sábado, 29 de julio de 2023

HAMBRE Y POBREZA.....LIBERTAD DE EXPRESIÓN


Las colas del hambre que niega el Gobierno
Hace dos días la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, había dicho que nadie pasaba hambre en el país; sin embargo, cientos de personas son atendidas por ONG
Cecilia DevannaLa postal de cada noche en la Plaza de Mayo: cientos de personas a la espera de recibir su ración
La escena se repite noche tras noche: cientos de personas se concentran en la Plaza de Mayo para recibir una ración de comida que distribuyen distintas ONG. Todo ocurre a 50 metros de la Casa Rosada, desde donde esta misma semana la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, dijo: “En la Argentina no hay hambre”.
Los martes es el día en que la fila para comer es más larga que lo habitual. Casi tanto que su final queda a solo unos 25 metros de la reja que separa a la Casa Rosada de la Plaza de Mayo. Una postal que se repite con más de un centenar y medio de personas por día, a veces muchas más, a veces algo menos, que va hacia la plaza más emblemática del país a buscar una ración de comida caliente para paliar el hambre. Es una situación que se repite en un país que acumula 40% de pobreza, pero que para la portavoz de la Presidencia, Gabriela Cerruti, no es una señal de alerta. “En la Argentina no hay hambre”, dijo hace dos días la funcionaria.
La razón por la que los martes son más que de costumbre es tan simple como elocuente: ese día se entregan empanadas. Llegan calientes, en cajas de la empresa que las dona, en una novedad que pasó rápidamente de boca en boca por la gente que busca comida en la zona. Y que ese día prefiere sumarse ahí en lugar de ir a otras plazas, iglesias o comedores, como habitualmente hacen. Porque aunque es el más concurrido, la posta de Plaza de Mayo es apenas una más de los varios puestos de entrega de alimentos que funcionan en la zona.
Su instrumentación comenzó hace once años con la acción de Red Solidaria y hay gente que va desde entonces, otros desde hace pocos meses o en los últimos años. Como Cinthia y su familia que empezaron hace cerca de tres años y por ahora no puede ni pensar en dejar de hacerlo. Es delgada y de sonrisa instantánea, pero con la mirada resignada. Tiene 32 años, está casada y es mamá de tres hijos: Aitana, de 6; Dylan de 10 y Leandro de 15, con los que va diariamente a cenar allí. El almuerzo los chicos lo hacen en la escuela. Ella a veces en su trabajo, otras se arregla “con lo que puede”.
“La plata no alcanza”, cuenta y explica que eso es pese a que ella y su esposo Walter trabajan todos los días. Ambos trabajan como empleados de limpieza, ella mientras los chicos van al colegio, él durante la noche. La plata se les va, mayormente, en el alquiler de una habitación de hotel, sobre la calle Chacabuco, que comparten los cinco.
Llegaron desde Avellaneda, donde antes alquilaban una casa, pero cuando la dueña no quiso renovar más, tuvieron que comenzar de nuevo. La búsqueda resultó infructuosa. La solución fue la habitación en la que viven los cinco y que a Cinthia desespera. “Obvio que es mejor que estar en la calle, que es lo peor que hay, pero me gustaría tener una casa”, cuenta. Intentó acceder a un plan de vivienda, pero no pudo avanzar. “Como mi sueldo no alcanza al mínimo vital y móvil, o algo así, no puedo aplicar”, explica. “Mi marido y yo trabajamos, pero no alcanza para nada”, insiste con la mirada puesta en un punto perdido. El alquiler de la habitación, algunos gastos básicos de los chicos y los viajes en colectivo, dos veces o tres veces por semana, para que Dylan entrene en el club donde juega como arquero consumen rápidamente el presupuesto familiar.
Mientras ella habla, la entrega de comida se sucede en filas ordenadas, frente a los bancos de cemento sobre la avenida Rivadavia. Allí los voluntarios ubican ollas, cajas, o los diferentes contenedores en los que llega la comida todos los atardeceres, cuando el sol empieza a bajar y el frío se hace más extremo. Mientras la gente sale apurada de los edificios de la zona, rumbo al subte o el metrobús, y mientras al sur puede verse el helipuerto de la Casa Rosada o la salida rauda y casi constante de autos de las flotas oficiales en las que se desplazan funcionarios.
El trabajo solidario empezó en el lugar hace 11 años, un invierno extremo. Fue con el operativo #fríocero de Red Solidaria, y quedó. Desde entonces el número de personas que asisten de lunes a lunes a buscar un plato de comida fluctúa. El movimiento creció tanto que se fueron sumando, englobados bajo la articulación de Red Solidaria, distintas agrupaciones: Caminos solidarios los lunes; los martes y viernes la propia Red, los miércoles, Hogares de Cristo; los jueves Fundación San Carlos; los sábados la Catedral Anglicana y los domingos, Ayuda Urbana - Iglesia Adventista. La comunión entre los equipos es total y en el trato con quienes asisten hay camaradería y horizontalidad.
Lo sabe Rubén Darío, un hombre de 47 años que llegó aquel primer invierno y sigue yendo. Vive a una cuadras, en una pensión sobre la calle Bernardo de Irigoyen, donde trabaja como encargado. Heredó el puesto de su mamá. Cuenta que completa su sueldo con un plan de 21 mil pesos, pero aún así no llega a fin de mes. Por eso sigue yendo a ese lugar después de más de una década. El lazo que tejió hace que también colabore con la organización. Sabe, como pocos, las historias de quienes van. Lo que hacen, cómo se las rebuscan, desde dónde llegan. También sabe que las novedades que allí se suceden corren fácil entre las personas que necesitan un plato de comida y normalmente van a otras plazas donde también se las dan o cuentan con la ayuda de algún vecino.
En las filas de quienes esperan recibir su plato hay muchos que antes no tenían que hacerlo. Son personas que el sistema expulsó hace poco y asisten a una realidad impensada. Tanto que evitan dar su testimonio. En la organización cuentan que los primeros años son claves cuando alguien cae del sistema y queda en la calle. “Hay que ayudarlos y actuar lo más que se pueda rápidamente, porque si en los primeros dos o tres inviernos no vuelve a incorporarse al sistema ya después es muy difícil que lo haga”, explican

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La Academia de Periodismo pidió frenar el plan de Quintela
Expresó su preocupación por la intención de incluir en la Constitución provincial regulaciones al ejercicio de la profesión
La Academia Nacional de Periodismo se manifestó “profundamente preocupada” por el intento del gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, de incluir limitaciones a la libertad de expresión en la reforma constitucional que impulsa en la provincia.
En alusión al discurso que dio el mandatario peronista en la inauguración de las sesiones de la Convención Constituyente, la entidad sostuvo: “El mandatario provincial exhortó a los constituyentes a discutir sobre ‘la libertad de expresión y la gobernanza’ y los convocó a establecer controles para la prensa libre en el futuro texto de la Constitucional de La Rioja. Quintela ya había tenido en el pasado expresiones peyorativas, cuando no agraviantes, sobre los medios periodísticos”.
Añadió: “Llama la atención que gobernantes democráticamente elegidos no tengan en cuenta el enorme valor que tiene la libertad de expresión para la plena vigencia del sistema democrático. Esperamos, no sin ansiedad, que las máximas figuras del gobierno nacional se expresen en contra de los conceptos vertidos por Quintela”.
La organización que preside Joaquín Morales Solá recordó que el gobernador de La Rioja cuenta con una importante mayoría en la Asamblea Constituyente, que le permitiría establecer cualquier reforma a la Constitución local en materia de libertad de expresión. “Solo una acción decidida por parte de las autoridades nacionales podría evitar esa lamentable regresión de la democracia cuando está a punto de cumplir 40 años desde su restauración”, advirtió el comunicado firmado por Morales Solá y la académica secretaria Silvia Naishtat.
La ofensiva de Quintela despierta preocupación en todo el ambiente periodístico desde principios de semana. Los ejes más controvertidos que el mandatario planea plasmar en la suprema ley provincial apuntan a supervisar el contenido de los medios, bloquear las señales nacionales que llegan desde Buenos Aires –y a juicio del gobierno local no se consideran independientes- y crear un holding de medios afines en la región del NOA.
También la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) expresó, en tanto, su alerta por el riesgo de que “el proceso de reforma constitucional que se lleva adelante en La Rioja termine estableciendo algún tipo de restricción a las libertades de expresión y de prensa, consagradas en nuestra Constitución nacional y los tratados internacionales de derechos humanos”.
“La preocupación se ve agravada por los dichos del gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, quien al abrir las sesiones de la Convención Constituyente de la provincia -que tiene como mandato aprobar una reforma a la carta magna riojanase refirió a la regulación de la prensa independiente como uno de los aspectos claves de la misma”, advirtió la entidad, que preside Daniel Dessein.
También el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires expresó su “preocupación” por la reforma. “A diferencia de lo que pretende el gobernador Quintela, la libertad de expresión es muy amplia en cualquier caso, pero lo es mucho más cuando se emiten opiniones, críticas y juicios de valor respecto de funcionarios públicos. En tales circunstancias, nuestra Corte Suprema aplica el estándar de la real malicia, destinado a que la responsabilidad por dichas expresiones solo quepa en situaciones sumamente restringidas”, remarcaron.

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