lunes, 29 de enero de 2024

LA TRISTE HISTORIA DE CHASMAN Y CHIROLITA




Un hombre atormentado por su creación, un fenómeno único en el mundo y el misterio sobre el origen y destino del muñeco más famoso de la TV
Chasman y Chirolita, un dúo con una historia memorable que incluye robos, celos y un destino final desconocido@MuertosArg
Ricardo Gamero empezó a los 13 años, en el viejo Parque Retiro, y construyó a su partenaire con páginas del diario Crítica; su historia tiene otras versiones, la más fuerte de las cuales recuerda Silvio Soldán: “Perdía su propia personalidad”
Guillermo Courau

Este relato bien podría ser guion de una película de misterio. De esas tramas hitchcockianas donde un hombre común se enfrenta a circunstancias extraordinarias, en la que nada es lo que parece y vueltas de tuerca aumentan las dudas sobre cuán veraz es lo que se está viendo. Podría ser, sí, pero en esta oportunidad no es asunto de ficción, sino de la verdadera historia de un hombre como cualquiera, y de un muñeco con alma.
Tres personalidades en una: el hombre, el ventrílocuo y el muñeco. Ricardo Gamero se llamaba el primero: una persona más bien tímida, de pocas palabras, la tercera generación de linotipistas, que siendo muy joven hizo sus primeras armas en el oficio trabajando en el diario Crítica y en el Congreso de la Nación.
Sin embargo, Ricardo supo desde siempre que no estaba en su destino perpetuar la tradición familiar. Primero se imaginó abogado o médico, pero no se sentía capaz de litigar a brazo partido, y mucho menos ver correr sangre. Su tercera fascinación (otra vez el número 3) era el circo, ese mundo de juego y ensueño donde parecía posible lo imposible, donde primaban las proezas y uno podía convertirse en otro.
Así lo contaba el artista en 1995: “Comencé a los 13 años, en el viejo parque Retiro -donde hoy se encuentra el hotel Sheraton-. En aquel tiempo se le llamaba ‘corristas’ a los que juntaban a la gente, ese era yo. Había uno con un muñeco, otro que tiraba fuego. Ahí conocí a Tu Sam, que entonces se llamaba Príncipe Kananda. En ese momento hacía faquirismo y era luchador amateur. Yo aprendí viendo a los demás, fui autodidacta”.
La multiplicidad de destrezas puestas al servicio de un público maravillado por ellas, le hizo sentir a Ricardo la convicción de que él también podía ser parte del show. Primero la magia, después llegó el nombre rimbombante de Míster Chasman, y enseguida la convicción de que necesitaba un partenaire con quien dialogar, que dijera lo que él no podía expresar. Que fuera quien él no podía ser: “Yo me hice mi propio muñeco, con harina, papel del diario Crítica y resortes. Lo pinté y le puse una peluca, la misma que todavía tiene. Lo llamé Chirola, porque así se le decía a las monedas de poco valor. De esa manera se convertía en la contrafigura del ‘Míster’ que era yo, un hombre siempre impecable, de juicio refinado”. Tanto fue el contraste buscado, que de ahí en adelante siempre Chirolita tuteó a Chasman, pero este nunca dejó de tratarlo de usted.
A pesar de la desconfianza de sus padres sobre su capacidad de labrarse un futuro en el mundo del espectáculo, Gamero insistió y comenzó a sumar presentaciones. Cuando el dinero alcanzó, se mudó a una pensión de Corrientes y Esmeralda, y empezó a frecuentar espacios de artistas y bohemios. De la mano de su nuevo círculo de amistades llegaron más actuaciones en el under, no solo en Capital sino también por el interior, con una platea que iba de la sorpresa al aplauso.
El siguiente paso para el ventrílocuo y su criatura fue ser contratados por el todopoderoso circo Tihany, donde nuevas y más grandes audiencias lo acompañaron, y los medios comenzaron a fijarse en ellos. Mientras la fama iba en aumento, Chasman mejoraba su acto, cada vez más convencido de que lo suyo no era hacer reír en base a gags, sino en historias (que él mismo escribía) que llevaran a la reflexión. Si además provocaban una sonrisa, mejor, pero ese nunca fue el objetivo principal: “Casi siempre tengo una rutina preparada, pero a Chirola se le ocurren bocadillos o respuestas ingeniosas sobre la marcha y tengo que improvisar. Todo o la mayoría de las cosas que decimos en nuestros diálogos es para reflexionar, para que te dejen pensando. Tiene también mucho que ver con temas de actualidad o con mi estado de ánimo, por eso no siempre es divertido”.
Un hombre atormentado por su creación
Por iniciativa del siempre perspicaz productor Miguel de Calasanz, Mister Chasman y Chirolita llegaron a la TV en 1969, en el programa El Special conducido por Silvio Soldán en Canal 9. En diálogo Silvio lo recuerda como “una persona melancólica, muy reservada, de pocas palabras. Con un carácter no muy fácil, más bien todo lo contrario. Y hasta te diría que lo podría definir como un poco atormentado. Él sentía una envidia enorme de la popularidad de Chirolita. Perdía su propia personalidad y sentía que Chirolita le quitaba vida. Nosotros teníamos invitaciones a granel pero él iba a muy pocas, no le gustaba el contacto con la gente porque sufría mucho. Era entrar a un lugar, a un restaurante, a un teatro o a donde fuera el agasajo, y que nos saludaran a todos pero a él le preguntaran: ‘¿No lo trajo a Chirolita?’. Y eso le daba un fastidio terrible. Desgraciadamente pensaba que Chirolita era mucho más que él. Ricardo era un muchacho muy metido para adentro, casi podría decir que acomplejado por la enorme fama que tenía ese muñeco, una maravilla que había creado y luego se convirtió en un dolor de cabeza. Hicimos una buena amistad a pesar de su forma de ser”.
El contrato fue por cuatro años. La repercusión llamó la atención de la competencia, y por eso el número se presentó también en otros canales, y en programas tan emblemáticos como Sábados circulares o, más acá en el tiempo, Badía y cía. También llegaría a la pantalla chica un proyecto propio, El mundo de Chirolita (1974), y una participación en la película de Enrique Carreras, Los chicos crecen (1976). También en pleno éxito, y merced a Silvio Soldán, Chasman y Chirolita grabaron dos LPs, con canciones escritas por el conductor de Grandes valores y musicalizadas por Francisco “Mochín” Marafioti.
Pero la fama, que a esta altura era indiscutible, no hacía más que profundizar esa dicotomía entre el hombre y su creación. Chasman siempre quedaba en segundo plano: era el partenaire del muñeco, el hombre que le prestaba su falda mientras se sorprendía con sus incorrecciones y fumaba un cigarrillo. La herida interna fue cada vez más profunda, hasta que un día explotó.
En tiempos de El Special, a comienzos de la década del 70, una mañana los medios replicaron una noticia funesta: “Robaron a Chirolita”. Un Chasman acongojado, explicó que la puerta de su camarín había sido forzada, llevándose los ladrones la valija en la que “dormía” el muñeco. A las pocas horas, el artista recibió un llamado anónimo: “Viejo, lo tenemos a Chirolita. Y si no pagás no lo vas a ver nunca más”. Como si se tratara de una trama policial, se arregló el monto y el lugar de entrega. Chasman pagó y su compañero inanimado volvió a sus manos.
Claro que como todo buen policial, siempre hay un plot twist que ofrece un nuevo giro a la historia. En este caso, en palabras de Silvio Soldán: “Fue un autorrobo. Él sentía que estaba menoscabado por su presencia, y justamente de ahí sale la historia. Al principio me hizo creer que se lo habían robado de verdad, pero después terminó confesándome que no había sido así. No me dijo mucho más, pero atando cabos llegué al convencimiento de que él había provocado ese hecho para que el público y los medios hablaran de Chasman, y no tanto de Chirolita. Porque él era al que le habían robado, él era el que lo estaba buscando, él era el que sufría su desaparición. Eso fue fundamentalmente lo que creo yo. Su trabajo era muy admirado. Pero la gente no admiraba a Chasman, admiraba a su creación”.
Un golpe al corazón y una muerte prematura
La vida personal de Ricardo Gamero fue mucho menos glamorosa que la de Mister Chasman, golpeada por situaciones que lo volvieron aún más introvertido. Su primera mujer falleció en 1964 dando a luz a su primogénita, Sandra. Años después el artista se casó con la bailarina Noemí Farías, y de esa unión nació en 1975 su segundo hijo: René. Sin embargo, este matrimonio tampoco funcionó, y Gamero vivió sus últimos años en soledad.
La salud también fue minando su espíritu, ya de por sí taciturno. Su adicción al cigarrillo, que lo llevó a consumir varios paquetes diarios y que le permitía disimular su ya imperceptible movimiento de labios a la hora de darle voz a Chirola, también le trajo aparejada una complicación cardíaca recurrente. En 1984 fue operado por el doctor René Favaloro y sometido a cuatro bypass: “Tengo que cuidarme mucho y no hacer ningún tipo de esfuerzo, también caminar mucho. Por suerte puedo comer de todo”. La convalecencia lo alejó de los escenarios y, lógicamente, de su compañero de ruta. Y aunque soñaba con el reencuentro, Gamero tenía sus dudas: “Creo que va a ser difícil que tanto él como yo no podamos hablar. Nos va a envolver una emoción enorme a las que las lágrimas darán una imagen de mucha tristeza. Sé, dentro mío, que entre ambos existe una amistad muy grande”, dijo luego de la intervención.
Tanta fue la amistad que posteriormente, en controles médicos, Chirolita lo acompañaba y Ricardo volvía a ser por un ratito Mister Chasman. Eran tiempos en donde la televisión ya les había dado la espalda. El último intento de volver a brillar masivamente fue en 1997, cuando el artista hizo un piloto llamado Chirolita, Chasman… y usted, que mostraba cómo el muñeco llegaba del exterior en un barco y se reencontraba con su creador. A pesar del esfuerzo, a ningún canal le interesó la idea. De esta manera se cerró un último intento para desplegar su enorme talento. En las puertas del nuevo milenio, otra cardiopatía dejó a Ricardo Gamero en una cama del Hospital Argerich, sin Chirola a su lado. Solo y vacío por dentro, murió el 20 de mayo de 1999. Tenía 60 años.
Chasman y Chirolita en Grandes valores del tango: "Él sentía una envidia enorme de la popularidad de Chirolita. Perdía su propia personalidad y sentía que Chirolita le quitaba vida", recuerda su conductor, Silvio Soldán instagram.com/mira.que.recuerdo
Origen, destino y el misterio de los dos Chirolita
La pregunta divide a los que dominan y aman el arte del ventriloquismo: ¿cuándo muere el artista, muere el muñeco? La popularidad de Chirolita -que había sido tan dura para su creador- fue tal que hasta intentó a romper la regla y en el camino, cerrar la dicotomía. Para el público, Chirola sigue vivo.
Y no solo eso, sino que ha desarrollado en torno a él un halo de misterio que se remonta hasta su misma creación. Aunque Mister Chasman contó infinidad de veces cómo lo armó con los pocos recursos que contaba entonces, en el libro Ventrílocuos, el periodista Daniel Riera recoge otra versión: “Por lo menos tres ventrílocuos aseguran que no es cierto que Chasman hubiera fabricado con sus propias manos a su muñeco, como el propio Ricardo Gamero afirmaba. Con algunas variaciones, la versión es más o menos la misma: Chasman trabajaba como mago en la feria de atracciones del Parque Japonés. De pronto, se murió el ventrílocuo del Parque. Le preguntaron si se animaba a reemplazarlo, a Chasman le gustó la idea y empezó a trabajar con el muñeco, que era propiedad del Parque. Cuando fue a cobrar sus honorarios, descubrió indignado que su jefe le pagaba solo su trabajo como mago y no su labor como ventrílocuo. Entonces renunció y decidió unilateralmente cobrarse el muñeco como indemnización. Ese muñeco es el que recordamos como Chirolita”. Otra versión ligeramente diferente, igualmente apócrifa pero menos luctuosa, asegura que Chasman compró a su compañero en una subasta.
Las preguntas sin respuesta se suceden, viajan hacia acá en el tiempo, y se detienen en el taller de restauración de Sofanor Julio Roldán, en el barrio de Boedo. El especialista en más de una ocasión abrió la puerta a otro enigma: existe un segundo Chirolita. De acuerdo a su relato, por miedo a que la marioneta pudiera ser víctima de algún contratiempo en una gira, y no hubiera posibilidad de arreglarlo, Ricardo le pidió que creara a un doble idéntico. Y con él se presentó en muchas ocasiones sin que el público notara la diferencia.
Esta versión no ha sido corroborada por la familia, que siempre habló de un solo Chirolita. Tampoco ha quedado claro cuál fue el destino del compañero de Chasman, ese que hasta tuvo el honor de tener tango propio en voz de Alberto Castillo. La versión más difundida es que se encuentra en la caja de seguridad de un banco, del que solo sale para recibir algún arreglo, consecuencia del paso de los años.
Una sola vez Chirolita estuvo a punto de esquivar su destino de confinamiento eterno. En 2007, un productor independiente convenció a la familia de hacer una última presentación con el muñeco en manos de otro ventrílocuo, Karim Araujo. El libro Ventrílocuos recoge su testimonio: “Hubo un falso productor que se comunicó con la viuda de Chasman, pero no era productor, no era nada. Iba a hacer una cosa muy grossa, una temporada de teatro, no sé qué, y no tenía nada. La viuda de Chasman estaba dispuesta a ceder a Chirolita, pero tenía que ser para algo importante. Finalmente resultó que el tipo era un chanta, que no tenía ninguna propuesta concreta. Puso la noticia en los medios cuando todavía no tenía nada serio”.
El anuncio del regreso de Chirolita sin Chasman alcanzó para que explotara una bomba en el seno del ventriloquismo argentino: “Se armó quilombo con el presidente de CIVEAR (Círculo Ventrílocuos Argentinos) porque decía que era contra las reglas utilizar el muñeco de alguien que se hubiese muerto. Me dijo que si aceptaba el trabajo me echaban de la asociación. Según me dijo la viuda, Chasman le había dicho que cuando él se muriera hicieran lo que quisieran con Chirolita. Más allá de eso, para mí no es tan dramático el asunto”.
Sin embargo lo es, porque Chasman y Chirolita fueron un fenómeno cultural único en el mundo, que todavía forma parte del inconsciente colectivo. Tan arraigado como para emocionarse cuando, adaptando las palabras de Rolando Dumas, Chirolita le dijo a su creador en una grabación que pertenece al primer LP del dúo: “Yo ya no soy un muñeco. Conmigo la gente reía, y era tanta la alegría que sentí en aquel momento, que hasta creí que adentro, un corazón me latía ¿Muñeco? No: yo ya no soy un muñeco. Y agradezco la atención que a este disco le han prestado, el número ha terminado. Vamos Negro a descansar, mañana hay que trabajar como todos los días, para que la gente se ría. Pero vos no te lo olvidés: muñeco no me llamés. Ni vos mismo lo creés”.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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