El derecho de las bestia
Salvajada / Libro: Mauricio Kartun, Sobre Cuento De Horacio Quiroga. / Intérpretes:
Compañía de Titiriteros de la Unsam; Román Lamas, Natalia Gerardi,
Omayra Martínez, Pablo Maidana, Lucía Arias, Clara Chardín, Joaquín
Tato, Anibal Flamini, Guillermo Tassara. / Dirección: Tito Lorefice, Hernesto Mussano. / Sala: Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543. / Funciones: domingos, a las 20 / Duración: 60 Minutos.
En el marco del 7º Ciclo de Teatro de Títeres y Objetos del CCC, se presenta Salvajada. Se trata de una adaptación de Mauricio Kartun del cuento Juan Darién,
de Horacio Quiroga, donde se narran las peripecias de un tigre huérfano
que tomó forma humana al ser criado por una madre que acababa de perder
a su hijo. Esa búsqueda de cariño mutuo propone un cruce entre dos
universos: naturaleza y cultura, civilización y barbarie. Kartun lee
aquí una recurrencia histórica argentina, esa necesidad de separar a los
que pertenecen y a los que no. Así, la obra adquiere una postura
política definida. Se escucha a un pueblo enardecido quejarse porque los
tigres "entran por una puerta y salen por la otra" y otras expresiones,
extemporáneas a Quiroga, pero de toda justicia a partir de esta lectura
del cuento. Están, también, los reconocibles procedimientos
lingüísticos kartunianos que transforman, por caso, a una serpiente
pitón en "Pitonisa". En esos pliegues de la lengua y en las expansiones y
giros que encuentra sobre el cuento, Kartun encuentra tesoros que
sorprenden y oxigenan la opresión del ambiente.El reto es hacer una puesta a la altura de lo escrito. La dirección de Lorefice y Mussano responde con creces al desafío. Salvajada es un trabajo coral que, desde sus titiriteros, da vida a una enorme cantidad de personajes. La puesta trabaja con títeres de distinta escala, desde los pequeños hasta los que superan el tamaño humano. También, es una clase magistral de cómo una obra crea sus convenciones y se permitirse romperlas. Una jaula puede formarse con dos palos para luego abrirse y volver a cerrarse, mostrando un esquema en el que todo parece entrar porque siempre es claro por dónde pasa el relato, a pesar de que los recursos para contarlo varíen. De alguna forma, las criaturas de Salvajada habitan un mismo universo, aunque son muy diferentes entre sí. El escenario es una caja negra sin escenografía, apenas hay unos objetos y una proyección detrás. Y allí entra la selva toda, sus atractivos y sus peligros. El juego de texturas y gestos contagia su ilusión de violencia, la música no cesa y carga el ambiente de la ambigüedad sensual de la selva donde se libran batallas entre bestias y hombres. Salvajada es enormemente pregnante desde lo intelectual y lo sensorial, sigue en la cabeza y el cuerpo del espectador mucho después que este deja la sala.
La obra encierra un misterio que se resiste a ser desentrañado, parece conectar con una matriz mítica. El teatro de objetos parece ser terreno fértil para esto, quizá porque el títere nunca miente. Su piel de goma, de madera o de cualquier otro material no contiene falsedad. Es un títere sin disimular serlo. Estar guiado por un titiritero no hace falso lo que ofrece; a menudo ocurre en la vida que hay hilos moviendo las cosas, el problema es cuando no se dejan ver. El títere expone su mecanismo constructivo a partir del trabajo de un manipulador que cultiva por años aquel movimiento capaz de hacer que un muñeco inerte mute su expresividad y se llene de vida por un instante para así poder conectar con lo trascendente. Salvajada funde el mito con la actualidad a partir de un superlativo trabajo de dramaturgia y dirección.
G. I.
El derecho de las bestias
Hugo Salas
Ilustración de tapa: El Niño Rodríguez
"El derecho de las bestias está compuesto de evocaciones desquiciadas sobre el peronismo y el antiperonismo, a los que trata como una fábrica de funámbulos desprendidos de la historia, marionetas que hablan mezclando épocas y produciendo encuentros cuya gracia consiste en una inverosimilitud que no les quita ninguna nota trágica. Solo que ésta se halla acompañada por su escudera irrevocable, la comedia. Barajados como voces alusivas que rotan en un lavarropas herético, profieren sus frases características, pero fuera de lugar, entreverados en un módico infierno del Dante, Victoria Ocampo, Perón, Isabelita, Fanny Navarro, Juancito Duarte, López Rega.
Nadie sale indemne del peso ridiculizador de su discurso, pero es indudable que el interés de Hugo Salas es examinar por dentro las ritualidades, hilarantemente bufonescas, del álbum escogido de los lugares comunes del antiperonismo. Pero a esos lenguajes reversibles, que se deslizan de un lado a otro del muro, todos hemos contribuido. El derecho de las bestias nos lo recuerda jocosamente, pues la novela es un censo de situaciones históricas reconocibles y un listado de complicidades lingüísticas, hechas con regocijo burlón por un saltimbanqui alegremente excitado, que comienza su escrito como José Mármol y lo despliega a la manera de Copi."
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