miércoles, 10 de junio de 2020

LA OPINIÓN DE PABLO SIRVÉN,


María Eugenia Vidal, callada pero activa
Pablo Sirvén | Fundación Konex
Pablo Sirvén 
Escribe un libro, tiene fluidas relaciones con dirigentes y dictará clases en universidades
El periodista que tiene más chances de lograr la primera entrevista con 
El ajuste sobre fondos ajenos y una sola ganadora: María Eugenia Vidal
María Eugenia Vidal es su propia pareja desde hace siete meses, Enrique Sacco. Le garantizaría cierta previsibilidad política, a la que se sumaría el plus de la relación amorosa entre ellos, audios que se viralizarían en las redes sociales, portales de medios y hasta programas de chimentos. Todo suma para una dirigente que mantiene conexión permanente con referentes comunitarios de zonas complicadas por la pandemia y que trabaja en un proyecto para acompañar mejor a los trabajadores de la salud en tan grave circunstancia.
Pero darle la “exclusiva” a su novio encierra una gran paradoja: sería a través de una sintonía radial que acaba de sumarse al potente holding de medios ultrakirchneristas, que pilotea Víctor Santa María, el Grupo Octubre.
En efecto, desde este lunes, de 18 a 20, el viudo de Débora Pérez Volpin conducirá De lado a lado, por Radio del Plata. Por innegable afinidad, es el primer anotado en la kilométrica lista de pedidos de entrevistas que administra Hernán Stella, el vocero que sucedió a Mariano Mohamed tras la salida del poder de la antecesora de Axel Kicillof, y que fue asesor en comunicación del gobierno porteño en tiempos de Mauricio Macri, y del Bapro, durante toda la gestión de Vidal. Por cierto, la ansiedad de Sacco por contar con el regreso de su chica al ruedo público bajo su paraguas protector por ahora es mayor que la de Vidal y Stella, que no se mostrarían tan urgidos por la salida a la palestra de la exmandataria provincial.
Luego de pasar todo el verano en la casa de sus padres en Haedo –a los que desde el 19 de marzo solo ve a través de la reja de ese domicilio para acercarles algunas cosas, aunque evitando el contacto físico para preservar la salud de mayores en riesgo–, María Eugenia convive con sus tres hijos en un departamento de Recoleta. La mayor de las chicas ya parece seguirle los pasos: estudia Ciencias Políticas.
A la pregunta de si será candidata en las elecciones de medio término el año que viene contesta lo de siempre: que todavía tiene tiempo para decidir, aunque nadie niega que es número puesto para encabezar la lista de diputados. “Más allá de las ansiedades del sistema político y periodístico, nada me obliga”, suele decirles a los que la rodean cuando se impacientan. “Quiero mostrar que se puede vivir fuera del sistema político”, repite. Y por eso prepara clases que dará en la Universidad Di Tella y el IAE, de la Austral, en tanto que sondea la posibilidad de hacerlo también en alguna facultad pública del conurbano. Mientras, sigue adelante escribiendo un libro, que se conocerá antes de fin de año y que más que en su gestión, estará centrado en lo que aprendió de ella.
“Este es un tiempo para reconstruir mi vida personal”, se justifica, tras doce años continuos de estar en los primeros planos de la función pública (ministra de Desarrollo Social y vicejefa del gobierno porteño, antes de gobernadora bonaerense). Hasta el comienzo de la cuarentena, Vidal le dio prioridad a la recuperación de experiencias íntimas perdidas: dedicarse más a sus hijos, ir a una playa sin estar pendiente del celular, salir a comer con amigos y hasta enamorarse de vuelta.
Con la reclusión obligatoria por culpa del Covid, paradójicamente volvió a recuperar su intensidad política, pero cuidando, eso sí, de avanzar, por ahora, muy sigilosamente, por debajo del radar de lo público. El objetivo es no darle material al Gobierno para que, distorsionándolo, lo use en su contra.
Le tomó la mano al Zoom y mantiene varios encuentros semanales con distintos dirigentes, diversas ONG y hasta encuentros nutridos, como el que tuvo hace unos días con la juventud de Pro.
Las consecuencias sociales, políticas y económicas de la pandemia es el gran tema que la obsesiona en este tiempo. Está muy pendiente del manejo de la crisis sanitaria en los países desarrollados y tiene especial consideración, sin distinción de banderías, hacia quienes gobiernan “porque están en la trinchera”. Más allá de las bravatas de Axel Kicillof contra ella desde la vidriera pública, cuyas respuestas prefiere dejar en manos de dirigentes de Juntos por el Cambio, reconoce un “vínculo amable y cordial, pero poco frecuente” con su sucesor. Esos abruptos cambios anímicos se deberían a la escasa experiencia que tiene el actual gobernador para dialogar con la oposición. En cambio, es más fluido su trato con Sergio Massa y hasta con varios intendentes peronistas. Y con Horacio Rodríguez Larreta, la sintonía es total.
No le preocupa que en Pro haya intransigentes y moderados (ella se siente parte de estos últimos). Cree que es parte de la diversidad necesaria en toda vida partidaria, no la conflictúa para nada y mantiene fluidas relaciones con unos y otros. Tampoco le llama la atención el silencio público de Mauricio Macri. “Es un expresidente”, subraya, y parece muy al tanto de los constantes contactos privados con dirigentes de todo tipo que Macri no ha dejado de mantener. Simplemente, razona, “se ha querido preservar; no me parece ausente”.

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