martes, 24 de diciembre de 2024

Gary Cooper, la estrella que se transformó en leyenda Y El único pecado que Dios no perdona, según la Biblia






El actor que trabajó en un rancho, ganó tres Oscar y recibió un extraño pedido de Pablo Picasso
Gary Cooper, la estrella que se transformó en leyenda
Gary Cooper quería ser artista plástico, pero Hollywood lo entronizó como el decano del western
Natalia Trzenko
“¿Qué pasó con Gary Cooper? Con ese estilo de hombre fuerte, de pocas palabras. Ese era un norteamericano. No era alguien en contacto con sus sentimientos: él hizo lo que tenía que hacer”, se preguntaba Tony Soprano en su primera sesión de terapia con la doctora Melfi en la serie de HBO. El antihéroe prototípico de la TV de las últimas décadas anhelaba el estilo de masculinidad que la estrella de Hollywood había proyectado hacia el mundo desde la pantalla grande. No importaba que el mafioso de Nueva Jersey confundiera al actor con su personaje más emblemático, el alguacil Will Kane en el western A la hora señalada, después de todo no era el único.
El film fue, hasta comienzos de los 2000, la película más vista en la Casa Blanca. Desde Dwight Eisenhower hasta Bill Clinton la proyectaron asiduamente en la sala de cine de la residencia presidencial. ‘’Es una película sobre tener coraje a pesar del miedo y de ese hombre haciendo lo que tenía que hacer más allá de tener todo para perder. Gary Cooper está aterrorizado durante todo el desarrollo de la trama y no simula ser un macho prototípico. Hace lo que cree correcto”, explicaba Clinton en una entrevista televisiva antes de ser reelecto en 1996.
Gary Cooper en una escena de A la hora señalada
Durante buena parte de su carrera en Hollywood y aun décadas después de su fallecimiento, ocurrido en 1961, Cooper representó para muchos al hombre ideal: honesto, taciturno, noble y siempre dispuesto a hacer lo correcto. “Tal vez con su muerte, la idea de los Estados Unidos como un lugar que podía distinguir, o creía poder distinguir, el límite entre el bien y el mal se haya terminado”, publicó el diario italiano Corriere della Sera tras el deceso del actor a causa de un cáncer que, fiel a su estilo, mantuvo en secreto hasta el final. Más allá de la identificación atávica con toda una nación -o la idea de sí misma que esta tenía-, detrás del personaje existía un hombre que definió la época dorada de la industria del cine, una de sus grandes estrellas, que supo mantener el aura de misterio hasta su muerte ocurrida a sus 60 años.
Nacido en 1901 en Montana, sus padres eran inmigrantes ingleses que se instalaron en ese estado rural de los Estados Unidos y mantuvieron algunas de las costumbres de su país de origen. Por eso, cuando su hijo Frank James cumplió nueve años le enviaron como pupilo a un colegio en Inglaterra. A su regreso a Montana, el chico de 13 años trajo consigo un marcado acento británico que hacía imposible anticipar que unas décadas después se convertiría en sinónimo del espíritu estadounidense.
Cooper en una escena de sus primeros largometrajes Fighting Caravans (1931)
Lo cierto es que la actuación no estaba en los planes de Cooper. A pesar de que era muy apuesto ya en su juventud, con su metro noventa de estatura y sus ojos azules, el intérprete que durante la Primera Guerra Mundial abandonó la secundaria y se mudó al rancho familiar, aprendiendo a montar y a arrear ganado, aspiraba a ser artista plástico. Su primer trabajo fue como caricaturista en el diario de su pueblo. Y aunque sus dibujos eran bien recibidos, él consideraba que su talento para el arte era apenas pasable.
De todos modos, entre 1922 y 1924 estudió artes plásticas en la universidad Grinnell en Iowa aunque cuando llegó a Los Ángeles en 1925 se dio cuenta de que podía ganar más dinero como extra de cine y como doble de riesgo que como dibujante. Sin embargo, en principio, la incipiente comunidad formada alrededor de la producción de cine no estaba demasiado interesada en él. Decían que era demasiado tímido, un pecado mortal en un ambiente donde la mayoría hacía hasta lo imposible para llamar la atención. Su salvación fue la agente que le sugirió cambiar su nombre de nacimiento por el más “moderno” Gary. El truco resultó.
Lo contrataron para trabajar en una docena de cortometrajes hasta que el productor Samuel Goldwyn lo seleccionó para la primera película -Alma del desierto (1927)-, de las 117 que terminó rodando en su carrera. Fue su papel secundario en aquel western de la era del cine mudo el que lo puso en la mira de los estudios. Tras ver su desempeño en el set, Goldwyn le ofreció un contrato de cinco años con un sueldo de 75 dólares por semana; sin embargo, Cooper decidió firmar con Paramount, estudio en el que permaneció once años. Al término de su contrato ganaba 6000 dólares a la semana. Unos años después, ya establecido como uno de los actores más populares del mundo, volvió a trabajar con el productor en exitosos films como El caballero del desierto (1940), de William Wyler; Bola de fuego (1941), de Howard Hawks y Sus dos pasiones, de 1942, en la que interpretó al beisbolista Lou Gehrig, papel por el que fue nominado al Oscar. Un año después ganó el premio de la Academia por su papel en El sargento York, un film bélico dirigido por Hawks. Su segundo Oscar le llegaría una década después gracias a su personaje más famoso, el alguacil de A la hora señalada. El tercero le fue otorgado de manera honoraria pocas semanas antes de su muerte. Para ese momento, su salud estaba tan deteriorada que no pudo asistir a la ceremonia de entrega y su gran amigo James Stewart recogió la estatuilla en su nombre.
Gary Cooper
A diferencia de sus amigos y colegas Clark Gable, Errol Flynn y Tyrone Power, a Cooper ni el éxito profesional ni el dinero que lo acompañaba-en 1939 tenía el sueldo más alto de los Estados Unidos: casi medio millón de dólares anuales-, afectaron su vida personal. En 1933 se casó con la actriz Sandra Shaw-cuyo nombre real era Veronica Balfe-, quien dejó de lado su profesión para dedicarse a él y a Mary, la única hija de ambos. Su matrimonio pasó unas cuantas crisis, especialmente cuando el actor tuvo un romance durante tres años con Patricia Neal, su compañera de elenco en Uno contra todos (1949), de King Vidor. Cuando Shaw se enteró del affaire y su marido insinuó la posibilidad del divorcio ella se negó, y en consecuencia la relación entre Cooper y Neal llegó a su fin. Antes y después de aquella crisis, el actor se decía que el actor había estado con otras de sus coprotagonistas, como la española Sara Montiel con quien trabajo en el film Vera Cruz e Ingrid Bergman. De todos modos, su matrimonio con Shaw continuó hasta la muerte del actor, que tras aquella “indiscreción” protegió aún más su vida íntima de los curiosos.
Gary Cooper en una escena de Las ocho mujeres de Barba Azul (1938)
Claro que su caso era único. Para el público, Gary Cooper era, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, una criatura nacida y criada en el cine. Mientras otros actores habían tenido un paso por la radio o los escenarios antes de llegar a Hollywood él había aterrizado en la pantalla grande directamente desde su rancho en Montana. Si hasta su famosa forma de caminar con las piernas ligeramente chuecas y pasos cansinos parecía perfectamente diseñada para los héroes del western. Lo cierto es que su marca registrada tenía un origen menos glamoroso: cuando era chico sufrió un accidente de auto en el que se quebró la cadera, que lo dejó con ese andar que tanto fascinó al público.
Aunque los westerns tuvieron una influencia determinante en la carrera de Cooper, para sus seguidores más antiguos sus mejores interpretaciones fueron los héroes creados por Ernest Hemingway en sus novelas Adiós a la armas y ¿Por quién doblan las campanas?, cuyo personaje central, Robert Jordan, se decía, estaba inspirado, en el actor. Quien luego encarnó a Jordan en la adaptación cinematográfica del libro. Más allá de la leyenda, lo cierto es que Cooper y Hemingway eran grandes amigos que compartían el amor por la caza y la pesca.
Ingrid Bergman con Gary Cooper en ¿Por quién doblan las campanas? (1943)
“Hollywood despide a un buen hombre”, tituló la revista Life al fotorreportaje que publicó con las imágenes del funeral de Cooper. Allí se veía la llegada de la realeza de Hollywood a la iglesia del Buen Pastor en Beverly Hills. Entre aquellos captados por las cámaras estaban John Wayne (“el sucesor de Coop en el puesto de decano de los cowboys”), Frank Sinatra, Dean Martin, James Stewart, Bob Hope, Marlene Dietrich, coprotagonista de Cooper en el film Marruecos (1930); Alec Guinness, Karl Malden, Dinah Shore y Rosalind Russell, entre otros.
El distinguido grupo lo lloró mientras lo recordaba con anécdotas que honraban la memoria del mejor representante que Hollywood supo conseguir. Una de esas historias lo describía a la perfección: cuando Cooper conoció a Pablo Picasso en su estudio parisino, el actor y pintor amateur, a diferencia de todo el resto al artista malagueño, no lo llenó de elogios. Todo lo contrario, en realidad. “Sos un gran tipo, pero realmente no entiendo tu trabajo”, cuentan que dijo el actor. Picasso, lejos de sus famosos berrinches egocéntricos, le contestó: “No importa, lo que quiero es que me consigas uno de esos sombreros que usás en las películas”. Y Cooper, fiel a su fama de tipo directo y honesto, cumplió con el pedido del artista que, como tantos, veía en el actor al símbolo más acabado de la idea que Hollywood exportaba al mundo entero.

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Cuál es el único pecado que Dios no perdona, según la Biblia
Si bien en el catolicismo la misericordia divina es un valor central, existe una falta que según las Sagradas Escrituras es imperdonable
Cuál es el pecado que el catolicismo no puede perdonar, según la Biblia
La Biblia es el texto más importante del catolicismo. Allí, hay distintas escrituras que a lo largo de los años se fueron compilando para crear las Sagradas Escrituras, donde se narra la vida de Jesús, sus enseñanzasa, y distintos hechos históricos de su vida. Además, también se expresa el juicio que hay que tener en ciertos actos humanos.
Los pecados son aquellas acciones malas que ofenden la bondad de Cristo. Tal como explica la Agencia Católica de Informaciones- ACI - Prensa, “el pecado es una transgresión de la ley de Dios y el rechazo del verdadero bien del hombre”. Esta ley divina se expresa principalmente en las tablas de Moisés, con los 10 Mandamientos, y en las distintas enseñanzas y mensajes de Jesús.
Cuál es el único pecado que Dios no perdona, según la Biblia
En las escrituras se expresa algo que muchas personas tienen el interés de conocer para poder medir mejor sus acciones: el único pecado que Dios no perdonaría, de ser cometido.
Cuál es el único pecado que Dios no perdona, según la Biblia
Según la Biblia, el único pecado que no es perdonado es el “pecado contra el Espíritu Santo”, también conocido como “blasfemia contra el Espíritu Santo”. Este concepto aparece en los Evangelios, en particular en los pasajes de Mateo 12:31-32, Marcos 3:28-30 y Lucas 12:10.
En Mateo 12:31-32, se lee: “Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que hable contra el Hijo del Hombre se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo no se le perdonará, ni en este siglo ni en el venidero”. Según destaca la ACI, “el Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad, que procede del Padre y del Hijo, quienes lo enviaron al mundo para vivificar y santificar a los hombres”.
Es importante señalar que este pecado no es algo que alguien pueda cometer accidentalmente. Se refiere a una postura del hombre y su mente, que rechaza de manera consciente y deliberada el poder y la gracia del Espíritu Santo.
Cuáles son los 10 mandamientos
Los Mandamientos
En el Antiguo Testamento, Dios entregó los 10 mandamientos a Moisés para guiar a su pueblo. Estas normas se toman para establecer la virtud o la oscuridad de las acciones. Estos son:Amarás a Dios sobre todas las cosas.
No tomarás el Nombre de Dios en vano.
Santificarás las fiestas.
Honrarás a tu padre y a tu madre.
No matarás.
No cometerás actos impuros.
No robarás.
No dirás falso testimonio ni mentirás.
No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
No codiciarás los bienes ajenos.
Vale recordar que para el perdón de los pecados, el catolicismo cuenta con distintas instancias de arrepentimiento y búsqueda de la misericordia divina. El más importante es uno de sus sacramentos, que es la reconciliación, donde se confiesan las faltas y se cumple cierta penitencia (con la oración, principalmente).

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