Las hermanas que conquistaron la calle Corrientes con un éxito “pueblerino”
LAS MARULLMaría y Paula
por Pablo Mascareño

SU GRAN AUDIENCIA CONFIRMÓ EL FERVOR POR LOS TEXTOS QUE LAS VOLVIERON MARCA REGISTRADA
Desde hace una década se destacan en el horizonte teatral de la ciudad de la furia. Dramaturgas, directoras, actrices. María y Paula Marull, a los 51 años, construyeron un universo escénico propio. Un latido que conquistó al público porteño, paradójicamente (o no tanto), con piezas que sumergen a la platea en una atmósfera pueblerina de tiempos cansinos y prioridades menos mundanas que las que propone la urbe salvaje. Obras como “La Pilarcita” -escrita por María- y “Yo no duermo la siesta” -con dramaturgia de Paula- dejaron en claro que la poética de las gemelas apuesta a transpolar a lo ficcional un mundo propio, íntimo, que espeja al de cientos de espectadores. El 1° de septiembre de 2022 dieron a conocer “Lo que el río hace”, el material escrito a cuatro manos, dirigido y protagonizado por ellas mismas, que se convirtió en una pieza imprescindible, trascendió espacios escénicos y ocupó un sitial privilegiado en la foto de un 2024 que -crisis económica mediante- no ha sido sencillo para el mundo del teatro. La propuesta, que superó las 320 representaciones, ya fue vista por más de 100.000 espectadores en el teatro Astros. Funciones a sala llena en plena calle Corrientes instalaron con seguridad inapelable a “Lo que el río hace”. No se trata de una moda, pero es mejor no quedarse afuera de esa historia de la que todos hablan y que ya confirmó su regreso a la cartelera de Buenos Aires en marzo. Las hermanas de decir campechano y tonadita musical, que proponen sumergirse en un ecosistema de grillos y sapucais mesopotámicos, lograron la epopeya. Épico.

Para no quedarse afuera La historia de Amelia -escritora de repercusión que regresa a su pueblo natal tras la muerte de su padre- caló hondo en el público. Amelia vuelve a pisar la tierra que la acunó en su infancia. Todo es distinto para ella. Subestima. Pero allí está el río para reflejarla en su correntada sinuosa y enfrentar a la que es con la que fue. Un juego de espejos. Lo lúdico para amasar identidad. “Si aquel que fuimos volviera a nosotros, ¿lo reconoceríamos, lo abrazaríamos o lo dejaríamos seguir su viaje?”, plantean las dramaturgas. Las hermanas son fieles a un ideario. Allí van e interesan. “Escribiendo encontrás aspectos de tu propia vida, imágenes”, sostienen. No les falta razón.“Las Marull”, como todos las llaman, ya son marca registrada. Forman parte de la radiografía indeleble de un año en el que se terminó de confirmar la predilección por sus textos de una audiencia voluminosa. Los espectadores entrenados “compraron” una propuesta que se cimentó en la peculiaridad del propio deseo. Porque “Lo que el río hace” es un material que incluye, arrastra a todos con la coloratura amarronada del río Corrientes, antes del Delta que conforma al llegar al Paraná. Tonalidad auténtica la de “Las Marull”, nacidas y criadas en Rosario, pero con una cercanía concreta con Esquina, la ciudad distante a poco más de 300 kilómetros de la capital correntina donde el pacú es rey. Allí se instaló su padre luego de la separación conyugal, impulsando el amor de sus hijas por esas tierras de coloratura rojiza. Los veranos eran en Esquina. Lugar de letargos eternos que las adolescentes desafiaban con la escritura de sus diarios personales. Una semilla que se convertiría en la raíz del don de la escritura, luego de probarse como modelos publicitarias y conductoras de televisión, medio -siempre ávido de “extrañezas”- que, rápidamente, encontró en la simpatía y el parecido calcado de María y Paula un recurso atractivo para generar rating. “No nos hemos empeñado en diferenciarnos, hemos aceptado el parecido”, sostuvo Paula en una entrevista publicada en noviembre del año pasado. En esa misma charla, María reconoció que “nos ´melliceábamos´ por elección. Yo sé quién soy y Paula sabe quién es”. Clarito como el agua de río.



“¿Viste la obra de las Marull?” Si la TV fue un medio posible -aspiracional para tantos- las hermanas se corrieron del plano. La formación en la EMAD (Escuela Metropolitana de Arte Dramático) y el entrenamiento junto a enormes maestros como Ricardo Monti y Mauricio Kartun hicieron el resto.El año que termina las ratificó, si es que tal cosa hubiese sido necesaria. Cruzaron fronteras. Si antes eran “de culto”, ahora son “de todos”. Qué extraña pócima hipnótica encierra la cadencia de una obra con melodías propias y erres remarcadas. Cuando irrumpió la pandemia del Covid, el proyecto escrito a cuatro manos les quedó “trunco”, aunque mutó en una experiencia audiovisual dentro del ciclo Modos Híbridos que propuso el Complejo Teatral de Buenos Aires durante la temporada 2021." Lo que el río hace” se estrenó en la sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín. Corría 2022 y la obra, inmediatamente, se convirtió en una de las propuestas más interesantes de la temporada. El “¿viste la obra de las Marull?” se convirtió en una muletilla. Esa curiosidad llamada “boca a boca” hizo que el material también se exhibiese en el Teatro San Martín durante la primera parte de 2023; cumplido el plazo estipulado, y en sintonía con la demanda que agotaba las entradas a los pocos minutos de ponerse en venta, el material se trasladó al Astros, sala de quinientas localidades donde la obra se reestrenó en junio de 2023. Del circuito “oficial” al “mainstream” de la calle Corrientes en un santiamén o, para ser precisos, en un pequeño corrimiento de siete cuadras, del otro lado del Obelisco. Allí se instalaron “Las Marull” y su gente.“Lo que el río hace” tuvo funciones a sala llena de miércoles a sábado (dos presentaciones los sábados) y ubicó al material en una de las propuestas mejor ranqueadas de la temporada. “La obra es un viaje”, definieron ambas autoras en aquella misma entrevista El material fue premiado en Argentina, España y Francia y el Senado de la Nación le otorgó el Diploma de Honor en reconocimiento por su aporte a la cultura nacional. La mutación de la escena oficial a la privada y el corrimiento geográfico hacia el Bajo porteño no alteró el otro mapeo. Ese que invita a acompasarse con las ondulaciones de un río y el latido bellamente lánguido de Esquina. Un juego de espejos el de María y Paula. Así en la vida como en la trama teatral. Tan simétricas que construyen un todo armónico. “No tenemos ningún conflicto con nuestras similitudes”, ratifican, como si hiciera falta. Y si para las hermanas Marull la obra significó pintar una aldea propia -al menos la de ese terruño al que siguen recurriendo cada verano-, pensar en voz alta cuestiones en torno a la trascendencia artística y, sobre todo, rubricar pensamiento sobre aquello que se deja de lado en pos de la “realización” personal; para el espectador la obra se convierte en una travesía emocionante, pletórica de humor, y, sobre todo, anclada en la emoción. Ese hotel que ofrece a sus huéspedes las toallas con forma de animalitos enternece tanto como esa salida a pescar donde el río se convierte en metáfora. La épica de la correntada para pensar el devenir de la vida.
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