Ramiro Castiñeira_ “Una vez más, el peronismo pisó los precios de la economía y destruyó el sistema”
Sofía Diamante
Estudió Economía e hizo la maestría en la Universidad de Buenos Aires (UBA); es profesor de posgrado en la Universidad del Salvador; trabaja hace más de 20 años en tareas de consultoría y dirige la firma Econométrica, que fue fundada por el exsecretario de Hacienda Mario Brodersohn
El economista Ramiro Castiñeira es director de la consultora Econométrica, reconocida por ser una de las que más aciertos tuvo en sus proyecciones de las principales variables económicas de 2023 en el informe Latinfocus Consensus Forecast.
–El Presidente dijo que el 25% de inflación de diciembre había sido un muy buen número y que si se repite en enero va a ser bueno también. ¿La inflación estará en ese nivel?
–En enero la proyección que estamos trabajando está en torno al 20%, lo cual muestra que está aflojando fuerte. Esta baja tiene el costo de haber pisado el dólar oficial, que se movió al 2% mensual, lo cual también hizo disparar la brecha cambiaria. Fue muy claro el costo de bajar tan rápido la inflación. La emisión monetaria que había dejado Massa es descomunal y augura mucha inflación para adelante. El proceso inflacionario de los próximos 18 meses es responsabilidad plena de la gestión anterior, pero el querer moderarla lo más rápido posible implicó pisar el dólar este mes. Al mercado nunca le gustó desde el primer día la idea de inflación tan alta con un dólar tan planchado, y ahora vimos el costo: la brecha subió fuerte.
– ¿Qué se puede esperar a futuro en cuanto a la inflación con las subas de luz, gas, transporte?
–Seguramente va a seguir alta. Nosotros estimamos que para todo el año quedaría arriba de 200%, dado que hay dos grandes problemas. Uno es la destrucción total del sistema de precios que generó la gestión previa. Por lo tanto, hay que recomponer luz, gas, tarifas, transporte, naftas y tipo de cambio oficial. A todo eso hay que sumarle la nueva magnitud de la cantidad de pesos, por lo que ya se emitió en la economía. La recomposición en simultáneo del desarme de todos los cepos y todo lo que fue la bola de las Leliq lleva a que el nivel de precios de la economía argentina, cuando se estabilice, lo haga en valores muy elevados. En las primeras semanas de gestión el Gobierno buscó moderar fuerte la inflación, ya no emite para financiar al Tesoro, bajó la tasa de interés para el pago de los intereses de los pases y moderó algo la emisión monetaria, pero todavía continúa. Sobre eso, está la necesidad de recomponer todo el sistema de precios, que hace que la inflación este año vaya a ser alta.
–¿Qué pasará con los sectores que no tienen los precios atrasados, como indumentaria o algunos alimentos?
–Lo que pasó con los precios de la indumentaria fue producto de toda la protección que le otorgó el gobierno previo. Cerrar directamente las importaciones hizo que los pocos proveedores del mercado local pongan el precio que quieran. La inflación siempre es un fenómeno macroeconómico, que responde a la emisión monetaria. Y si alguno estuvo por arriba, es producto de la mayor protección que se le otorgó, es decir, cerrar la economía para que cacen en el zoológico. Y si los precios estuvieron por debajo fue por la destrucción del sistema que hizo el Estado pisándolos, como vimos con la luz y el gas.
–¿Debería haber una política de coordinación de parte del Gobierno, o con abrir la economía la competencia permitirá que los precios relativos estén en equilibrio?
–Cuando se abre la economía los precios llegan a su equilibrio. Si te podés traer la ropa del exterior inmediatamente obligás a que el mercado interno se ajuste al precio internacional. Hoy eso no es posible. Se está desarmando lo más rápido posible, pero todavía los precios internacionales son más baratos que los precios locales. Y eso es nada más que por la protección, no solo al sector textil, sino también a la industria automotriz y a la tecnológica, principalmente por toda la protección que implica el régimen de Tierra del Fuego. Todo lo que se proteja al productor es a expensas del consumidor. Cuando el Estado cierra la economía, lo paga el consumidor. Es parte de la lógica de la economía argentina, lamentablemente, y es parte de lo que hay que desarmar.
–Mencionó la tasa de interés negativa. ¿Cuánto tiempo puede estar así? ¿Puede seguir presionando a los dólares paralelos, dado que el plazo fijo no es atractivo?
–La tasa de interés tiene que ser libre, no tiene que estar el Estado ahí adentro. El problema fue la gran emisión monetaria, que primero fueron las Lebac, que después explotaron, se transformaron en las Leliq, que ahora están explotando, y se transformaron en pases. La realidad es que no es el rol del Banco Central, no tiene que estar manipulando el tipo de cambio, ni tampoco tiene que estar manipulando la tasa de interés. Por mirar el corto plazo, siempre terminó generando una bomba a largo plazo que en un momento termina explotando. El desarme de las Leliq va a permitir no solo un tipo de cambio libre, sino también una tasa de interés libre. La tasa tiene que ser la del mercado porque, si no, finalmente es el Banco Central el que está todo el día emitiendo para pagar los intereses de las Leliq, y eso genera inflación endógena. Es algo que ningún Banco Central del mundo hace, y acá desde 2002 tomamos como algo natural que el Banco Central tenga que garantizar una tasa de interés. El Banco Central tiene que tener prohibido directamente la intervención en el mercado cambiario y en la tasa de interés. Tienen que ser valores libres, porque así se permite la coordinación de la macroeconomía. El desarme del cepo se espera para mayo, cuando venga la buena cosecha que se está augurando.
–Mientras tanto, ¿cree que la tasa va a seguir siendo negativa?
–Por supuesto, porque el Banco Central está quebrado, no tiene manera de pagar tasa de interés. La única manera que tiene para pagar es emitiendo. Y fue una colosal bicicleta financiera que se armó durante los últimos ocho años. Hay más de US$30.000 millones que se pretender que el Banco Central remunere sin tener nada más que la maquinita para pagar. Buena parte de los intereses de las Leliq explica el gran déficit del Estado argentino, son el 10% del PBI. Es un error que la Argentina ya lo vivió en los 80, no es nuevo. Por el camino que dejó Alberto Fernández la Argentina llegó a la híper.
–¿Hay riesgo de hiperinflación todavía?
–No, porque se está desarmando. Lo que está viviendo la Argentina es una remake del Rodrigazo, porque nuevamente el peronismo pisó todos los precios de la economía: el dólar, las tarifas, las naftas, las prepagas, los colegios, y destruyó el sistema, al igual que lo había hecho en 1973 y 1974. Después Isabelita [Perón, expresidenta], como no tenía reservas, no tenía manera de financiarlo y la brecha se le estaba escapando, terminó devaluando y generó un fogonazo inflacionario, que hoy estamos replicando. El 25% de inflación de diciembre, o el 20% de inflación con el que terminaría enero no es más que un remake del Rodrigazo, producto de que el peronismo siempre hace lo mismo y, por lo tanto, siempre tenemos las mismas consecuencias. No es nada nuevo.
–A diferencia de esa época, hoy el piso de pobreza es muchísimo más alto, con un 43% de la población por debajo del umbral.
–Eso es directamente producto de capas geológicas, de fracasos que tiene la Argentina, producto de que se enamoró de este modelo económico y nunca más lo quiso soltar. Acá siempre se discute quién puede hacer peronismo sin Perón, y eso le toca tanto a radicales como a peronistas, incluso hasta a los militares. Todos quisieron hacer lo mismo que Perón. Por no abandonar este modelo económico se llegó a un colapso político, social y económico. Por eso la gran propuesta de Javier Milei es abandonarlo, porque solo garantiza fracaso, y por eso la Argentina llegó al 50% de pobreza.
–¿A cuánto puede dispararse en el corto plazo?
–Mientras más rápido uno tenga los precios de mercado, mejor, porque más rápido se va a reactivar la economía. Mientras se tengan precios políticos, la economía no reactiva. Este gobierno no tiene opción por el gradualismo, no solo por convicción de que sabe que necesita precios de mercado para que la economía arranque, sino porque ya no hay financiamiento. La Argentina no tiene financiamiento alguno. En el exterior nadie le da más que una palmada y en el Banco Central hay reservas negativas, directamente. Sin el financiamiento externo, la opción del gradualismo se agotó durante gestiones previas. Este gobierno no tiene opción a eso. Pero sí tiene la opción de evitar la híper, si reacciona rápido, y es lo que está haciendo.
–¿Qué le preocupa, además de la situación económica actual?
–El Gobierno está decidido a abandonar el modelo económico corporativo que vivimos en los últimos 80 años. Eso es lo elogioso del desafío que tiene. Primero tiene que administrar la herencia, que es posiblemente la peor de un gobierno en democracia, porque son tres crisis en una: es el Rodrigazo, es evitar la híper y evitar el default. Y sin reservas y con minoría en ambas cámaras. En simultáneo, quiere cambiar el modelo económico y hacer las cosas que sí funcionan en los países libres, en los países desarrollados. Cuando un argentino se va al exterior, no se va a Cuba o a Venezuela, pese a que en las últimas décadas solo imitamos la política económica de esas dictaduras. Todos estos controles de precios, de importaciones y cambiarios solo se ven en Cuba y en Venezuela, que encima tiene sus consecuencias, que son una pobreza generalizada y un colapso del salario. El desafío es que todo el sistema corporativo, obviamente, va a mostrar sus anticuerpos. El miércoles vimos cómo todo el sindicalismo intentó defender sus privilegios, porque no defiende al trabajador, defiende las cajas.
–¿Qué quiere decir?
–Perón en su momento le regaló el unicato al sindicalismo, copiando el fascismo italiano, para concentrar todo el poder sindical en cinco incondicionales. Después, la dictadura de Onganía le regaló el curro de las obras sociales. El Estado lo único que hace es repartir caja y cuota parte del mercado interno para intentar comprar y corporativizar a todos. Cristina Kirchner, vía DNU, también otorgó un nuevo currito que fue el aporte solidario, donde se le cobra la cuota sindical a quienes no están afiliados. En esta Argentina corporativa todos van a intentar defender los privilegios heredados. Se creen que son derechos adquiridos, y directamente son privilegios concedidos, y algunos por dictaduras. Esto de estar pidiendo permiso a los burócratas de turno para poder hacer tu actividad comercial no se ve en ningún otro rincón del mundo, salvo en dictaduras. Ese sistema de prohibiciones lo único que busca es vender las habilitaciones y, así, se forma el sistema de corrupción que se termina armando. En una economía abierta los negocios surgen de las buenas ideas, pero en una economía cerrada y corporativizada, los negocios surgen del escritorio correcto. Es lo que hay que desarmar, que los negocios surjan de las buenas ideas, no de si tengo el Whatsapp del burócrata de turno.
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