lunes, 29 de enero de 2024

ALEJANDRO MATEO.....PARTÍCIPE NECESARIO DE "SALVAJADA " EN EL CERVANTES

BASADA EN UN CUENTO PUBLICADO HACE MÁS DE UN SIGLO

Debido al éxito que tuvo en el Teatro Nacional Cervantes, Salvajada volvió a escena hace unos días, en el Metropolitan. Está basada en el cuento de Horacio Quiroga “Juan Darién”, que se publicó en 1920 en  forma parte del libro El desierto (Babel, 1924). La obra es la historia adaptada de un tigre con figura humana, un yaguareté devenido hombre por artes de supervivencia, que crece en la sociedad criado por el afecto, pero perseguido por ser diferente. Con Pablo Mariuzzi y Valentina Bassi en los roles centrales, la obra cuenta con la actuación de Carlos Belloso, entre otras. La directora, Julieta Rivera López, forma también parte del elenco y las manipulaciones. Mateo invita: “Estuvimos muy contentos con la primera temporada y con lo que se generó en el público. La respuesta fue buenísima. Creo que el secreto del éxito de la obra fue que tocó una vibra de lo popular. Ahora, estamos adaptando las cosas para poder llevarla a una sala de otras características”.


ALEJANDRO MATEO, EN LA NUEVA ERA DE LOS TÍTERES
LAS TENDENCIAS DE UN ARTE MILENARIO A PARTIR DEL TRABAJO DEL PRESTIGIOSO DISEÑADOR LOCAL 
María Eugenia Mastropablo y foto de Santiago Cicchero“Lo bueno de este trabajo es que uno genera corporalidad y gestualidad desde cero”, destaca Mateo

Un yaguareté de ojos celestes y saltones se robó la mirada de los espectadores que fueron a ver la obra Salvajada en el Teatro Nacional Cervantes. Este títere también quedó inmortalizado en las promociones del espectáculo –que lo tuvieron como protagonista– y conmovió al público en cada una de las funciones mientras era manipulado por los actores Pablo Mariuzzi y Valentina Bassi.
Detrás de la creación de este misterioso animal, y del resto de los títeres de la obra, se encuentra Alejandro Mateo, quien tiene un extenso recorrido en el mundo del teatro como diseñador de títeres y marionetas, vestuarista y escenógrafo.
“Estudié en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano. Mi formación viene por el lado de las artes plásticas, pero siempre supe que quería trabajar en el mundo del teatro. Hice varios años de actuación, aunque lo mío era más estar en el backstage, del lado de la escenografía y del vestuario”, cuenta.
Su ingreso a la Escuela Manuel Belgrano se produjo cuando aún estaba en la secundaria. “Empecé escapando un poco del colegio porque, en esa época, podías anotarte con el Ciclo Básico terminado. A partir de ahí, se fueron concatenando una serie de hechos que me trajeronhasta este presente”, añade.
Cuando terminó la escuela, empezó a estudiar escenografía y vestuario, con Guillermo de la Torre. “Fue él quien me recomendó para entrar a trabajar en el Teatro Nacional Cervantes. Esto fue en 1979. En ese momento, la institución aún no contaba con un equipo estable para el taller de escenografía. Entonces, se contrataban equipos para que hicieran la producción. Bueno, yo entré así y me quedé durante cuatro o cinco años. Esto me permitió poner en práctica todo lo que había estudiado en el taller de Guillermo. Fue como una segunda escuela”, recuerda.
La experiencia que ganó en este prestigioso teatro le allanó el camino y, a partir de ese momento, Mateo empezó a ser convocado no solo como realizador, sino también como diseñador de vestuario y escenografía. “Los títeres llegan después, para ese momento yo ya había hecho un largo recorrido como escenógrafo y vestuarista. Este período comenzó cuando conocí a los integrantes del grupo Libertablas y empecé a trabajar en su taller como realizador de títeres, algo que nunca había hecho”. A medida que fue ganando experiencia, Mateo dejó de confeccionar los títeres para empezar a diseñarlos desde cero. Su primer encargo fue crear a los protagonistas de Don Quijote de la Mancha para una obra que iba a estrenarse en el teatro Cervantes. En esa oportunidad, también realizó la escenografía y el vestuario.
“Mi recorrido con los títeres está estrechamente ligado al grupo Libertablas. A partir del Quijote, todas las obras con títeres de esta compañía tienen diseños míos. También me convocaron desde el grupo de titiriteros del Teatro San Martín. Allí hice, entre otras obras, La biblioteca de los libros desordenados (2018)”. También trabajó en espectáculos como: Cuentos de la selva (2008); Las mil y una noches (2018); La vuelta al mundo en 80 mundos (2018); Segismundo (2023); y Gulliver, una producción de Libertablas que se reestrenará en los próximos meses.
Este extenso camino laboral llevó al artista a ser convocado nuevamente por el Teatro Nacional Cervantes para realizar la escenografía, el vestuario y el diseño de los títeres de Salvajada, una obra dirigida escrita por Mauricio Kartun y dirigida por Luis Rivera López que está basada en el cuento “Juan Darién” de Horacio Quiroga, publicado por primera vez en 1920 e
A lo largo de este espectáculo, aparecen varios títeres y marionetas, como una serpiente y distintos fenómenos de circo que nacieron fruto de su trabajo junto a Andrés Manzoco, quien confeccionó las piezas siguiendo sus diseños. Respecto de estos títeres, Mateo señala: “En esta obra hay algo que podría definirse como actores-títere. Lo que sucedió fue que los actores estaban metamorfoseados con los muñecos. A su vez también intervenía mucho su corporalidad”.
Pensados como una pieza de un engranaje mayor, cada uno de estos títeres requirió su tiempo de maduración. El yaguareté, por ejemplo, fue confeccionado con goma espuma tallada, luego entelado y, finalmente, pintado. Pero, previo a su fabricación, Mateo realizó una investigación para poder transmitir verdaderamente el espíritu del cuento de Quiroga. “Busqué que los yaguaretés (aparecen más de uno en la obra) tuvieran la impronta del tallado en madera de la cultura Chané. Es por esto que su terminación se hizo facetada y no pulida”, detalla.
La producción de títeres y marionetas es un arte milenario. De hecho, existen registros de piezas chinas, egipcias y griegas que datan de la Antigüedad y que se utilizaban con fines no solo rituales, sino también de entretenimiento. Por su parte, el teatro de marionetas Bunraku de Japón y el Karagöz (teatro con títeres de varilla) de Turquía fueron declarados por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad debido a la riqueza de sus piezas y a las historias que contaban.
En la Edad Media, los juglares fueron quienes popularizaron este arte con figuras que se lucían en las fiestas cortesanas. Así lo explica el investigador valenciano Jaume Lloret Esquerdo en su libro Documenta títeres: El repertorio de títeres medievales estaba basado en los cantares de gesta (…). Una de las distracciones preferidas por los nobles eran los desafíos y las justas por lo que es lógico que los bavastels (muñecos articulados por cuerdas) representaran a guerreros armados con espadas y protegidos con escudos y cascos. A principios del siglo XX, se produjeron grandes producciones teatrales, como la del italiano Vittorio Podrecca, quien llegó a disponer de cientos de títeres y marionetas en su inventario y a contar con la presencia de reconocidos sopranos y pianistas en sus shows.
Con el correr de las décadas, la forma de presentarse ante el público y la relación entre titiriteros y títeres fue mutando. Mateo repasa: “Antiguamente, no era común que la manipulación de los títeres estuviera a la vista, pero esto cambió. Antes, el teatrino escondía al titiritero y la magia estaba en eso, en ver cómo cobraban vida los títeres. Hoy, la magia se mantiene por más que el titiritero esté a la vista. Los actores se fusionan tanto con el objeto que terminan por desaparecer. El títere tiene una presencia tal que el actor pasa a ser una herramienta, el motor de ese objeto”.
Otra modificación que se produjo gracias a la profesionalización del trabajo es que para darle vida a un títere, se pueden necesitar hasta tres personas: un diseñador, un realizador y un titiritero. “Yo he realizado títeres durante mucho tiempo, pero ahora me desempeño como diseñador. Trabajo junto a realizadores que, muchas veces, son también titiriteros. Los encargos van cambiando según las necesidades plásticas que existan. Esto se debe a que hay muchas posibilidades dentro de la realización de títeres”.
Con respecto a dichas variables, Mateo destaca la materialidad. “Puede haber títeres de goma espuma, tallados en madera, de cartapesta, de látex y los tradicionales de papel maché. Ahora también existen productos nuevos, como la espuma de poliuretano. También he diseñado con materiales de desecho”. Además, el artista señala que, en algunos casos, los títeres pueden reutilizarse: “Muchas veces hay posibilidad de reciclarlos. Se les modifican cosas. Todo depende del material con que estén hechos porque hay algunos, como la goma espuma, que tienen una vida útil determinada y después comienzan a degradarse. En los depósitos de utilería de los grandes teatros, como el Cervantes o el San Martín, conservan los títeres. Yo a veces voy y me los encuentro ahí durmiendo”.
Las características de los títeres también cambian según la forma en que se los utiliza. “Otro de los puntos que varía en esta disciplina es el tipo de manipulación. Hay títeres de guante, de boca, de mesa, marionetas. Hay muchas maneras de manipularlos”, añade.
Para Mateo, el corazón de los títeres es uno de los puntos fundamentales al momento de diseñar; no solo piensa cómo lucirán, sino también en cómo será su personalidad, su expresión y su gestualidad. “Lo bueno de este trabajo es que uno genera corporalidad y gestualidad desde cero. En cambio, cuando uno diseña la vestimenta para un actor, él ya tiene su propia corporalidad, su rostro. Por más que uno le agregue una prótesis no va a dejar de ser su cuerpo. En cambio, con los títeres vos creás la totalidad de ese personaje. Pensás en cómo va a ser la cara, si será afilada o robusta, cómo va a ser su pelo, cómo lucirá su peinado. Empezás a jugar con un montón de variables. Yo lo comparo mucho con Frankenstein porque empezás a armar un muñeco a partir de partes de tu propio imaginario y de la lectura del texto de la obra. A mí me gusta mucho el diseño de títeres por eso”.
¿Los espectáculos con títeres ya no son solo para chicos? Esta pregunta podría responderse con echarle una ojeada a la cartelera de teatro porteña, que se ha llenado de obras con propuestas pensadas para este rango etario. Mateo reflexiona: “Creo que todo cambió con la creación de la escuela de titiriteros del Teatro San Martín. Fue una gran bisagra para que el público entendiera desde otro lugar al teatro de títeres. No nos olvidemos que de esa escuela salieron otros grupos, como Libertablas o El periférico de objetos. Así se empezó a desarrollar un mundo de teatro para adultos y comenzaron a explorarse todas sus posibilidades. Hoy hay espectáculos que son maravillosos”.

BASADA EN UN CUENTO PUBLICADO HACE MÁS DE UN SIGLO


Debido al éxito que tuvo en el Teatro Nacional Cervantes, Salvajada volvió a escena hace unos días, en el Metropolitan. Está basada en el cuento de Horacio Quiroga “Juan Darién”, que se publicó en 1920 en  forma parte del libro El desierto (Babel, 1924). La obra es la historia adaptada de un tigre con figura humana, un yaguareté devenido hombre por artes de supervivencia, que crece en la sociedad criado por el afecto, pero perseguido por ser diferente. Con Pablo Mariuzzi y Valentina Bassi en los roles centrales, la obra cuenta con la actuación de Carlos Belloso, entre otras. La directora, Julieta Rivera López, forma también parte del elenco y las manipulaciones. Mateo invita: “Estuvimos muy contentos con la primera temporada y con lo que se generó en el público. La respuesta fue buenísima. Creo que el secreto del éxito de la obra fue que tocó una vibra de lo popular. Ahora, estamos adaptando las cosas para poder llevarla a una sala de otras características”.

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