con su deber no solo se limita a Europa que vive una terrible decadencia moral y cultural, no solo por abandonar sus raíces cristianas y occidentales si no porque sus políticos están empecinados en resolver sus problemas de natalidad y envejecimiento poblacional con inmigrantes que ni siquiera son investigados si es que son gente que no tenga antecedentes criminales. Ojo, mi argumento no es antinmigrante, yo también lo soy, pero si me parece una soberana tontería lo que han hecho, traer o aceptar inmigrantes sin ningún tipo de control sobre los desadaptados que se esconden entre los buenos migrantes, que son la mayoría y luego en vez de invitarlos a ser parte de la comunidad, los mantienen en situación de ilegalidad por generaciones. De esta forma convierten a estos inmigrantes que podrían aportar y enriquecer muchísimo a aquellas sociedades que los reciben en verdaderas cargas que nunca se integran, ni cultural ni laboralmente y viven de la asistencia social del estado de bienestar. Para remate los ciudadanos originales de estos países comienzan a resistirse y organizarse y también aparecen las hordas de gente afectada y violenta dispuesta a dar palo y atacar a los migrantes solo por el hecho de serlo. En Hispanoamérica no estamos libres de estos problemas, pues tenemos un fenómeno similar con el odio antinmigrante que se ha generado contra los venezolanos que son acusados de ser los culpables de todos los robos y males que pueda haber en aquellos países donde se concentran. Una vez más, parte del problema no es la inmensa cantidad de inmigrantes, si no los malos elementos infiltrados a propósito por el gobierno de Venezuela que los han desprestigiado. Esta realidad es una de las más grandes crisis humanitarias que se han vivido en Hispanoamérica y que está empezando a afectar a Estados Unidos con la infiltración de redes criminales como el Tren de Aragua, banda de narcotraficantes. Casi una tercera parte de la población venezolana ha tenido que salir de su país y lamentablemente a pesar de haber perdido, el gobierno, las elecciones no hay visos de que se resuelva el problema pues la narco dictadura jamás se irá de buena manera ni así les ganen las elecciones abrumadoramente, como ya se vio con claridad en julio de este año. Ojalá me equivoque y las cosas cambien el 10 de enero con la aceptación y posesión en el mando de Edmundo Gonzalez. Pero no solo en Venezuela se cuecen habas, en Colombia tienen un presidente ex-guerrillero que persigue a los cristianos. De acuerdo con una organización cristiana que lucha por los perseguidos religiosos La Voz de los Mártires si bien es cierto el presidente Petro ofreció paz para los guerrilleros a inicios de su gobierno y a terminar con el conflicto armado, claramente dejó afuera a los religiosos que están en manos de la guerrilla. Peor aún estos guerrilleros siguen su lucha armada e ideológica y siguen distribuyendo en las escuelas paquetes de ayuda y regalos en las épocas de navidad, pero en vez de entregar biblias o cosas relacionadas con la navidad regalan literatura marxista, para así de esa manera reclutar niños para que se unan a la lucha guerrillera. Así seguimos con el ciclo perverso de perseguir o pervertir el espíritu navideño y las bases de la civilización cristiana sobre la cual nuestras sociedades están construidas. Cada cual es libre de creer lo que quiera, pero esto se debe de hacer de manera libre y responsable, no imponiendo a la fuerza como hacen los guerrilleros o los fanáticos o tratando de engañarnos pervirtiendo una festividad religiosa con literatura marxista, un total contrasentido. Y es que la navidad es una fiesta religiosa que supero el ámbito religioso, es un tiempo para reflexionar por lo que hemos recibido a lo largo del año. Para los no creyentes o los agnósticos o que provienen de otro fondo cultural como los budistas o los musulmanes debería de ser un momento de reflexión, sopesar y prepararse para el año nuevo que se acerca. Aunque la fecha cultural y religiosamente no les diga mucho, si cumple una función de por lo menos tratar de abrir los corazones de los demás y ser un poco más amables y de igual manera dar gracias por las cosas recibidas a lo largo del año. Esto asumiendo que vivan en sociedades que si lo celebran. Ya si ellos están en comunidades que mayoritariamente viven su misma fe o no viven la fe, tendrán otras fechas en que hagan estas reflexiones. Como dice el dicho, al lugar que fueras haz lo que vieras, o en Roma como los romanos y hay que adaptarse a las comunidades qué los reciben, por supuesto respetando las creencias propias, siempre y cuando estas creencias no incluyan la destrucción, la persecución o el daño a las personas o a la comunidad que los recibe. Para los que son cristianos es tiempo de renovar nuestras convicciones y nuestra fe, entender un poco cual es el fondo real de esta festividad. No los regalos, el comercialismo exagerado en estas épocas y más bien tratar de reflexionar sobre el misterio que es la navidad, que es la historia de un nacimiento hace 2000 años en apariencia insignificante, pero que cambió nuestra civilización para siempre. Para los creyentes significó la llegada del salvador del mundo en un ambiente por demás sumamente humilde, entre animales en un pequeño establo donde nadie le abría la puerta a unos migrantes en camino de Belén, forzados por las circunstancias por un edicto del gobierno (el censo romano) a emprender la travesía a pesar de estar la madre embarazada, arriesgándolo todo. Incluso sufrieron la persecución de Herodes el grande, temeroso de que había llegado alguien a desafiar su trono, y por lo cual estuvo dispuesto, según cuenta la historia, a llevar a cabo la Matanza de los Inocentes, el asesinato de miles de niños, los primeros mártires de la fe cristiana, con tal de evitarlo. Que fue capaz de tratar de sobornar a los reyes magos (Mateo 2:1-16) para que le revelaran donde estaba dicho niño y que sus padres más adelante tuvieron que huir como refugiados para evitar ser víctimas de la masacre. Lo más asombroso de toda esta historia es que a pesar de que la sociedad occidental está abocada a renegar de su pasado cultural y de su civilización y que es asediada por todos lados por la ausencia de valores, el nihilismo, el materialismo, el marxismo, que la destruyen desde adentro, nuestros hijos se sigan maravillando con esta historia, que aún resuena en nuestros corazones a pesar de que el mundo ha cambiado muchísimo desde aquellos tiempos. Protejamos el espíritu navideño, no perdamos la fe, mantengamos la serenidad en los momentos difíciles y protejamos nuestra cultura y nuestra civilización. Seamos ejemplo para otras culturas de tolerancia y de apertura en estas épocas a pesar de que somos constantemente asediados en lo más profundo de nuestro ser y de nuestras convicciones por fanáticos religiosos o políticos irresponsables y obcecados y hagamos el milagro de la Navidad. ¡¡¡Feliz Navidad!!! 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