miércoles, 30 de marzo de 2016
LA MENTE SINGULAR DE ROBERTO ARLT
Desfiles y aguafuertes porteños de un escritor que supo ser inventor
Querida Mirtita, aquí te mando un pedazo de media, se puede lavar con agua caliente y durará un año, si le ponés un papel verás que se puede leer a través de ella", garabateó Roberto Arlt, el inventor y escritor en una carta dirigida a su hija. La misiva fechada en 1942 ilustró una de sus obsesiones alrededor de la moda: la búsqueda de una fórmula para crear unas medias cuya trama resistiera el paso del tiempo sin rasgarse.
Luego de bocetarlas desde cuartos de pensiones, logró construir un tallercito experimental en Lanús y las herramientas para semejante creación consistieron en un barómetro, una pierna de aluminio y otra de madera: la colección de medias de Arlt fue patentada el 17 de octubre de 1934 y respondió a la denominación Sistema de Galvanización de Medias. Sus creaciones fueron asociadas con la textura de la piel del pescado y comparadas con otro elemento acuático, los trajes de neoprene que acostumbran usar los buzos; sin duda, los prototipos de medias Arna se anticiparon un siglo al furor de los leggings.
Las medias y la ropa interior no fueron ajenas a la prosa arltiana: Silvio Astier, protagonista de El juguete rabioso, no calló su conmoción al vislumbrar "los escaparates de las casas de moda con sus piernas calzadas de finas medias y suspendidas de brazos niquelados". La sinfonía de inventos con la etiqueta Arlt bocetó una posible tintorería para perros y un proyecto para metalizar los puños de las camisas.
Vestido con una corbata azul, planchada y enmendada por su madre, y en el transcurso de una entrevista laboral, Silvio A. enumeró sus creaciones:
"Un señalador automático de estrellas fugaces y una máquina de escribir con caracteres de imprenta lo que se dicta porque si medimos con un galvanómetro de tangente la intensidad eléctrica producida por cada vocal y consonante, podemos calcular el número de amperios vuelta". El método de galvanoplastia que Arlt predicó como si se tratase del corte al bies ideado por Madeleine Vionnet tomó prestado artilugios de los procesos electroquímicos ideados circa 1740 por el médico y físico italiano Luigi Galvani, como resultado de descargas eléctricas sobre las patitas de difuntas ranas; las fórmulas irrumpen en el vasto inventario de actividades de sus personajes.
En el desfile de estilos porteños avistados por Arlt las prendas están representadas con gestos histriónicos dignos de una campaña de moda costumbrista; hace foco en el usuario de un cuello negro o palomita y alpargatas negras al tono que lleva el mozo de un bar, así como acentúa los cambios indumentarios de El Rengo -del paso de un foulard rojo y las alpargatas con flores al cuello de tela y un flamante par de botines, su armadura indumentaria en el intento del fallido y delatado robo en El Juguete rabioso.
Mientras que en Los siete Locos, el astrólogo porta un guardapolvo amarillo similar a los ropajes de algún sacerdote budista, y la camisa y el saco de seda de Rufián Meláncolico ilustran su disfraz de proxeneta. En las Aguafuertes porteñas ahondó en los abrigos cual mantos: "han venido días tibios. No sé si se han fijado en el fenómeno pero todos aquellos que tienen un pantalón calafateado, emparchado o taponado que, según las averías del traje se puede definir el género de compostura, remiendo, parche o zurcido; todos aquellos que tienen un traje averiado sobre las asentaderas, meditan con semblante compungido en la brevedad del imperio del sobretodo.
Porque no se puede negar, el sobretodo, por rasposo que sea, presta su servicio. Es cómplice y encubridor. Si siempre hiciera frío la gente podría prescindir de los sastres y hacerse un traje o cada cinco años".
V. L.
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