NORMALMENTE VOY A COMPRAR PLANTAS EN EL GALPÓN QUE DA A CORRIENTES. SON MUY BUENAS, TE SABEN ASESORAR Y RESULTAN MUCHO MÁS BARATAS QUE EN AGRONOMÍA
A casi 15 años del cierre del histórico mercado, una clientela fiel visita los locales de las calles Sarmiento y Acuña de Figueroa; buscan calidad, variedad y buen precio
En Buenos Aires hay calles en las que de pronto se puede disfrutar de una ráfaga de aroma a flores frescas. Alrededor del galpón donde antes funcionaba el Mercado de las Flores, en Almagro, perduran numerosos locales que resistieron el cierre del lugar en 2002 y ofrecen desde margaritas y rosas hasta jacintos y tulipanes. Son una quincena de puestos sobre Sarmiento, entre Gascón y Medrano, y ocho puestos sobre Acuña de Figueroa, entre Sarmiento y Corrientes, que integran el llamado Paseo de las Flores. Precisamente, en la esquina de Acuña de Figueroa y Corrientes funcionaba el tradicional mercado y las veredas solían estar repletas de canastos con rosas.
El agradable recorrido, uno de los más pintorescos de la ciudad y con cada vez más visitantes, se puede rematar con un café en algunos de los bares típicos de la zona: La Orquídea o Las Violetas, que nacieron junto al antiguo mercado, al que le deben su nombre en honor a una flor (ver recuadro).
Luego de la mudanza del galpón a Barracas (Olavarría 3240), sobrevivieron en este rincón de Almagro un grupo de florerías familiares que atienden desde hace más de 15 años tanto a clientes particulares como a los que compran al por mayor, en especial durante la noche o la madrugada, momento ideal para adquirir mercadería recién llegada.
La Orquídea, el tradicional bar que no descansa
Cuentan que en fechas clave, como el Día Internacional de la Mujer, el Día de la Madre y el Día de la Secretaria, aumentan considerablemente las ventas y se suman a las de la clientela fija: aquellos que compran para bautismos, casamientos o condolencias. Ceremonias en las que ante todo se respeta el color: el lenguaje de las flores inventado por los griegos, que indica que las rosas blancas son para los aniversarios, las rojas para amores apasionados y los jazmines para los cumpleaños.
"Los nardos y jazmines son las especies más aromáticas", responde Raúl Agresti cuando se le pregunta por el perfume que sale desde el interior de su comercio. Este florista, con más de 40 años en el rubro, se jacta de surtir a estrellas de televisión como Mirtha Legrand, mientras envuelve ramos en papel celofán. Pero los tiempos cambiaron y, "debido a un tema económico, ahora ya no son tan frecuentes las enormes coronas, sino que generalmente se piden simples bouquets", explica Agresti. De todos modos, la intensa actividad que hay en su local deja en claro que al menos en Buenos Aires la tradición de regalar flores, nacida en Oriente, no se extinguió.
"Si necesitás lirios, sabés que acá los conseguís a cualquier hora. Siempre es lindo regalar una flor", asegura Beatriz Cervantes, dueña de Reina Margarita, mientras rocía potes de plástico con flores amarillas que luego depositará sobre la vereda con un cartón escrito a mano que dice $ 30. "Mi abuelo vendía en las esquinas, mi padre tenía el puesto 8 en el mercado y yo alquilo acá para continuar con la tradición. Amo las flores", describe.
Modificaciones
La fisonomía general del barrio cambió en 2002, cuando el galpón de 8000 metros cuadrados donde funcionaba el mercado fue vendido por unos 10.000.000 de dólares -dicen- a los brasileños de la Iglesia Universal del Reino de Dios.
Por las calles de la zona, donde antes sólo circulaba gente vinculada al negocio de las floricultura, ahora también se observan personal de seguridad apostado alrededor del templo y grupos de fieles evangelistas, en especial durante los fines de semana, cuando las ceremonias llegan a congregar hasta a 2600 personas.
No obstante, el paseo conserva sus perfumes, sus colores y ritos, como ofrecer mercadería a los gritos a quienes pasan por la vereda, tal como se hacía en el galpón, donde se vivía un clima similar al del antiguo Mercado del Abasto o al de Hacienda de Liniers, lugares de intensa actividad regidos por la ley de la oferta y la demanda.
Hoy, sobre la avenida Corrientes, en vez de los camiones repletos de claveles que traían los horticultores desde Escobar se ven furgonetas con cajas de cartón provenientes, en su mayor parte, de la ciudad de La Plata.
La historia de este rubro en la Argentina data de 1940, cuando 32 productores japoneses fundaron la Cooperativa Argentina de Floricultores, frente a la estación Retiro. En 1951 se mudaron a Corrientes y Acuña de Figueroa, hasta que se trasladaron a Avellaneda y luego a Barracas. El predio de Almagro les había quedado chico y mantenían un conflicto con los vecinos, quienes se quejaban de los ruidos y la caravana de camiones con vendedores que en su mayoría se quedaban a dormir en pensiones de la zona.
Una zona para visitar
Los aromas sorprenden en el entorno del ex Mercado de las Flores
V. M.
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