Los cinco minutos en los que María Marta luchó por su vida
A más de 21 años del homicidio, la puerta del baño de la casa de Carmel sigue fuera de cuadro, debido a la fuerza que aplicó la víctima para defenderse de Nicolás Pachelo
Gustavo CarabajalSorprendida por Pachelo, María Marta intentó refugiarse en el baño
María Marta García Belsunce aplicó todas sus fuerzas para defenderse de Nicolás Pachelo. Durante cinco minutos luchó por su vida, hasta que el agresor le asestó un puñetazo en el rostro que la hizo caer entre el bidet y la bañera, donde sangró profusamente. Para huir de Pachelo habría intentado refugiarse en el baño. Presionó desde adentro para cerrar la puerta, mientras que el atacante pateaba. Tanta fue violencia de esa lucha que, a más de 21 años del homicidio de María Marta, la puerta sigue fuera de cuadro y nunca se pudo arreglar. En la actualidad, no cierra correctamente.
Después de minar la resistencia de María Marta, Pachelo se aprovechó del estado de indefensión de la víctima y le disparó seis balazos. Uno de los proyectiles quedó al costado del bidet y, esa noche, fue hallado por uno de los familiares, que lo arrojó al inodoro debido a que, al estar deformado, fue confundido con un soporte de estante o “pituto”.
El día que la mataron, María Marta debía estar jugando al tenis. Adelantó su vuelta a casa debido a una tormenta que la obligó a suspender el partido con Viviana Binello, su amiga y vecina del country Carmel.
Debido a que ya había cometido otros robos en el country, Pachelo conocía los movimientos y costumbres de los vecinos. Sabía que los domingos por la tarde, María Marta jugaba al tenis y que la casa situada en la calle Santa Lucía sin número estaba vacía.
Durante el juicio oral contra Pachelo, el fiscal Patricio Ferrari explicó la forma en la que el agresor concretaba los robos en las casas de sus vecinos del country.
“Pachelo asaltó prácticamente todas las viviendas que rodeaban perimetralmente a la de la víctima, particularmente los domingos entre las 18 y las 20; esa era su zona de confort criminal”, manifestó el representante del Ministerio Público de San isidro en su alegato.
Pero el 27 de octubre de 2002, minutos después de las 18, el plan que había aplicado en los otros robos falló. La dueña de la casa adelantó su regreso y lo sorprendió en la vivienda mientras concretaba el asalto.
“Pachelo ingresó en la vivienda, donde residían García Belsunce y Carlos Carrascosa, y mientras desarrollaba su plan delictivo en el interior de la casa, advertida María Marta de la presencia del intruso, en la planta superior, a fin procurar su impunidad debido al conocimiento que de él tenía la víctima, procedió a propinarle golpes de puño en el rostro y en el cuerpo, para luego, con la inequívoca voluntad de darle muerte en busca de impunidad, efectuarle con el arma que portaba, un revólver calibre 32, seis disparos sobre la damnificada, siendo que uno de ellos le provocó una lesión superficial (rebote) en el sector de la bóveda craneana, mientras los cinco restantes fueron efectuados a corta distancia, siendo que uno de ellos le provocó una lesión contuso perforante con fractura de cráneo y los cuatro restantes impactaron en el pabellón auricular izquierdo”, sostuvieron los integrantes de la Sala i de la Cámara de Casación penal bonaerense, al describir cómo fue el homicidio y el móvil del crimen.
En ese espacio angosto el 27 de octubre a las 18.15, María Marta luchó con Pachelo para que no la matara.
La marca de la violencia
Hace un año y medio este cronista recorrió la escena del crimen. En la actualidad, la vivienda tiene otros propietarios. Carrascosa ya no vive más en el chalet. Aunque los nuevos dueños cambiaron algunos artefactos del baño, la puerta sigue fuera de escuadra. Nunca, desde la tarde del crimen, a pesar de los esfuerzos por repararla, se pudo volver a cerrar correctamente.
El baño es pequeño, hermético y laberíntico. El techo con las vigas de madera maciza que atraviesan el recinto en diagonal lo hacen más reducido e incómodo para una persona.
Momentos antes, la víctima habría ingresado por la puerta de atrás de la casa. A diferencia de todos los domingos, que se sacaba las zapatillas en el acto, cómo habría escuchado ruidos en el interior entró directamente y subió a la planta alta, donde se encontró con el asesino.
Pachelo habría ingresado detrás de ella en la habitación. En ese instante, María Marta buscó refugio en el baño y aplicó todas su fuerzas para evitar que Pachelo ingresara. Pero Pachelo abrió la puerta de una patada, entró en el baño y le asestó un golpe de puño a María Marta.
El cuerpo de la víctima quedó con el torso dentro de la bañera y las piernas afuera. María Marta estaba vestida y con las zapatillas puestas. Según la reconstrucción del crimen realizada por los investigadores judiciales, después de matar a la dueña de casa, Pachelo habría abierto la canilla para llenar la bañera con el objetivo de encubrir el crimen y que quedara como un accidente doméstico. No tuvo en cuenta que la víctima estaba calzada.
Cuando llegaba a su casa, especialmente los días de lluvia, María Marte se quitaba el calzado, lo dejaba en la planta baja y lo cambiaba por unas zapatillas que no estuvieran embarradas o mojadas. Esa tarde, al escuchar los ruidos en la planta alta, María Marta modificó sus hábitos, no se quitó el calzado y se dirigió directamente a la habitación ante la sospecha de que había un intruso.
Ante la estrechez del baño y por la diferencia de fuerzas entre María Marta y Pachelo, la víctima no pudo hacer mucho para escapar del agresor. No obstante, llegó a dejar su sangre en la ropa que llevaba el atacante. Al revisar las heridas, los peritos concluyeron que los disparos fueron realizados casi a quemarropa. Esta circunstancia causó la transferencia de sangre de la víctima al agresor.
Esta observación marcada por peritos fue ratificada por dos testigos. Una empleada doméstica que trabajaba en la casa de Pachelo afirmó que cuando volvió a Carmel a la medianoche lavó la ropa que llevaba puesta, algo que nunca hacía. inés Dávalos Cornejo, exesposa de Pachelo, también declaró que el condenado nunca se lavaba la ropa y que el día del homicidio de María Marta modificó su rutina.
Aunque durante las distintas revisiones de la escena del crimen no se encontró ADN de Pachelo en la casa de la víctima, una serie de indicios y testigos abonaron la sospecha que el ladrón de casas en el country Carmel fue la última persona que estuvo cerca de la víctima, en los minutos previos a que la mataran.
Después de las 16.30, María Marta llegó a la casa de su hermana irene Hurtig y Guillermo Bártoli, donde miraban el partido de fútbol entre Boca y River. A las 18.07 cuando finalizó el match y todos se retiraban, se dirigió con su bicicleta a su casa, debido a que, después de las 19, llegaría la masajista.
En el camino se cruzó con los vecinos Santiago Asorey, Marco Cristiani y Pedro Azpiros. Sesenta segundos antes, a las 18.12 los tres testigos se habían cruzado con Pachelo.
Luego de analizar las declaraciones de estos testigos, los fiscales Ferrari y Andrés Quintana concluyeron que María Marta llegó a su casa entre las 18.15 y el momento en que la mataron.
A partir de la revisión de estas declaraciones y de otras pruebas, los representantes del Ministerio Público establecieron que desde que la víctima ingresó en su casa, se quitó la campera que Carrascosa le entregó para cubrirse de la lluvia, subió las escaleras, fue sorprendida por Pachelo, intentó huir y luchó con su agresor, hasta que cayó sin vida por los balazos que le dispararon y Pachelo abrió la canilla de la bañera y escapó, pasaron cinco minutos.
La hipótesis planteada por los fiscales en el juicio oral, con la que coincidió con la resolución del juez Federico Ecke, en su voto en disidencia con sus dos colegas del tribunal que decidieron absolver a Pachelo por el beneficio de la duda.
La hora del crimen
Además, la investigación de los representantes del Ministerio Público fue ratificada en la sentencia de la Sala i de la Cámara de Casación penal bonaerense que revocó la absolución de Pachelo y condenó a prisión perpetua por el homicidio de María Marta. El veredicto condenatorio contra Pachelo fue dictado en las últimas horas por los magistrados María Florencia Budiño y Fernando Luis Mancini Hebeca.
Para los fiscales, María Marta fue asesinada entre las 18.15 y las 18.30. Dicha presunción se fundó en el informe de la autopsia que indicó que el cuerpo de la víctima “presentaba una lesión post mortem producto de las maniobras de resucitación que tuvieron lugar a las 19.35 aproximadamente. A las 19.28, llegó al barrio el médico, a bordo de la primera ambulancia. Demoró 4 minutos y 50 segundos hasta llegar a la casa de María Marta.
Los forenses indicaron que María Marta fue asesinada una hora antes de que le provocaran esa lesión para intentar reanimarla.
Pachelo se retiró a las 18.59 del country. Según registraron las cámaras de seguridad, salió por el sector de no socios de la entrada principal, en un Fiat Siena. La coartada que armó en ese momento para cubrir su responsabilidad en el homicidio se derrumbó después de más de 21 años.
En el camino a su casa, María Marta se cruzó con tres vecinos que, un minuto antes, habían visto a Pachelo
Desde que María Marta llegó su casa hasta que Pachelo huyó pasaron cinco minutos
María Marta García Belsunce aplicó todas sus fuerzas para defenderse de Nicolás Pachelo. Durante cinco minutos luchó por su vida, hasta que el agresor le asestó un puñetazo en el rostro que la hizo caer entre el bidet y la bañera, donde sangró profusamente. Para huir de Pachelo habría intentado refugiarse en el baño. Presionó desde adentro para cerrar la puerta, mientras que el atacante pateaba. Tanta fue violencia de esa lucha que, a más de 21 años del homicidio de María Marta, la puerta sigue fuera de cuadro y nunca se pudo arreglar. En la actualidad, no cierra correctamente.
Después de minar la resistencia de María Marta, Pachelo se aprovechó del estado de indefensión de la víctima y le disparó seis balazos. Uno de los proyectiles quedó al costado del bidet y, esa noche, fue hallado por uno de los familiares, que lo arrojó al inodoro debido a que, al estar deformado, fue confundido con un soporte de estante o “pituto”.
El día que la mataron, María Marta debía estar jugando al tenis. Adelantó su vuelta a casa debido a una tormenta que la obligó a suspender el partido con Viviana Binello, su amiga y vecina del country Carmel.
Debido a que ya había cometido otros robos en el country, Pachelo conocía los movimientos y costumbres de los vecinos. Sabía que los domingos por la tarde, María Marta jugaba al tenis y que la casa situada en la calle Santa Lucía sin número estaba vacía.
Durante el juicio oral contra Pachelo, el fiscal Patricio Ferrari explicó la forma en la que el agresor concretaba los robos en las casas de sus vecinos del country.
“Pachelo asaltó prácticamente todas las viviendas que rodeaban perimetralmente a la de la víctima, particularmente los domingos entre las 18 y las 20; esa era su zona de confort criminal”, manifestó el representante del Ministerio Público de San isidro en su alegato.
Pero el 27 de octubre de 2002, minutos después de las 18, el plan que había aplicado en los otros robos falló. La dueña de la casa adelantó su regreso y lo sorprendió en la vivienda mientras concretaba el asalto.
“Pachelo ingresó en la vivienda, donde residían García Belsunce y Carlos Carrascosa, y mientras desarrollaba su plan delictivo en el interior de la casa, advertida María Marta de la presencia del intruso, en la planta superior, a fin procurar su impunidad debido al conocimiento que de él tenía la víctima, procedió a propinarle golpes de puño en el rostro y en el cuerpo, para luego, con la inequívoca voluntad de darle muerte en busca de impunidad, efectuarle con el arma que portaba, un revólver calibre 32, seis disparos sobre la damnificada, siendo que uno de ellos le provocó una lesión superficial (rebote) en el sector de la bóveda craneana, mientras los cinco restantes fueron efectuados a corta distancia, siendo que uno de ellos le provocó una lesión contuso perforante con fractura de cráneo y los cuatro restantes impactaron en el pabellón auricular izquierdo”, sostuvieron los integrantes de la Sala i de la Cámara de Casación penal bonaerense, al describir cómo fue el homicidio y el móvil del crimen.
En ese espacio angosto el 27 de octubre a las 18.15, María Marta luchó con Pachelo para que no la matara.
La marca de la violencia
Hace un año y medio este cronista recorrió la escena del crimen. En la actualidad, la vivienda tiene otros propietarios. Carrascosa ya no vive más en el chalet. Aunque los nuevos dueños cambiaron algunos artefactos del baño, la puerta sigue fuera de escuadra. Nunca, desde la tarde del crimen, a pesar de los esfuerzos por repararla, se pudo volver a cerrar correctamente.
El baño es pequeño, hermético y laberíntico. El techo con las vigas de madera maciza que atraviesan el recinto en diagonal lo hacen más reducido e incómodo para una persona.
Momentos antes, la víctima habría ingresado por la puerta de atrás de la casa. A diferencia de todos los domingos, que se sacaba las zapatillas en el acto, cómo habría escuchado ruidos en el interior entró directamente y subió a la planta alta, donde se encontró con el asesino.
Pachelo habría ingresado detrás de ella en la habitación. En ese instante, María Marta buscó refugio en el baño y aplicó todas su fuerzas para evitar que Pachelo ingresara. Pero Pachelo abrió la puerta de una patada, entró en el baño y le asestó un golpe de puño a María Marta.
El cuerpo de la víctima quedó con el torso dentro de la bañera y las piernas afuera. María Marta estaba vestida y con las zapatillas puestas. Según la reconstrucción del crimen realizada por los investigadores judiciales, después de matar a la dueña de casa, Pachelo habría abierto la canilla para llenar la bañera con el objetivo de encubrir el crimen y que quedara como un accidente doméstico. No tuvo en cuenta que la víctima estaba calzada.
Cuando llegaba a su casa, especialmente los días de lluvia, María Marte se quitaba el calzado, lo dejaba en la planta baja y lo cambiaba por unas zapatillas que no estuvieran embarradas o mojadas. Esa tarde, al escuchar los ruidos en la planta alta, María Marta modificó sus hábitos, no se quitó el calzado y se dirigió directamente a la habitación ante la sospecha de que había un intruso.
Ante la estrechez del baño y por la diferencia de fuerzas entre María Marta y Pachelo, la víctima no pudo hacer mucho para escapar del agresor. No obstante, llegó a dejar su sangre en la ropa que llevaba el atacante. Al revisar las heridas, los peritos concluyeron que los disparos fueron realizados casi a quemarropa. Esta circunstancia causó la transferencia de sangre de la víctima al agresor.
Esta observación marcada por peritos fue ratificada por dos testigos. Una empleada doméstica que trabajaba en la casa de Pachelo afirmó que cuando volvió a Carmel a la medianoche lavó la ropa que llevaba puesta, algo que nunca hacía. inés Dávalos Cornejo, exesposa de Pachelo, también declaró que el condenado nunca se lavaba la ropa y que el día del homicidio de María Marta modificó su rutina.
Aunque durante las distintas revisiones de la escena del crimen no se encontró ADN de Pachelo en la casa de la víctima, una serie de indicios y testigos abonaron la sospecha que el ladrón de casas en el country Carmel fue la última persona que estuvo cerca de la víctima, en los minutos previos a que la mataran.
Después de las 16.30, María Marta llegó a la casa de su hermana irene Hurtig y Guillermo Bártoli, donde miraban el partido de fútbol entre Boca y River. A las 18.07 cuando finalizó el match y todos se retiraban, se dirigió con su bicicleta a su casa, debido a que, después de las 19, llegaría la masajista.
En el camino se cruzó con los vecinos Santiago Asorey, Marco Cristiani y Pedro Azpiros. Sesenta segundos antes, a las 18.12 los tres testigos se habían cruzado con Pachelo.
Luego de analizar las declaraciones de estos testigos, los fiscales Ferrari y Andrés Quintana concluyeron que María Marta llegó a su casa entre las 18.15 y el momento en que la mataron.
A partir de la revisión de estas declaraciones y de otras pruebas, los representantes del Ministerio Público establecieron que desde que la víctima ingresó en su casa, se quitó la campera que Carrascosa le entregó para cubrirse de la lluvia, subió las escaleras, fue sorprendida por Pachelo, intentó huir y luchó con su agresor, hasta que cayó sin vida por los balazos que le dispararon y Pachelo abrió la canilla de la bañera y escapó, pasaron cinco minutos.
La hipótesis planteada por los fiscales en el juicio oral, con la que coincidió con la resolución del juez Federico Ecke, en su voto en disidencia con sus dos colegas del tribunal que decidieron absolver a Pachelo por el beneficio de la duda.
La hora del crimen
Además, la investigación de los representantes del Ministerio Público fue ratificada en la sentencia de la Sala i de la Cámara de Casación penal bonaerense que revocó la absolución de Pachelo y condenó a prisión perpetua por el homicidio de María Marta. El veredicto condenatorio contra Pachelo fue dictado en las últimas horas por los magistrados María Florencia Budiño y Fernando Luis Mancini Hebeca.
Para los fiscales, María Marta fue asesinada entre las 18.15 y las 18.30. Dicha presunción se fundó en el informe de la autopsia que indicó que el cuerpo de la víctima “presentaba una lesión post mortem producto de las maniobras de resucitación que tuvieron lugar a las 19.35 aproximadamente. A las 19.28, llegó al barrio el médico, a bordo de la primera ambulancia. Demoró 4 minutos y 50 segundos hasta llegar a la casa de María Marta.
Los forenses indicaron que María Marta fue asesinada una hora antes de que le provocaran esa lesión para intentar reanimarla.
Pachelo se retiró a las 18.59 del country. Según registraron las cámaras de seguridad, salió por el sector de no socios de la entrada principal, en un Fiat Siena. La coartada que armó en ese momento para cubrir su responsabilidad en el homicidio se derrumbó después de más de 21 años.
En el camino a su casa, María Marta se cruzó con tres vecinos que, un minuto antes, habían visto a Pachelo
Desde que María Marta llegó su casa hasta que Pachelo huyó pasaron cinco minutos
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