sábado, 30 de marzo de 2024

Chespirito..El Chavo del 8, la gran creación de Roberto Gómez Bolaños







Chespirito: cómo surgió el personaje, las peleas con Quico y La Chilindrina y la promesa del caudillo político que se sacó una foto con él
El Chavo del 8, la gran creación de Roberto Gómez Bolaños
La gran creación de Roberto Gómez Bolaños cambió por completo la vida del autor y actor cuando este ya había pasado los 40 años; el éxito, la fama y las disputas hasta los últimos días con sus compañeros
Guillermo Courau
Como buena adolescente, bella y desprejuiciada, a Elsa no le gustaba perderse ninguna fiesta. Era sociable, sonreía, bailaba, jugaba, con un espíritu lúdico que la volvía un personaje encantador. Sin embargo, la mañana de aquel baile se despertó desganada y con claros síntomas de gripe, una enfermedad menor pero que prometía dar por tierra con la ilusión de disfrutar la reunión que una amiga daría en su casa esa misma noche.
Decidida a ir a la reunión, porque su encanto era solo comparable con su temple, la chica de 25 años llamó al médico de la familia, el doctor Gilberto y le pidió algún remedio para aliviar la molestia gripal. El profesional le dijo qué tomar y ella fue a la farmacia inmediatamente. Pero horas después, volvió a sonar el teléfono en la casa del doctor Gilberto. Era Elsa desesperada, retorcida de dolor y sintiendo que se estaba muriendo. El médico fue inmediatamente a la casa y encontró un panorama angustiante: “Lo que te receté no tiene ninguna contradicción, a menos que estés embarazada. Esa medicación contiene quinina, un abortivo sumamente poderoso”, le dijo mientras la revisaba. Eso era lo que pasaba. Él no le había preguntado, ella no había creído importante contárselo.
El camino era uno solo. Elsa ya había perdido un embarazo el año anterior, si continuaba con este corría serio riesgo su vida. Lo mejor para resguardar su salud era abortar, y así se lo dijo el especialista. Entre el dolor y la angustia, la muchacha pensó unos minutos y con lágrimas en los ojos le respondió: “No puedo permitir que le suceda algo así a mi bebé, voy a seguir con el embarazo”. No hubo manera de hacerla cambiar de opinión. Fue un varón, nació el 21 de febrero de 1929 y le pusieron Roberto. Roberto Gómez Bolaños.
El pequeño Shakespeare
A Chespirito todo le llegó de grande: la fama, el reconocimiento, el amor y hasta el apodo. Una convicción a toda prueba, heredada de su madre y de su padre artista y bohemio, llevaron al joven a las puertas de una agencia publicitaria, donde dio sus primeros pasos como redactor. Luego pasó a escribir guiones de radio y TV para un dúo mexicano muy famoso de la época: Viruta y Capulina. Gracias a ello, luego llegó la posibilidad de dar el salto al cine: “Viruta y Capulina habían alcanzado tal éxito que los productores de cine se fijaron en ellos, y después de haber sido contratados para hacer papeles menores en un par de películas, se convirtieron en estrellas que conseguían jugosísimas ganancias en taquilla. Pero antes de que sucediera esto último, yo también fui llamado para escribir guiones cinematográficos para ellos. El primero que escribí le gustó tanto a quien habría de dirigir la película, el señor Agustín P. Delgado, que me elogió diciendo que yo era un pequeño Shakespeare. Y empezó entonces a llamarme cariñosamente ‘Shakespearito’, diminutivo que, después de haber castellanizado su pronunciación, terminó por convertirse en Chespirito”.
No pasó mucho tiempo para que el diminutivo se convirtiera en aumentativo y diera nombre a su primera incursión con programa propio. Chespirito debutó en 1971, merced a un sketch de probada eficacia años antes: Los supergenios de la mesa cuadrada. Era escrito por Roberto Gómez Bolaños y protagonizado por él mismo (en su caracterización del Doctor Chapatín), junto a Ramón Valdés, Rubén Aguirre (presentado ya como el Profesor Jirafales) y María Antonieta de las Nieves
Pero muy pronto el paso de comedia, que se apoyaba en estricta actualidad periodística, dejó de ser atractivo para su autor. En busca de una idea que la reemplazara surgió en la mente de Roberto la historia de un superhéroe único en su tipo: El Chapulín colorado. Aunque por estas latitudes nuestra bonhomía infantil nos hizo abrazar inmediatamente el apelativo sin más, de haber sido adaptado se habría transformado en “la langosta colorada”, nombre mucho menos memorable, pero más preciso.
A pesar de que la creación y construcción de cada aventura del Chapulín tenía una base de divertimento “blanco”, naif y apto para todas las edades (Chespirito siempre se encargó de aclarar que él no trabajaba solo para los chicos, sino para toda la familia), la génesis del personaje era conceptualmente más profunda. Así lo explicaba el artista en una entrevista con Jorge Guinzburg y Carlos Abrevaya, en 1987, mientras diferenciaba al suyo de otros personajes como Superman o He-Man: “Esos no son héroes, héroe es El Chapulín Colorado, y esto es serio. El heroísmo no consiste en carecer de miedo sino en superarlo. Superman o Batman son todopoderosos, no pueden tener miedo. El Chapulín Colorado se muere de miedo, es torpe, débil, tonto y aun consciente de esas deficiencias se enfrenta al problema. Eso es un héroe. Además, muchas veces pierde y esa es otra característica de los héroes. Después sus ideas triunfan, pero mientras tanto... ¿A cuántos fusilados conocemos?”.
¿Qué bonita vecindad?
A partir de 1969, Roberto Gómez Bolaños se convirtió en una importante figura del recién inaugurado Canal 8 de México. Entre los muchos guiones que llevaron su firma en el papel y su cara en pantalla, estaba el de Los chifladitos, con Rubén Aguirre como Lucas Tañeda y Chespirito como Chaparrón Bonaparte, notable ejemplo de humor absurdo que volvería recurrentemente en épocas posteriores.
Sin embargo, cuando Aguirre fue contratado por el canal rival en 1972, Bolaños se vio obligado a levantar el sketch. Como había pasado con Los supergenios... nuevamente la preocupación, el salto al vacío: por segunda vez en su corta carrera de autor y actor se veía obligado a dar de baja un éxito e inventar otro suceso desde cero: “La ausencia de Rubén significaba la adversidad del momento, ya que el personaje que él representaba en Los Chifladitos era insustituible por múltiples razones; la principal de estas era el hecho de que el público se acostumbra a una imagen y le resulta muy difícil aceptar otra en sustitución de aquella. La solución, por lo tanto, no radicaba en sustituir al actor, sino en sustituir el sketch. Me pasé dos o tres días con sus respectivas noches intentando encontrar la respuesta, pero ésta no llegaba. Entonces, agobiado por la premura del tiempo, decidí salir del paso por una semana, escribiendo un sketch de los que yo llamaba ‘sueltos’, en razón de que no tenían continuidad temática temporal. Para esto utilicé material que me había sobrado, referido a un niño pobre que andaba por un parque público y tenía un breve altercado con un vendedor de globos. El niño había sido representado por mí y el vendedor de globos por Ramón Valdés. El resultado no sólo fue aceptable sino que, además, me volvió a sobrar material. Y mientras seguía cavilando, repetí la receta: usé el material sobrante para escribir algo de ambiente similar. Esta vez el resultado fue algo más que aceptable, y no se hicieron esperar los comentarios a favor. Hasta que un par de semanas después bauticé al personaje con el nombre que habría de ser conocido en muchas partes del mundo, rivalizando en popularidad con el Chapulín Colorado y, en más de un aspecto, inclusive superándolo: el Chavo”.
En realidad, el nombre completo fue “El chavo del 8″, en alusión al canal en el que se emitía el programa. Más adelante se justificó el número explicando que se trataba de la vivienda de la vecindad que ocupaba el protagonista. Porque no, el Chavo no vivía en el barril.
“Al interpretar al Chavo yo nunca había pretendido hacerle creer al público que se trataba de un niño. No, yo sólo pretendía que aceptaran la realidad: que se trataba de un adulto que interpretaba a un niño, lo cual, estoy seguro, se logró cabalmente. La primera vez que aparecí como Chavo en la televisión yo tenía ya 42 años. Aunque de menor edad, lo mismo sucedía con todos los demás adultos que interpretaron papeles de niños en la serie: Godínez, mi hermano Horacio Gómez Bolaños, tenía 40 años; Quico, Carlos Villagrán, 28; la Chilindrina, María Antonieta, 25; Ñoño, Edgar Vivar, 23 y la Popis (Florinda), 22. En el momento de dar por terminada la serie, las edades ya no eran las mismas. Yo tenía 66 años, Horacio, 65; Carlos, que desde 1978 ya no formaba parte del grupo, 52; María Antonieta, 49; Edgar, 47 y Florinda, 46″.
El Chavo del 8 fue una de las producciones televisivas más emblemáticas

En la enumeración -que pertenece a su autobiografía-, Bolaños pasaba por alto el punto más oscuro en la historia del programa: su distanciamiento con Carlos Villagrán luego de aquel capítulo doble filmado en Acapulco. Al respecto hay una historia oficial, una historia paralela, una blue, una MEP y una contado con liqui, de acuerdo a quién se le pregunte, pero todas tienen un denominador común: Florinda Meza.
El cajón estaba vacío
Roberto Gómez Bolaños y Florinda Meza se conocieron y enamoraron en las peores circunstancias para construir una nueva historia romántica: él estaba casado, ella, aprovechando su belleza indiscutible, había tenido un par de parejas dentro del elenco, entre ellas Carlos Villagrán. Por eso, luego del corredero de recriminaciones que terminó con la enemistad eterna entre Quico y El Chavo, los bienpensantes hablaron de desagradecimiento por parte del primero, los malpensados de una venganza del segundo por celos y los más perversos se preguntaban qué necesidad había de poner a estos actores que habían sido pareja en el rol de una madre y su hijo.
Los que siguieron fueron años de dudas, preguntas y ruido blanco en relación a la autoría del personaje: que Chespirito vio por primera vez a Villagrán haciendo una rutina en casa de Rubén Aguirre en la que ya hablaba con los cachetes inflados (punto para Quico). Que mientras eran amigos, Carlos firmó más de un papel donde reconocía que su composición era creación de su compañero y jefe (punto para Bolaños). Y así.
Recordaba Chespirito: “Un día, a finales de 1977, Carlos Villagrán me había dicho que quería tratar conmigo un asunto muy importante, para lo cual me citó en el Vip’s de Insurgentes y Altavista. ‘Lo he estado pensando a fondo’, me dijo cuando estuvimos ahí, y he llegado a la conclusión de que ya es tiempo de que encabece mi propio espectáculo. Para lo cual, claro, necesito separarme del grupo. La decisión era de esperarse, pues las últimas giras por el extranjero, sobre todo en Chile y Venezuela, le habían dado a probar de manera sustanciosa las mieles de la fama. Es verdad que los méritos correspondían básicamente al trabajo realizado en conjunto, pero más de un espectador había acicateado su ego diciéndole que él era la piedra angular del edificio, de modo que su decisión era irrevocable. Y, de cualquier manera, yo pensé que lo asistía el lógico derecho de superación personal que tiene todo individuo, de modo que acepté su propuesta deseándole la mejor de las suertes”.
Pero, al parecer, Villagrán quería algo más que una palmada en el hombro. Sigue Bolaños: “‘Pero es que yo quisiera seguir actuando como Quico -añadió-. O sea, hablando con los cachetes inflados y todo eso’. De modo que me gustaría contar con tu autorización para hacerlo’. Cuenta con ella, le respondí. Carlos no sólo me dio las gracias más sinceras por las oportunidades que yo le había brindado, sino que, además, me pidió que le diera los consejos que yo considerara pertinentes. ‘Sólo te voy a dar uno: Quico es un personaje que te puede dar grandes satisfacciones y los triunfos correspondientes, pero no te limites a él. El hablar con los cachetes inflados resulta muy gracioso, pero el exceso puede ser dañinamente empalagoso. Por lo tanto, dosifícalo, combínalo con otros personajes que tú mismo puedes crear’. Un caluroso abrazo puso punto final al breve encuentro. Pero creo que Carlos no siguió el consejo muy al pie de la letra que digamos”.
Aunque la declaración es simpática, el asunto terminó en juicio. Y con un Villagrán buscando argucias legales para poder seguir usufructuando al niño cachetón (Kiko o Federrico fueron algunos de los nombres alternativos para eludir derechos de autor), y asegurando que su exjefe había utilizado su poder para boicotearle el trabajo en distintas plazas de Latinoamérica. Algo que Chespirito reconoció a medias, al declarar, consultado por Televisa, que solo autorizaría un producto derivado si se ponía al principio de cada programa una leyenda que dijera: “Agradecemos a Roberto Gómez Bolaños su autorización para usar el personaje de Quico, que es de su creación”.
Algo parecido pasó años después con María Antonieta de las Nieves, que por negligencia jurídica, logró hacerse con los derechos de La Chilindrina, a quien también aseguraba haber construido desde cero. Su experiencia con Chespirito fue distinta, sin embargo también en más de una oportunidad señaló a Florinda Meza como alguien que apartaba a su marido del resto de sus compañeros. También Antonio, el hermano de Ramón Valdés, aseguró que el actor dejó el programa por la soberbia con la que se manejaba la chica, en su rol de pareja del jefe.
Florinda Meza heredó el patrimonio de su esposo tras la muerte de Chespirito
La pelea entre Carlos Villagrán y el matrimonio Gómez Bolaños-Meza continuó luego del fallecimiento del artista. En una entrevista con Dante Gebel, en 2022, el actor deslizó que Florinda “golpeaba” a su marido y también dudó sobre la fecha de su muerte: “Roberto no murió ese día, yo creo que murió mucho antes y Florinda dijo ‘aguántamelo’. Porque no te explicas que muere Roberto Gómez Bolaños y al otro día le hacen un homenaje en el estadio Azteca con miles de trajes del Chavo del 8 y del Chapulín Colorado. ¿A qué hora los hicieron? Yo estuve en ese velorio y no había nada en ese cajón. Debe haber fallecido antes y lo avisaron después para poder preparar todo y que no se les cayera el programa”.
El Chavo de Anillaco
Argentina y Chespirito siempre compartieron un solo corazón. Roberto Gómez Bolaños disfrutaba mucho de visitar nuestro país y era un gran admirador de figuras locales como Diego Armando Maradona, Luis Sandrini o Juan Carlos Altavista (estuvo como invitado del programa de Minguito). Sin embargo, la anécdota que siempre le gustaba contar lo emparentaba con otra figura local. “En Argentina volvimos a ser contratados nueve años después de la primera gira, lo que nos hacía temer que no alcanzáramos el mismo éxito de la vez anterior. Este temor quedó desechado desde que nos presentamos en el Luna Park, pues si la primera vez habíamos establecido el récord de más días consecutivos (siete) actuando ahí, la segunda vez superamos tal récord, ya que nos presentamos durante nueve días, con el boletaje (capacidad) totalmente agotado. Un día, durante esa gira, fuimos a una estación radiofónica de Buenos Aires donde, al finalizar una entrevista, nos tomaron una gran cantidad de fotografías (o “cualquier cantidad” de fotos, como dirían los argentinos). Entonces se nos acercó un grupo constituido por algo así como cuatro o cinco señores, uno de los cuales me dijo: ‘Me gustaría tener una foto donde aparezca yo al lado de ustedes. ¿Se puede?’. Por supuesto, le respondí. Y luego, una vez tomada la fotografía, me dijo: ‘Esta foto pronto va a estar en la Casa Rosada’. La afirmación causó risa entre muchas personas, incluidas las que lo acompañaban, debido a que era tanto como afirmar que él sería el próximo primer mandatario de su país. ¡Y sí lo fue, pues el señor en cuestión era nada menos que Carlos Saúl Menem! Ahora bien: ¿habrá cumplido su promesa?, porque no me extrañaría que al paso del tiempo hubiera preferido una fotografía de Cecilia Bolocco más que la nuestra”.
Mientras avanza el rodaje de una serie sobre su vida, queda claro que el legado de Roberto Gómez Bolaños, que murió el 28 de noviembre de 2014, es indiscutible. Su habilidad como autor construyó una galería de situaciones y personajes inalterables al paso del tiempo. Y eso le permitió llegar al logro más importante para toda persona que pasa por este mundo: ser feliz. “De la misma forma que el ser humano necesita comer y beber sano, respirar aire puro también precisa divertirse sanamente. Y si lo he logrado estoy compensado por completo”.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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