La inflación de enero fue de 20,6% y ya acumula un 254,2% en doce mesesLa inflación de enero fue de 20,6% y ya acumula un 254,2% en doce meses
CRISIS. Alimentos subió 20,4%; Economía cree que la desaceleración es más rápida de lo esperado
Francisco Jueguen
Con una desaceleración frente al pico de diciembre, pero en niveles aún muy altos, la inflación de enero fue de 20,6%, afectada todavía por el arrastre de la devaluación del mes pasado y la política de liberalización de precios impulsada por el gobierno de Javier Milei. En doce meses, se acumula un 254,2%.
El rubro de mayor aumento en enero fue bienes y servicios varios (44,4%), producto del incremento en artículos de cuidado personal. Le siguieron transporte (26,3%) –por el arrastre del aumento de combustibles– y comunicación (25,1%), por la suba en servicios telefónicos y de internet. Los alimentos aumentaron 20,4%.
Además, se anunciaron ayer subas en el subte (505,6%) y en los peajes (237,5%) porteños.
Con una desaceleración frente el pico de diciembre, pero en niveles aún elevadísimos, la inflación de enero fue del 20,6%, afectada todavía por el arrastre de la devaluación del mes pasado y la política de liberalización de precios impulsada por el gobierno de Javier Milei. En 12 meses, los precios subieron 254,2%.
La inflación interanual sigue siendo la más alta desde abril de 1991 (267%), mientras el número mensual se halla solo por debajo del que se sufrió en el país en febrero de ese mismo año (27%).
Setratadelprimeríndicedeprecios puramente bajo la gestión libertaria, ya que el pico de diciembre (25,5%) fue compartido por ambas gestiones: la pasada, que profundizó las distorsiones de precios relativos con congelamientos y volcó miles de pesos en el mercado en busca de lograr un buen resultado electoral, y la nueva, que comenzó un camino de shock para normalizar esas variables.
La división de mayor aumento en el mes fue bienes y servicios varios (44,4%), producto del incremento en artículos de cuidado personal. Le siguieron transporte (26,3%) –por alzas en transporte público y el arrastre del aumento de combustibles– y comunicación (25,1%), por la suba en servicios telefónicos y de internet.
El capítulo con mayor incidencia en todas las regiones fue el de alimentos y bebidas no alcohólicas (20,4%). En el interior de la división se destacan las subas de carnes y derivados, y pan y cereales. La inflación núcleo, que elimina precios regulados y estacionales, mostró un incremento del 20,2% en el mes.
Según el Ministerio de Economía, el dato de enero “confirma el sendero de desaceleración en la nominalidad que se viene observando desde mediados de diciembre, a una velocidad mayor que la prevista por el mercado”. Además, agregaron que el número de enero todavía tiene implícito un elevado arrastre estadístico de diciembre, derivado del overhang monetario heredado y del sinceramiento de precios relativos en la primera semana de la administración actual”.
“El traslado a precios de la devaluación de diciembre fue mucho menor al del salto del tipo de cambio en agosto del año pasado. Mientras en aquel entonces la mejora en el tipo de cambio real fue consumida en menos de dos meses, entre diciembre y enero la inflación fue del 51%, frente a una suba nominal del tipo de cambio de referencia del 129%. Esto se dio a pesar de que a partir de diciembre se fueron sincerando otros precios que venían fuertemente atrasados, como los combustibles o los productos de consumo masivo que se encontraban bajo esquemas de precios controlados”, explicaron en Hacienda.
“El programa económico llevado adelante por el Ministerio de Economía apunta a sostener y profundizar este escenario de desinflación. La combinación de ancla fiscal, monetaria y cambiaria, y la normalización en el comercio exterior aseguran una trayectoria inflacionaria decreciente”, cerraron.
La expresidenta Cristina Kirchner cuestionó ayer, en un documento de 33 páginas, al gobierno de Milei y a Caputo. Allí cuestionó que la emisión y el déficit fiscal fueran la causa de la inflación y repitió su tesis de la falta de dólares pese a que el país tuvo superávit comercial en tres de los últimos cuatro años.
El mercado esperaba para enero una inflación en torno al 20%. Por caso, en el primer Relevamiento de Expectativas (REM) del año, quienes participaron de la encuesta del Banco Central (BCRA) habían estimado una inflación mensual del 21,9% para enero. La dirección estadística porteña, en tanto, difundió la semana pasada su índice para el primer mes del año, que reflejó un incremento del 21,7%.
Para febrero, el REM espera un alza de la inflación mensual del 18%, y solo observa un descenso a un dígito a partir de junio (8%). Sin embargo, en el Gobierno son más optimistas y creen que la fuerte recesión –caída del consumo mediante– en la que está la economía podría lograr ese objetivo antes, en abril, ya que marzo es un mes estacionalmente alto (suele ser el pico en años normales debido al inicio de las clases).
El REM estima que la inflación a fines de año estará entre el 207,4% y el 227%. De esta manera, podría superar la registrada en 2023, del 211,4%. Se trata de la variación más alta desde 1990. En los cuatro años de gobierno de Alberto y Cristina Kirchner, la inflación superó con creces un avance del 900%.
La fuerte suba de los precios cercenó los salarios de los argentinos, que el año pasado crecieron –según datos del Indec– el 152,7%. Los sueldos ya se encuentran en niveles equivalentes a los de 2005. Mientras tanto, las jubilaciones aumentarán –con la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Kirchner aún vigente– solo el 30% desde marzo, con una inflación proyectada que supera ampliamente el 50% para el primer trimestre. Las jubilaciones, según algunas estimaciones privadas, están en niveles equivalentes a los de 2002.
“El 20,6% de enero mostró una importante desaceleración respecto de diciembre, especialmente durante las últimas dos semanas. Febrero podría registrar una cifra cercana al 15% y, antes de abril, estar en un dígito”, afirmó el consultor financiero Federico Domínguez.
“Todo el programa del Gobierno se basa en el ancla fiscal. El BCRA transfiere deuda al Tesoro, y no hay emisión del BCRA para financiar al fisco. Caputo está absorbiendo liquidez del mercado para cerrar la brecha. Al mismo tiempo, la recesión provocada por el ajuste fiscal hace que la demanda no convalide los aumentos de precios”, agregó.
“El dato estuvo bastante en línea con lo esperado, menos de lo que había sido diciembre”, dijo Camilo Tiscornia, de la consultora C&T. “Se ve el claro efecto del arrastre de lo que fue la suba de diciembre. Hubo una moderación a lo largo de enero, pero el dato del mes, que es un promedio, te da muy alto por todo lo que se había subido en la segunda parte del mes pasado por la devaluación”, agregó el especialista.
“Es probable que la inflación baje todavía más en febrero. Se puede acercar al entorno del 14% o 15%. Lo que hemos visto en esta semana es que hubo algunas subas bastante importantes en alimentos y bebidas, sobre todo alimentos. Veremos si no tiene que ver con algo de las lluvias de estos días, que haya habido algún tipo de problema de abastecimiento. Pero hubo una suba bastante fuerte en alimentos”, cerró.
“La desaceleración de enero está en línea con lo que proyectábamos desde Analytica, entre otras cosas porque en el relevamiento semanal durante todo el mes se registraron menores aumentos en alimentos y bebidas”, afirmó Claudio Caprarulo, director de esa consultora privada.
“En términos relativos, el dato es bueno, porque es una caída de cinco puntos de un mes a otro. El problema es que en parte está sostenida por factores transitorios, como el congelamiento del tipo de cambio. Y, por otro lado, que 21% de inflación mensual sigue siendo muy dañino para la economía. Más allá del impacto en la inflación que aún resta ver por el aumento de precios regulados en febrero y marzo, y del aumento en la tasa mensual de depreciación, si el Gobierno logra desde mitad de año consolidar una tendencia declinante, deberá establecer mecanismos para que la dinámica de los primeros meses no genere comportamientos y consecuencias de difícil reversión”, cerró el especialista.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Miguel Kiguel
La inflación de enero fue 20,7%, un número que el Gobierno festeja a pesar de que es muy alto porque muestra una tendencia descendiente. La satisfacción oficial se debe a que la inflación bajó respecto de diciembre, que fue de 25,5%, lo cual no era obvio que fuera a pasar y parece marcar una tendencia que aleja temores de una inflación descontrolada.Peronoestodocolorderosaporque la gente siente que los salarios, las jubilaciones y los planes sociales corren muy por detrás y pierden poder adquisitivo mientras los ahorros se licúan con tasas reales negativas.
La suba de la inflación en diciembre y enero tiene una causa clara: la devaluación y el sinceramiento de precios de la segunda mitad de diciembre. En el caso de los precios mayoristas que subieron 54% en diciembre, el impacto fue inmediato, mientras que en el de la inflación minorista se va manifestando de a poco. Si el sinceramiento de precios y del tipo de cambio, que en principio fue un salto de una vez, se maneja con buenas políticas económicas lo lógico sería que la inflación siga bajando en febrero y marzo con chances de que en abril o mayo llegue a un dígito.
Esta dinámica de precios no debería sorprender, porque es similar a la que vimos en otros episodios de devaluación. El mejor ejemplo fue la de 2001, en la que un salto en el tipo de cambio de 250% (de $1 a $3,5) aumentó la inflación a 40,9% en 2002, para luego bajar a 3,7% en 2003. Algo parecido ocurrió cuando asumió Macri y la inflación subió a 38% en 2016 y bajó a 24% en 2017.
La devaluación debería tener un efecto temporario sobre la inflación, y una vez que los precios relativos se acomoden, la inflación debería regresar a donde estaba. En 2003 fue a un dígito y en 2017, a 24%, o sea, a niveles similares a los de antes de la devaluación. Ahora , ¿a qué nivel regresará?
La respuesta es: depende. De lo que se haga con la política monetaria, cambiaria y fiscal. Queda claro que la política de déficit cero y la de control de la emisión son condiciones necesarias para bajar la inflación.
Antesdeladevaluación,lainflación veníaaunavelocidadde10%mensual, con lo cual hay una alta chance de que vuelva ahí. Puede ser un poquito más baja o más alta, pero la memoria juega un papel importante en formar expectativas al mismo tiempo que la experiencia muestra que es muy difícil romper la dinámica inflacionaria porque no todos los precios y salarios se ajustan simultáneamente, lo que genera persistencia o inercia.
La dinámica podría darse así: primero se ajustan el tipo de cambio, las tarifas y los precios claves, como las prepagas o la nafta. Pero ante esas subas es necesario acomodar los salarios, y los precios de servicios que quedaron atrasados. Esto lleva a una segunda ronda de reacomodamiento del tipo de cambio y de los precios que subieron en primera instancia, y así sucesivamente hasta que los precios encuentran un equilibrio y la inflación se acomoda.
Lo difícil es que la tendencia hacia la baja continúe sin que en el medio haya algún salto que desestabilice el proceso como podría ser una nueva devaluación u otro shock nominal, como tarifazos o salariazos que desaten un nuevo salto inflacionario.
Las proyecciones siempre son difíciles. El programa económico tiene elementos que dan lugar al optimismo. La política fiscal ultraortodoxa es una condición indispensable para que baje la inflación. Pero también es fundamental la política cambiaria, y es ahí donde aparecen riesgos. La devaluación inicial logró corregir con creces el atraso cambiariod el gobiernoanterior y dejó un margen para absorber futuros aumentos de precios. Pero con la depreciación del 2% mensual desde diciembre ese margen se está perdiendo y si no se aumenta la tasa de depreciación se corre el riesgo de entrar en zona de atraso. Si eso ocurriera podría haber otro salto en el tipo de cambio y un nuevo aumento en la inflación.
Las políticas monetaria y cambiaria son un arte más que una ciencia. La eliminación del déficit es un activo central de este programa y es clave para lograr los equilibrios macros y volver al crecimiento. Pero lo fiscal no es todo, muchos programas económicos fracasaron por ignorar señales de precios que estaban desacomodados o de tensiones sociales que jaqueaban su continuidad. El arte consiste en detectar las señales de fragilidad que muestra un programa y darles soluciones antes de que sea demasiado tarde.
El autor es director de Econviews y profesor de la Universidad Di Tella
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.