lunes, 26 de febrero de 2024

AVANCE NARCO, DÉFICIT DE ALIMENTOS Y EDUCACIÓN


Comedores: el déficit de alimentos debilita la última resistencia de los barrios populares frente a la violencia
Asfixiados por la falta de mercadería, estos centros de asistencia comienzan a apagar sus luces y dejan libre un rol clave en los asentamientos; no existe un registro exhaustivo de los comedores comunitarios
Federico González del Solar
Comedor y merendero El Toti, en el barrio la Cava de San Isidro. Por primera vez dejó de atender, desde que arrancó en 2009

“Valeria...”, llama débilmente una voz desde uno de los pasillos de La Cava, en San Isidro. Sentada frente a una tabla sostenida por caballetes, donde acostumbraba a recibir chicos del barrio todos los días de la semana, Valeria Sánchez, de sutil audición, se levanta con lentitud, cruza un muy corto patio que separa a la casilla del laberinto que se abre a su puerta, y sale al encuentro del llamado.
“¿Hacen comida hoy?”, le pregunta del otro lado de la puerta de chapa una vecina. ”¿Y mañana?”, repregunta, esta madre y abuela de La Cava ante la negativa. “Tampoco”, responde Sánchez y vuelve a ingresar al comedor.
Hace 15 años que junto a Teresa y Andrea, militantes todas de la agrupación Libres del Sur, Sánchez sostiene uno de los pocos espacios que persiste en la lucha por brindar una asistencia en el barrio y que, cuando lo permite alguna vaquita o donación, todavía ofrece algún tipo de sostén alimentario en la semana.
La entrega de alimentos se discontinúo desde antes de la asunción de Javier Milei al Ejecutivo.
Hasta hace pocos meses solían preparar una merienda y dos comidas diarias con un menú a base de harinas, pero planificado. Hoy, sin embargo, ellas están muy cortas de mercadería y el comedor, muy sobrecargado de demanda. Abren apenas dos veces a la semana, en el mejor de los casos.
“Es el peor momento -describe Sánchez-. Antes de que pase esto funcionábamos de lunes a viernes”. La referencia -vacía-, alude a algo concreto: con “esto”, Sánchez se refiere a la interrupción del flujo de mercadería que desde la Nación baja hacia los comedores comunitarios; los nodos de una muy amplia red de contención que trasvasa lo alimentario.
Junto con las comidas –el principal incentivo para acudir al comedor–, Sánchez, Andrea y Teresa intercalaban un “taller” de apoyo escolar para los chicos que optaban por permanecer allí. Funcionaba también los días sábados. Frente a situaciones puntuales, como la última inundación que afectó al barrio en su conjunto, ofrecieron también un resguardo momentáneo.
Aparte de la inflación, que azota a los comedores sin distinción, en La Cava, según refieren, hay problemáticas de más hondo calado. “Este es un comedor-contención”, describe Sánchez, agrupando las palabras, ya sentada nuevamente en la mesa. “Acá afuera se ve mucha droga y violencia“, agrega.
Los suministros que faltan son la hebra principal de un tejido que desde diciembre comenzó a deshilacharse a un ritmo vertiginoso. “El morfi es lo único que organiza transversalmente a los barrios”, señala un dirigente social de una de las organizaciones que integra la Unión de los Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), un muy amplio frente que reúne a distintos movimientos sociales, la inmensa mayoría identificados con el kirchnerismo.
Comedor comunitario de UTEP.
Uno de sus comedores, el más grande y mejor provisto, ubicado en el corazón del barrio de Constitución, debió cerrar sus puertas los días miércoles. Allí, entre otras facilidades, se otorga acceso a duchas, se agilizan los trámites de documentos, y se brinda apoyo escolar.
“Cuando no hay organización en el barrio, avanza el crimen. La olla es el último dique de contención”, apunta el mismo dirigente, que prefiere mantener el off the record, pensando ya en los barrios más bajos. “Que usen el sistema que quieran”, remarca, en alusión al cambio de esquema en la asistencia de los comedores cuya implementación –todavía en curso– cortó en seco la entrega de alimentos.
Medidas
Desde la asunción de Javier Milei al Poder Ejecutivo, a través del Ministerio de Capital Humano que encabeza Sandra Pettovello, el Gobierno dispuso dos aumentos en la Tarjeta Alimentar, un subsidio de transferencia directa a los beneficiarios que habilita la compra solo de alimentos en los comercios.
El primero, en diciembre, fue del 50% y el segundo, a fines de enero, del 100%. “La tarjeta Alimentar es para nosotros la política más eficiente a la hora de asegurarnos que no haya un argentino que pase hambre: llega de forma directa al bolsillo de 3,8 millones de personas sin ningún intermediario”, señalaron este viernes desde la megacartera de Pettovello en un comunicado. Fue en medio de una escalada de conflictividad con las organizaciones sociales que, agrupadas en un frente común por primera vez desde el inicio de la gestión libertaria, protestaban en distintos puntos del país, en reclamo por alimentos para sus comedores.
Manifestantes de distintas organizaciones sociales protestan en la puerta del Ministerio de Capital Human
“Han aumentado mucho la Tarjeta [alimentar], de manera que los que tienen subsidios sociales tienen la soberanía alimentaria garantizada”, señala Jorge Ossona, historiador de la Universidad de Belgrano y del conurbano: esta semana puso la lupa sobre el fenómeno y recorrió distintos comedores en el municipio de Lanús.
“Pero el asunto –matiza– es que el problema alimentario no empieza ni termina ahí, porque el porcentaje de la población que tiene ese tipo de cobertura es menor. Un 40% –arriesga–. El resto no tiene ninguno de estos beneficios. Hacen trabajo por cuenta propia y tienen que terminar recurriendo al comedor”
“Y ahí el problema es la inflación y todos los malabarismos que tienen que hacer en estos lugares, que en parte responden a las organizaciones sociales, pero que, a nivel celular, cuentan con un nivel de autonomía relevante y funcionan de acuerdo a la virtud del referente barrial”, describe.
La espontaneidad con la que estos espacios surgen o desaparecen –en su mayoría impulsados por alguna iniciativa vecinal que luego se asienta con la estructura de alguna organización que facilita el registro y los insumos– hace que la tarea por su identificación no concluya: no existe un registro exhaustivo de los comedores comunitarios.
Algunas organizaciones sociales, a cargo de buena parte de ellos, señalan la existencia de cerca de 45.000 en todo el país. Otras identifican más de 30.000. Dirigentes de muchas de ellas, sin embargo, coinciden en que buena parte ya cerraron sus puertas o redujeron sustancialmente su frecuencia de apertura.
Con el auxilio de Andrea y Teresa, Sánchez enumera al menos otros cinco espacios por la zona de La Cava que solían entregar alimentos, pero que dejaron de hacerlo en el último tiempo. Entre ellos, una Iglesia y un centro cultural.
Las mujeres cuentan que, en ocasiones, cuando se acercan a pedir leche y no tienen, les piden el cartón del pack para venderlo.
Esta semana, gracias a la donación de una panadería –algo que ocurre cada vez con menor frecuencia– pudieron ofrecer una merienda el día martes. Lo poco que tenían, insuficiente para “armar la olla” con la que apuntalan la comida de 30 familias, lo repartieron entre algunos pocos vecinos y en la heladera solo quedan tres zapallos plantados en el pequeño patio del frente. “A veces querés abrir, pero ¿para qué vas a abrir?”, se pregunta Sánchez, quien asegura que en su propia casa pasó a cocinar solo una vez al día.
Una cocina, la mesa desde la que habla Sánchez, algunas pocas sillas, la heladera con zapallos, y el balde en el baño, componen casi todo el mobiliario de una casa sin divisiones que hace dos años cambió el techo de chapa y madera por uno de ladrillo. En este momento carece de agua corriente por una obra en un tendido cloacal con fecha incierta de finalización. “Falta mucho”, dice Sánchez, pensando en las potenciales mejoras. “Lo más importante es la mercadería”, agrega.
Revés y sombra
“Hoy coronamos bien”, afirma Teresa que, de tanto en tanto, escucha en los pasillos de La Cava en boca de chicos que no pasan los 16 años cuando el botín fue cuantioso. “Algunos venían al comedor y los conocés desde que estaban en la panza de la mamá. Tienen la misma edad que mis hijos”, repara Teresa. “Uno les habla. Ellos nos escuchan. Pero después se van a la esquina y se olvidan. Porque en la esquina te olvidás todo”, grafica Sánchez.
Con respecto a la inserción del narco en los barrios, una de las problemáticas señaladas por diversos referentes sociales, Ossona mantiene un moderado optimismo. “El narco, los del último eslabón, ayudan [en los barrios], pero es algo puntual, a alguna familia. La sustitución de toda esta red alimentaria por los narcos, eso acá todavía no existe, más allá de que cumplan algún rol, como prestamistas, por ejemplo, pero la figura del narco benefactor del pueblo, en líneas generales, todavía no existe acá”, insiste.
“Lo que sí es cierto es que se está expandiendo abominablemente”, agrega Ossona. “Te pones a vender y te dan un fierro y una bolsa de droga ¿Cómo entra eso acá?”, se pregunta Sánchez.
“Este es un país que está detenido. No crece hace más de diez años. La pobreza aumenta, y aumentan estas situaciones de necesidad –explica Ossona–. Y es un excelente negocio para la gente que vive de la penuria, porque la necesidad tiene cara de hereje”.

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Volver a clases: los cinco desafíos que debería encarar la escuela primaria
Alfabetizar en primer grado, contener socialmente y trabajar sobre la calidad profesional de los docentes son algunos de los aspectos claves para los especialistas 1 | alfabetización 2 | equidad 3 | Mejora docente 4 | calidad educativa 5 | apertura al cam
Silvina Vitale ARIEL ESCALANTE


La educación en la Argentina atraviesa un estancamiento generalizado desde hace varias décadas. Los resultados son abrumadores, tanto que un alto porcentaje de estudiantes secundarios no logran conocimientos mínimos de matemática y tienen dificultades para comprender textos. Esto repercute luego en la posibilidad de ingreso a una universidad y, sobre todo, en su desarrollo laboral y personal. El análisis de la debacle educativa lleva la mirada al nivel primario, específicamente a la importancia de la enseñanza durante los primeros años de escolarización. Asimismo, a su importante tarea en el desarrollo de las habilidades cognitivas y socioemocionales de los niños y a su rol como agente de socialización, contención y garantía de equidad.
Estas horas previas al inicio del ciclo lectivo 2024 son un buen momento para poner la mirada sobre los desafíos que la escuela primaria debería enfrentar este año. Especialistas en educación ofrecen sus puntos de vista sobre los pendientes en este nivel o bien ponen el foco en los aspectos que deberían continuar y reforzarse en pos de una mejora en la calidad educativa.
Si hay algo en lo que los expertos consultados por coinciden es en la necesidad de garantizar una alfabetización temprana. Según Guillermina Tiramonti, especialista en educación, para lograrlo hay que poner el foco en el primer grado de la escuela primaria. “Los chicos tienen que aprender a leer, a escribir, tienen que conocer la lógica matemática y tener una mínima capacidad para entender los fenómenos de la naturaleza. Además, tienen que saber algo de programación porque estamos entrando a una cultura diferente”, afirma. A la vez, subraya que hoy existe un porcentaje altísimo de los chicos que llegan a tercer grado y no saben leer ni escribir. “Es grave porque si no aprendieron en esa etapa, no lo aprenden más. La maestra de cuarto grado no sabe cómo se alfabetiza a un chico, no lo tiene en el programa, y así el chico se deriva sin esos conocimientos hasta que llega a la secundaria”, advierte.
Manuel Álvarez Trongé, presidente de la ONG Educar 2050, asegura que los resultados de aprendizaje de la educación primaria en la Argentina son preocupantes. Destaca que más del 60% no aprende a leer y los resultados en Matemática y Ciencias, en gran medida como consecuencia de lo anterior, son muy deficientes y de los más bajos en América Latina, según última evaluación Unesco plasmada en el Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE).
“Esto requiere de un enorme liderazgo y acción del Poder Ejecutivo Nacional a través de la hoy Secretaría de Educación. El primer desafío de la escuela primaria es que los niños aprendan a leer en primer grado. Y es imprescindible que sea una meta de aprendizaje en toda la Nación y con un sistema consolidado para toda la República”, sostiene. Reconoce que la escuela, desde el nivel inicial y especialmente en primer grado, como fue tradicionalmente, debe lograr que el niño lea usando métodos estructurados o sistemáticos: “Estos trabajan con sonidos, es decir qué letra corresponde a qué sonido, además de otras herramientas lingüísticas, para que al final de ese año sepa leer. Hacerlo en tres años es tarde y deforma el aprendizaje”.
Asegurar la igualdad de oportunidades es otro punto en el que hacen hincapié los expertos y se traduce en una mejor educación para los que menos tienen. Álvarez Trongé señala que el aumento de la pobreza entre los menores de cero a 14 años es grave, “supera el 60%”. A su vez, destaca que los resultados de aprendizaje de los chicos del nivel socioeconómico más bajo son notablemente menores que el de los de nivel socioeconómico alto.
“El desafío es cumplir aquellas disposiciones de la ley que establecen que los mejores docentes y las mejores escuelas deben ser para los niños más desfavorecidos. El desarrollo de las competencias fundamentales de los estudiantes en situación de mayor vulnerabilidad debería ser una prioridad nacional”, enfatiza.
Tiramonti también apunta a que la escuela primaria, que recibe niños de sectores socioculturales muy diferentes, tiene que garantizar que todos puedan aprender. “Es responsabilidad de la escuela hacer una propuesta en la que todos aprendan. A lo mejor con diferencias en la metodología, pero no hay ninguna razón para que unos chicos aprendan y otros no”, advierte.
Sobre este punto, Axel Rivas, director de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés, destaca la importancia de la contención social en un contexto de gran crecimiento de la pobreza en la infancia que viene acumulándose en el tiempo. “Esto requiere de una política muy activa, primero de alimentación escolar para garantizar condiciones básicas imprescindibles para el aprendizaje y para la vida. De manera que, fortalecer los comedores escolares sería la primera medida y, alrededor de eso, es necesario brindar todo el apoyo social que requieren los alumnos en situación de vulnerabilidad”, afirma.
Para los especialistas, la formación docente y la mejora de las condiciones de trabajo y salarios son igualmente importantes. Sobre este tema, Álvarez Trongé advierte la necesidad de seducir a los mejores perfiles para que alcancen el título de docentes de primaria. “Es aquí donde la Argentina se juega el futuro de su clase dirigente, y no se trata de un gasto, sino de una inversión en ese objetivo. Debe ser prioridad y política de Estado”, subraya.
Rivas se detiene en el análisis del salario que perciben los maestros: “Recuperar el prestigio de la profesión docente, así como atraer más docentes, porque estamos en muchas provincias con falta de personal para primaria y otros niveles, requiere de una política que los priorice o que al menos no los ponga en situación de vulnerabilidad respecto a los recursos públicos”.
Y agrega: “En este momento, de alguna manera, estamos no priorizando a los docentes, sino priorizando el recorte en los docentes a partir de la eliminación del Fondo Nacional de Incentivo Docente, que representaba un 10% aproximadamente de su salario y que ahora no existe. Es muy difícil garantizar procesos educativos en condiciones en que no tenemos docentes o tenemos docentes empobrecidos”, subraya.
Según detalla Álvarez Trongé, hay datos claves que reflejan la delicada situación de la educación en la Argentina, uno es que, en lectura de primaria, en sexto grado, el número de analfabetos llega a casi el 70% (alcanzó al 68,1%, según la prueba ERCE de 2019). Y, además, explica que, la mayoría de los estudiantes del país no alcanza aprendizajes mínimos en Ciencia y Matemática: “El desafío es que los chicos aprendan cada materia y para ello se debe cumplir con las debidas horas de clase en el año y con el incremento fijado de jornada extendida para primaria que establece la ley N° 26.206”.
Sobre este punto, Rivas profundiza en la importancia de la continuidad de políticas ya existentes que es necesario mejorar y fortalecer. Una es la extensión de la jornada escolar, que considera un gran avance que hay que consolidar y trabajar “ese tiempo extendido debe aprovecharse lo más posible con una buena oferta de contenidos”, señala.
“Otra es continuar y mejorar la política de libros de texto que el gobierno nacional en la gestión anterior impulsó porque permite garantizar que haya un material fundamental para la educación de los chicos”, explica.
Según Irene Kit, pedagoga, para lograr una mejora en la educación hay que entender que la escuela primaria recibe a sus estudiantes en una edad muy propicia para desplegar sus habilidades cognitivas y socioemocionales. Y destaca como prioridades el desarrollo de la palabra, oral y escrita. “La lectura realizada desde los intereses particulares, debe ser estimulada y reconocida”, advierte.
A su vez, explica que es necesaria la práctica del hacer matemático en la vida cotidiana, la exploración de la vida social y biológica del entorno, así como desarrollar las artes integradas. “El arte es una vía para explorar la propia interioridad y la de los demás. También es necesaria la educación del cuerpo, que incluye lo artístico, pero también la respiración, postura, flexibilidad”, menciona.
Por último, Tiramonti sostiene que la escuela primaria hoy necesita entender qué niño recibe y trabajar activamente para dilucidar cómo es y cómo aprende: “La escuela sigue pensando que los chicos son siempre los mismos, pero resulta que los chicos son diferentes. El niño tiene otras habilidades y desarrolla otras formas de relacionarse con los otros, de manera que es otro sujeto”.
Por eso, considera que la escuela tiene como meta establecer una estrategia pedagógica adecuada al hecho de que son chicos que viven en un mundo superconectado y con una subjetividad construida a partir de esas conexiones. “El chico de primaria tiene que salir con las habilidades para usar todos los elementos de la cultura contemporánea y tiene que hacerlo con una socialización que lo contenga, con el intercambio con sus pares para estar emocionalmente equilibrado. Y eso tiene que recuperarlo la escuela porque se perdió”, finaliza la especialista en educación.


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